nine • the call
STILL ALIVE
CAPÍTULO NUEVE
➜ LA LLAMADA.
A LA MAÑANA SIGUIENTE, el grupo de amigos se encontraba en la comisaría, a punto de ser interrogados. Uno por uno.
—Entrevista con Bonnie... Parece que es solo Bonnie —suspiró Nick—. Domingo, 2 de octubre de 1994. ¿Qué sucedió?
—Fui con unos amigos y mi novia a retirar la receta de Sam —dijo la chica, jugando con su collar.
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—Y se apagaron las luces. Estaba todo oscuro —dijo Josh, recordando el caos, y la historia falsa que crearon para no decir completamente la verdad.
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—No veía nada —dijo Sam, con la voz temblorosa. Su rostro estaba pálido y sus labios rotos.
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—Bajo un mostrador —dijo Kate, sintiendo que los recuerdos la envolvían.
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—Nos mantuvimos ocultos —dijo Deena, nerviosa.
—¿Qué te pasó ahí? —le preguntó Goode, señalando una herida en su mano.
—Caí sobre vidrios.
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—Caí sobre vidrios —repitió Bonnie, con una mirada distante.
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—Caím... —intentó decir Kate, pero la interrumpieron.
—Sí. Sí. Caímos sobre vidrios —dijo Simon, alzando la voz—. ¿Por qué no se mete en sus asuntos, poli bueno para nada?
Kate se dio un golpe en la frente con la palma de su mano, negando con la cabeza.
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—Te dieron 15 puntos en el hombro —dijo Nick, con tono de incredulidad.
—Caí sobre vidrios —respondió Sam, intentando mantener la calma.
—Sam, pareces un fantasma, como si hubieras vuelto de la muerte.
—La conmoción —fue lo único que pudo murmurar la rubia.
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Deena fue la última en ser interrogada. Sus amigos estaban afuera de la sala, esperándola.
—Oigan. Bonnie —llamó su atención Martin, un amigo suyo del centro comercial—. Dame una mano —dijo mostrándole sus manos esposadas.
—Ella no te dará nada —le dijo Kate de mala gana.
—De acuerdo —Martin rodó los ojos—. Soy un villano por estar aquí. Eso a ti te convierte en lo mismo, drogadicta.
Kate suspiró y miró a su novia.
—¿Puedo golpearlo? —preguntó, haciendo ojos de cachorrito.
—¿Qué? ¡No! —respondió Bonnie, obvia. Ella resopló y se cruzó de brazos—. Mira, te ayudaré solo porque tú me ayudas a mí.
Bonnie agarró disimuladamente un pasador de su bolsillo y fingió toser, dejando caer el pasador cerca suyo.
Martin tapó el pasador con su pie y lo acercó a él, con una mirada astuta.
Deena apareció detrás de ellos junto al alguacil.
—Vamos.
Sus amigos se levantaron y la siguieron a la salida.
—¿Lo conocías, Bon? —le preguntó Simon a la castaña.
—Obvio. ¿Cómo crees que conseguía entrar al centro comercial sin que me vieran y conseguía todo lo que tengo? —dijo ella, con una sonrisa divertida.
—Buena táctica entonces —dijo Kate, intentando contener la risa.
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La pareja estaba acostada en la cama de la castaña. Sus padrinos habían salido de compras para la cena.
Kate estaba sentada en su regazo mientras se besaban apasionadamente. Las manos de Bonnie pasaban por su espalda, sus caderas y trasero, lo que hacía que la pelinegra jadeara.
Bonnie sintió cómo las manos de Kate bajaban al borde de su camiseta y empezaban a levantarla.
El sonido del teléfono en el piso de abajo las interrumpió.
—¿Es en serio? —se quejó la pelinegra, dejándose caer en la cama—. Ahora que por fin podemos acostarnos tranquilas, sin unos asesinos persiguiéndonos, nos interrumpen. Genial.
—Tranquila. Yo voy —dijo la castaña levantándose de la cama.
La chica salió de su cuarto y bajó a la sala para buscar el teléfono. Lo agarró al oírlo volver a sonar.
—¿Hola? —habló, pero nadie respondió—. ¿Hola? —nuevamente, no hubo respuesta—. Escucha, idiota. No llames aquí...
—¡Sigues viva!
—¿Quién habla?
—Bonnie... —dijo la persona. Era una mujer—. ¿Será posible? ¿Después de tantos años? ¿Cómo puede ser? —dijo más para sí misma.
