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fourteen • monster

STILL ALIVE
CAPÍTULO CATORCE

MONSTRUO.

CINDY ENTRÓ A LA CABAÑA DE ARTE, en donde vio a su hermana tratando de abrir una lata de pintura roja con un martillo.

—¿Qué haces? —preguntó con el ceño fruncido.

—Un proyecto de arte —Ziggy ironizó, evitando mirarla.

—Debemos hablar.

—No estoy de humor.

—Antes dijiste que Mary estaba molesta —recordó Cindy mientras se acercaba a la menor.

—¿Ahora te importa? —preguntó Ziggy, soltando una risa sarcástica.

—Ziggy, esto es serio.

—Antes era serio, y no te importó.

La pelirroja menor agarró la lata de pintura junto con una cubeta y salió de la cabaña.

—Tú fuiste la última en verla antes de que enloqueciera —insistió su hermana siguiéndola—. ¿Viste drogas en el lugar?

—Claro, es enfermera —respondió Ziggy con indiferencia mientras caminaban.

—¿Mencionó algo...?

—No.

—Ziggy, intento entender qué pasó hoy —se frustró la mayor.

—¿A quién le importa? Se acabó —se encogió de hombros la de pecas.

—No para Tommy. Está asustado y está actuando raro —dijo Cindy con un deje de preocupación—. Y todos se burlan. "Mary fue poseída por la bruja".

—Quizás fue la bruja —contestó Ziggy.

—Ziggy... —Cindy suspiró.

—¿Qué? ¿No encaja con tu visión cuidada y formada del mundo? —preguntó ella sarcástica.

—¿Por qué actúas así?

—No sé. ¿Porque era la única que me trataba bien y su vida acabó porque a la gente de Shadyside le pasan cosas malas?

—Siempre hay un motivo para todo —Cindy intentó razonar.

—No siempre una racional —dijo Ziggy, volteándose para mirarla cuando estuvieron afuera de su cabaña—. En el fondo, lo sabes, ¿no? Hay algo en Shadyside, algo que nos oprime, nos maldice.

—Basta —pidió su hermana.

—Tienes miedo de admitirlo —afirmó la pelirroja—. Siempre quieres explicar todo.

—Lo siento. No le echaré la culpa de todo a un cuento de hadas. A veces, la vida es dura. Lo sé. Y claro que lo ha sido desde...

Cindy guardó silencio.

—¿Desde cuándo? —espetó Ziggy—. ¡Ni siquiera puedes decirlo! Desde que papá se fue. Y mamá empezó a beber. O desde que perderemos la casa. Y no mejorará mágicamente. Y ahorrar todo el verano para comprar esta camiseta no lo ocultará, ni ahorrar para poder salir de Shadyside con Tommy y Bonnie. Y no servirá intentar explicar por qué la enfermera Lane se volvió loca hoy. Estamos todos malditos. Hoy fue Mary. Pero algún día, serás tú. Y esta vida de mentira que tienes se derrumbará.

—Dices cosas horribles —dijo Cindy, con los ojos cristalizados.

—No, porque son ciertas.

—Ya no sé quién eres, pero... no eres mi hermana.

—¿Y quién soy?

—Un monstruo.

La menor asintió con una expresión de sarcasmo, antes de abrir la puerta de su cabaña. La mayor entreabrió la boca al ver el interior de esta.

—Eso dicen —y Ziggy cerró la puerta en su cara.

[ • • • ]

—No dejen que se acerquen a esto. ¿Me oyen? —Kurt les decía a los chicos de Sunnyvale que participarían en la guerra del color, refiriéndose a la bandera.

—¡Sí!

—Pregunté si me oyen —dijo Kurt alzando la voz, mientras levantaba a una niña.

—¡Sí! —gritaron todos ellos.

—¡Shadyside! ¡Shadyside! ¡Shadyside! —coreaba el equipo azul.

—¡De acuerdo! —dijo Tommy, quien aún seguía aturdido por el golpe y lo sucedido—. Que haya tres defensores cerca de esto todo el tiempo —señaló la bandera azul—. ¿Quién es el carcelero? —un niño regordete con lentes alzó la mano—. Jeremy, puede que seas el jugador más importante en... en... —en ese momento, Tommy empezó a sentirse mal.

Tommy...

—¡Tommy! —Cindy apareció detrás suyo, haciendo que él se sobresaltara—. ¿Estás bien? ¿Y Bon? —lo miró, preocupada por su aspecto.

—¿Está bien, Sr. Slater? —preguntó tímidamente Jeremy.

—Sí... Estoy bien —respondió él—. Dejé que Joan cuidara a Bonnie. No he visto a Alice ni a Arnie —le dijo a su novia, para después mirar a los más pequeños—. Ustedes empiecen. Pongan la bandera. Voy enseguida. ¡Vamos, Shadyside! ¡Vamos!

Los chicos de Shadyside comenzaron a alejarse.

—Dios mío —murmuró con dolor, tocándose la parte posterior de su cabeza, donde había recibido el golpe—. Me late la cabeza. Debió de haberme dado un buen golpe. Era más fuerte de lo que parecía.

—Recuéstate —aconsejó la pelirroja, preocupada.

—No. Estoy bien —insistió el castaño, apretando los dientes.

—Bien. Necesito tu ayuda. Y la llave de la enfermería.

