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eight • go to bell, you piece of shit

STILL ALIVE
CAPÍTULO OCHO

VETE AL DIABLO, PEDAZO DE MIERDA.

KATE CONDUJO HASTA EL supermercado donde trabajaba Simon. Cuando llegaron, todos bajaron de la ambulancia y el rubio sacó las llaves para abrir y guiarlos dentro.

Simon se apresuró hacia los estantes de la entrada, buscando entre cajas y frascos hasta que encontró lo que necesitaba. En poco tiempo, colocó varios botes de pastillas sobre el mostrador, sus manos moviéndose rápidamente mientras explicaba.

—Hace unos meses, mi hermano Timothy tuvo una experiencia... desafortunada. Ingerió demasiado de una sustancia y estuvo muerto dos minutos. Pero... ¡lo resucitamos!

Bonnie miró a su novia con una mezcla de nervios y urgencia.

—Linda —dijo suavemente, atrayendo su atención—. Es tu momento. Sabes más de esto que yo.

Kate asintió con una pequeña sonrisa. Agarró los frascos de pastillas, vaciándolos en grupos sobre el mostrador, organizándolos con cuidado.

—Debes tomarlas en orden —dijo Simon—. El primer montón atenúa el efecto. Sentirás que te coge un unicornio.

Josh hizo una mueca de disgusto, y Deena lo miró raro.

—El segundo montón te bajará mucho la temperatura corporal —continuó, sin hacerles caso—. Quizá te sientas mal. Debes esperar cinco minutos entre el segundo y el tercer grupo. Es muy importante. El tercer montón te derriba. ¡Haz la pausa o todo se irá al carajo!

Deena, Sam y Josh observaban en silencio. Bonnie jugueteaba con sus dedos.

—¿Cuántos tenemos? —preguntó Kate, asegurándose de que todo estaba en su lugar.

—Muchos. Mil, al menos —respondió Simon, sacando varios tubos de epinefrina y colocándolos sobre el mostrador.

Deena frunció el ceño, deteniendo su mano.

—Espera —dijo—. ¿EpiPens?

—Epinefrina —explicó Simon, levantando un tubo con una sonrisa confiada—. O sea, adrenalina. Esto la resucitará. ¡Es la salvación!

[ • • • ]

Deena terminaba de dibujar una equis en la camisa de Josh, usando mezcla de agua revuelta con sangre de Sam. Bonnie, Kate y Simon ya tenían el mismo símbolo marcado sobre ellos.

—Hace media hora querían asesinarme —dijo Sam con una media sonrisa, mirando a la pareja—. No tienen que hacerlo. Pueden marcharse.

Kate la miró, sacudiendo la cabeza.

—Tú decidiste sacrificarte por nosotros —le dijo—. Lo acabaremos juntos.

Simon le dio una leve palmada en el hombro a Sam.

—Buena muerte, amiga mía —dijo con un intento de humor—. Atrás estará vigilado —añadió mientras él y el otro chico comenzaban a alejarse.

Bonnie, por su parte, se dirigió por el pasillo contrario, pero antes de que se adentrara demasiado, escuchó la voz de Kate llamarla.

—¡Oye, amor! —gritó. Bonnie se detuvo y se giró hacia ella.

Kate se acercó rápidamente, sin dudar, poniendo sus manos en las mejillas de Bonnie, acercándola a ella. La besó con una intensidad que mezclaba amor, miedo y desesperación.

—Te amo —susurró Kate, apoyando su frente en la de su novia.

—Yo a ti —hizo una pequeña sonrisa, tratando de transmitirle confianza, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho.

Kate le dio un último beso en la frente antes de alejarse, y mientras Bonnie se iba, la escuchó decir:

—Los distraeré arriba.

[ • • • ]

Bonnie caminaba cerca de los pasillos de los refrigeradores. Tenía una canasta colgada en su brazo, llena de cosas que probablemente tendría que pagar más tarde... si sobrevivía. Un paquete de cuchillos grandes, un encendedor y un pequeño soplete.

Sabía que estas herramientas tal vez no serían suficientes para detener a los asesinos, pero necesitaba algo para defenderse.

Mientras caminaba, su mente volvía una y otra vez a lo que Josh le había dicho.

"Puede que Nightwing sea tu padre".

La idea resonaba en su cabeza. ¿Podría ser cierto? El collar que él tenía era igual al suyo. Eso le daba razones para pensar que podría ser real. Pero si así era... ¿cómo luchar contra la posibilidad de que el asesino fuera su propio padre?

