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3세.


—¿No hay alguien más? —pregunté esperanzada—¿Otro castigo? Aceptaré cualquier otra cosa.

No. Todo menos esto.
¿Qué se supone que le diría?
¿Por qué de todos, tenía que ser precisamente él?
Eso lo pasaba en las películas de romance, pero mi vida no era una historia romántica. Era una estupida tragedia.

—Lo siento mucho, no tengo otros castigos en mente y el es único de mi clase con estás notas —me miro mientras se levantaba con papeles en mano.

—Pero...

—Y descuide, esto también le beneficiará, al momento de las evaluaciones obtendrá puntos extra en mi clase

Bueno, tal vez así pueda considerarlo.

—Cuento con usted señorita, créame, no será problema—y sin decir nada más, salió del salón.

<<Cuento con usted.>> Claramente para hacer bien su estúpido trabajo. Balbuce provocando que el profesor volteara a mirarme arqueando una ceja. Con la vergüenza hasta el cuello, obligue a mi cuerpo a salir de ahí.
La vida enserio me odia.

—Oye, espera—espeté alcanzando su paso al verlo en el pasillo, por suerte estaba solo, por suerte lo había encontrando ahí.

—¿Ha Neul? —me miró deteniéndose confundido, y luego una sonrisa apareció—¿Necesitas algo?

A ti.
No, no, no. ¡Concéntrate Ha Neul!

—Escuché que el profesor Lee te asignaría un tutor—hablé tomando mi nuca nerviosa.

—Así es, aunque aún no sé quién...

—Seré yo —lo interrumpí sin rodeos—El profesor Lee me lo pidió, así que toma—le entregue mi dirección— Te esperaré a partir de hoy a las 4:00 PM en punto, y no aceptaré que llegues tarde, ni un no por respuesta—dije firme —Adiós.

Finalice literalmente corriendo de ahí.
Dios, eso había sido intenso.


¿Debería optar por vestirme casual o un poco más formal?

Me preguntaba mirándome al espejo, decir que estaba nerviosa era poco, podía sentir el corazón en la garganta y la emoción salir por mis poros de solo pensar que él vendría a verme. ¿Era este el destino? ¿De verdad lo era? Me pregunté como la ilusa que era.

—Querida, ¡Alguien vino a verte!—gritaron desde el salón principal.

¿Podía ser posible?
Con rapidez acomode mi cabello, miré una última vez mi reflejo y salí hacía el pasillo que conducía a las escaleras con prontitud.

—Oh, creí que no vendrías —dije terminando de bajar.

—Pero aquí estoy—respondió sonriendo con las manos dentro de sus jeans negros.

Sonriéndome.
Estaba sonriendo, para mi. Y se veía hermoso.

—Mmm, ella es Nana, mi dama de compañía desde los 6 años —dije colapsado  internamente, correspondiendo esa sonrisa —Nana, él es Lee Donghyuck

—Puede decirme Haechan— dijo acompañado de una reverencia, como el chico educado que era—Así me llaman mis amigos.

—Pero si es un chico muy apuesto—respondió mirándome —¿El es el chico que...

—Oh oh oh—la interrumpí tapando su boca abruptamente tomando por sorpresa a los dos—¿Huele a quemado? Nana, ¿Dejaste algo en la cocina?

—¡Da domida!—mencionó con dificultad, más no pide entrenar nada.

—¿Qué? Ah, si, perdón—dije soltándola avergonzada y luego seque mis manos en los costados de mi pantalón.

—La comida, vuelvo en un segundo—exclamó tomando su boca y corrió a la cocina.

Cerca.
Muy cerca.

—Muy bien, vayamos a la biblioteca —dije sonriente tratando de olvidar todo lo recién acontecido.

—¿Tienes una biblioteca en tu casa? —preguntó sorprendido siguiendo mi paso.

—Si, a mi papá le encantaba leer, le encanta—corregí rápidamente —También a mi, así que, hizo una.