—¿Te...? ¿Te conozco? —le preguntó Bonnie desconfiada.
Escuchó un suspiro.
—No, eras apenas una bebé —respondió la mujer—. Pero si una madre jamás olvida, una tía tampoco.
—C. Berman —susurró Bonnie, sorprendida.
—¿Tocaste los huesos? ¿Le viste la cara? —preguntó la mujer, cambiando de tema.
—No. Se acabó.
—¿Se acabó?
—Sí, pero... gracias por tu pronta respuesta.
—No se acabó. Jamás se acaba.
—Le pusimos fin —dijo Bonnie, con las manos sudorosas—. Detuvimos a los asesinos.
—Pero no a ella. No se puede. Ella pone las reglas.
—¿Quién? —preguntó Bonnie, con el ceño fruncido.
—La bruja —dijo su tía—. Hará lo que sea necesario. No estás a salvo. Hallará la forma.
SAMANTHA FRASER
KATE SCHMIDT
—Irá por ti.
Bonnie se dio media vuelta al sentir a alguien detrás suyo.
—Kate —dijo aliviada.
De pronto, sintió algo en su estómago. Bajó la mirada y observó cómo Kate sacaba el cuchillo.
Bonnie dejó caer el teléfono, seguido de ella misma.
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Simon estaba en el sótano de la casa, jugando videojuegos y comiendo frituras, porque se sentía aburrido en la suya.
Bonnie se había negado al principio a pasar la tarde con él, ya que planeaba estar con Kate, pero él le prometió que no las interrumpiría. Así que, al final, ella aceptó.
Lamentablemente, no escuchaba nada de lo que sucedía arriba.
[ • • • ]
Bonnie, afortunadamente, no tenía una herida profunda en su estómago.
Pero Kate seguía intentando atacarla, por lo queBonnie forcejeaba con todas sus fuerzas, tratando de detenerla.
—¡Detente! ¡Bájate! —gritó, tratando de hacerse escuchar.
En un forcejeo, Kate chocó contra el mueble de la cocina ante el empujón que le dio ella.
—¡Kate! —gritó al ver que su novia se acercaba nuevamente, gruñiendo endemoniadamente—. ¡Kate! ¿¡Qué diablos te sucede!? Oye, ¡no lo hagas! ¡Soy yo!
Kate levantó el cuchillo, con la intención de volver a atacar, pero Bonnie, en un movimiento rápido, agarró el teléfono de la cocina.
En ese instante, Simon, en el sótano, sintió que algo no estaba bien. Una corazonada le recorrió el cuerpo y, por impulso, decidió dejar el videojuego y voltear atrás.
Vio a su mejor amiga con la mano en su estómago, tratando de detener el sangrado, su cabello hecho un desastre.
—¿Qué pasó? —preguntó, levantándose rápidamente.
Bonnie le hizo una seña para que la siguiera, y ambos subieron a la cocina, donde la sangre de la chica manchaba el suelo.
Kate estaba atada al teléfono, intentando liberarse, moviéndose de un lado a otro como si estuviera enloqueciendo.
—¿Qué cara...? —preguntó Simon, incrédulo—. ¿Que no era Sam la endemoniada? ¿Esto se contagia o qué?
—Kate no se siente bien —dijo Bonnie, agachándose a la altura de su novia—. Debemos recuperarla. Te recuperaré.
El timbre sonó de repente.
—Yo voy —dijo Simon rápidamente, y corrió a la entrada.
Al abrir la puerta, se encontró con los hermanos, que parecían preocupados.
—¿Y a ustedes qué les pasó? —les preguntó el rubio.
—A Sam le pasó algo y atacó a Deena —dijo Josh, respirando con dificultad—. Está encerrada en el maletero del auto.
—¿A ella también? —Simon frunció el ceño, procesando la información.
—¿Cómo que "a ella también"? —preguntó Deena, alarmada—. ¿Qué sucedió aquí?
—Vengan —dijo Bonnie, su voz firme a pesar del dolor.
Los tres entraron a la casa, y Deena se detuvo en seco al ver a su amiga en el mismo estado que Sam.
—¿Qué demonios? —alzó la voz, mirando a Bonnie con preocupación.
—Creo que esto no ha terminado aún —ella los miró a todos—. C. Berman... mi tía me llamó.
—¿C. Berman? —repitió Deena, la confusión cruzando su rostro.
—Sí, me dijo que la bruja no se ha ido. Irá por nosotras.
—Entonces, tenemos que ir.
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