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eighteen • for shadyside

STILL ALIVE
CAPÍTULO DIECIOCHO

POR SHADYSIDE.

LOS TRES AMIGOS caminaban por la cueva, siguiendo el rastro del musgo en las paredes.

—¿Huelen eso? —Arnie hizo una mueca de asco por el olor.

—Huele a mierda —coincidió Alice y caminaron un poco más, logrando ver papel—. ¿Es papel higiénico?

—Deben ser los retretes —respondió Cindy.

—Maldición.

—Es aquí. Miren.

Escucharon unos gritos desde el baño. Compartieron una mirada de confusión, pero se dieron cuenta de que sí había alguien, y ese alguien los podría ayudar, por lo que empezaron a gritar.

—¡Socorro! ¡Estamos aquí debajo!

—¿Hola? ¡Debajo!

—¡Ayúdennos!

—Por favor, ¡ayúdennos! —suplicó Alice.

—¡Sáquennos de aquí! —gritó Cindy.

De pronto, la puerta de un retrete se abrió, y una cabeza pelirroja se asomó.

—¿Cindy? —Ziggy frunció el ceño, sin comprender.

—¿Ziggy? ¡Dios mío! —exclamó Cindy aliviada.

—¿Qué hacen ahí?

—Es... —intentó decir su hermana—. Es una larga historia. ¿Estás bien? ¿Bonnie está bien?

—Aguarda un momento —dijo Ziggy, evitando responder lo último. No tenía ni idea de dónde estaba su sobrina.

—Ziggy, ¿estás bien? ¿Bonnie lo está? —insistió Cindy, sin recibir respuesta.

Ziggy cerró el retrete y se subió arriba de este, para después jalar de la cubeta colgada.

—¿Qué sucede? —preguntó Gary detrás de ella con el ceño fruncido.

—Mi hermana está en el retrete.

—¿Qué?

—¡Gary, ayúdame!

[ • • • ]

Ziggy metió la cubeta por el retrete.

—¡Métanse! ¡Los subiremos!

—¡Sí! —contestó Cindy.

—Al fin —Alice sonrió.

—Dios mío, nena —dijo Arnie y miró a su novia—. Jala. Tú primero.

La rubia se sentó en la cubeta. Gary y Ziggy comenzaron a jalar de la cuerda hacia arriba.

—¡Sigue jalando! —le dijo la menor al chico.

De pronto, la puerta se abrió, dejando ver a un Tommy lleno de sangre y aún con el hacha.

—¡Tommy! Tommy, ¿qué...?

Gary no pudo continuar hablando ya que Tommy lo decapitó. Ziggy soltó la cuerda mientras sangre salpicaba a su camiseta y su rostro.

Alice cayó al suelo, y unos segundos después, el cuerpo de su amigo arriba de ella. Los tres gritaron asustados. Ziggy estuvo a punto de ser atacada por su cuñado pero ella fue más rápida y salió corriendo del baño.

—¡Ziggy! —gritó Cindy desesperada—. ¡Ziggy!

—¡Quítamelo! —gritó la rubia hacia su novio, sin querer tocar el cuerpo inerte y sin cabeza del chico.

Arnie hizo una mueca de asco y alejó rápidamente el cuerpo de quien era su amigo de su chica.

—¡Ziggy!

[ • • • ]

Cindy seguía gritando el nombre de su hermana, sin embargo, parecía que ya no había nadie ahí.

—Debemos hallar otra salida —les dijo Alice.

—¿Y si no hay? —preguntó Cindy, casi sin esperanza.

—Tiene que haber una —respondió Arnie volteando a verla—. Estamos en los retretes, ¿no? En el campamento. Toma el diario. Ya estamos muy cerca.

La pelirroja agarró el libro.

—Bien, estos... túneles —volvió a decir—. Los hizo la bruja, ¿no? Y: "Apareció en la sala de juntas con una mano perdida para siempre". La sala de juntas, que ahora es...

—El comedor —dijo Cindy.

—Hay otra salida.

—¡Vamos!

—Nosotros te retrasaremos —dijo Arnie, haciendo que se detuviera.

