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CAPÍTULO SIETE.

Jungkook.

—Hola —gruño en el teléfono, enojado de que alguien me esté despertando antes de que el sol haya incluso decidido levantar su cabeza fea hoy.

Entrecierro los ojos mirando hacia el reloj, sus números rojos mostrándome
que es poco después de las cinco de la mañana. Se supone que estoy de
vacaciones y no puedo ni siquiera dormir.

—¿Una noche dura, vaquero? Pensé que esto era un viaje de entrada y
salida. Según mis cálculos, saliste hace tres días. Parece que has decidido
pasar algún tiempo extra allí. ¿Qué está pasando?

—Jesucristo Chaeyeon, son como las cinco. ¿Qué demonios quieres?

—Bueno — hace una pausa. Sé que ella está mirando sus uñas,
probablemente pensando que necesita otro manicure o algo así. Realmente no me importa, solo quiero dormir y olvidar lo que pasó ayer—. ¿Cuándo vienes a casa?

—Pronto. — Estoy demasiado cansado para jugar su juego. Debería haberla despedido hace mucho tiempo, pero no lo hice y ahora estoy atorado.

—Jungkook... —dice mi nombre en voz tan baja que sé lo que viene. No estoy de humor para lidiar con su mierda hoy.

—Ahora no, Chaeyeon.

—Te echo de menos. Ha pasado casi una semana que no nos hemos
visto. Permíteme estar allí contigo. Me necesitas.

—No.

Le colgué antes de que tuviera la opción de replicar. No puedo tratar con ella y definitivamente no la quiero aquí fingiendo ser más de lo que somos. Mi error más grande fue dormir con ella.

No, eso no es cierto. Eso es una vil mentira. Mi mayor error fue dejar a Laia en su dormitorio aquella noche y no llevarla conmigo. Si lo hubiera hecho estaríamos casados y siendo padres. Tal vez tendríamos otro bebé ahora. Demonios, quizás estaríamos divorciados y nada sería diferente.

Ella todavía me odiaría.

Salgo de la cama lentamente y me dirijo a la ducha. Después de mi encuentro con Laia anoche volví aquí a dejar mi moto y caminar hasta el bar más cercano. No estar en Seúl rompe mi estilo un poco. No es como
que puedo llamar a alguien que venga a recogerme y yo sabía que iba a estar
demasiado ebrio para conducir de anoche regreso.

Estoy bajo el agua caliente, permitiéndole caer sobre mi cabeza. Creo que he estado temiendo este día más que nada. Secretamente esperaba que nunca llegara, y que mis días se repetirían una y otra vez, como una pista demúsica que estoy tratando de copiar.

Cerré el agua una vez que se puso fría y no me molesté en secarme
mientras caigo de nuevo en la cama. Podría mandar a la mierda a a Chaeyeon por despertarme. Sé que ella lo hace a propósito porque no quiere que me olvide que está allí… en el fondo presionando por un título que nunca obtendrá. A ella le
encanta acompañarme en la alfombra roja. La idea de que la prensa piense
que somos una pareja es emocionante para ella. Chae quiere el paquete
completo, el dinero, la fama y la cara en todas las revistas y ella piensa que
soy el boleto.

No importa cuántas veces le he dicho que no la quiero.

Me despierto por segunda vez cuando suena el teléfono del hotel. El
personal de recepción me llama para decirme que el traje viene en camino y que el coche de alquiler que pedí me está esperando afuera. Pensé que
presentarse al funeral de mi amigo en mi Ducati no sería muy apropiado. Me
visto con mi traje de raya diplomática negro. Chaeyeon ordenó tres nuevas camisas de vestir en colores básicos, negro, blanco y azul. Opto por blanco con una corbata negra, simple y elegante.

Con una última mirada en el espejo meto mis gafas de sol en el bolsillo.
Puedo ser conocido como Jk, pero hoy soy Jeon Jungkook y voy a llorar la muerte de mi amigo.

El camino a la iglesia es rápido. Estoy sentado en el estacionamiento
contemplando mi próximo paso. No quiero llamar la atención lejos de Lía, así que estoy tratando de solo colarme justo antes de que comience, entonces voy a ser capaz de escaparme. Puedo presentar mis respetos y despedirme en el cementerio antes de salir de la ciudad mañana.

Cuando el último de los rezagados entra, me dirijo hacia la puerta. La
música suena desde el interior, apenas audible, pero es un tema instrumental de nuestra escuela. Uno pensaría que Yoongi planeó esto él mismo.

Abro la puerta pesada y me quedo allí hasta que se cierra en silencio. Me
acerco al libro de visitas y firmo mi nombre, para que cuando Lía le eche una mirada ella sabrá que estuve aquí incluso si no hablamos.

—No pensé que vendrías.

Me volteo a ver a la esposa de mi mejor amigo detrás de mí. Ella lleva un vestido negro hasta la rodilla con un sombrero negro. No aparenta más de dieciocho años. No ha cambiado absolutamente nada.

—No tengo excusas Lía. Solo he venido a presentar mis respetos.

—No me importa.

Hago una mueca y agacho la mirada, asintiendo a su respuesta.

—Me voy a ir. No estoy aquí para arruinar tu día. Siento mucho tu
pérdida.

Devuelvo la pluma al pedestal y asiento hacia ella. Su mano sobre mi
brazo detiene mi escape. Ella quiere gritarme y me lo merezco. Me merezco todo lo que ella y Laia quieran arrojarme.

—Soy muy pequeña para ser portadora del féretro — dice ella,
respirando hondo.— Estaba esperando que te presentaras, tal vez unos cinco minutos antes de la ceremonia, pero no importa. No voy a juzgarte, Jungkook, pero te voy a pedir que lo  lleves hacia su lugar de descanso final y que estés a su lado hasta que esté a salvo de nuevo.

Hay lágrimas que se acumulan en mis ojos. Me dije a mi mismo que no iba a llorar, pero no puedo evitarlo.

—Sería un honor. —Me las arreglo para decir antes de perderlo todo.

Ella asiente con la cabeza y me dice que la siga. Caminamos a través de una puerta y un respiro colectivo se apodera del salón. Reconozco algunos chicos de la escuela secundaria, pero el que más destaca es Jimin. Él estando aquí es chocante. Nunca fueron amigos en la escuela preparatoria. Supongo que la vida cambia mucho en siete años.

Lía dice a cada uno en el lado izquierdo que se muevan hacia abajo.

—Él querría estar a tu izquierda. —Ella pone su mano en mi cara y se
inclina para darme un beso en la mejilla. Yoongi se casó con una buena mujer.

Recibimos nuestra señal y levantamos el peso de Yoongi de la carreta.

Cuando las puertas del vestíbulo se abren todos voltean. Los murmullos
silenciosos y dedos señalando me hacen sentir como que estoy cenando en un restaurante lleno de gente y todos piden mi autógrafo al minuto que se llevan mi plato.

Con Yoongi en el centro, sus flores sobre el ataúd, los otros portadores
del féretro toman sus asientos.

Observo mientras Jimin se sienta junto a Laia y toma su mano.

No estoy viendo nada más que rojo, ella ni siquiera me mira. Pero Junseol
me saluda con la mano y yo le devuelvo el saludo algo emocionado porque me notara. Pude percibir como el rostro de Jimin cambió drásticamente.

Cuando miro hacia abajo una niña está tirando de mi traje, su mano se
desliza en la mía y ella me lleva a sentarme con ella. Ella tiene que ser una de las gemelas de Yoongi y Lía. La otra se levanta y se sienta al otro lado,
tomando mi mano también. Lía me mira y sonríe. No sé si ella hizo que
esto sucediera, pero siempre estaré agradecido por esta instancia.

Este es mi primer funeral y espero que el último. No quiero volver a
experimentar esto de nuevo. Perder a alguien que amas es el sentimiento más horrible que puede haber. A pesar de todo lo sucedido, el amor que sentía por mi mejor amigo no disminuyó nada y es por esa misma razón que admiraba que Lía pudiera estar de pie en este momento. Para ella Yoongi lo era todo.

Perdió al amor de su vida.

Mientras el pastor habla acerca de la vida de mi amigo, me doy cuenta de lo mucho que me he perdido. Cuando miro a Junseol, él me está mirando y me pregunto si él sabe quién soy.  ¿Laia alguna vez le habló de mí? Jimin se ve enojado y eso me hace casi reír. No me caía bien en la escuela preparatoria y el hecho de que él está sosteniendo la mano de Laia no me sienta del todo bien, pero ese es mi problema y algo con lo que yo voy a tener que lidiar.

Me resulta irónico que él hizo su movida sobre ella cuando no yo no estaba. Si fuera cualquier otra, persona, no me importaría, pero que fuera Park, me molesta.

—¿Hay alguien a quien le gustaría decir algunas cosas sobre Yoongi?

Suelto las manos de las niñas y me pongo de pie  y enderezo mi chaqueta. La gente está susurrando cuando hago mi camino hacia el podio, pero no me importa. Si voy a hacer esto, voy a hacerlo bien.

Le guiño a Laia antes de despejarme la garganta y hablar por el micrófono.

—Hace siete años tomé la decisión de cambiar mi vida. — comienzo el discurso, trato de no pensar en nadie más — En el proceso he perdido a la única familia que verdaderamente me importaba: Yoongi, Lía y Laia. Fui egoísta, estuve confundido y quería alejarme del estigma de ser el chico de oro de Geumjeong. Lo que nunca aposté fue por perder a Yoongi, mi mejor amigo desde la guardería. Él era mi compañero en las travesuras y mi go-to en el campo. Todo en mi vida y quien yo fuí al crecer fue a causa de Yoongi. — Carraspeé un poco cuando sentí que mi garganta se apretaba y mi voz tembló — Cuando me enteré de que el mundo lo había perdido una parte de mí murió. Por primera vez en mucho tiempo, lloré. Lloré por todos los momentos que me he perdido con él. Me perdí su compromiso con Lía, su boda y el nacimiento de sus hermosas hijas, que me han abierto sus corazones increíbles, aunque sé que no lo merezco. Le fallé y eso siempre lo
lamentaré. — lágrimas ya estaban cayendo por mi rostro y miré el ataúd, sintiendo una presión en mi pecho. — Yoongi, voy a hacer lo que pueda para velar por tu familia y asegurarme de que nunca les falte nada.

Lía envuelve sus brazos a mí alrededor tan pronto como regreso a la banca, dándome a entender que ella me perdonaba, un sentimiento de calidez me invadió y lloré. Ambas gemelas me agarran de la mano y aprietan firmemente. Yo debería estar haciendo eso con ellas, han perdido a su padre, pero me contienen.

Son increíbles.

—Mi nombre es Suni. ¿Puedes ver el fútbol conmigo el domingo?

Miro a la niña que es idéntica a Yoongi con su camiseta de fútbol
puesta del Geumjeong High. Yo debía volver a Seúl, pero podían esperar unos días más.

—Hola Suni, soy Jungkook y me encantaría ver el fútbol contigo.

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