ten. status asthmaticus
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Stiles iba conduciendo el Jeep, mientras Hope, a su lado, sostenía la herramienta en sus manos, mirándola pensativa.
De pronto, ambos alzaron la vista al ver humo salir del capó.
—No —se quejó el chico, y los dos tosieron cuando el humo llegó hasta ellos. Stiles detuvo el Jeep y ambos bajaron.
Stiles fue a la parte trasera a sacar la caja con más herramientas y se acercó al frente, donde Hope lo ayudó a levantar el capó.
Ella e sobresaltó un poco cuando Stiles lanzó la caja lejos y luego cerró el capó con fuerza. La chica suspiró y fue a sacar la otra herramienta que había dejado en el asiento, acercándose a su hermano.
Ambos compartieron una mirada, y Stiles solo asintió. Hope lanzó la herramienta hacia la ventana.
Stiles se sentó en el suelo, al lado del Jeep, y Hope se sentó junto a él. Ambos recargaron sus cabezas uno en el otro.
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Cuando llegaron a casa, cada uno fue a su habitación para descansar.
El que Scott, su mejor amigo de toda la vida, no les creyera, realmente dolía.
Hope se acercó a su cómoda para sacar su pijama, y al hacerlo, un recuerdo vino a su mente. Cerró el cajón y se agachó para abrir el último. Ahí había una caja.
La sacó y se sentó en su cama para revisar lo que había dentro. No pudo evitar sonreír levemente. Era donde guardaba las cosas que Theo le había regalado cuando estaban en cuarto grado, como las cartas.
Una de esas cosas era una pulsera. En ella estaba escrito "siempre", y en la pulsera que Theo llevaba, decía "juntos".
La usó hasta los 13 años, cuando dejó de ponérsela porque Scott y Stiles se burlaban mucho de ella por usarla y guardarla.
Hope sonrió al recordar cuando Theo le regaló la pulsera. Fue en el recreo, lejos de los demás. Y según él, la usarían como prueba de que seguían enamorados.
Pero, ¿cómo juzgarlo? Solo eran pequeños niños enamorados.
Hope dudó unos segundos y, finalmente, se puso la pulsera. No se la volvería a quitar.
Hasta que recordó algo.
En unas horas sería luna llena, y tenía la esperanza de no descontrolarse ahora que ya había encontrado su ancla.
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Scott estaba sentado en una silla en la veterinaria, con Theo a su lado.
—Sabes que vamos a necesitar ayuda con él.
—Él estará bien —se referían Liam y a la superluna de esa noche.
—Tiene 16 y está enamorado —dijo Theo, sin poder evitar pensar en Hope. Sonrió un poco—. El primer amor. ¿Recuerdas cómo es eso?
—Sí, créeme, lo recuerdo —respondió nostálgico Scott, pensando en Allison.
—Todas esas emociones mezcladas con la superluna no será nada bueno. Y temo que Hope también tenga problemas.
—Lo sé —Scott suspiró—. Aún le cuesta a veces.
—Necesitamos ayuda. Y no hablo de cuerdas o cadenas, hablo de Hope, Malia, Stiles, Lydia. Necesitas a tu manada, Scott.
—No estoy seguro de seguir teniendo una.
—Déjame hablar con ellos. Déjame ver qué puedo hacer, ¿está bien?
Scott solo asintió. Vio cómo Theo se levantaba y se acercaba a la entrada.
—Theo —llamó su atención—. Gracias.
Theo asintió y salió. Era hora.
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Hope sabía que Stiles había dejado que llevaran el Jeep a arreglar, pero sabía que no había suficiente cinta para solucionarlo.
A veces se preguntaba cómo dejaron que terminara así, aunque fue tal vez porque habían estado muy ocupados durante esos últimos años.
Decidió salir un poco de la casa para despejar su mente de la luna llena, pues ya comenzaba a sentirse extraña. Se quedó en la entrada, mirando el cielo.