—Vaya, es muy grande —mencionó admirando todo el lugar —¿Tus padres no están?

—¿Mis padres? Amm ellos, no, no están —respondí tratando de sonreír—¿Por qué no empezamos?, quizás tengas cosas que hacer —cambie de tema.

Había perdido la cuenta de cuantas veces me lo quede mirando como una boba, jamás imagine como era el tenerlo tan cerca y apreciar cada rasgo, cada línea expresión, su piel, su suave cabello, después de todo, durante todo este tiempo solo lo había observado a metros de distancia.
Pero pensando con claridad, después de los exámenes, no habría nada que nos mantuviera juntos. Eso me ponía triste.

—Wow, eres muy inteligente, no se como puedes entender y memorizar todo esto—me dijo soltando su lápiz fastidiado.

—Bueno, no es tan difícil como parece —respondí desinteresada.

El sólo se me quedó mirando fijamente, sentía su mirada penetrante, cada vez me ponía más nerviosa.
Ese era el efecto que él causaba en mi.

—¿Soy o me parezco? —pregunté alzando mis dos cejas.

—Oh perdón, es solo que, realmente eres diferente a todas las otras chicas con las que convivo día a día—respondió avergonzado.

—¿Es malo ser diferente a los demás?—respondí un tanto curiosa.

—Pará nada, en lo absoluto —respondió rápido—Es...interesante —me dijo mientras nuestras miradas se cruzaban.

El tenía a la persona que daría cualquier cosa por verlo sonreír, a la persona que probablemente lo amaba más que a nadie, y él simplemente no se percataba de eso.

Dicen que el amor es ciego, pero, Hae, ¿De verdad lo estás?.

—Bueno, eso es todo por hoy —dije desviando la mirada—Es un poco tarde, te veré mañana.

Mis ojos se abrieron gracias a la luz entrando por la ventana, un bostezo abandonó mi cuerpo y con pereza froté mis ojos algo llorosos, miré el reloj sobre el buró a mi derecha, aún era temprano, después, está se posó en el calendario que se hallaba a un lado, el cual marcaba una fecha.
Hoy no era un día como el de ayer, no era un día cualquiera, o uno común y corriente, este era especial y el más triste de todos. Era el día en que se cumplía el décimo aniversario de la muerte de mis padres.

—Ha Neul—recibí un abrazo de su parte en cuanto me vio llegar—Creí que no vendrías hoy

—No puedo faltar Sook, puedo ir a verlos después de clases —respondí sintiendo el ánimo hasta el subsuelo.

—Lo lamento mucho—dijo sin pensar—Sé que aún no lo superas, aún después de tantos años.

No dije nada, solo baje la mirada y guarde silencio, ella tenía razón, habían pasado diez años desde aquel incidente que me marcó por completo, pero, no podía simplemente acostumbrarme a su ausencia.

—¿Te alcanzó después? Necesito ir al baño—le dije con un nudo en la garganta.

Recibiendo un asentimiento de su parte me giré para comenzar a caminar.

—Neul, que bueno que te veo, yo tengo una duda—me miró a los ojos y su semblante cambió instantáneamente—Hey ¿Estás bien? —preguntó tomando mi muñeca preocupado.

¡Estaba tomando mi muñeca!

—Ahora no puedo Hae, después—me solté con suavidad de su agarre y pase de largo ignorando completamente su pregunta, no quería que me viera así.

Las clases continuaron su rumbo como todos los días hasta que concluyeron, siendo lo más sincera posible, no era como si hubiese prestado atención en todo el día.
Y al salir, Nana ya estaba afuera esperándome para ir a visitarlos.

—Te dejaré sola, esperaré por ti en el auto ¿De acuerdo? —asentí desanimada.

Suspiré pesadamente.
Me coloqué frente a las lápidas con los nombres Mi Rae y Son HyunJin.

—Otro año más aquí —comencé dejándome caer al césped—Qué rápido ha pasado el tiempo ¿no?, es difícil, muy difícil vivir día con día sin escuchar tus sabios consejos mamá, o tus comentarios innecesarios papá.

