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CAPÍTULO NUEVE.


Jungkook

Parece que últimamente estoy cometiendo errores con cada paso que doy.

Pasar a la tienda fue el error de hoy.

Ya debería de saberlo. Debería haber ido directamente a la casa de Lía, pero no quería aparecer con las manos vacías. Y ahora estoy en esta situación incómoda en el patio trasero con Park Jimin y mi hijo. Un hijo que no sabe que soy su padre. Diablos, Laia ni siquiera me ha confirmado que es mío, pero puedo comprobarlo cuando lo miro, es lo mejor de mí y ella, independientemente de cómo terminó aquí o cómo nuestras vidas han tomado diferentes caminos.

¿Y quién iba a saber que Jimin vendría a mi rescate? Él tiene que saber que quiero patearle el trasero por que siempre supe sus intenciones con Laia cuando estábamos juntos, pero por la forma en que ella lo mira debe estar de acuerdo con esto.

—¿Qué pasó ahí?

Dije que saldría a jugar a la pelota,
pero nunca accedí a conversar. Podía
ignorarlo, fingir que estamos de vuelta en la escuela preparatoria y este nuevo chico está tratando de encajar con el resto de nosotros. Teníamos nuestro grupo y estábamos unidos.

Pero no hago eso. Hoy no.

—Pensé que sería capaz de pasar por la tienda, tomar algo de la panadería, recoger algunas flores y conseguir el vino favorito de Lía de cuando íbamos a la escuela. Tan pronto como llegué a la caja me di cuenta de mi error. Sin disfraz. Sin gafas falsas o una gorra para bajar sobre mis ojos. La joven cajera echó un vistazo y me reconoció. Antes de que siquiera fuera mi turno, había enviado mensajes de texto a alguien y sabía que estaba condenado. “Siento lo de tu amigo” fue lo único que dijo mientras escaneaba mis productos un poco lento. Cuando me detuve en el frente ahí estaban estas chicas justo detrás de mí, siguiéndome. —Lanzo la pelota a Jimin que simplemente niega con la cabeza—. Esta es la última cosa que quería para Lia, especialmente hoy.

—¿Ocurre a menudo?

Me quito la chaqueta y desabotono mi camisa, así no la arruinaré. Los
ojos de Junseol contemplan los tatuajes en mis brazos y me pregunto si alguna vez seré capaz de sentarme con él y conversar. Contarle de mí y tal vez tener una relación con él.

—No salgo mucho cuando estoy en casa. Esto ocurre en la gira, pero no
estoy en un lugar el tiempo suficiente para que realmente me importe.

Puedo sentir a la gente mirándome, es algo a lo que estoy acostumbrado,
pero aquí parece extraño. Cuando echo un vistazo al patio, Laia está de pie allí. Un metro sesenta y cinco que mide ella, añade unos pocos centímetros con sus tacones. Se mantiene en buen estado después de la escuela preparatoria, sus piernas se ven más tonificadas y su estómago todavía tan plano como lo recuerdo. Jimin se aclara la garganta en el fondo y no puedo evitar reír. Estaría haciendo lo mismo si alguien estaba comiéndose con los ojos a mi novia.

Pero soy el ex novio y no puedo evitar tener esos pensamientos.

—¿Quieres ir a ponerte una pequeña falda y animar para nosotros,
La? —Su cara se desploma y sé que ella no disfruta de mi pequeña broma.
Trato de no reírme de ello, pero no se lo está tragando. Ella mira a Jimin que
está furioso conmigo y niega con la cabeza. La observo mientras camina de vuelta a la casa, luciendo su trasero tan firme como siempre. Sacudo la cabeza para borrar los recuerdos que estaban a punto de comenzar a incidir.

—Señor JeonJun, ¿todavía juega al fútbol? —Despego los ojos del
trasero en retirada de mi ex para ver a mi hijo. Quiero extender la mano y
tocarlo, pasar mis manos por su cabello y hacerle cada pregunta concebible conocida por el hombre, pero no lo hago. Tengo que hablar con Laia para que podamos arreglar esta mierda. Si ella piensa que me voy a olvidar que él existe, tiene pensarlo dos veces.

—No, no tengo mucho tiempo. ¿Y tú, juegas?

Él asiente con la cabeza frenéticamente y apunta a Jimin.

—Mi papá, Jimin, entrena a mi equipo. — He sido bastante relajado con él saliendo con Laia porque no tengo cara para reprochar algo así cuando yo fui el culpable de todo. No tengo mucho que decir sl respecto sobre eso, pero, ¿mi hijo llamándole papá? No puedo permitir eso. No me dijeron que tenía un hijo. Si lo hubieran hecho, habría estado aquí.

Me siento molesto, dolido.

—¿De verdad? —pregunto empujando hacia abajo la ira que está
hirviendo. Sé que no puedo culpar al niño por llamar al rubio “papá”, que es mi culpa, pero Laia no debería permitirlo. Ella sabe que yo hubiera estado aquí si sabía de él. Hablamos de niños todo el tiempo, ambos los queríamos, así que no es como si me hubiera desentendido de ella.
Aunque hice lo impensable y la dejé, no es que no la amaba. Dejándola
también rompí mi corazón.

Junseol asiente con la cabeza y parece muy emocionado en contarme
acerca de Jimin.