De pronto, cuando iba a entrar a buscar una chaqueta por el frío, sintió cómo alguien tocaba su hombro. Por el susto que se llevó, al volverse le dio un puñetazo a la persona.
—¡Hope! —Theo hizo una mueca mientras se sujetaba la nariz, que había recibido el impacto.
—¡Por Dios! Lo siento. Me asustaste. Apareciste de la nada —se disculpó la pelirroja.
—Un poco más fuerte y me rompes la nariz —bromeó el azabache, pero ella solo lo miró seria—. ¿Qué?
—¿Cómo puedes estar bromeando en este momento? Hoy es la superluna. Y yo estoy aterrada.
—Bueno, tranquila. Estarás bien si... piensas en tu ancla, ¿no?
Ella lo miró unos segundos, y asintió.
—Sí, eso espero —murmuró Hope, suspirando—. Como sea, ¿quieres... pasar?
—Sí.
Ambos entraron a la casa, y Theo cerró la puerta detrás de él. Sacó unos M&M's del bolsillo de su chaqueta. No estaba seguro de dárselos.
—Te traje esto para ver si te ayudaba —dijo Theo, extendiéndole el paquete.
—¡Gracias! —Hope sonrió como una niña pequeña y se acercó para darle un beso en la mejilla—. Te quiero.
—¿Me... me quieres? —preguntó Theo, realmente sorprendido. No se esperaba eso y estaba más que seguro de que lo odiaría mañana.
—Sí... —murmuró Hope bajando un poco la cabeza—. De hecho, eres... mi ancla. ¿Fue muy pronto o...?
—No, no. Está bien. Está... excelente —respondió Theo acercándose a ella, agarrando sus manos y dejando un beso en cada una—. Yo también te quiero. De hecho... —dudó un poco en si decirlo o no—. Creo que te amo —dijo esto último con un brillo especial en sus ojos.
Hope sonrió y se acercó para besarlo de forma lenta y dulce. Theo no podía evitar sentirse culpable, pero ya no había vuelta atrás.
—Mejor come —dijo al separarse, juntando sus frentes—. Te hará sentir bien.
La pelirroja lo miró algo confundida, pero le restó importancia. Decidió abrir el paquete, y cuando comió solo uno, comenzó a sentirse rara, mareándose.
—¿Theo? ¿Qué...? ¿Qué pasa?
Theo no respondió. Solo la ayudó a llegar al sofá y la recostó allí. Fue justo cuando Hope cerró los ojos que se desmayó.
—Ojalá me perdones algún día —susurró con la voz quebrada, dejando un beso en su frente.
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Scott entró en la biblioteca de la escuela.
—¡Oye, Lydia! —la llamó, pues le había mandado un mensaje.
Sacó su teléfono y vio que tenía mensajes de Liam diciendo que Hayden estaba empeorando. Se metió a sus contactos para llamar a Lydia, pero el tono sonaba cerca.
Al voltear, vio el teléfono de la chica en uno de los estantes. Lo agarró, extrañado, antes de percatarse de la línea de serbal. Scott se alejó, y al voltear, vio cómo alguien terminaba de poner el serbal en la entrada.
—Eso no es posible.
—Tienes razón. Un hombre lobo no debería tocar el serbal.
—Eres una quimera —dijo Scott al darse cuenta.
—Soy la primera quimera —respondió Theo—. Es la parte coyote la que no notas. Es por eso que Malia confió en mí primero, aunque no sabía el por qué. Sin embargo, encontraste la palabra perfecta. Porque una quimera no es solo un monstruo con diferentes partes. También significa algo que es imposible de alcanzar, un sueño.
—Y ellos te crearon a ti —dijo Scott.
—Estuvieron cerca conmigo —dijo Theo—. Pero no todos podemos ser perfectos. No todos podemos ser Verdaderos Alfas.
Scott se acercó corriendo para atacarlo, por lo que salió de la biblioteca, lo que hizo que él chocara contra el escudo.
