capítulo especial; parte uno
スター
Strange; capítulo especial
«ANBU»
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Luego de la guerra los cuatro Uchiha habían sido encerrados en la cárcel de Konohagakure para mantenerlos vigilados y ver entre los altos mandos qué iban a hacer con ellos. El primero en salir fue Shisui ya que éste no había tenido ningún delito, después Sasuke que rapidamente se unió a la espera del mayor para que saquen a prodigio y al otro de su clan que había provocado la Cuarta Guerra Mundial Shinobi, Uchiha Obito. Los dos últimos habían sido interrogados por Ibiki y el padre de Yamanaka Ino, Inoichi; fue bastante tiempo para que lo soltasen, advirtiéndoles que estarían siendo vigilados por ANBU hasta que se supiese qué harían con ellos.
—Hokage —entró el pelinegro con sus facciones un poco más delgadas y sin ese brillo en sus ojos negros. El Hatake alzó su mirada de el documento que estaba leyendo y miró con atención al Uchiha que se veía decaído—. Quisiera unirme a ANBU.
—Has pasado por mucho en ese lugar, no crea que sea lo mejor —objetó con su ceño ligeramente fruncido.
—Por favor, quiero proteger a la aldea —y el Hatake solamente suspiró, asintiendo.
Shisui observó como con el paso del tiempo su mejor amigo cada vez se cerraba en ese mundo, gastando su vida en una organización que solamente lo estaba poniendo peor. Golpeó la mesa, llamando la atención de los tres Uchiha que también estaban almorzando con el jōnin de Konoha; Sasuke observó como el mayor miraba de manera fija a su hermano mayor como si estuviera enojado con él y cerró por breves segundos para irse a un campo de entrenamiento para entrenar siendo acompañado por Obito, sabiendo que debían dejar a los otros dos para que arreglen sus asuntos.
Itachi miró sin ánimo alguno a su amigo que tenía un brillo amenazante en esos ojos negros y siguió comiendo con desgano su comida, y lo oyó hablar de ese tema que había prohibido que se hable para que su salud mental no se vaya a la borda.
—No puedo creer que Ayanami tuvo que pasar por todo eso para que finalmente tengas esta vida de mierda —chasqueó su lengua, cruzándose de brazos sin quitar su mirar de los puños de el menor que estaba rechinando sus dientes—. ¿A caso crees que Ayanami hubiera querido que estés en ANBU?
—No lo sé, está muerta —espetó con brusquedad, logrando que Shisui abra sus ojos ante el tono que empleó el varón.
—Ayanami aceptó tú enfermedad para que vivas sano, ¡y tú simplemente la desperdicias en ese trabajo que te hace mal! —gritó Shisui, sin poder ver como su amigo cada vez volvía a la casa temporal que tenían más roto de lo que ya estaba. Itachi dirigió sus orbes negros hacia los de el mayor, levemente confundido ante lo que exclamó—. Ayanami me contó antes de que fallezca que la enfermedad que tenía era porque su estrella aceptó la enfermedad que tú tenías, para luego ser la portadora y que tú tengas una salud buena. ¡Ella jamás hubiera querido que la desperdicies de esa forma, como si su muerte hubiera sido en vano!
—¿De... de qué hablas, Shisui? —frunció su ceño el de coleta mientras veía de soslayo como sus manos temblaban—. Ella... ella aceptó mi ¿enfermedad?
—Tenías una enfermedad mortal para este tiempo, la que te hacía tener tos, toser sangre, fiebre...—a medida que hablaba, el prodigio abría cada vez aún más sus ojos—. La estrella de Ayanami aceptó tu enfermedad haciéndola como suya, sacando de a poco lo que quedaba tu cuerpo hasta tenerla por completo y antes de que regresara a la vida al Kazekage ella estaba sana por la energía que todas las noches recibía.
—¿Qué... qué sucedió después?
—Luego de lo del Kazekage su enfermedad volvió el doble, y cuando me trajo a la vida se convirtió en el triple al emplear jutsu prohibidos de su clan —tensó su mandíbula al recordar que también por su culpa ella se había puesto más débil y no pudo luchar con tanta fuerza con Sasuke. Itachi cerró sus párpados con fuerza, impidiendo que las pocas lágrimas acumuladas en sus ojos se liberen porque eso solo le traería un problema.
No podría parar de llorar.
—Por eso mismo quiero que dejes ANBU, te apoyo en todo pero ese trabajo no te hace bien y lo sabes —señaló su acompañante mientras se paraba e iba al lado de su amigo, acariciando su espalda porque sabía que la información le había chocado mucho y aún más cuando se trataba de esa estrella—. Ven conmigo, vamos de viaje con Sasuke. Obito se iba a quedar porque aún no puede salir de la aldea y estaría ayudando al Hokage con el papeleo. Pero ven con nosotros, te hará bien.
—¿Ella... a ella le hubiera gustado que yo...? —dejó inconclusa su pregunta, pues un inaudible sollozo había salido de sus labios.
—¿Te lo dijo, no? Ella quería que vayas a un viaje con nosotros, pero debemos volver porque pronto Sakura dará a luz a nuestra pequeña sobrina.
—A Ayanami le hubiera encantado tener un bebé —susurró ido, acariciando de manera inconsciente el anillo que estaba en su mano izquierda y que nunca se sacaba—. A mí también me hubiera gustado tener hijos con ella, ¿serían lindos nuestros hijos? ¿Tendrían la tradición del clan de Ayanami? ¿Poseerían el Sharingan? ¿sus ojos serían celestes o negros?
—Itachi, no te lastimes de esa manera —rogó tomándolo de las manos, queriendo que pare al notar que se estaba comenzando a alterar y vio como él alzó su mirada llorosa—. Vive como a ella le hubiera gustado, y sonríe por ella.
—La extraño.
Era tan duro ver como su mejor amigo se rompía una y otra vez pensando un futuro alterno al que le tocó, en donde a veces despertaba gritando el nombre de la fémina logrando que todos salgan de sus cuartos para ir al de él e intentar tranquilizarlo cosa que no pasaba hasta que la bruma blanca lo rodeada. A veces sentía una opresión en su pecho cuando lo escuchaba hablar a una estrella en específico en las noches, relatando lo triste que estaba al no tenerla a su lado o sobre el embarazo de Sakura; otras era en donde ponía un plato de Ramen al lado de ellos, diciendo que Ayanami pronto vendría a comerlo porque a ella le encantaba; en algunas ocasiones lo oía llorar abrazando la tela de la capa de la mujer, susurrando que la extrañaba entre sollozos y hubo una vez que tuvo que detenerlo cuando se quería tirar de un precipicio como hace unas décadas atrás quería hacer luego de la Tercera Guerra Mundial Shinobi.
Ella había sido su única amiga, su mejor amiga, su confidente, su compañera de luchas, su novia, su esposa y su estrella; y que la hayan arrebatado de su lado como si fuera un simple juguete solamente lo rompieron en miles de pedazos, viendo como él lloraba al no tener la presencia de la mujer que más amaba.
Pero así era la vida de un shinobi común y corriente, la vida de un ser humano: ver gente partir y tener que seguir adelante, por ellos.
—Vamos, Itachi; sigamos adelante por ella —le dijo el hombre de cabellera corta, sonriéndole castamente mientras le tendía un pañuelo para que seque sus mejillas que tenían rastros de lágrimas.
—Sigamos por ella —sonrió ligeramente, aceptando un nuevo comienzo en el cual se iba a esforzar más por seguir adelante y cumplir con lo que pidió su esposa.
Gracias por ayudarlo en todo, Shisui.
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