Un suspiró volvió a abandonarme, el sol lastimaba mis ojos, me sentía extraña, después de todo estaba hablando sola.

—Enserio me ponen en una situación complicada, ¡¿Cómo se les ocurre dejarme sola?! Llevó viviendo más de diez años sin su presencia, diez años de problemas, diez años de tristeza, no acepto esto, no quiero aceptar que ya no estén a mi lado, la vida es una asquerosa injusticia—fue ahí cuando las lágrimas no lograron retenerse más y caían desconsoladamente— Los extraño.

—Cariño, vamos, no estés triste—me decía Nana mientras acariciaba mi cabello con delicadeza— A ellos no les gustaba que lloraras.

Había llegado a casa hace una media hora, ahora me encontraba tumbada sobre su regazo llorando como una siendo consolada cuan niña pequeña.

—Los extraño mucho, me hacen mucha falta—mis lágrimas no paraban de salir pese a intentar retenerlas.

—Mirate, tus ojos están rojos e hinchados, te ves muy fea—dijo tratando de ser divertida.

—Gracias—hablé dejando escapar una risa, sonándome la nariz —Me gusta oír eso.

Entonces el sonido del timbre retumbó por todo el lugar.

—Yo iré a abrir —se levantó del sofá y fue a abrir la puerta—Joven Haechan, qué guapo se ve hoy, adelante.

Mierda
¿Cómo se me pudo olvidar?
¿Qué hago?
No estaba en condiciones. Seguramente me veía horrible.

—Qué bueno verla—dijo mientras hacía una reverencia — Vine a estudiar con Ha Neul.

—Ella está en el sofá, hoy no se encuentra muy bien, lo notarás cuando la veas—le dijo susurrando.

—Nana, puedo oírlo todo —dije frotando mis ojos—Vamos a mi habitación, estudiaremos ahí.

—Hoy te noté muy distraída —me dijo tratando de llamar mi atención—¿Está todo en orden?

Continuaba escribiendo, más sin embargo lo ignoré completamente por estar sumergida en mis pensamientos.

—Neul, se que no me conoces del todo —comenzó a decir logrando que aterrizara nuevamente en tierra

JA lo conozco como a mi propia vida.

—No confías en mi —continuó hablando —Pero quiero ayudarte, como tu me ayudas a mi, si no me dices que tienes, no podré hacerlo

Lo miré con detenimiento.
<<No puedo creer lo que haré.>>me dije.

—La verdad es —suspiré profundamente —Soy huérfana, ¿Eso querias oír? —dije siendo demasiado directa.

Y eso fue suficiente para dejarlo sin palabras.

—Mis padres fallecieron en un accidente de avión, tenía 8 años cuando me quedé sola con Nana, ella me ha cuidado desde entonces —tomé aire —Nadie en la escuela lo sabe, solo Sook y ahora...tú.

—Neul, yo....

—Hay muchos rumores de mi ¿No?—interrumpí dejando caer mi espalda sobre el respaldo—Lo cierto es que la gente solo habla por hablar, y juzga sin saber la verdad —mencioné riendo—Yo siempre quise ser como mi padre, no podía aceptar el hecho de que no lo volvería a ver, cuando ellos fallecieron comencé a vestirme con su ropa, porque siento que así está conmigo.

—Yo...—respondió tragando duro saliva—Déjame decirte que, la mayoría de las personas son unos idiotas, somos unos idiotas —corrigió—No deberían tratarte así, ¿Por qué no les dices la verdad? Podrían dejar de molestar.

¡Que fantástica idea!

—No, no quiero que nadie sepa de esto, y te pido que no les digas nada —respondí suplicante.

—Lo prometo —me dijo mientras sonreía.

—Estoy confiando en ti —deje espaciar un suspiro—Eso me asusta.

—¿Por qué? —preguntó confundido.

—Por qué te estoy dando el poder de destruirme en cualquier momento —contesté.

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