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cuarenta y cinco

スター
Strange capítulo; cuarenta y cinco
«a la guerra, estrellas»

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Todo estaba siendo un caos y las estrellas lo sabían, una de ellas miraba con preocupación todo lo que ocurrió y fue directamente a su familia que estaba discutiendo con sabios para buscar de algún modo alguna técnica que pueda ayudar a la Alianza Shinobi. Ayanami frunció su ceño cuando uno de los sabios mencionó una técnica que unos de sus antepasados había logrado y que estaba en un pergamino prohibido; los vio con duda y retrocedió varios pasos para quedar en el medio de todo ese tumulto de estrellas que estaban preocupadas con lo que sucedía allá abajo.

Deseó que ese jutsu que aprendió sea el indicado.

—¡Elemento estrella, Jutsu Prohíbido del clan Hoshi; Estrellas Protectoras de los Inocentes! —exclamó luego de realizar los infinitos sellos que tenía ese jutsu haciendo iluminar su cuerpo y sus ojos celestes.

Su clan abrió su boca con impresión al verla hacer una técnica prohibida y que la unica persona que logró hacerla fue el fundador del clan. Ayanami se sentía bien mientras su cuerpo comenzaba a salir pequeñas partículas, miró a las estrellas que había y habló.

—¿Quién de ustedes quiere ayudar en esta guerra?

Varios del clan Uchiha siguieron a sus líderes que se pusieron firmes al frente de la mujer, logrando que sus cuerpos tengan la misma reacción que la de ella. Luego le siguió todos los del clan Hoshi que se arrodillaron frente a su poderosa líder, Kushina puso una mano en el hombro de la Hoshi mientras sonreía alegremente, dispuesta a ayudar a su familia en esa guerra. Varios shinobis de Konoha se acercaron y se arrodillaron frente a la Hoshi, también varios de los difuntos del clan Uzumaki junto con la esposa del primer Hokage. Nagato sonrió acercándose junto con Konan, que finalmente no pudo salvarse de la pelea con Obito, y Yahiko. Asuma junto con su hermano se acercaron a Ayanami mientras mostraban sus cuchillas de chakra, diciendo que ayudarían en esa guerra. Otros shinobis de Suna se unieron, al igual que otras naciones y los difuntos jinchūriki. Ayanami sonrió agradeciendo su ayuda y observó como una mujer de marcas violetas en su rostro se acercaba con una sonrisa junto con el padre de Kakashi detrás de ella.

—Ayudaremos, Ayanami.

—Bien, ¡ganemos esta guerra! —exclamó decidida mientras todos los que ayudarían en esa guerra brillaban con fuerza.

Allá abajo observaron como un resplandor bajaba del cielo hasta tocar la tierra, eran figuras humanas. Ayanami permaneció parada en el filo de una roca, mirando con su ceño fruncido al frente para encontrarse con los enemigos. 

—Kushina, Asuma y hermano, Hatake y Might y el resto vayan a reencontrarse con sus familias y ayuden en lo que necesita la Alianza —ordenó digna de una líder, recibiendo asentimientos—. Fugaku, Mikoto, ustedes den la orden a su clan —los observó con una pequeña sonrisa y se dirigió a su familia—. ¡Tengan listos sus kunai, familia! Y los pequeños, demuestren que no importa la edad o tamaño, son fuertes como todos aquí.

—¡Esa es mi hija!

—Quiero que un grupo vayan al Cuartel General, evitaremos varias muertes —dijo Ayanami y un grupo de pequeños sonrieron emocionados para ir con ayuda de los kunai al cuartel—. El resto, ayudemos a los shinobis.

Corrieron hasta posicionarse al frente de la Alianza Shinobi, dejando a la vista sus cuerpos que soltaban pequeñas partículas blanquecinas y sus kunai plateados que brillaban con demasía. Todos con una mirada seria mientras algunos se dedicaban a mandar energía de estrella a las que tenían una. Kushina abrazó a su hijo mientras repetía lo contenta que estaba por ayudarlo, mientras que el padre de Kakashi y el de Guy se reencontraban con sus hijos con diferentes emociones. La Alianza estaba conmocionada al ver a sus familiares al frente de ellos con miradas determinadas, teniendo kunai o sables en mano.