Tommy la miró un momento, asintiendo levemente mientras se llevaba una mano al bolsillo, sacando la llave.

—Aquí tienes —dijo, entregándosela—. ¿Qué necesitas?

—Solo confía en mí.

[ • • • ]

Pasaron unas horas, y el sol se escondió, dejando que la luna llena se hiciera presente.

Cindy y Tommy entraron a la enfermería, intentando no hacer ruido. Cerraron la puerta una vez dentro.

—¿Qué buscamos exactamente? —preguntó el chico.

—Respuestas.

—Por favor, Cindy. No importa.

—Sí importa —la pelirroja lo miró con determinación—. Hay una razón por la que Mary hizo y dijo lo que hizo. Vamos a averiguarlo ahora.

—Vamos, Cindy. Por favor...

Cindy no le hizo caso y se dirigió a la oficina de la enfermera. Empezó a buscar en los cajones del escritorio, y tras unos momentos, encontró un frasco de pastillas.

—Sin etiqueta y a medias —dijo, mientras Tommy se acercaba a la puerta de la oficina—. Como dije, tomó algo. Se lo daremos a la policía y nos dirán... —su novio había agarrado un libro con una extraña marca—. ¿Qué es eso?

—"Hizo un pacto con el diablo. Sarah Fier cortó la mano embrujada sobre la piedra de Satán a cambio de la vida eterna y dejó la oscuridad en la tierra, debajo de la marca de la bruja" —leyó el chico en voz baja.

De repente, escucharon un ruido.

—¿Oíste eso? —preguntó la chica, mirando a su alrededor.

Tommy se dirigió hacia el origen del ruido.

—¿Hola? —llamó—. ¿Hay alguien ahí?

En ese momento, Alice apareció de la nada, asustando a Tommy.

—¡Dios! No es gracioso —dijo él, llevándose la mano al pecho.

—¿Alice? —Cindy se acercó a ellos, viendo como Arnie aparecía por el otro lado—. ¿Qué haces aquí?

—Parece que vinimos por lo mismo —dijo Alice, sonriendo traviesa al ver el frasco en su mano—. ¿Quieres que friegue los retretes?

—No es para ti —replicó ella de mala gana, guardando el frasco en su bolso.

—Vaya, Berman. No sabía que consumías eso —se burló Arnie, con una sonrisa.

—No es para mí. Siendo madre, no lo haría jamás. Se lo entregaré a la policía.

—Claro, la policía —Alice rodó los ojos—. Por supuesto. ¿De qué hablas? ¿Ahora también delatarás a Mary?

—No. Es... Intento...

—¿Esto también? —preguntó Arnie, agarrando el libro.

—¡Devuélvelo, viejo! —exclamó Tommy, intentando quitárselo, pero su amigo le lanzó el libro a su novia mientras ambos reían.

—"Apareció en la sala de juntas con una mano cortada, perdida para siempre. Colgamos a la bruja, la encadenamos y la enterramos, pero sin su mano, se quedó en este plano" —leyó la rubia con voz tenebrosa, riendo después—. ¡Es lo de Sarah Fier!

—Alice, por favor —suplicó la pelirroja, suspirando mientras intentaba quitarle el libro.

—"Cuando esté cerca, la sangre caerá, y la maldición perdurará hasta que la mano y el cuerpo se unan".

—Es el diario de Mary. Pongámoslo en su lugar.

—No es solo eso —Alice enseñó una página del libro, sonriendo pícara—. Es un mapa.

—¿Qué?

—La enfermera loca dibujó un mapa loco. Es el campamento, pero parece que dibujó encima. 1666, Union.

—Union —dijo Cindy—. Eso es Shadyside.

—¿Qué? —frunció el ceño Alice, sin entender.

—El asentamiento antes de separarse en Shadyside y Sunnyvale —explicó la Berman.

—¿En serio?

—Si fueras a clase...

—¿El campamento está sobre todo el asentamiento? —intervino el castaño.

—¡Miren! ¡Sarah Fier! —les dijo Arnie, señalando el nombre en el mapa.

—¿Será su casa? —preguntó su novia, divertida.

—¿Qué son las X? —preguntó el rubio, curioso.

—Solo sabremos de una forma.

Alice agarró el libro y el bolso de su amiga.

—¡Ese es mi bolso! —reclamó Cindy mientras se levantaban.

—Arnie, linterna —ordenó la rubia.

Su novio tomó una linterna y ambos salieron de la enfermería, repartiendo un poco de las drogas que habían encontrado.

—¡Alice! ¡Devuelve eso! ¿Qué haces? —gritó Cindy, siguiéndola.

—Se llama diversión, amiga mía. Antes sabías lo que era —respondió ella, riendo—. ¡Te hallaremos, Sarah Fier!

Alice y Arnie corrieron hacia el bosque.

—¡Tommy! —lo llamó Cindy, y el chico salió de la enfermería, mirando un punto fijo—. ¡Tommy! Vamos. ¡Se llevaron todo!

—¿Y Bonnie? —preguntó Tommy mientras se ponía la chaqueta y se acercaba a ella.

—Estará bien. Joan la cuida, y sabes que se emociona y no hace nada más que atenderla. Y cuando no puede, se la entrega a Ziggy. ¡Vamos!

Cindy y Tommy siguieron a sus amigos.

Fue una mala idea.

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