—¡Chicos! —exclamó Cindy, mirándolos incrédula.

—Iremos detrás. Debes salvar a tu hija y a tu hermana.

—No...

—¡Ve! —le dijo Alice.

Resignada, Cindy terminó por levantarse para irse, dejándolos a los dos solos.

[ • • • ]

—¡Kurt! ¡Will! ¡Alguien! —gritó Ziggy mientras corría hacia donde debían estar los autobuses.

Sin embargo, Kurt se llevaba el último autobús que quedaba con los últimos sobrevivientes. De Sunnyvale, claro.

Ziggy suspiró, cansada, y recordó algo. Rápidamente corrió hasta la cabaña de Joan. Intentó abrir la puerta, pero esta estaba trabada. Agarró una roca y se acercó a romper la ventana, para luego abrir la puerta.

Entró a la cabaña y, para su sorpresa, vio a Bonnie durmiendo tranquila en la cama de Joan, aunque con unas almohadas en la orilla de la cama para seguramente evitar que cayera.

Suspiró aliviada y se acercó a ella.

—No, shh, shh. Tranquila, Bon —dijo susurrando al ver que la había despertado y como hacía puchero por verla tan alterada. Le sonrió como pudo—. Todo va a estar bien, ¿sí?

Ziggy salió de la cabaña con Bonnie en sus brazos, con una manta alrededor de la bebé, y buscó con la mirada a algún lugar donde ir. Sin embargo, a lo lejos, vio a Tommy.

Se maldijo mentalmente para después correr hacia el comedor, tratando de no soltar a su sobrina.

Entró al lugar y cerró la puerta, y Ziggy puso música para distraerlo. Fue a la cocina y buscó un lugar para esconderse. Agarró una canasta de los estantes.

Se agachó frente a los estantes pequeños de la cocina y dejó a Bonnie en la canasta y escondida ahí. Buscó un cuchillo y lo agarró para después hacer unos agujeros en las dos puertas para que no se ahogara.

Rezó porque no llorara.

Ziggy se fue a esconder a la bodega, dentro de un armario. El sudor caía por su frente.

Tommy entró al comedor. Arrastró el hacha por el suelo para después ir a la cocina al no ver a nadie en el comedor. Miró por todos lados, con el rostro serio.

Hasta que pasó.

Tommy vio entre los agujeros de aquel estante a Bonnie. Se acercó al estante y lo abrió, dejando el hacha en el suelo. Y Ziggy, al escuchar las puertas abrirse en la cocina, cerró los ojos mientras que aguantaba las lágrimas, temiendo lo peor.

Mientras que Tommy solo miró a Bonnie, sin reconocerla del todo. Fue acercando su mano hacia ella, aunque Ziggy tiró algo fuera del armario para distraerlo.

Tommy volteó hacia donde vino el ruido, logrando hacerle un pequeño rasguño a Bonnie en la barbilla con su uña. Bonnie empezó a llorar. Ziggy cerró los ojos.

[ • • • ]

Bonnie se tocó ligeramente su barbilla, donde yacía su cicatriz.

Me sentí terrible pensando que te había hecho algo peor —dijo la mujer con pena.

[ • • • ]

Lo próximo que Ziggy escuchó fueron los pasos de Tommy entrando al lugar donde estaba. Lo bueno es que seguía con el cuchillo.

Vio por una abertura del armario como su cuñado iba a la parte de atrás. La chica se atrevió a salir del armario, y justo en ese instante, la música se detuvo.

Tommy se dio media vuelta. Ziggy, con miedo e insegura, le enterró el cuchillo en el pecho, pero no pareció afectarle. Tommy le dio un fuerte golpe que hizo que chocara contra los estantes.

Antes de que pudiera reaccionar, Tommy ya la había agarrado del cuello y había empezado a ahorcar. El aire le empezó a hacer falta. Ziggy ponía sus manos en su cara para intentar que se alejara, en vano. Era mucho más fuerte que ella.

Pero agarró un saco de papas y se lo puso con fuerza en la cabeza para que no pudiera ver. Su cuñado la soltó y ella cayó al suelo. Tommy se levantó con el saco de papas aún en la cabeza, lo que lo hacía ver más aterrador.

