quince
スター
Strange; capítulo quince
«la condición de la de ojos blancos»
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Ayanami suspiró por quinta vez en menos de una hora, le estaba costando mantenerse de pie por las heridas profundas además de la pérdida de sangre; sus pasos lentos y pausados resonaban en esa cueva mientras que iba despacio hacia donde se encontraba el líder de la organización para informarle lo sucedido en la misión.
Nunca creyó que ese día hubiese llegado, creía que al recibir la energía de Shisui su estrella detendría por lo menos la fecha de su muerte pero el día había llegado y nunca esperó salir viva de ahí. Hizo una ligera reverencia hacia el hombre de perforaciones y éste hizo una seña para que hablara.
—La misión presentó algunas dificultades pero fue cumplida —informó con esfuerzo la adolescente mientras mantenía una mano en su abdomen, y con la otra le tendía un informe que era el que debía de hurtar.
—Me informaron que llegaste casi muerta de la misión, ¿a qué se debe eso? —interrogó el de hebras naranjas leyendo los papeles.
—Como usted sabrá, yo tengo la Tradición de la Estrella y hay un defecto en ésta, la cual es que mi estrella al ser demasiado poderosa comienza a comer mi cuerpo poco a poco obteniendo la energía suficiente para que se siga formando —comenzó a explicar Ayanami haciendo una mueca al sentir un dolor punzante recorrer su abdomen—. Se me dio un mes para vivir y hoy se cumplía la fecha.
—Moriste.
—Así es, o eso al menos pienso. Mis ojos nunca cambiaron de color así que no sabría que decirle, pero lo que sí sé es que aún mi tiempo en tierra perdurará un largo tiempo —soltó un gruñido apretando aún más su abdomen logrando que un suspiro brote de los labios de Pain—. Disculpe si mi condición presenta problemas para su organización.
—Eres alguien valiosa y no puedo permitirme que te vayas —dijo mirándola por unos breves segundos para volver su vista a los papeles—. No harás misiones hasta que encuentres una solución a tu estrella y que se curen tus heridas. Ahora, vete.
La Hoshi solo asintió musitando un agradecimiento y se retiró del lugar en dirección al sitio al que iba siempre en las noches, teniendo en mente informarle a las estrellas de su recaída y el buscar una nueva solución a su problema. Mientras caminaba de manera lenta comenzó a pensar en lo sucedido hace unas horas, su cuerpo había comenzado a pesarle justo cuando unos ANBU la habían reconocido y le habían dado batalla, tuvo que hacer mucho esfuerzo para terminar con los tres y largarse del sitio antes de que manden más.
Al llegar a la cueva se había desplomado en el suelo y Orochimaru fue el primero en fijarse en su estado, no recordaba mucho lo que pasó después de eso pero sintió las tibias lágrimas de Itachi caer en su rostro. Luego de eso el menor la retuvo en su habitación demasiado tiempo regañándola por el susto que le hizo pasar y el porqué no se había cuidado. La dejó ir a ver al líder solo con la condición de que tuviera cuidado con sus heridas.
—Necesito hablar con ustedes, ahora mismo —demandó Ayanami a penas ver las estrellas.
Los astros solo brillaron y la mujer gruñó en voz baja haciendo unos sellos que aprendió para poder comunicarse, al menos un poco, con los de su clan.
—Elemento Estrella, Jutsu Cuerpos de los Astros —exclamó para luego mirar el cielo y notar como varias figuras bajaban a una velocidad rápida hacia donde se encontraba ella. Sus ojos blancos se encontraron con los cuerpos transparentes de sus padres y de todos los Sabios que hubo en el clan—. Familia, es un gusto verlos nuevamente.
—Hija —sollozó la matriarca de la familia observando lo malherida que estaba su primogénita, ésta solo le dedicó una sonrisa tranquila.
—No creo aguantar demasiado el jutsu, así que hay que hablar rápido —informó la única con vida del sitio y los demás asintieron endureciendo su rostro, la situación era grave—. Necesitamos buscar una solución a mi estrella, hoy morí pero no entiendo como logré volver aquí.
—Según lo que tengo entendido; tu estrella está luchando contra una enfermedad mortal para este tiempo —dijo un Sabio de ojos azules mientras se cruzaba de brazos—. Es por eso que falleciste por unos minutos, es ahí cuando tu estrella luchó más fuerte usando la energía que había acumulado.
—¿Enfermedad? —preguntó al aire el padre de la adolescente viéndola con preocupación.
—Sí, es algo rara pero parece que ahora solo es leve —señaló otro Sabio fijándose en el cuerpo de su líder, notando como la estrella de ella mandaba energía a varias partes combatiendo la enfermedad—. Tal vez, las costillas rotas era por la guerra que tenías en tu interior.
—Eso sería lógico —murmuró pensativa Ayanami—. Entonces mi muerte estaba asegurada para que esa enfermedad se reduzca levemente.
—Así es, líder. Nos dimos cuenta cuando el niño Shisui comenzó a darte de su energía, la estrella la acumulaba y la enviaba a distintas zonas para reducir su enfermedad —habló el hombre que era más viejo y que mantenía un capa blanca en uno sus ojos, producto de una ceguera que tenía antes de fallecer.
—Hija, tiempos difíciles se acercan, procura entrenar más y, si es necesario, comiences a idear un plan —le recomendó su padre que tenía aquella sombra alrededor de sus ojos verdes, le sonrió ligeramente a su única hija y tomó la mano de su esposa—. Nosotros te estaremos guiando en el camino que es el elegido.
—Lo que dijo tu padre, Ayanami —sonrió la mujer de ocelos celestes apretando el agarre de su esposo—. Y me alegra que ese Itachi se preocupe por ti.
—Líder, ¿a pensando en restablecer el clan? —cuestionó una mujer que se había convertido en una Sabia, mientras alzaba una ceja; el padre de Ayanami frunció su ceño un poco molesto ante esa interrogante—. El joven Itachi es un buen candidato.
—Lo siento, no sé a lo que se refiere —sonrió nerviosa Ayanami deshaciendo del jutsu y se despidió de sus padres con una sonrisa para verlos desaparecer y dejando ellos un rastro de plumas en el aire, como si un pedazo de su alma se quedara en tierra.
Se dejó caer en el pasto y soltó un largo suspiro pero una sonrisa leve apareció en su rostro, iba a poder seguir viviendo. Aunque un leve rubor se esparció por sus mejillas al recordar esa propuesta indirectamente indecente que había soltado la Sabia; meneó su cabeza borrando esos imprudentes pensamientos y creyó oír una risa divertida en el aire, gruñó tapando su rostro al ser objeto de burla de Shisui, sabiendo demasiado bien que ese muchacho había tomado la tradición de molestarla con Itachi.
Miró el cielo estrellado y recibió, como sucede siempre, la energía de las estrellas de su clan y la de Shisui, pero distinguió otra igual que poderosa de el joven Uchiha. Frunció su ceño ante eso y se cuestionó quién más le dio de su energía aunque un "gracias" salió de sus labios hacia esa amable estrella.
Solo esperaba que, cuando viniera esos tiempos difíciles, ella estuviera preparada para enfrentarse ante el peligro.
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