CAPÍTULO SEIS.
Laia.
Mis manos vuelan hacia mi boca en un débil intento de atrapar el grito
ahogado que se escapa. El jarrón que sostengo se rompe contra el suelo, el
agua empapa mis zapatos, calcetines y pantalones. Camino alrededor del
cristal roto y las flores destrozadas para una tener una vista. Cierro los ojos antes de mirar al hombre que estaba en mi mostrador.
Es él.
Puedo percibirlo, sentirlo moviéndose a través de mi piel como si él
nunca se hubiera ido. Cuando abro mis ojos, me está mirando. Me
recuerdo a mí misma que tengo que ser fuerte y no me puedo dar el lujo de mostrar debilidad.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Apenas digo. Mi voz es ronca como si
hubiera estado gritando durante horas y horas. No es fuerte y enérgica. No es la voz autoritaria que he practicado frente al espejo cientos de veces para cuando sucediera este momento.
Camina hacia mí. Doy un paso hacia atrás y levanto mi mano en una señal de alto. No quiero que se acerque más. Él parece decaído. Mete sus manos en los bolsillos y mira hacia abajo. No quiero mirarlo pero tampoco lo puedo evitar. Ya han
pasado siete años y ha cambiado mucho, sin embargo, aún me mira de la misma manera.
—La...
—No me llames así —Dejo escapar.
—¿Por qué no? Es tu nombre.
Sacudo la cabeza, mordiendo el interior de mi mejilla. Sé porque está
aquí y quiero odiar a Yoongi por ello. Quiero patearlo, y gritar, y darle
puñetazos por hacerme esto a mí… a nosotros. Todo estaba bien hace unos días y ahora ya no lo está.
Él sonríe y sacude su cabeza dando un paso hacia atrás y apoyándose
contra el mostrador. Rompo el contacto de ojos con él cuando se muerde su labio inferior. Me aclaro la garganta y me alejo del cristal roto para evitar daños.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jungkook? — él encoge de hombros.
—¿Tienes algo que decirme?
Yo sacudo la cabeza, llevando mi mano a mi frente para quitarme el
dolor de cabeza que de pronto comencé a tener al verlo. Esto no está pasando ahora, no puede ser.
—No, no tenemos nada de lo que hablar. Creo que lo dejaste claro esa noche en el dormitorio.
Jungkook se aparta del mostrador y se detiene en alguna de las plantas
cercanas, frotando sus hojas entre sus dedos antes de acecharme. No tengo a
dónde ir. Podría correr, tal vez gritar y alertar al negocio de al lado, ¿pero de qué serviría? Una mirada a Jungkook significa que el niño de oro está de vuelta en la ciudad. Todo el mundo estará muy feliz.
—¿Cuál es su nombre, Laia? —pregunta él directamente mientras se
acerca a mí.
—¿Por qué te importa? —le respondo tosca y a la defensiva. Sus ojos lanzan dagas. No me importa que él sea un cantante famoso. —. Te tienes que ir.
—Nah —dice sacudiendo su cabeza. Él da un paso más cerca y yo doy
un paso atrás. No puedo moverme más sin caer en el despliegue de flores. Él levanta sus manos—. Solo quiero hablar. No creo que quieras que empiece a hacer preguntas, ¿o si?
Niego con la cabeza. Jungkook haciendo preguntas por toda la ciudad es lo último que quiero. No quiero sacar a relucir el nombre de Junseol y a la gente señalándolo con el dedo, a pesar de que algunos ya lo hacen.
—¿Qué edad tiene, La? —pregunta con el mismo tono con el que me
decía que me quería cuando caminábamos de clase a clase o cuando me dejaba después de una cita. Un tono dulce, muy, muy dulce.
—Tendrá seis en Julio.
Retrocede y me mira. Puedo ver el dolor en sus ojos pero no me
importa. Me dejó. Me dejó para criar un bebé por mi cuenta.
—¿Cómo se llama? —El dolor es evidente en su voz, pero no puedo
dejar que llegue a mí. No puedo.
Tengo que ser fuerte.
—Junseol.
—¿Cuándo puedo conocerlo?
Me río de su pregunta y tomo esa oportunidad para alejarme de él. Él se
queda dónde está. Me muevo detrás del mostrador y comienzo a guardar mis cosas.
—No puedes, no es necesario.
—¿Qué demonios quieres decir con que no puedo? Tengo un hijo. Me perdí todos estos años importantes ¿y me estás diciendo que no puedo verlo?
—¿Qué te hace pensar que es tuyo? —Lamento las palabras en el
momento en que dejan mi boca. Dolor absoluto inunda su rostro y siento un
poco de júbilo por herirlo.
—¿Me estás diciendo que me engañabas? ¿Es eso, Laia? —No tengo
tiempo de reaccionar antes de que esté a mi lado. Su perfume me supera,
haciendo que mi corazón lata más rápido. Durante años me he preguntado si él había cambiado el perfume Burberry que le regalaba, pero no lo ha hecho y tengo que luchar contra todos los deseos que tengo de estirarme y tocarlo.
—Te amo, Laia —susurra en mi oreja.
Se mueve con fluidez y deseo.
