ten • c. berman
STILL ALIVE
CAPÍTULO DIEZ
➜ C. BERMAN.
BONNIE CONDUJO HASTA la supuesta dirección de la casa de C. Berman, el corazón latiéndole con fuerza ante el pensamiento de que estaría cara a cara con la que creía era su tía. Al llegar, estacionó el auto y todos salieron, iluminando de inmediato el camino con unas linternas.
Kate y Sam estaban atadas en el maletero, sin saber cómo habían logrado caber juntas en ese espacio reducido.
Bonnie y Deena se acercaron a la puerta principal y tocaron rápidamente, pero no obtuvieron respuesta. Alumbraron con las linternas a través del pequeño agujero donde se recibían las cartas.
—Parece que no hay nadie —dijo Simon, con un tono preocupado.
—Busquemos alguna entrada —sugirió Josh.
Cada uno fue por diferentes lados de la casa, buscando un lugar abierto. Fue Bonnie quien finalmente encontró una ventana que daba a la cocina, medio abierta.
—¡Chicos! ¡Encontré algo!
Sus amigos se apresuraron hacia ella al escucharla.
Bonnie abrió la ventana y, al intentar entrar, sintió una mano firme agarrarla por el cabello y tirarla al suelo con fuerza.
—¡No te muevas! —exclamó una mujer, apuntándola con un cuchillo, su mirada feroz.
Bonnie, intentando mantener la calma, levantó una mano en señal de paz.
—¡Un momento! —gritó—. ¡Alto, por favor! Soy Bonnie, tu sobrina.
C. Berman se quedó mirándola, impactada. Era evidente que Bonnie se parecía bastante a ellos. Su físico era una combinación a su difunta hermana y cuñado.
La mujer miró hacia la ventana y vio a los otros adolescentes asomándose, con expresiones de preocupación.
—¿Por qué diablos vinieron? —preguntó un poco brusca, frunciendo el ceño.
[ • • • ]
Deena abrió el maletero con prisa, en donde Kate y Sam seguían moviéndose frenéticamente, tratando de liberarse de las ataduras.
—¡No! —negó rápidamente la mujer, viendo la escena e identificar lo que pasaba—. ¡No! ¡Deben irse ahora! ¡No saben lo que están haciendo!
—¡Un momento! —interrumpió Deena, decidida—. Exactamente. Eres la única que sabe a qué nos enfrentamos.
—Por eso no quiero esas cosas cerca —respondió C. Berman, su voz firme—. Váyanse ya de mi propiedad.
—La pelinegra es Kate y la rubia es Sam —dijo Bonnie, acercándose con rapidez a su tía, evitando que se fuera—. Pudiste esperar a ver nuestras muertes en las noticias. Quizá mi muerte como la tuya y de mi madre, pero no. Tú me devolviste la llamada.
—¡No puedo ayudarlas! —replicó su tía, intentando volver a entrar a su casa.
Deena, sin rendirse, la detuvo nuevamente.
—Poseyó a nuestras novias, y ahora están atadas en un maletero, pero usted... la vio y sobrevivió —dijo, en tono suplicante—. ¿Qué fue distinto? Por favor.
—Quizás te pasó algo, algo que pueda ayudarnos a detenerla —insistió la castaña.
—¡No hay nada! No pueden detenerla —respondió la mayor, su rostro reflejando una mezcla de miedo y resignación—. ¡Corran lo más rápido y lejos que puedan! Es su única salida.
—¡No podemos huir! —respondió la morena en voz alta—. Mira, Sam... No podemos dejar morir a ninguna. ¡No lo haremos! Amo a Sam.
—Y yo amo a Kate —dijo Bonnie, mirando a la mujer—. ¡Por favor! Por mí. Por mi padre, y por... mi madre. Tu hermana, Cindy. Por favor... Ziggy.
C. Berman quedó paralizada por un momento, el nombre resonando en su mente. Supo que su sobrina hablaba en serio. Había descubierto su nombre a pesar de haberlo mantenido oculto por años.
Bonnie era la viva imagen de sus padres, y su tía se sintió abrumada por la nostalgia y el dolor.
—Que no se acerquen a Major Tom —respondió finalmente, con aceptación en su voz. Se volvió hacia la casa, con la mente agitada, mientras las memorias y los instintos de protección chocaban en su interior.
Las dos amigas intercambiaron miradas, sintiendo que había una oportunidad, aunque pequeña.
[ • • • ]
Simon y Bonnie amarraron a Kate en el baño, asegurándose de que estuviera bien sujeta junto al lavabo.
Con movimientos rápidos y precisos, Deena y Josh hicieron lo mismo con Sam, sujetándola firmemente al radiador.
Las chicas estaban furiosas, gruñiendo sin parar. Una vez que terminaron, cerraron la puerta con llave, sintiendo un leve alivio al saber que las tenían bajo control, al menos por ahora.
Cuando salieron al salón, Ziggy los miró, un libro en la mano, con una expresión seria.
—Está todo bien —dijo Josh, tratando de calmar la tensión en la habitación—. Están atadas en el baño, así que... no hay forma de que puedan salir.
Un gruñido de Kate resonó desde el baño, seguido de otro sonido similar de Sam.
—¡Oigan, tranquilas! —les gritó Simon de brazos cruzados—. Todo en orden.
Ziggy se sentó en un sillón y les hizo un gesto a los demás para que hicieran lo mismo.
—Siéntense —les dijo, abriendo el libro. Sus ojos se deslizaron por las páginas con rapidez.
El grupo de amigos se acomodó en el suelo, formando un círculo alrededor de la mujer. La tensión en el aire era palpable mientras esperaban que ella hablara.
—En Shadyside, el pasado nunca es pasado —dijo, viendo una foto de ella y su hermana de jóvenes, con el cartel del campamento Nightwing de fondo—. Esto fue el 12... de julio. El verano de 1978. Primer día de campamento —sostuvo la foto con manos temblorosas ante el recuerdo—. A la semana, mi hermana estaba muerta.
Ziggy le extendió la foto a su sobrina.
Bonnie agarró la foto y la miró. Una lágrima cayó por su mejilla al ver a su madre. A Cindy Berman.
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