—Rayos. Eso dolió —Theo se burló—. Nada de llamadas. Nada de Stiles, nada de Hope, nada de Malia, nada de Lydia. Nada más vas a tener que esperar aquí, solo, para lo que sigue.
—¿A qué te refieres? ¿Qué sigue?
—La superluna.
—¿Dónde está Hope? ¿Qué le hiciste? —preguntó rápidamente Scott.
—Nada. Solo la dejé al margen de todo.
—¿La drogaste? —preguntó incrédulo Scott.
—Inconsciente. Solo está inconsciente.
El alfa se levantó del suelo, negando con la cabeza.
—Hope te va a odiar después de esto. No confía mucho en las personas, y si descubre que hiciste esto, te va a odiar toda la vida. Créeme. Yo mismo vi como confió en alguien que luego la dejó. ¿Por qué crees que no confía mucho?
—Yo no... No sabía eso.
—Nadie lo sabe. Solo Stiles, dos amigos y yo —respondió Scott—. Solo... no te le acerques. Con esto ya la lastimarás lo suficiente.
—¿Crees que te haré caso? —preguntó algo burlón el chico—. Ella no se va a enterar, me aseguraré de eso. Y ambos seremos felices juntos.
Theo se fue de ahí. Realmente tenía la esperanza, en el fondo, de que pudiera perdonarlo. Pero también sabía que no lo haría.
Y eso era lo que lo lastimaba más.
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Hope abrió lentamente los ojos, soltando un par de quejidos, viendo a Mason frente a ella.
—¿Qué demonios?
—Vamos, Hope, levántate —dijo el chico, ayudándola a levantarse.
—Pero, Mason. ¿Qué pasa? —preguntó confundida Hope. Apenas despertaba y se sentía algo débil.
—Tenemos que buscar a Liam, pero primero vine por ti y te vi inconsciente y, como no despertabas, tuve que picarte la mano con un cuchillo. Pero sanaste y ahora estás bien —dijo Mason rápidamente.
—Bien, pero ¿qué sucede?
—Hayden está muriendo.
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Stiles miraba serio al chico frente a él.
—Tu papá te buscaba, Stiles. Y me encontró a mí.
—¿Dónde está? —preguntó Stiles ligeramente preocupado—. ¿Y Hope?
—Yo te cubrí. Esto estaba resuelto —dijo Theo, ignorando sus preguntas—. Si Melissa no la encontró en el hospital... Supongo que hasta el hijo de un policía y hermano de una mujer lobo puede cometer errores.
—¿Lo lastimaste?
—Nunca mentí acerca del por qué vine a Beacon Hills. Estoy aquí por una manada. Vine por la mujer coyote, cuyo primer instinto es matar. Vine por la banshee, la chica rodeada de muerte. Vine por el kitsune oscuro, el beta con problemas de ira. Vine por Void Stiles. Y sobre todo por la mujer lobo que siempre es la sensata y sabe qué hacer o no en situaciones difíciles. Esa es la manada que quiero, con Hope a mi lado, siendo ambos los alfas. Por mala suerte, no incluye a Scott. Tus latidos están aumentando, Stiles. No es porque tengas miedo. El nogitsune se ha ido... pero tú todavía tienes más sangre en las manos que cualquiera de nosotros.
—Estoy a punto de tener más. Y me alegra que sea del "algo" de mi hermana.
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Cuando Mason y Hope llegaron a la biblioteca, lo vieron atacando a Scott. Hope lo miró horrorizada.
—¡Liam! —gritó Mason—. Liam. ¡Liam!
—¡Dunbar! —exclamó Hope. Liam se detuvo finalmente. Scott tenía toda la cara y cuerpo lastimados, y apenas estaba consciente—. ¿Qué estás haciendo?
—Hayden... —susurró Liam.
—Se ha ido —dijo Mason con tristeza.
—Hayden murió hace unos minutos —dijo Hope, mirando molesta al rubio—. Se ha ido.