Sé que soy su primera, nunca lo he dudado. Entierro mi cabeza en el hueco
de su cuello; él huele muy bien, deseable, y sensual. Mi cuerpo canta una canción y solo él tiene la melodía.
Miro sus ojos, su frente se apoya en la mía. Su boca se abre cuando mis
dedos se arrastran por su cuerpo, empujándolo más profundo.
—Eres tan perfecta . —Me besa entre las palabras, mostrándome cuanto me ama. Y yo lo hago también. Sentir su cuerpo contra el mío, su corazón latir con desenfreno, su piel sudada, pero siendo la persona más dulce de la faz de la tierra, solo me hace reafirmar que hice lo correcto al entregarme a él en cuerpo y alma.
—Te amo mucho, Jungkook.
—Quiero que seas siempre mía — besa mi mejilla, mi comisura, para terminar besándome los labios — Quiero tenerte así, por siempre, por lo que me queda de vida.
—¿Por qué estás sonrojada, La?
—Por favor, deja de llamarme así. —Casi suplico al volver a la realidad. Él se aleja y se apoya en el otro lado del mostrador.
—Lo siento —dice. Comienza a jugar con su labio inferior y quiero
abofetear su mano y decirle que se detenga—. ¿Me engañaste?
No puedo responderle. Ni quiero hacerlo. Incluso si lo hubiera
hecho, no es asunto suyo, pero él me conoce. Sabe que no lo hice, que no sería capaz si siempre le demostré que era lo más importante en mi vida,
simplemente está esperando una confirmación.
—Tú no puedes entrar aquí y exigir respuestas, Jeon. Tú has estado
fuera jugando a ser una superestrella . Eres el famoso Jeon Jungkook. Dejaste esto. — Extiendo mis brazos alrededor y me señalo a mí misma—. Me dejaste. No hay sitio para ti, aquí.
Se ríe.
—No es muy acogedor por tu parte. ¿Qué pasó con el viejo adagio de
que siempre se puede ir a casa?
—La gente no desaparece sin una maldita llamada o una carta durante siete años. — mierda, estaba enojada — La gente no se presenta en tu dormitorio y rompe el corazón de la chica que lo único que hizo fue amarlo completamente, con todo el corazón.
Escondo mi cara detrás de mis manos. No quería que esto sucediera. Podrían
haber pasado quince años y estar bien sin haberlo visto de nuevo. Lucho
por no derramar las lágrimas. He derramado suficientes por este chico para toda la vida. No puedo derramar más.
—La gente cambia —dice él.
—No quiero hacer esto contigo.
—¿En este momento? —pregunta.
Sacudo mi cabeza.
—No, nunca. No tengo nada que decir,
Jungkook. Tú dijiste lo que tenías
que decir esa noche y no esperaste a escuchar lo que yo tenía que decir ni
respondiste a ninguna de mis llamadas. No tengo que escuchar tus excusas y definitivamente no te debo nada.
Me doy la vuelta para no tener que verlo. Tengo que permanecer fuerte
y sensata. Necesito encauzar las técnicas respiratorias que el médico me proporcionó antes de que tuviera a Junseol.
—¿Esperas que me marche sabiendo que tengo un hijo?
Lo corto.
—Sí, espero que salgas por la puerta, subas a tu lujosa moto, vuelvas con tu novia famosa y estés de regreso de dónde sea que hayas venido. Aquí
no hay nada para ti y no quiero herir a mi hijo. No quiero que te conozca solo para que puedas alejarte y salir de su vida por los siguientes siete años. — Seco una lágrima que cae de mi ojo. No quiero mostrarle el efecto que tiene en mí.
—No tengo novia.
—Oh, Dios mío, Jungkook, ¿de todo lo que acabo de decir tú escoges la
parte de la novia? —Sacudo mi cabeza. Cuando me doy la vuelta él está mirando al suelo. —Hemos salido adelante y tú no formas parte de nuestras vidas. Junseol no te necesita, ni siquiera sabe de ti, así que, por favor, solo vete y no vuelvas.
Jungkook inclina su cabeza. No hace contacto visual conmigo mientras
camina. Veo su cuerpo, el mismo cuerpo del que conozco cada centímetro, mientras se mueve alrededor de mi mostrador hacia dónde está su casco apoyado.
—No quiero complicar las cosas, La. Para mi esto es sumamente difícil y me siento la peor mierda al recién enterarme, luego de siete años, que tengo un hijo.
Cierro mis ojos con fuerza.
—Entonces no las compliques y desaparece, Jungkook.
Le mira fijamente, logrando que mis piernas se sientan debilitadas. Camina a paso lento hasta la puerta, la abre, pero antes de salir voltea para verme nuevamente.
—Nos veremos por ahí, Kang Laia.
Solo me ha llamado por mi nombre completo otra única vez en mi vida, la noche que rompió conmigo. Una vez que la puerta se cierra y él está en su moto, rompo a llorar. Caigo al suelo, sosteniendo mis costados mientras lloro. Lloro por siete años de extrañarlo, por el miedo que me invade de pronto y de él perdiéndoselo todo, incluyendo a Junseol.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro