Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

three • it's a despicable damn cockroach

STILL ALIVE
CAPÍTULO TRES

ES UNA DESPRECIABLE Y MALDITA CUCARACHA.

BONNIE SE ENCONTRABA en la casa de los Byers, acompañando a Kate para cuidar a las gemelas.

Simon estaba en la sala, absorto en un documental de tiburones.

Kate vació varios botes de pastillas sobre la mesa.

—Cuatro en cada bolsa —se dirigió a las gemelas, apoyando las manos en la mesa—. Si terminan en una hora, podrán ver El mundo de Ángela con nosotras.

—Y no se las coman —agregó Bonnie, cruzando los brazos—. Se les detendrá el corazón, morirán ahogadas, y todos se pondrán muy tristes. ¿Entendido?

Las gemelas asintieron, claramente intimidadas por el comentario.

Bonnie y Kate fueron al salón, donde encontraron ropa desordenada sobre la mesa.

—¿No ordenaste? —preguntó Kate con el ceño fruncido, poniéndose frente al televisor—. Ropa blanca y de color, y encuentra los calcetines sueltos.

—Recuérdenme, ¿qué ganaría? —dijo su amigo, sin apartar la vista del televisor.

—No —negó Bonnie rotundamente.

Simon se levantó del sofá y se quitó la chaqueta, revelando que llevaba la misma ropa de la noche anterior.

—¿Llevas la misma ropa que anoche? —preguntó, claramente asqueada.

—¿Fuiste así al supermercado? —añadió Kate, sorprendida.

—Hice doble jornada, y era lo único que tenía en el auto. Así es.

El teléfono de la pelinegra sonó, interrumpiendo la conversación.

—Qué asco —dijo ella, frunciendo la nariz con una mueca de desagrado—. Eres desagradable —comentó mientras tomaba la mano de Bonnie y se dirigían a la cocina, contestando la llamada y poniéndola en altavoz—. Hola, donjuán.

—¿Dónde están? —preguntó Deena, sabiendo que su amiga estaría con Bonnie.

—Cuidamos niños. Mira por la ventana.

Bonnie encendió la luz del patio tres veces para darle la señal a Deena, pues la casa de las gemelas estaba cerca de la suya.

—Peter me está jodiendo —se quejó al otro lado de la línea.

—¿El novio de Sam? —Bonnie frunció el ceño, extrañada—. ¿Qué diablos?

—Se pasea por casa con una máscara de calavera. Una mierda.

—Debemos colgar. Ahora te llamamos —le avisó Kate antes de cortar la llamada.

Ambas regresaron al comedor, donde encontraron a su rubio amigo sin camiseta y comiendo frituras como si nada.

—¡Dios! ¡Ponte algo! —le reclamó la castaña, asqueada.

—¿Qué? ¡Decídete, mujer!

De pronto, un ruido de vidrio rompiéndose y el sonido de la puerta principal abriéndose rompieron el silencio. Todos se quedaron quietos.

—Quédense aquí —indicó Kate a las gemelas, quienes asintieron nerviosas.

Los tres amigos se dirigieron al salón, moviéndose con cautela, intentando no hacer ruido.

—Quizás no sea una buena... —intentó decir Simon, pero la pareja le hizo señas para que se callara.

Vieron a una persona vestida de negro con una máscara de calavera. Recordando lo que Deena había dicho, supusieron que era Peter.

—Oye, rarito. ¿Qué diablos...? —llamó la atención Bonnie, intentando asomar la cabeza.

El enmascarado se giró para mirarlos, con una camiseta rasgada en una mano y un cuchillo en la otra.

Simon, alarmado, agarró a Bonnie del brazo y la arrastró de regreso junto a ellos.

—¿Estás loca? —exclamó en voz baja.

—Es el idiota de Sunnyvale —respondió Kate, entrecerrando los ojos.

Pero cuando volvieron a mirar hacia la puerta, el enmascarado ya no estaba allí. La puerta principal seguía abierta de par en par.

Kate corrió a cerrarla mientras Simon recogía su camiseta del suelo, notando que estaba rasgada.

—¿Qué demonios? —dijo Bonnie, su voz llena de confusión y preocupación.

[ • • • ]

—Muchas gracias —dijo Kate frente a la Sra. Lane, con una sonrisa educada.

—No. Me alegra mucho la compañía —respondió la mujer con una sonrisa amable, mientras las gemelas entraban a la casa corriendo.

—Nos salva la vida, Sra. Lane —agregó Bonnie, devolviéndole la sonrisa al mismo tiempo.