Ziggy se levantó y salió corriendo de ahí. Apenas había llegado a la cocina cuando Tommy la tiró al piso. El llanto de Bonnie seguía escuchándose.

De pronto, escuchó como algo se enterraba. Tommy se dio vuelta hacia atrás.

—¡Muérete, mierda! —gritó su hermana, clavándole el cuchillo en el pecho varias veces.

Tommy cayó al suelo. Muerto.

—¡Dijiste una palabrota! —dijo sorprendida, apartando la mirada del cuerpo.

—Se ha vuelto un hábito.

Cindy se agachó a su altura, y después de tanto tiempo, ambas se abrazaron.

—Hueles a mierda —comentó Ziggy a mitad del abrazo.

—Porque estoy cubierta de eso.

—Dios mío —su hermana se separó de ella con algo de asco.

—¿Crees que saldrá? —preguntó la mayor, refiriéndose a su blusa.

—Quizás debas comprar otra —respondió la menor con un deje de gracia.

—Dios mío. Bonnie —Cindy se acercó al estante donde se encontraba su hija al escucharla sollozar.

Cindy se agachó a su altura y la agarró entre sus brazos, sintiéndose aliviada de que ambas estuvieran a salvo. Pasó su mano delicadamente por su rostro al ver su pequeña herida en la barbilla.

Bonnie se calmó un poco ante su caricia, dejando de llorar.

—¿Qué le sucedió? —preguntó mientras se acercaba a su hermana, abrazando a su hija contra ella con cariño.

—No lo sé. Solo... escuché que empezó a llorar y después vi las puertas abiertas donde la escondí —respondió Ziggy, viendo de reojo a su sobrina.

—Lo siento mucho, Ziggy —se disculpó de reñente Cindy, apenada—. Lamento no haber estado ahí para ti, no solo hoy, sino todos los días.

—Estabas. Pero...

—No. No te acompañé —la interrumpió Cindy—. Ahora lo sé. Sé que necesitabas que te escuchara. Creí que si bajaba la cabeza y seguía las reglas, todo estaría bien, y que saldría de Shadyside, pero... ahora sé que tenías razón. Todo está maldito.

Ziggy miró a su hermana.

—Pude haber sido más agradable —dijo la de pecas—. Y pude haber sido menos... monstruo.

—Sí. Pues... eres mi monstruo —respondió la de pelo corto, esbozando una leve sonrisa—. Y, en definitiva, mamá, papá... Shadyside, Sunnyvale... —estiró una de sus manos hacia ella, a lo que su hermana la sostuvo—. No dejaré que nada vuelva a separarnos. ¿Me oyes?

—Fuerte y claro.

El ruido de la rejilla por donde había salido Cindy las hizo voltearse hacia esta.

Cindy le pasó su hija a Ziggy y esta la cargó, acercándose con lentitud a ver. Se llevó un gran susto, pero de los buenos, al ver que se tratba de Alice y Arnie.

—¡Oye, soplona!

—¿Por qué tardaron tanto? —preguntó mientras los ayudaba—. ¡Vengan!

—Hola, Zig —dijo Alice, asintiendo hacia la menor, que devolvió el gesto. Miró a la hija de su mejor amiga—. Yo sabía que esa mocosa estaría bien, eh.

Cindy rió un poco, aliviada de ver también a sus amigos a salvo.

Arnie vio el cuerpo de Tommy tendido en el suelo y miró a su amiga.

—Lo lograste.

—Lo logramos —corrigió Cindy antes de acercarse a abrazarlos con fuerza.

—Ten cuidado. Esto tiene millones de años —le dijo la rubia, alejándola un poco y señalando el bolso.

—Lo compré hace un mes —dijo la pelirroja, confundida.

—No hablo de tu estúpida cartera. "La sangre caerá" —dijo Alice—. La piedra de Satán. Estaba ahí. Enterrada bajo el musgo, y la hallamos. Hallamos a la maldita.

—¿Qué cosa?

—Adivina.

[ • • • ]

Alice dejó el bolso en una de las mesas del comedor y sacó la mano.