Por otro lado, su preocupación por Kate la apretaba fuerte. El temor de que algo terrible le ocurriera a ella o a uno de sus amigos la consumía.

De pronto, algo llamó su atención. Una trampa para osos, aparentemente fuera de lugar en un supermercado. Se acercó, preguntándose por qué algo así estaría ahí, pero no tenía tiempo para cuestionar más. La recogió y caminó hasta el área de pasteles, decidiendo que ahí sería un buen lugar para dejarla preparada.

Justo cuando se disponía a alejarse, una melodiosa y terrorífica canción, la sacó de sus pensamientos. Se detuvo en seco y giró la cabeza.

Ruby Lane, la asesina con su perturbadora canción, se acercaba lentamente hacia ella, navaja en mano.

Sin pensarlo dos veces, sacó uno de los cuchillos de su canasta y, en un movimiento rápido, lo clavó en la cara de Ruby. Bonnie aprovechó para salir corriendo.

[ • • • ]

Kate se encontraba haciendo algo parecido a ella. La única diferencia es que agarraba productos de belleza.

Vio un encendedor y un aerosol. Los agarró y los metió en la canasta. Soltó un suspiro algo preocupado al darse cuenta de que eran las únicas cosas que tenía para defenderse.

Esperaba que le sirvieran esas mierdas.

De pronto, escuchó el sonido de un cuchillo pasar por alguna pared. Se dio media vuelta y dejó la canasta en una de las estanterías, y se quedó solo con el encendedor y el aerosol, que eran los más útiles.

Avanzó con cautela. Llegó justo a tiempo, en el preciso instante en que Máscara de Calavera estaba por atacar a Sam y a Deena.

—¡Vayan! —gritó Kate mientras seguía lanzándole fuego—. ¡Largo!

Sam y Deena no esperaron ni un segundo. Deena agarró la mano de Sam, tirando de ella mientras ambas corrían, dejando las pastillas olvidadas.

Kate, por su parte, vio cómo Máscara de Calavera luchaba contra las llamas, tambaleándose. Aprovechó la distracción, y se escondió tras un mostrador cercano, su respiración agitada. Miles de pensamientos nublaban su mente.

A lo lejos, una trampa para osos llamó su atención. Si lograba llevar a Máscara de Calavera hacia la trampa, tal vez podrían ganar algo de tiempo.

Kate se asomó con cuidado a través del vidrio, observando cómo Máscara de Calavera la buscaba frenéticamente. Volvió a esconderse tras el mostrador, cerrando los ojos para intentar pensar con claridad.

Debió haber mirado hacia arriba.

[ • • • ]

Bonnie sintió que su corazón se aceleraba al escuchar los gritos desesperados de Kate.

—¡No!

Se miró la canasta que llevaba consigo, todavía con el contenido que había robado del supermercado, y su mirada se fijó en la pistola que le había quitado al policía.

No podía quedarse allí sin hacer nada.

Sin pensarlo más corrió hacia donde se escuchaban los gritos, pero al llegar, se detuvo abruptamente al ver lo horrible que era la escena.

Ahí estaba Máscara de Calavera, levantando a Kate con una mano mientras la otra le clavaba un cuchillo en el estómago. Su cara estaba llena de pastel. Se acercó más a ellos mientras cargaba la pistola, y en cuanto apuntó hacia Calavera, este puso a Kate arriba de la cortadora de pan, con la intención de cortarle la cabeza por lo visto.

Rápidamente, la castaña empezó a dispararle al asesino.

—¡Vete al diablo, pedazo de mierda! —gritó Bonnie mientras le disparaba, lo que llamó su atención.

Máscara de Calavera soltó a Kate, la cual pudo respirar mejor y alejarse de la cortadora, y se empezó a acercar a Bonnie.

Bonnie le disparó más. Hasta que se quedó sin balas.

Calavera estuvo a punto de atacarla con su cuchillo, de no ser porque alguien apareció.

Simon empezó a golpearlo con su bate con clavos, mientras Josh iba a ayudar a Kate.

—¡Simon! —Bonnie se sorprendió al verlo.

—¡No! ¡No! —dijo el rubio, observando cómo el asesino se acercaba a él.

Simon golpeó a Calavera nuevamente con el bate. Con una sonrisa, hizo girar el bate y le dio un golpe más, logrando que cayera justo en la trampa.

Al menos una cosa había servido.

—¡Cayó en la trampa! —les gritó Josh mientras ayudaba a Kate a hacerle un torniquete.

—¡Está atrapado!

Bonnie agarró un encendedor que vio tirado en el piso y se acercó a donde estaba. Lanzó el encendedor prendido hacia él.

