CAPÍTULO DOCE.
Laia.
Por primera vez, estoy cerrando la tienda sin ninguna razón. Mi falta de
sueño es evidente por las bolsas oscuras debajo de mis ojos. Jimin tocó mifrente, siempre en modo de doctor, antes de salir para el trabajo y sugirió que me tomara un día para mí. He optado por darle a Eunji otro día de descanso también. Nadie necesita flores hoy de todos modos y si lo hacen, van a entender por qué cierro y volverán mañana.
Junseol está mordisqueando su cereal, con los ojos pegados a su último
Sports Illustrated. Ayer los vi a él y a Jungkook con reserva, pero aún les permití llegar a conocerse el uno al otro. Hoy he decidido que fue suficiente. No puedo permitir que mi hijo salga lastimado cuando Jungkook salga de la ciudad de nuevo. Él no está pensando en quedarse, más allá si él me lo dijo o no.
Solo lo sé. Lo siento en mi corazón. Él tiene una vida lejos de Geumjeong, unaque no incluye a Junseol y probablemente nunca lo hará.
Me sirvo una taza de café y me siento al otro lado de mi hijo. No mira
hacia arriba, completamente cautivado en cualquier artículo que está leyendo.
Garantizado que es acerca del fútbol.
Traté de disuadirlo, sugiriéndole que jugara al fútbol soccer, pero él no
quería oír hablar de ello. Él ha sido natural y eso me asusta. Veo mucho de Jungkook en él y no quiero hacerlo.
—¿Sabías que Jeon Jungkook estuvo en la portada de Sports Illustrated,
cuando estaba en la escuela preparatoria?
Escupí el café, el líquido caliente goteando por mi barbilla. ¿Cómo sabe
eso? Jimin y yo, así como Yoongi y Lía, nunca hemos discutido de Jungkook con Junseol. Ni siquiera puedo recordar un momento en el que el nombre de Jungkook haya surgido. Siempre hemos bordeado en torno a ese nombre, era como tipo Voldemort. En secreto reprendo a los maestros en la escuela que siempre alaban a Jungkook por todo lo que ha hecho por Geumjeong y el fútbol.
—¿Adivina qué?
Jungkook envuelve sus brazos a mí alrededor por detrás, acariciando mi
cuello.
—¿Qué? —le pregunto mientras pongo mis libros en el estante en mi
casillero. Le echo un vistazo a nuestra foto de la graduación, Liam
en su esmoquin negro y yo en mi vestido rojo a la rodilla.
—Alguien va a estar en la portada de Sports Illustrated.
Me doy vuelta y envuelvo mis brazos alrededor de él. Yo sé que él
quería esto desde el año pasado, cuando estuvo a punto de romper el récord estatal por pases de área y está cerca de nuevo este año.
—Estoy tan orgullosa de ti.
—No podría haberlo hecho sin mi chica —dice antes de besarme de
lleno en los labios, un gran no-no en el pasillo.
—Deberíamos ir a celebrar.
—¿Qué estás pensando? —pregunta sugestivamente.
Me estremezco, empujando mis dedos en su cabello sedoso. Sus ojos se cierran mientras masajeo su cuero cabelludo. Le encanta cuando
hago esto.
—¿Están tus padres en casa? —pregunta y cuando sacudo la cabeza
negando, pone una de mis manos en las de él y nos conduce fuera de la
escuela. Siempre es buen momento para estar con mi chico.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto apenas capaz de pronunciar las palabras
sin atragantarme.
—Vi la portada en el museo en nuestro viaje de campo.
—¿Es ahí donde conociste Jungkook el otro día? —Me pica la curiosidad.
Cuando él se presentó en la tienda no tenía ni idea de cómo se enteró de nuestro hijo.
Junseol asiente.
—Yo estaba molesto y él estaba en el
baño. Hablamos y le dije que él era el hombre besándote en el video. ¿Era tu
novio?
¿Debo contestar o desviar la conversación? O quizás solo debo salir y decirle que él es su padre y que nos abandonó totalmente cuando estaba embarazada, aunque nunca se lo dije. Sí, genial, eso no funcionaría.
—No quiero que hables más con Jeon Jungkook.
—¿Por qué no? —dice Junseol sin expresión.
—Porque… porque lo digo yo, por eso. —Me levanto y vuelvo a la cocina y vuelco mi café. Ya no sabe muy bien y no está haciendo su trabajo.
Solo quiero meterme en la cama y olvidar que esta conversación nunca tuvo lugar. Junseol golpea su revista sobre la mesa, derramando el resto de su cereal. Él se sienta allí, haciendo caso omiso, sin moverse un centímetro para limpiar su desorden.
—¿Vas a limpiar eso? —pregunto antes de tirarle un paño de cocina. El
enojo brilla en sus ojos. Sé que lo he disgustado, pero él es demasiado pequeño para comprender la magnitud de esta situación.
—No —dice él, sin hacer contacto visual.
—¿Perdón?
Él empuja su silla y recoge su revista. Se vuelve y me mira con una
expresión que nunca he visto a mi niño precioso. Su cara es de color rojo, su respiración es dificultosa.
—Me agrada Jungkook — dice de manera firme, golpeando su pie en el piso.
Estoy sorprendida por su arrebato. Si así es como él va a ser después de
dos encuentros no hay manera de que pueda dejar a Jungkook entrar en su vida.
