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¡Matalo hasta que no quede nada!


La historia fue peculiar.

Aunque comenzó de forma normal.

Ella tenía quince años cuando se convirtió en cazadora de demonios y el tenía veintisiete cuando creo su espada. Su mejor trabajo pues era de un color rosado que con la apuesta del sol se volvía como un carbón encendido.

ㅡEs hermosa... ㅡella le miró confundida pues de por si traia puesta una máscara extraña que le identificaba como un herrero de Nichirinㅡ. ¿Le acomoda bien (Nombre) Dono?

ㅡSi. Gracias Haganezuka San ㅡella fue agradecida y después le invitó té y galletas de arroz junto con su maestra sin embargo el herrero a penas y si probó el té cuando ya se estaba volviendo a poner la caja donde había traído su espada y sin más se despidió de ambas y se marchó.

ㅡNo cambia ㅡescucho decir a su maestra por lo que la miró confundidaㅡ. Ha sido herrero por un par de años y no aprende a aceptar la hospitalidad de los cazadores de demonio.

ㅡ¿Lo conocías de antes maestra? ㅡpregunto curiosa viendo cómo su maestra bufaba con sorna.

ㅡEs un hombre apacionado pero ten cuidado ㅡrespondio señalando la espadaㅡ. Si la rompes continuamente él vendrá a apuñalarte... Cielos tal vez por ello aún no se casa.

Años después.

Volvió derrotada y herida.

Pero más aún un tanto intrigada al saber que pasará con su espada, fue la primera vez que se enfrentó a un demonio más que fuerte y eso había hecho que se rompiera la espada y aún tenía en la mente las palabras de su maestra sobre Haganezuka ¿Realmente vendría a matarla? Si no había sido su culpa, fue difícil matar a ese último demonio y más aún con ese cuello tan duro.
Era mejor no pensar en ello y descansar en uno de los lugares que había para los cazadores.

Un baño caliente, revisión médica y una deliciosa comida por la abuela de la finca en la que se quedaba, además de un agradable vista de las glicinias en la noche solo para quedar dormida por tres días seguidos. Sin duda, había recibido mucho daño. Además de que debía esperar después de despertar hasta que le trajeran otra espada.

Se asomo por la puerta principal los próximos cinco días después de despertar, estaba algo tensa por saber si realmente pasaría lo que su maestra le dijo así que nada la alejaría de ahí hasta no ver la fea máscara de Haganezuka por el camino.
No hasta que le dio hambre y la abuela amablemente le dio una deliciosa comida que lentamente disfrutaba quitándole su propósito hasta que visualizo al herrero de pie en la puerta, con cuchillos en la cabeza y uno sostenido con fuerza y un aura amenazante de muerte.

Pudo haberse asustado pero más bien le pareció extraño

ㅡ¡Voy a matarte! ㅡle grito el de la máscara comenzado a correr hacia ella mientras solo (Nombre) lo miraba escéptica y un tanto nada asombrada, tal vez estaba desilusionada por cómo su perspectiva le hizo estar más de medio día parada en una puerta para que al final el viejo herrero se viera demasiado chistoso.

ㅡ¡¿Qué vas a matarme, viejo?! ㅡgirto ella también defendiéndose y esquivando los cuchillazosㅡ. ¡Tu espada se rompió en medio de una pelea importante! ¡Pude haber muerto!

ㅡ¡Dejame matarte entonces mocosa desgraciada! ㅡdesde otra perspectiva se podrían ver como un perro y un gato revolcándose en la tierra para saber quién muerde el pescuezo de quien pero ninguno de los dos daba paso a ello y al final terminaron cansados sin ningún arreglo aunque aún se miraban con enojo. Se sacudieron las ropas y Haganezuka procedió a darle la espada nueva con recelo mientras ella la inspeccionaba también con ceño fruncido.

ㅡEspero que esta no se rompa como tu dignidad al no casarte aún, viejo ㅡde nueva cuenta ambos volvieron a pelear gritandose sandeces hasta de nueva cuenta cansarse y manteniendo el odio en siㅡ. Ojalá y mueras soltero.

