No pasó tanto tiempo hasta que metieron a la cárcel a los dos hermanos tortugas.

-Okey este es nuestro fin -comienza a caminar en círculos-

-Admitelo fue divertido -Mikey sonríe-

-No, no lo fue, ¡Acabamos de cometer muchos crímenes! -enojado el cerebrito mira al menor- ¡Robamos un supermercado, rompimos una parte de un puente!. ¡Y lo peor de todo, Leo nos matará!

-Ja, no exageres

-Y ¡dañaste el tortumóvil Mikey! ¡No estoy exagerando!

-¡No es mi culpa que quería divertirme!

-¡Pero podríamos hacer otra cosa!, ¡no ser atrapados por la ley!

-suspira- Que amargado eres

Discutieron por varios minutos, hasta que se cansaron y se sentaron, mientras un gran silencio se apoderó del lugar.

Pasaron unos veinte minutos y el de pecas se comenzó a desesperar

-¡¡¡NADIE ME DIJO QUE TENGO DERECHO A GUARDAR SILENCIO!!!

-Mikey tienes derecho a guardar silencio, lo que no tienes es la capacidad

El tiempo seguía pasando y ya no sabían que hacer

-Ahora que lo pienso, tenemos derecho a una llamada

-¿Entonces a quién deberíamos llamar? -preguntó la tortuga de pecas-

-A Leo, pero me siento más seguro en la cárcel -respondió la tortuga genio-

-Es verdad mmm ¿Y si llamamos a Raph? -sugiere el de ojos celestes-

-Esa es una mejor opción

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