—Jungkook no vive aquí, Junseol, y una vez que se haya ido no lo volverás a ver. Déjalo así.
—¿Por qué lo odias?
No lo odio, ése es el problema y me gustaría haberlo odiado, pero él es
un tornado y ya está arruinando las cosas en mi casa y yo no quiero eso.
No puedo permitir eso.
—Yo no lo odio —murmuro. Aprieto mis manos en mis sienes para con
suerte evitar el dolor de cabeza inminente.
—Solías besarlo, y mucho. He visto los DVD’s. ¿Cómo puedes besar a
alguien tanto y no gustarte? —Junseol se para frente a mí, con los brazos
agarrando su revista. Sus ojos están enfocados en mí y todo lo que veo es a Jungkook.
—Eso fue hace mucho tiempo, Jun. La gente cambia. He cambiado y
también lo ha hecho él. Ya no somos amigos y no quiero que hables con
él. Yo soy el adulto aquí y hago las reglas. Jeon Jungkook está fuera de
límites.
—No estás siendo justa. Me gusta y es bueno en el fútbol como yo. Él
puede ayudarme a ser mejor y él dijo
que iba a venir a mi juego hoy.
Se me parte el corazón al ver sus lágrimas, pero prefiero tener un día de lágrimas que los meses que pueden seguir cuando Jungkook se vaya. Le extiendo la mano, pero él se aleja y sale corriendo a su habitación.
Voy a tener que encontrar una manera de contactar a Jeon y decirle que no puede ir al partido. Lo que él necesita es ignorar a Junseol por el bien de todos.
Será más fácil de esa manera.
Al menos eso es lo que me digo a mí misma.
Cuando suena el timbre de la puerta me apresuro a dejar entrar a
Lía. Ella me da una mirada y niega con la cabeza, abrazándome.
—¿Qué voy a hacer? —le pregunto. La guío a la cocina, nos sentamos. Ella está frente a mí, tomando mi mano cuando yo debería estar sosteniendo la de ella. Debería ser su roca en estos momentos. Acaba de perder a su marido y aquí estoy quejándome con ella.
—No estoy segura de que pueda responder eso por ti —dice ella, con los ojos llenos de compasión.
Realmente tengo que dejar de pensar en mí misma y comenzar a pensar en ella.
—Lo siento. No debería estar vertiendo esto en ti. Tienes suficiente a lo que hacer frente. —Quito mi mano y comienzo a limpiar nuestro desorden.
La invité a desayunar, no a solucionar problemas.
—Soy tu amiga, La. Puedes verter cualquier cosa en mí.
Sacudo la cabeza y la dejo sentada en la mesa. Ella viene y se para junto
a mí mientras el fregadero se llena con agua caliente jabonosa.
—Lo recuerdo todo con tanta claridad. Es como si todos mis recuerdos son este libro brillante y colorido convertido en una pesadilla. Soñé con él anoche y no he hecho eso desde que Junseol tenía dos años. Dejé de leer las revistas y de buscar los videos musicales, porque necesitaba un corte limpio y ahora él está aquí por los próximos días y no hay nada que pueda hacer para evitar que esta noche vaya al juego de Junseol...
—¿Has pensado en sentarte con él y hablar acerca de Jun? — me interrumpe preguntando y comienzo a lavar los platos. Empapo mis manos en el agua y disfruto de la sensación de la quemadura del agua caliente. Dios mío, que está sucediéndome.
—No creo que pueda. —Suspiro e inclino mi cabeza contra la suya—.
Jimin quiere que Jungkook firme unos documentos de adopción o algo así, pero no sé. Jimin y yo no hemos discutido sobre esto y me temo que es una reacción visceral por lo de Jungkook apareciendo en la ciudad.
Lía toma mis manos entre las suyas y las saca del agua. Estamos goteando agua y burbujas de jabón en la parte delantera de nuestra ropa y en
el suelo. Ella las mantiene apretadas, con los ojos llenos de lágrimas.
—Perdí a mi marido la semana pasada y no fui capaz de decirle adiós. Se te ha dado una segunda oportunidad y si tomas esa oportunidad solo acerca de Junseol o para encontrar un cierre por ti misma, se lo debes a los tres para
encontrar un término medio. Si Jun alguna vez averigua que Jungkook es su padre y que no le dijiste mientras él tiene esta única oportunidad de
conocerlo, nunca te lo perdonará, Laia, y nunca te lo perdonarás a ti misma.
—Jungkook lo va a lastimar —le digo a través de las lágrimas. Sigo repitiendo eso, sigo haciéndolo a pesar de no saber sus intenciones.
—Jungkook puede sorprenderte si le das una oportunidad.
Lloré otro poco como últimamente estaba haciendo y terminamos de pasar el resto de la tarde en su casa evitando el tema de Jungkook. Lía decidió que quería hacer frente a la habitación masculina en el sótano y estamos marcando las cosas que ella piensa que a los amigos de Yoongi les gustarán. Cuando veo el nombre de Jeon en la lista tengo que luchar contra las lágrimas, es como si ella lo hubiese perdonado por todo sin
pensarlo dos veces, porque Jungkook está consiguiendo el trofeo de Yoongi al Jugador Más Valioso que se ganó en la universidad.
Siento que soy la única que sigue estancada presa del miedo.
Una pequeña maratón, quizás 😅.
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