Liam se fue corriendo de ahí lo más rápido que podía. Hope miró a Mason, y luego a Scott. Suspiró y ambos fueron con él.
—Scott, ¿qué pasó? —preguntó el moreno.
—Es la superluna —respondió como pudo el pelinegro mientras lo ayudaban a caminar.
Hope sintió un olor a lo lejos, y que se venía acercando. Scott también lo olió al parecer, y ambos lo reconocieron. Scott le hizo una seña, y ella entendió.
Hope fue a esconderse tras un estante para ver qué sucedía. No entendía qué hacía ahí.
—Fue solo... —intentó decir Scott.
—Un mal momento —dijo Theo, entrando y acercándose a paso rápido—. Digo, en serio, ¿no pudiste haber esperado 5 minutos?
Empujó a Mason contra una mesa. Hope se sobresaltó un poco, mirando en shock al azabache.
—Debí haberme quedado. Debí asegurarme —dijo Theo, sacando sus garras, sin llegar a ver a la chica.
—Porque ahora tendrás que matarme tú mismo —dijo Scott.
—Todavía son míos. Tal vez no ahora, pero entrarán en razón.
—No por ti.
El chico clavó molesto sus garras en su abdomen. Hope soltó un jadeo al ver cómo encajaba más las garras.
—Hope no es como tú —dijo Scott con voz apagada—. Jamás lo será.
—¿Porque soy una quimera? ¿Porque no soy un verdadero hombre lobo como ella?
—Porque apenas si eres humano.
Theo lo miró furioso, para después hacerlo caer en la escalera, encajando mucho más las garras. Luego, se levantó al lograr su cometido.
Matarlo.
—¿Cómo pudiste?
Theo se detuvo en seco, y volteó a ver hacia la izquierda al escuchar su voz. Hope lo miraba decepcionada, mientras lágrimas caían por sus ojos.
—Hope...
—Solo vete. ¡Ahora! No te quiero ver...
Theo la miró con una tristeza inmensa, sintiendo sus ojos picar. Bajó un poco la mirada para después salir de ahí rápidamente, sintiéndose una mierda.
Hope dejó escapar un pequeño sollozo para después acercarse a Scott. Mason se levantó como pudo y se acercó a ellos.
—¿Scott? —murmuró la pelirroja, agarrando el rostro de su mejor amigo—. ¿Scott? —se sentía mal al no escuchar su corazón latir.
—Hope... —dijo en voz baja el moreno—. Theo lo...
—No se va a salir con la suya.
—¿Hope? ¿Qué harás?
Pero ella no respondió mientras salía de la biblioteca. Fue al estacionamiento, donde vio a Theo a punto de subir a su camioneta.
—¡Raeken! —gritó molesta, acercándose a él.
El chico rápidamente se secó unas lágrimas que habían llegado a caer de sus ojos para voltearse a verla.
—Hope, yo...
Cuando volteó, ella le dio un puñetazo en la cara, logrando que volteara por el impacto. Theo la miró sorprendido y jadeando un poco, mientras veía cómo sus ojos se volvían color ámbar.
—Hope. Piensa en tu ancla —dijo Theo mientras retrocedía cuando la chica empezó a acercarse a él.
—Si pensar en mi ancla significa pensar en ti, prefiero perder el control.
La pelirroja le dio una patada en la rodilla, lo que lo hizo caer de rodillas, y luego le dio una patada en el pecho que lo hizo caer de espaldas al suelo.
—Antes de seguir golpeándote, quiero saber algo —dijo mirándolo—. Quiero saber por qué hiciste esto. ¿Por qué me hiciste creer que me querías para después traicionarme de la peor manera?
—Si te contara por qué lo hice, sé que no me creerías jamás —dijo Theo, sentándose en el suelo—. Pero quiero que sepas que nunca jugué contigo. De verdad te quiero. Te amo —suspiró, y alzó la manga de su chaqueta, dejando ver su pulsera que decía "juntos"—. ¿Ves? Yo... siempre la he usado desde que me fui. Nunca he dejado de pensar en ti. Ni una sola vez.