La Sra. Lane, que mencionaba que antes había sido enfermera, observó a Simon, quien traía su chaqueta medio abierta, dejando entrever la mancha de sangre en su camiseta.

—¿Seguro que todo está bien? —preguntó la mujer, su tono preocupado al ver la mancha.

Kate lanzó una mirada de advertencia a Simon, y él rápidamente se subió el cierre de la chaqueta, tratando de ocultar la evidencia.

—¡Claro! —respondió de inmediato, sonriendo tensa—. Solo debemos salir y...

[ • • • ]

—¡Matar a ese pervertido! —exclamó Kate nuevamente, una vez estuvieron dentro de la casa Johnson.

Deena caminaba de un lado a otro, claramente alterada.

—¿Por qué entraría? —se preguntaba mientras seguía dando vueltas—. No entiendo qué estaba haciendo.

—Actuaba de lo más turbio. Revisaba la ropa sucia —agregó Simon, antes de sentarse junto a Josh, el hermano menor de su amiga—. Debes ir por comida, viejo. Tenemos increíbles ofertas...

—¡Se metió en la casa! —lo interrumpió Bonnie, también alterada—. ¡Con un cuchillo!

Josh, sorprendido, dejó de beber su jugo y se inclinó hacia adelante, más interesado.

—¡Vaya! ¿Con las niñas ahí? ¡Eso está muy mal! —dijo, participando por primera vez en la conversación.

No era ningún secreto que Josh tenía un amor platónico por Bonnie, algo que no pasaba desapercibido, ni mucho menos por Kate, quien siempre lo miraba con cierto desdén.

—Exactamente, Josh —Bonnie asintió, dándole la razón—. Está muy mal. Gracias —Josh sonrió con timidez, mientras Kate rodaba los ojos con molestia—. Había niñas. ¿Y qué?

—¿Porque se acuesta con Sam cree que puede burlarse de nosotros aquí? —Kate agitaba las manos con frustración, sin poder entender la lógica detrás del comportamiento de Peter.

—Tienen razón. Al diablo con esto —dijo Deena, más decidida—. Y con Peter.

—¡Hola! No olvides lo más importante —le dijo Kate, deteniéndose para mirarla—. Al diablo con Sam.

—Sí, que se pudra —respondió Deena, asintiendo ligeramente—. Que controle al psicópata de su novio.

La morena agarró las llaves de su auto y salió de la casa, dejando a los demás en un incómodo silencio. Simon fue el primero en seguirla, terminando de masticar unas papas fritas.

—¿Vienes o qué? —le preguntó Bonnie al menor.

Josh, dejando su vaso de jugo a un lado, también se levantó rápidamente para seguir a Bonnie, demasiado ansioso por estar cerca de ella.

—Maldito niño —murmuró Kate entre dientes, cruzándose de brazos mientras salía la última, asegurándose de cerrar la puerta tras ellos.

[ • • • ]

El camino al hospital del pueblo fue silencioso y algo tenso ya que la chica Johnson intentaba contener su enojo, pero de vez en cuando soltaba bajos sonidos de exasperación.

Cuando llegaron, bajaron del auto y entraron al lugar. Deena fue la primera en acercarse al mostrador y, con cierta impaciencia, tocó la pequeña campana de recepción.

La señora que atendía, sin apenas levantar la vista, dejó una planilla en el mostrador.

—Llena esto y toma asiento.

—Vengo de visita —respondió Deena con firmeza, sin siquiera tocar el papel.

La mujer la miró rápidamente y luego volvió a revisar sus uñas.

—Ya terminó el horario —respondió sin mucho interés.

Kate, notando la tensión, se acercó para apoyar a su amiga. Con una expresión determinada, se inclinó un poco sobre el mostrador, buscando atraer la atención de la recepcionista.

—Llame a Beddy —dijo, haciendo que la mujer finalmente las mirara.

[ • • • ]

El hombre se acercó al grupo de amigos. Su nombre real era Eddy, pero alguien le había agregado una "B" a su uniforme, un apodo que había quedado.

—Beddy —saludó Kate con una sonrisa—. Tanto tiempo... ¿Cómo estás?

—Sigues acarreando a este idiota —respondió él, mirando de reojo a Simon—. Y sigues saliendo con "la fanática del terror" —añadió, mirando a Bonnie.

—No pude dejarme, Beddy —dijo Simon con un tono burlón—. ¡Soy demasiado lindo!

—Y yo la tengo locamente enamorada —dijo Bonnie, rodeando los hombros de Kate con un brazo en un gesto de afecto.

—No te lo niego —respondió Kate con una sonrisa antes de volverse hacia Beddy, poniéndose más seria—. Oye, necesitamos tu ayuda.