Los cuatro se taparon los ojos mientras Calavera se incendiaba por completo, el fuego iluminando el espacio. Simon rápidamente corrió a agarrar un extintor y apagó las llamas.

Cuando el humo se disipó, Máscara de Calavera había desaparecido, y su cuchillo yacía en el suelo.

—¿Lo logramos? —preguntó Kate, tosiendo un poco por el humo mientras se acercaba a ellos.

—Eso creo —respondió Bonnie, igualmente afectada—. ¿Estás bien? —le preguntó, agarrándola del rostro y quitando un poco de pastel de su mejilla.

—Sí, solo fue un corte. ¿Tú?

—Igual, solo que sin el corte.

Ambas rieron levemente, sintiendo un deje de alivio.

—Vamos. Deena debe estar por... matar a Sam —les dijo Josh.

Los cuatro se dirigieron hacia donde se encontraban las chicas y vieron cómo Deena ahogaba a Sam en una pecera.

Pero de pronto, los detuvieron. Máscara de Calavera, que había resucitado, y Nightwing aparecieron en la escena.

Kate, Simon y Josh alcanzaron a correr, menos Bonnie, que se quedó atrás. Sin embargo, Josh terminó en el suelo al resbalarse con los cordones de sus zapatillas, mientras que Bonnie fue detenida por Nightwing.

En ese momento, la castaña se dio cuenta de dos cosas: primero, que no llevaba su collar; segundo, que Nightwing tenía los dos collares, uno colgado en su cuello y el suyo en su muñeca.

—¿Papá? —murmuró Bonnie, dudativa, mientras intentaba cubrirse con sus brazos por si él decidía atacarla.

Nightwing pareció escucharla y reconocerla. Bajó el hacha y se quedó mirándola, y Bonnie frunció el ceño al ver cómo dejaba caer su collar al suelo. Rápidamente lo recogió, temiendo que la atacara, pero eso nunca sucedió. Se limitaba a mirarla fijo, luchando contra algo interno.

Ruby Lane se acercaba a Deena y a Sam, mientras Máscara de Calavera estaba a punto de atacar a Simon y a Josh. Kate había entrado al pasillo donde estaba su novia para ayudarla y se había quedado presenciando aquella escena.

Bonnie se levantó del suelo y miró a Nightwing con una mezcla de temor y duda.

Así que, ahí estaban: padre e hija, frente a frente. Nightwing intentó acercarse a ella, sin intención de atacarla o hacerle daño, pero nunca llegó a tocarla.

Entonces, todos los asesinos desaparecieron.

Sam había muerto.

—Amor... —Kate se acercó lentamente a su novia, tomando su mano para hacer que la mirara.

—Si no fuera por Fier, habría tenido una vida feliz con mis padres —dijo la castaña, con la voz rota y los ojos llenos de lágrimas.

La chica la miró con pena y la abrazó cálidamente, pero un grito las hizo separarse.

—¡Chicos! ¡Vengan a ayudarme! ¡Traigan los EpiPens! —gritaba Deena, desesperada—. ¡Tráiganlos! ¡Ayúdenme! ¡Vayan por los EpiPens! ¡Vamos!

Su hermano fue el primero en correr en busca de la epinefrina. Bonnie, Kate y Simon se acercaron a una Deena desconsolada mientras ella trataba de sacar a Sam de la pecera.

El rubio ayudó a recostarla en el suelo.

—¡Aquí tienes! —dijo Josh, llegando corriendo hacia ellos con los EpiPens.

Su hermana comenzó a inyectar la epinefrina en el pecho de Sam, pero esta no reaccionaba.

—¿Lo haces bien?

—No lo sé.

—No lo haces bien. Déjame hacerlo yo —le dijo Simon, apartándola y quitándole los dispositivos.

Comenzó a inyectarle la epinefrina en las piernas, donde debían ir realmente.

La rubia empezó a reaccionar con lentitud.

—¿Sam? —murmuró Deena, observando cómo se movía.

De repente, Sam empezó a escupir agua mientras se sentaba en el suelo.

—¿Ves? Ahora sí está bien —sonrió Simon, recordando lo que había pasado y dicho durante el accidente del auto.

Todos sonrieron aliviados, soltando pequeñas risas de tensión acumulada.

—Se acabó —dijo Deena, abrazando a Sam con fuerza.

Josh se recostó en el suelo, dejando escapar un suspiro de alivio.

Kate volvió a abrazar a Bonnie, y esta vez no las interrumpieron.

Simon hizo un pequeño baile de la victoria.

Todo se había acabado... ¿verdad?

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