—Rin —llamó Ayanami a la pequeña mujer, captando su atención—. ¿Obito merece vivir o morir?

La pregunta logró que a la mujer le recorriese un escalofrío y que los padres de la líder la mirasen con el ceño fruncido, sin comprender la prgunta.

—Merece vivir, ha sufrido mucho por mi culpa y merece tener una nueva oportunidad para enmendar sus errores y hacer una nueva vida —dijo Rin con firmeza.

—Los altos mandos no dudarán en matarlo, pero vale la pena que Obito tenga una nueva vida sin la venganza —sonrió con levedad la mujer mirando como la Alianza se fortalecía con la ayuda de las estrellas en tierra—. Sabes su destino, así que sabes cuando debes actuar.

—Daré lo mejor de mí, líder.

Mientras Rin comenzaba a usar su ninjutsu médico en las personas que no tenían una estrella adentro, el clan Uchiha se disponía de vigilar a sus alrededores mientras los líderes se fijaban en la situación para saber que decisión tomar en los próximos minutos. Ayanami suspiró relajando sus hombros, dándose cuenta que su esposo aún no llegaba pero sí estaba la presencia de su mejor amigo en el sector junto con otra que parecía ir corriendo en dirección al Uzumaki. Nagato junto con sus dos amigos se posicionaron al frente de la barrera de los Hoshi, serían los primeros en actuar usando el Shinra Tensei del Uzumaki y las habilidades de Konan en el aire mientras que Yahiko sería el que actuaría en tierra.

Naruto veía con sus ojos llenos de lágrimas a su hermosa madre que hablaba emocionada y pronto sintió como alguien pasaba su brazo por sus hombros y alzó su mirada para ver al Sannin que creía muerto y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas.

—V-Viejo pervertido, estás aquí.

—No es el momento para preguntar por qué sigo vivo, sino que hay que actuar ante la amenaza.

Las estrellas estaban ayudando a las personas que habían caído ante el plan fallido para detener al Juubi. Ayanami sabía lo que pasaría a continuación por lo que sintió el kunai de uno de sus familiares del clan y se teletransportó con rapidez hacia ese lugar mientras se preparaba mentalmente para usar ese jutsu. Al llegar al Cuartel percibió como las manos de los pequeños niños tocaban su cuerpo para transmitirle más poder y exclamó para sorpresa de todos esa técnica.

—¡Elemento estrella, Jutsu Cúpula de la Noche Estrellada!

Y segundos después el Cuartel había sido destruido, para la vista de otros. Silencio recorría entre los shinobis en el campo de batalla, asimilando la idea de que el Cuartel General había sido destruido y llevándose consigo shinobis que no pudieron escapar. Kushina protegió a su hijo con Jiraiya, observando también que los Hyūga también lo habían hecho y los padres de Ayanami también. Sin embargo, lo que pasaría después alarmaron a los shinobis al ver aquellos picos dirigirse a ellos.

Y ella llegó a salvarlos junto con la ayuda del clan Hoshi.

—¡Familia, saben que jutsu hacer!

—¡Sí!

—¡Elemento estrella, Campos Protectores de los Astros! —exclamaron a la misma vez, creando unos medianos campos de energía sobre sus cabezas que sostenían con sus manos, protegiendo a la mayoría de esa muerte segura, salvando también la vida de aquel prodigio que arriesgaría su vida para salvar a Naruto y a Hinata.

Ayanami se acercó manteniendo con fuerza su campo, ya que ella lo había expandido aún más y reforzado el jutsu llevándose consigo todo ese peso en sus hombros, al de ojos perlas manteniendo una pequeña sonrisa en su rostro. Llevó una mano a su hombro, apretándolo para que se de cuenta que aún seguía con vida.

—Me alegra evitar tu muerte, Neji. Tu partida solamente provocaría dolor a un gran amigo tuyo —informó la mujer dejando anonadado al Hyūga que se ruborizó un poco ante la mirada cálida de la fémina. Ayanami se alejó para quedar en la primera fila junto con su familia—. ¡Lo han hecho bien familia! Acabamos de impedir una muerte dolorosa y varias vidas de shinobis, sigamos así para que ninguna estrella más vaya al cielo oscuro.