Hope negó levemente, sin dejar de mirarlo, decepcionada y enojada. Había confiado en él, a pesar de no haberlo hecho en un principio.
—Mientes.
—¿Qué?
—Eres patético —dijo Hope con rencor—. Eres tan patético...
Se acercó a él y le dio una patada en el pecho que lo hizo caer de nuevo. No dejaba de golpearlo, tal y como él no se había detenido para matar a Scott.
Le daba patadas en el suelo, mientras Theo se echaba hacia atrás intentando esquivarlas, hasta que ella le dio otra patada en el pecho.
Hope intentó agarrarlo, pero Theo la detuvo, sujetándola por los hombros.
—De verdad, no quise hacerlo. No a ti. No quise... —dijo, mirándola a los ojos.
—¡Deja de mentir!
Hope usó fuerza para, con su pierna, hacerlo pasar por encima de ella y tirarlo al suelo. Theo soltó un quejido de dolor mientras ella se levantaba.
Él se levantó, con la nariz sangrando, y estiró su mano para decir algo. Ella apartó su mano y siguió golpeándolo hasta que la agarró de un brazo y la sujetó por atrás.
—Escúchame —la respiración de Theo en su cuello era agitada—. Me quise detener, pero ellos serían capaces de matarme si lo hacía.
Hope, aguantando las ganas de llorar, se soltó de su agarre y lo tiró al suelo.
Hope lo siguió golpeando hasta que vio cómo caía de espaldas. Se subió encima de él, alzando su puño, preparada para golpearlo una última vez.
Theo cerró los ojos, esperando el impacto. Pero Hope no pudo seguir, solo soltó un sollozo antes de alejarse de él.
La pelirroja se levantó, y, tras mirarlo con tristeza mientras dejaba escapar unas lágrimas, fue de vuelta a la biblioteca.
Theo la miró irse con los ojos cristalizados. La había perdido otra vez.
Pero mientras Hope caminaba hacia la biblioteca, escuchó un rugido proveniente de ésta, y enseguida supo que era Scott.
Estaba vivo.
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Luego de haber hablado un rato con Scott en su casa, Hope había decidido ir a pasar el resto de la superluna en el bosque, pues aún se sentía rara con todo eso.
Eran como las 2:20 a. m. de la mañana.
Y para hacerlo más fácil, se volvió a su forma de lobo para poder dormir allí. Se había transformado en su casa para que fuera más fácil ponerse su ropa de vuelta.
La loba caminó un poco por el bosque, buscando algún lugar para dormir. Decidió acostarse bajo un árbol y cerró los ojos para conciliar el sueño.
Hasta que, de repente, abrió los ojos y alzó la cabeza al escuchar una rama crujir. Soltó un gruñido y se levantó, molesta, al ver que era ese lobo negro.
Theo bajó un poco la cabeza mientras hacía ruiditos de animal triste. Hope gruñó nuevamente al ver cómo él dio un par de pasos hacia ella.
Hope hizo un sonido de molestia mientras veía cómo él se acostaba en el suelo al lado de ella. Theo se puso de espaldas en el suelo, y con una de sus patas delanteras tocó su cara.
La loba gruñó un poco ante eso, a la vez que el lobo lo volvía a hacer. Resignada, Hope se acostó, pero se acurrucó hacia el lado contrario a él para no verlo.
Sin embargo, Theo se dio vuelta y empezó a pasar su cabeza por la suya y por su cuello mientras hacía unos ruiditos, para después lamer su mejilla.
Hope recostó su cabeza entre sus patas, mirando hacia adelante solamente, sintiendo cómo Theo recostaba su cabeza sobre la suya.
¿Quién diría que, más adelante, ese árbol terminaría siendo el lugar de ambos?
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