ㅡOjala y un demonio no quiera comerte por lo fea y malagradecida que eres ㅡcontraataco el herrero cargando sus cosas para marcharseㅡ. Si rompes de nueva cuenta mi espada, esta vez voy a despellejarte viva.

ㅡSuerte si no se rompe tu basura antes de volverte a ver la máscara de idiota que tienes ㅡsolto altanera y ambos se vieron fijamente mientras se hacían señas obscenas con forme el herrero se marchabaㅡ. Hasta nunca viejo.

No sabía si él realmente la odiaba pero ella sin duda está vez iría hasta la aldea de herreros y le metería la espada rota por el culo.
La idea sonaba tan genial que reía de una forma extraña mientras era cargada, vendada de los ojos y colocarle tapones en los oídos para que no conociera el camino de donde era llevada a la aldea. En su mente sólo estaba el proceso de como mataría al maldito de Haganezuka pues, era la sexta vez en ocho años que su espada se rompía en medio de una pelea con demonios y está vez no estaba dispuesta a esperar al desgraciado hipócrita llorando por que había roto de nuevo su preciado trabajo.

Esta vez ella iría a él para matarlo.

Ja ja ja ja... ㅡla escucho reír la subordinada que la cargaba asustandola.

ㅡPor favor deténgase ㅡpidió pero era inútil pues los oídos de (Nombre) habían sido tapados por su refinado sentido y para la seguridad de los herreros. Que equivocados estaban.

ㅡLo haré que pida piedad de rodillas~ㅡseguia susurrando ella con la sonrisa loca, colocándose una mano en la boca por mera inerciaㅡ. Prepárate Haganezuka, desgraciado~

Cuando la bajaron y le quitaron la venda, rápidamente se hecho a correr en busca de Haganezuka sin siquiera ir a ver al abuelo líder de la aldea de herreros dejando a todos confundidos.
A pesar de no saber en donde se encontraba el herrero corrió por todos lados buscándolo, buscando aquella indiscutible máscara pues -a pesar de que todos tenían una máscara similar- ella había grabado cada facción del viejo menos su rostro incluso su aroma hasta dar con él en un bosque frente a un ¿Almacén? Quien sabe, ella ya estaba alzando su mano con la espada rota lista para matarlo.

ㅡ¡Haganezuka desgraciado! ㅡle grito para que notará su presencia sin embargo, el herrero -el cual era pelinegro debido a que no traía su pañuelo en la cabeza como siempre- se quedó inerte, sin hacer si quier aún ruido y dejando de lado la espada que estaba afilado.

ㅡAsi que haz venido hasta tu muerte, bastarda ㅡhablo con voz dura.

ㅡNo si yo te mató primero rata ㅡañadio (Nombre) sacada de sus casillasㅡ. Esta vez no puedo perdonarte, la espada se rompió en un momento crucial y el jodido demonio corto mi... ¡Corto mi cabello!

Haganezuka se levanto con tranquilidad pero aun sosteniendo un cuchillo y se giro a verla con esa fea máscara notando el muy desigual corte de cabello de la cazadora de demonios. De un lado lo tenía a los hombros en una línea recta y del otro es como si tuviera escaleras desde su mejilla hasta la mitad de su cabeza.

Haciéndolo reír a más no poder.

ㅡ¡No te rías maldito! ㅡ(Nombre) le grito con ira y un rostro lloroso pues -a pesar de que no le importa mucho su cabello- iba a ser la burla de los de su rango Hinoe e incluso inferiores como aquel Mizunoto que salvo y que por supuesto golpeó hasta disculparse.
Pero el viejo Haganezuka solo se seguía riendo sin más y eso la hizo más que estallarㅡ. ¡Cállate!

Se abalanzó contra el cortando su máscara con la espada rota y tirandolo al suelo quitándole su cuchillo para que no tuviera nada con que defenderse pero cuando la máscara cayo del rostro de su herrero ella quedó en blanco.

«Es demasiado guapo»

Su mente tuvo un colapso mental pues la belleza del viejo le pareció fuera de este mundo y de su edad pues tenía treinta y dos años y parecía alguien de su edad.

Flechandola.

ㅡ¿(Nombre)?

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