—¿Qué? ¿Qué es? —preguntó Ziggy, inclinándose hacia adelante con curiosidad.

—La mano perdida de Sarah Fier —respondió Arnie, con sus manos sobre la mesa.

—La enfermera Lane... pasó su vida buscándola —dijo Cindy, sosteniendo a Bonnie en sus brazos—. Para poder detener la maldición que se llevó a su hija.

—"Sin su mano, se quedó en este plano. La maldición perdurará hasta que la mano y el cuerpo se unan" —recitó Alice—. Esto nos llevó a los huesos de la mano. Si la leyenda es cierta, sigue enterrada...

—En el árbol —terminó Ziggy, comprendiendo de inmediato.

—Podemos ponerle fin —dijo esperanzada Cindy—. No más muertes, no más maldición, no más... —miró el cuerpo de Tommy en la cocina—, dolor —los miró nuevamente—. Podemos salvar a Shadyside ¡esta noche!

Ziggy, atrapada por la curiosidad, agarró la mano huesuda.

En ese momento, sintió un goteo caliente en su labio superior y se dio cuenta de que su nariz estaba sangrando. La sangre cayó sobre la mano, y de repente, visiones comenzaron a fluir en su mente: la bruja enojada, sus ojos ardiendo con rabia, una expresión de venganza en su rostro.

—¡Ziggy! —llamó su hermana, lo que la hizo sobresaltarse.

Ziggy se limpió la sangre con rapidez, su corazón latiendo con fuerza.

—Mi nariz... —dijo, aturdida—. Sangré sobre la mano y... creo que acabo de verla.

—¿A quién? —preguntó Arnie, frunciendo el ceño, buscando respuestas.

—A Sarah Fier. Estaba... estaba enfadada.

—Debemos enterrar esto... ahora mismo —dijo Alice.

[ • • • ]

—Bien, vamos —dijo Cindy después de darle un cuchillo a su hermana, aún con su hija en sus brazos, tratando de no acercar el suyo cuchillo a ella.

—¿Debo usar las manos? —preguntó Alice.

—No, tú te quedas —respondió Arnie, el cual jugaba con una sartén en sus manos.

—Puedo dar saltitos —respondió Alice caminando un poco y dándole la espalda a la cocina—. Vi a mi padre ir a prisión a los seis. Vi a mi madre robar para que yo pudiera comer. Me corté por primera vez a los 12. Fue después... Ya saben cuándo. Y ahora, esta noche... vi a tu novio todo perfectito convertirse en un monstruo y casi matar a la única persona que amo. He esperado esto toda mi maldita vida. Y ahora llegó. Déjame ser testigo. Por Tommy... por Shadyside.

—Por Shadyside —Cindy asintió.

—Por Shadyside —continuó Arnie.

—Por Shadyside —terminó Ziggy.

—Oigan, ¿creen que me parezco a esa Rapunzel? —les preguntó Arnie, luego de unos minutos, moviendo la sartén.

Todas las adolescentes rodaron los ojos mientras que él seguía jugando para alivianar la tensión en el aire antes de que todo empeorara.

—¡Es en serio! ¿Me parezco o no? Miren.

Arnie lanzó la sartén hasta la cocina, divertido, pero dejó de ser divertido en cuanto vieron como Tommy volvía a caer al suelo. Lo había golpeado con la sartén.

—¡Mierda!

Alice, la cual seguía de espaldas a la cocina, corrió rápidamente al lado de su novio. Tommy por poco y la mata.

—Creo que sí te pareces a Rapunzel, golpeando a las personas con esa tonta sartén.

Ziggy empezó a escuchar un canto proveniendo de la rejilla.

—¿Qué es eso?

Arnie se acercó, y de repente, una mano apareció.

You always hurt who you love the most.

Era Ruby Lane. La hija de la enfermera.

—¡Corran! —gritó instintivamente Cindy a su hermana y a sus amigos.

Las tres salieron corriendo de la cocina.

Ziggy agarró la pala y Arnie agarró el cuchillo, al haber perdido la sartén.

—¡Chicos!

El grupo salió corriendo del comedor, Cindy tratando de no soltar a su hija en el trayecto.

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