—Juego de mariscal de campo. Esa fue tu posición y tu récord sigue en
pie desde cuando estabas en la escuela preparatoria. Nadie está ni siquiera cerca de romperlo, por lo menos eso es lo que dijo el tío Yoongi.

Me agacho para mirar a Jun y su sonrisa. Sonrío automáticamente al pensar que él a llamado a Yoongi su tío. El jugador de fútbol en mí está emocionado de que le encante el juego. Me encantaba el juego a su edad y quería jugar todo el tiempo. El adulto en mí espera de que Laia lo tenga en otras actividades, porque hay mucho más en la vida que el fútbol.

—¿Sabes el pase de tres o el de cinco en descenso? —pregunto, curioso
de lo mucho que Jimin le ha enseñado.

—Sí, lo sé, ¿te gustaría ver? —pregunta con ansiedad. Le extiendo el
balón para que lo tome, observando cómo lanza y atrapa como si hubiera
nacido para ser un mariscal de campo.

—Ahí va, Jimin. —grita y me recupero por el hecho de que no lo llamó
papá. Veo dos rutinas y noto que tiene talento natural, es mucho mejor de lo
que yo era a su edad. Solo puedo esperar que Laia le permita tomar la mejor decisión para su vida a diferencia de mi padre. Odiaría que él le guarde rencor y no tenga una relación con sus padres durante una decisión que altere su vida.

Cuando pienso en mis padres me pregunto si conocen a Junseol. ¿Son
parte de su vida? ¿Han estado viendo a mi hijo crecer sin mí?

—Guau, eres mucho mejor que yo a tu edad.

Junseol me da una sonrisa abierta y cuando lo hace se parece tanto a su madre.

—Gracias. Mi mamá dice que tengo talento natural y que lo llevo en la
sangre.

—Sí, creo que tu mamá tiene razón.

Jimin se marcha, dejándonos a Jun y a mí para hablar. Le pregunto si quiere sentarse y tal vez comer un poco de comida y él está de acuerdo.

Estamos sentados uno al lado del otro y veo lo que él pone en su plato. Apila
un montón de verduras, galletas, queso y algo de pasta en el plato. Agrego todo lo que él agregó al suyo, porque esas son todas mis comidas favoritas también.

Hay sillas establecidas afuera y, a pesar de que es un día fresco, el sol
provee justo el calor suficiente como para que podamos sentarnos aquí y
relajarnos.

—Entonces, ¿qué se siente ser famoso, señor JeonJun? —Me pongo
rígido al oír “señor”. De hecho, lo odio. Y odio que me pregunte sobre ser famoso porque nunca quise ser famoso. Solo quería hacer música. Quería probar mi mano en algo diferente para ver si podía tener éxito.

—Puedes llamarme Jungkook —respondo—. Y ser famoso está bien.
Trabajo duro y, a veces estoy lejos de donde vivo durante mucho tiempo.

—Mi amigo Mingyu dice que las estrellas de rock tienen como veinte
novias y viniste con tres chicas. ¿Son tuyas?—Si no lo conociera mejor
pensaría que su mamá lo empujó a esto.

—No, no tengo una novia o una esposa. Tengo un gato, pero no me
gusta demasiado.

Junseol empieza a reír, sus piernas balanceándose en la silla. Quiero
extender y poner mi mano sobre sus rodillas al igual que solía hacer con
Laia. Aunque ella es tan alta que solo podía hacerlo desde la puerta trasera
de mi camioneta.

—¿Tu gato no te gusta? ¿Por qué?

Me apeno ante la pregunta.—No lo sé. Es como muy malo y pienso en decirle que empaque sus maletas de gatito y se mude.

—¿Dónde está él ahora?

—Se encuentra en Los Ángeles, donde vivo. Aunque debería traerlo a la casa que tengo en Seúl, para ser un dueño más responsable. Pero tengo un ama de llaves que le da de comer mientras estoy fuera.

—¿Vives en Estados Unidos? — abre sus ojos de par en par y sonrió. Se parece muchísimo a mí.

—Así es.

—¿Y dónde duerme?

Pregunta extraña viniendo de un niño.

—Tiene una de esas cosas de palacio de gatos. Tal vez por eso me odia,
porque es un palacio y no una caja, ya sabes, los gatos son mas simples.

Escuchar reír a Junseol se ha convertido rápidamente como música para mis oídos. Quiero grabar y escucharlo una y otra vez mientras escribo. Observando lo que me inspira a escribir sobre él, capturándolo en una canción.

—Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Tienes una novia, esposa o un gato que te
odia?

—No, no tengo nada de eso. Mi mamá dice que a lo mejor después de
que ella y Jimin se casen podemos tener un perro.

¿Casarse? Me muerdo de nuevo una serie de insultos que quieren volar
fuera de mi boca cuando habla de ellos. Sé que no puedo decir nada.
La abandoné, pero no voy a mentir y decir que no me hace daño verla con
otra persona. No sé lo que esperaba, tal vez que se encentrara tan miserable y tan perdida como yo.

Pero eso es ser ingenuo y egoísta.

Claro que ella tenía que seguir su vida, pero no puedo evitar sentir un dolor en mi pecho.

No debo actuar como víctima en situaciones que yo creé. Me debo recordar eso a menudo.

Doy un largo suspiro y finjo una sonrisa. Fingir desde que me fui de aquí siempre me ha salido a la perfección.

En esta historia soy como un cometa, sucede después de mucho tiempo ksksksjd.

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