—Seguramente, pero hay un nuevo protocolo de seguridad —dijo Beddy, inclinándose hacia ellas—. Como siempre nos quedábamos sin arándanos y bananas, le pusieron llave...

—Debo ver a una paciente —lo interrumpió Deena, y minutos después estaba alejándose con Beddy por el pasillo sin prestarle atención a lo último que había dicho.

—Por cierto... —Bonnie la detuvo antes de que se alejara demasiado—. Si ves al idiota de Peter, dile de mi parte que es una despreciable y maldita cucaracha. Por favor.

Deena soltó una pequeña risa, sacudiendo la cabeza.

—Claro —aceptó, antes de seguir su camino con el hombre.

—¿Arándanos y bananas? —preguntó Josh, frunciendo el ceño en confusión.

—Vicodin y Percocet —explicó Bonnie encogiéndose de hombros, como si fuera lo más natural del mundo.

—¿Quieren algo de la máquina? —preguntó Kate, aún un poco celosa de la interacción entre Josh y su novia—. Muero de hambre.

Los cuatro caminaron por el pasillo en dirección a la máquina expendedora. Kate fue la primera en acercarse, pero al revisar sus bolsillos, recordó que no traía dinero.

—Simon, dame algo de dinero —le pidió, extendiendo la mano hacia él.

—No me mires a mí —respondió Simon, levantando las manos en un gesto de inocencia—. Estoy seco.

—Yo tampoco tengo nada. Dejé mis cosas en la casa de Deena —dijo Bonnie, encogiéndose de hombros mientras la miraba.

Kate frunció el ceño y finalmente miró al menor.

—¿Tú tienes algo?

Josh rebuscó en sus bolsillos con una expresión algo tímida.

—No —respondió, pero luego se acercó a la máquina con una leve sonrisa en el rostro—. Pero... —apretó algunos botones, y de repente, los dulces cayeron al fondo de la máquina. Apoyó su espalda en ella, mirando al grupo con satisfacción—. ¿Qué quieren?

—¡Mi héroe! —exclamó Simon, dándole una palmada en la espalda.

Bonnie rió suavemente mientras Kate, aunque algo celosa, esbozó una sonrisa.

[ • • • ]

—¿Dónde aprendiste eso? —curioseó mientras agarraba unas bolsas de gomitas.

—Trucos que se intercambian en línea —dijo con simpleza Josh.

Nerd —susurró Simon.

—Y... ¿cuándo se metieron en el negocio de las frutas? —les preguntó Josh, intentando sacar un tema.

—¿Cómo? —preguntó Kate con el ceño fruncido.

—Las... drogas.

—Es algo temporal —la chica Schmidt se encogió de hombros.

—Ahorramos para salir de aquí —dijo la castaña.

—Llévame contigo —dijo casi como súplica el chico Johnson.

Kate lo miró fulminante mientras Simon aguantaba la risa. Bonnie solo frunció el ceño.

—Te voy a... —Kate intentó acercarse a Josh, que retrocedió, pero Bonnie la agarró por la cintura, deteniéndola—. ¡Bonnie, suéltame!

—Tranquilízate, Katelyn.

Kate la miró indignada por decir su nombre completo, dejando de forcejear.

De pronto, escucharon un grito aterrado de parte de Sam. Seguido de esto, la vieron pasar por su lado corriendo a toda velocidad, con Deena siguiéndole el paso.

—¡Corran!

—¿Se arreglaron? —preguntó el rubio confundido.

Máscara de Calavera pasó corriendo por un lado de ellos, persiguiendo a ambas chicas.

Kate gritó asustada. Bonnie maldijo y agarró su mano para después tener que correr junto a los otros dos chicos.

Cuando llegaron hasta la salida de emergencia, no sabían dónde estaban las llaves.

—¿Y las llaves? ¿Las tienes tú? —preguntó Simon desesperado.

—¡No! —respondió Josh.

—¡Deena las tiene! —exclamó Bonnie.

—¡Mierda!

—Vamos. ¡La ambulancia! —les dijo Kate saliendo del hospital.

Su novia y amigos rápidamente la siguieron al vehículo. Fueron hacia la otra entrada principal del hospital donde estaban Sam y Deena con Máscara de Calavera.

Bonnie pudo ver cómo Deena se quedaba viendo al asesino al mismo tiempo que la rubia iba con ellos.

—¡Deena, vamos!

—¡Deena! ¡De prisa! ¡Vamos!

—¡Arranca! —dijo Bonnie una vez todos estuvieron dentro.

—¡Debemos irnos!

—¡Rápido!

Kate arrancó la ambulancia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro