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diecisiete

スター
Strange; capítulo diecisiete
«el próximo Hokage de Konoha»

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La mirada blanca de Ayanami no se despegaba de la entrada de Konoha, visualizando cada zona para buscar una brecha en la cual ella podía entrar y la encontró; aquellos guardias que custodiaban las puertas estaban durmiendo. Suspiró bajando de la rama y sacándose su capa porque iba a llamar la atención y guardándola en una pequeña mochila que traía, agarró la bufanda azul que había robado de unos turistas y se la colocó en su cuello, cubriendo su banda ninja. Caminó despacio tratando que sus pasos fueran silenciosos y pasó desapercibida por el largo camino.

Había tardado casi tres días llegar a la aldea y solo porque varios shinobis se habían dado cuenta que era una criminal, ya que unos días antes habían puesto su rostro en el Libro Bingo. Cubrió con su cabello azul oscuro su rostro y específicamente sus ojos blancos, porque sabía que eso llamaría la atención al igual que sus orejas anormales. Mantuvo su rostro sereno recorriendo la aldea, sabiendo que tenía al menos unas tres horas para que alguien reconociera su rostro y advirtiera a las autoridades de su presencia.

Achinó sus ojos observando como insultaban a un pequeño niño rubio y vio como un hombre levantaba su mano dispuesto a golpear al menor, frunció su ceño molesta por aquel acto y apresuró sus pasos para colocarse en frente del rubio y parando el golpe del sujeto, lo vio con molestia y apretó su agarre, demostrando su gran fuerza.

—¡¿Qué haces, mocosa?! ¡Me lastimas! 

—¿Usted que iba a hacer con el niño? ¿Golpearlo? —gruñó Ayanami clavando sus ojos blancos en los marrones de él—. ¿Qué le hizo ese niño para intentar hacer tal barbaridad?

—¡Es un monstruo! ¡Eso hizo!

—Señor, el verdadero monstruo es usted —dijo la Hoshi soltando su agarre y agarrando el diminuto cuerpo del niño rubio y apoyarlo en su pecho, vio de reojo al hombre que intentó golpearlo y suspiró negando con su cabeza—. Espero que nunca le levante la mano a este niño, o lo haré sufrir.

La mujer comenzó a caminar aún teniendo al rubio entre sus brazos y bajó un poco su mirada para ver el rostro de él, encontrándose con unos tristes pero brillosos ojos azules que la miraban atentamente. Ayanami le sonrió levemente buscando un local para comer y sus blancos ocelos brillaron al ver un puesto de ramen, sostuvo aún más fuerte al de ocelos azules y dio zancadas para llegar al sitio de comida.

—¿Cómo te llamas, pequeño? —preguntó la Hoshi sentándolo en el taburete para después sentarse ella a su lado.

—Uzumaki Naruto —susurró el varón viendo sus manos.

—¿Dónde está tu familia, Naruto? —cuestionó la fémina para después pedir dos platos de Miso Tonkotsu cuando vio el rostro del dueño del sitio, éste asintió dándole un leve vistazo a Naruto y yendo a preparar la comida.

—No tengo, señorita, murieron cuando nací.

Ayanami abrió sus ojos sorprendida ante la noticia y suspiró bajando su mirada, ese niño tenía una vida dura. Alzó su mano y desordenó las hebras rubias del menor mientras que le sonreía levemente, Naruto la miró confundido ante tan lindo gesto y le correspondió la sonrisa.

—¿Sabes? Yo tampoco tengo familia —informó Ayanami recibiendo una mirada expectante por parte de Naruto—. Fallecieron hace muchos años pero siempre los veo.

—¿Cómo?

—En las estrellas —agarró los platos de ramen y le dio uno al rubio, logrando que un brillo aparezca en Naruto al ver su plato favorito—. Yo estoy segura que tus padres están en las estrellas viéndote, y están orgullosos de lo que eres, Naruto.

—¿Está segura? —la observó de reojo dudando en si comer porque no tenía dinero y observó como la mujer agarraba unos nuevos palillos y agarraba un poco del ramen del plato que tenía en frente y con una seña le pedía que abra su boca para darle de comer, como si ella hubiera tomado un rol de madre al alimentarlo.

Sus ojos azules brillaron un poco ante lo que estaba haciendo la fémina y se dejó alimentar, atesorando ese momento para siempre.

—Demasiado segura —aseguró Ayanami sonriéndole y agarrando más comida con los palillos y dándole a Naruto, como su madre solía hacer con ella antes de que falleciera—. ¿Cuántos años tienes, Naruto?

—Seis, casi siete 'dattebayo —le mostró los seis dedos para después sumarle uno más, verificando su edad—. ¿Y usted, señorita?

—Quince, casi dieciséis —dejó los palillos por unos segundos y alzó sus dos manos y las de Naruto para después verificar su edad con sus dedos, copiando lo mismo que hizo el menor minutos antes.

—Pareciera que tuviera muchos años más —dijo sincero Naruto tomando su plato y absorbiendo todo el líquido que quedaba.

—Me tocó madurar a una temprana edad —soltó con suavidad Ayanami viendo el perfil derecho del niño y le tendió su propio plato—. Toma, yo no tengo hambre.

—¿En serio? ¡Muchas gracias 'dattebayo! —le sonrió a lo grande mostrando aquel hueco en su diente haciendo sentir algo cálido en el pecho de la mujer. La Hoshi le sonrió levemente observando los ojos brillosos de Naruto al comer esa comida.

«¿Cómo un niño inocente puede ser tratado tan mal?» Pensó Ayanami viendo de reojo las miradas de desprecio que le dedicaba la gente, que pasaba al frente del local, al Uzumaki. Suspiró alejando las ganas de asesinar a esas personas y se dedicó a detallar el rostro del menor; tenía unos lindos ojos azules que brillaban en esos momentos, su cabello rubio en puntas y lo que más destacaba de su rostro eran las tres marcas de bigotes que tenía en sus mejillas, a parte de las manchas de pintura.

—Naruto, eres un buen niño —cerró los ojos Ayanami sonriendo haciendo sonrojar al susodicho—. En mi clan nosotros podemos percibir las estrellas que están en las personas, aunque muy pocas personas, que son ajenas a nuestro clan, poseen una. ¿Puedo intentarlo contigo? 

Ayanami abrió sus párpados y observó como el rubio de ojos azules asentía con una sonrisa que logró hacer que un calor se formara en su corazón, acercó su dedo índice al centro del pecho del menor y cerró de nuevo sus ojos queriendo aferrarse a esa cálida pero enorme estrella. Soltó una risa baja abriendo sus ojos blancos y alejando su dígito del cuerpo del varón.

—Serás alguien poderoso, Naruto.

—¡Seré el próximo Hokage de la aldea y demostraré que Uzumaki Naruto merece que sea reconocido 'dattebayo! —exclamó con una enorme sonrisa mientras alzaba su mano en forma de puño.

—De eso no lo dudo, pequeño —ladeó su cabeza sonriéndole ligeramente y levantándose de su asiento, haciendo que una mueca se presentara en el rostro del menor—. Nos volveremos a ver, Naruto.

—¿Me lo prometes? —la agarró de su mano deteniéndola.

—Las estrellas serán testigos de mi promesa estelar; yo, Hoshi Ayanami, te prometo a ti, Uzumaki Naruto, que nos volveremos a ver —prometió Ayanami sintiendo como otro símbolo de su clan aparecía en su brazo y viendo el rostro sorprendido de Naruto—. Cuando veas que éste mismo símbolo desaparece de tu brazo es porque cumplí mi promesa.

—¡Eso fue impresionante 'dattebayo! —exclamó con emoción el varón observando su propio brazo, tocando aquel símbolo de estrella.

Ayanami se agachó para estar a su altura y le mostró como su blanca mano formaba una estrella con la energía de la de ella, se la tendió a Naruto en forma de regalo y éste la agarró emocionado. Los ojos blancos de la mayor brillaron ante ese carismático niño y se sacó su bufanda azul para rodear el cuello del Uzumaki al percibir que él comenzaba a temblar un poco. Le desordenó la cabellera rubia del varón y acomodó, sin que él vea, su banda ninja para que no se note la raya que estaba en medio.

—Cuídate, Naruto.

—¡Tu igual, Ayanami! —alzó su mano para después sacudirla al verla alejarse y suspiró bajando su mirada a la estrella que le regaló la mayor, abrió sus ojos impresionado al ver una gran cantidad de dinero escondida en la bufanda—. ¡Muchas gracias, Ayanami!

La fémina sonrió de lado al escuchar el grito de Naruto y soltó una risa baja apresurando su paso para llegar a la Torre del Hokage. 

«Espero que nos volvamos a ver, pequeño Hokage.»


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