—Este no es su momento de ir al cielo, ¿cierto? —sonrió su padre dejando un beso en la frente de su hija mientras la madre reía con suavidad acariciando la mano de su primogénita.

—Para nada, por eso estamos nosotros que siempre los velaremos desde allá arriba —respondió la Hoshi sonriendo—. ¡Obito, mientras nosotros estemos aquí ninguna estrella irá al cielo! ¡Porque yo, Hoshi Ayanami, sé el destino de todos y lo impediré a toda costa! —lo señaló mientras se acercaba al Uchiha con su ceño fruncido—. ¡Porque después de todo, soy la mujer que arriesgó su vida para salvar a la persona que más amé en todos mis años de vida, la mujer que impidió la muerte de Jiraiya para que Naruto no pierda a ninguna persona más, la mujer que trajo a la vida a Uchiha Shisui para que acompañe a Uchiha Itachi en busca de esa paz que tanto querían, la mujer que protegió al Cuartel General y a Neji, la mujer que trajo a shinobis dispuestos a derrotarte a ti y a Madara! ¡Yo, la esposa de Uchiha Itachi, ayudaré a ganar esta guerra!

Sonrió superiormente mientras alzaba sus brazos, mostrando a todas las estrellas con poses de lucha y a la Alianza Shinobi parados mientras tenían sus manos preparados para realizar jutsu. Carcajeó ante las miradas sorprendida de Madara y Obito, apareciendo al lado de su familia mientras que Naruto pasaba el chakra de Kurama a la Alianza; dejando también que Ino y Shikamaru hagan el plan que tenía pensado el Nara mayor. Observó como Shisui la miraba con una sonrisa en su rostro luego de haber abrazado a los padres de Itachi y correspondió la sonrisa para luego mirar al frente y suspirar recordando todo lo que vio durante esos dos años. Kushina se acercó a la Hoshi con un semblante serio que cambió a uno tímido.

—¿En qué puedo ayudar, Ayanami? Es que pareciera que no necesitan de mis habilidades, todos son muy poderosos 'ttebade —soltó una risa nerviosa contagiando a la menor.

—Llegará el momento que debemos usar tus cadenas, Kushina, tu sabrás cuando. Por lo mientras, espera a que venga tu esposo —y eso logró que un sonrojo apareciera en las mejillas de la Uzumaki.

Suspiró observando a su alrededor, notando como toda la Alianza Shinobi estaba con el chakra de Naruto combinada con la de Kurama. Asintió con una mirada firme a todo su clan, preparando la técnica que harían en conjunto con los demás que ya estaban atacando. No, no podían intervenir.

—No, dejémosle a ellos hacer lo que saben —negó bajando sus manos, fijándose en el panorama que estaba siendo cambiado por sus memorias.

—¿Por qué? —preguntó su padre, siendo visto por todos los del clan.

—Porque ellos tienen un movimiento que los ayudará, solo miren —susurró y todas las estrellas sonrieron con orgullo como el Uzumaki lideraba esa estrategia con los demás shinobis—. Hay ciertos escenarios en donde debemos ayudar, sé que ganaremos esta guerra pero la misión que nosotros tenemos es el evitar muertes innecesarias.

—Tenemos poco tiempo, ¿cierto? —cuestionó su madre apretando el hombro de su primogénita.

—Hasta que el Sol aparezca, son horas pero las suficientes —sonrió de lado apretando la mano de su madre para caminar al clan Uchiha para posicionarse al lado de los líderes y sus suegros—. ¿Cómo la llevan?

—Pudimos salvar a varios de esas estacas con nuestros Sharingan, aunque se siente raro volver al campo de batalla —exclamó Fugaku con su ceño fruncido, siendo secundado por varios integrantes del clan junto con Shisui—. ¿Cuándo vendrán mis hijos, Ayanami?

—Le calculo dentro de unas dos horas o una. Por lo mientras, ayudemos en lo que podemos aquí —asintieron entre sí para separarse y ver a los enemigos en frente.

Nada más eso era el comienzo.






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