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—¿Me vas a explicar quien carajos te vino a dejar a casa gritó ante el reclamo y se dió la vuelta en la puerta de su casa, viendo a Yeonjun -su mejor amigo y compañero de piso- parado en la puerta de la cocina con sus brazos cruzados.

—Dios mio Yeonjun, no vuelvas a hacer eso. —Hueningkai le miró mal, llevándose una mano al pecho. —No eres mi mamá, no debo explicarte nada. —le dijo, sacándole la lengua, Yeonjun gruñó como un perro antes de que Hueningkai recogiera sus cosas.

—Es el chico que está de pareja con Yuna, ¿no?

—¿Y tú co-? —Kai se detuvo, mordiéndose el labio y sujetándose el puente de la nariz. —Fue Beomgyu.

—Se vendió por una photocard de Suga. —Yeonjun rió, antes de darse vuelta y comenzar a caminar hacia el sofá de dos cuerpos que había en la pequeña y acogedora salita de estar. El mayor se tiró en el sofá a cuerpo muerto, para luego palmear a su costado un minúsculo espacio para que Kai se sentara, e invitándole indirectamente a contarle todo sobre Soobin -ahora con el pequeño avance de que se comieron la boca hace 15 minutos atrás-

Iba a asesinar a Taehyun por contarle al chismoso de Yeonjun - que también contaba a su hermana Rosé- su extraña relación con un hombre emparejado.

Dios, eso de verdad sonaba mal.

・・・

En los siguientes tres días, Kai no supo nada de Soobin, porque, aparte de tener pena para escribirle un mensaje luego de todo lo ocurrido dos noches atrás, y de que Soobin tampoco le escribía, el castaño no había hecho acto de aparición en la cafetería, ni si quiera para ir a buscar a Yuna, quien seguía con esa actitud hostil que a Kai le daba algo de miedo.

Pero al menos, durante estos dos días, Heeseung había ido a alegrarle las aburridas tardes contándole sobre su vida diaria y haciéndole reír con cualquier insignificante coqueteo amistoso. El pelinegro ahora mismo le contaba la vez en donde intentó hacer uno de los tantos bubble tea que Kai hacía y la tapioca había explotado de alguna forma.

A veces pasaban motocicletas fuera de la cafetería, y Kai inconscientemente veía por los ventanales si en alguno de esos casos era Soobin el que estacionaba su motocicleta y se quitaba el casco, como siempre lo vino haciendo desde hace semanas atrás. Pero Kai siempre formaba una mueca de decepción al darse cuenta de que nadie se estaba estacionando, nadie iba a entrar por la puerta y definitivamente Soobin tampoco vendría ni le escribiría hoy.

Sin poder evitarlo, se cubrió el rostro con sus manos y dejó salir un sollozo casi imperceptible, su situación recién comenzaba a afectarle casi como una pesa del porte de su cuerpo sobre sus hombros. Intentó reprimir la tristeza que comenzó a sentir no sabe cuando.

—Hey, Kai, ¿estás bien? —se sobresaltó al sentir unas manos sujetarle los hombros, y giró su cabeza, encontrándose con el rostro preocupado de Yuna a un costado suyo. —¿Qué pasa, Kai? —preguntó de nuevo la chica, y Huening no fue capaz de responderle por el fuerte nudo en la garganta que no le dejaba ni respirar bien.

¿Porque como le explicaba a Yuna que estaba enamorado de su novio, que había besado a su novio?

Kai aún creía que la palabra enamorado era demasiado fuerte, pero él jamás había sentido tantas cosas por una persona, el jamás había tenido la necesidad de estar con alguien y jamás había sentido tanta euforia y emoción al recibir un beso. Porque Kai conocía los sentimientos de gustarle otra persona, pero estos sentimientos que tenía con Soobin no se comparan para nada con los otros, estos activaban todos sus sentidos, presionaban todos sus botones correctos.

—¿Por qué no vas a despejarte un poco afuera? Yo me quedo en la caja, ¿si? Ve a calmarte Kai. —le susurró Yuna de nuevo, sobando sus hombros tratando de reconfortarle de alguna manera.

Kai sorbió su nariz, controlando todavía sus ojos nublados en lágrimas y enderezándose en el asiento. Le dio a Yuna una mirada apenada de agradecimiento, cosa que por suerte la chica entendió y con una sonrisita le empujaba fuera del asiento. El rubio intentó ocultar su rostro sonrojado y sus ojos llenos de lágrimas antes de salir lo más desapercibido posible hacia la sala de empleados para calmarse.

Solamente le quedaban dos días para saber lo que sea que le diría Soobin, y tenía miedo de que aquello afectara a su pobre corazón.

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