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nine. lies of omission

nine ;

—Mi asma regresó —dijo Scott en la veterinaria—. No sé cómo, pero es tan terrible como antes. Ahora llevo el inhalador todo el tiempo, igual que antes. Han pasado cinco días. No hemos visto más quimeras ni a los Doctores del Miedo.

Hope sintió un pequeño escalofrío al escuchar esa mención. Theo la abrazó por los hombros.

—Vamos a la escuela como si nada hubiera pasado —continuó Scott—. Pero todos parecen saberlo. Caminan por los pasillos y nadie sonríe, nadie ríe. Se siente como si todos presintieran que algo se acerca. Simplemente no saben qué es ni qué tan malo será. Y cuando siento que debo hacer algo, solo tomo mi inhalador... como si en una dosis fuera a salir la salvación para todos. Pero no sé qué hacer. Creo que nadie sabe. Por eso nadie habla con los demás. A veces ni siquiera vemos a los demás.

Los dos lo miraron algo confundidos.

—Creo que a algunos no nos importa. Porque no hablar hace más fácil guardar secretos. Ni siquiera sé si alguien está mintiendo sobre las cosas. Más bien, son mentiras por omisión. La peor parte es para Stilinski porque no sabe sobre Parrish. Tampoco le han dicho a Parrish. No parece recordar haber tomado los cuerpos... y creemos que es peligroso si te cruzas en su camino. Si Stilinski sabe la verdad, se interpondrá.

Hope suspiró. Su padre había estado algo idiota estos días, sin ofender.

—Lydia y Stiles buscan los cuerpos y, a su vez, el Nemeton. Andan dando vueltas por el bosque. Cuando encontramos esa cosa... cuatro de nosotros casi nos ahogamos en agua helada. No somos los únicos buscando quimeras. Stilinski tiene a todos tras el siguiente objetivo, interrogando a cualquiera que sea una quimera genética... cualquiera con dos conjuntos de ADN. Nadie sabe realmente a quién están buscando. Algunos creen que a un asesino serial, otros saben que tal vez será peor. Las dos quimeras que conocemos, Hayden y Corey, lo están haciendo bien. Mejor que bien: sanan rápido y son fuertes. No necesitan nuestra ayuda. Y creo que tampoco la quieren. Aún no sé nada de Kira. Cada vez me preocupo más por Deaton. Sé que algo se acerca. Y solo pienso qué tan bueno seré si apenas puedo respirar.

Dejó el inhalador sobre la mesa.

—Parece que te disculparas —comentó Theo.

—Regresaste buscando un alfa. Lamento que me encontraras.

—Yo no lo lamento —respondió el azabache.

—¿Aún quieres pertenecer a la manada? —preguntó la pelirroja, volteando a verlo.

—Chicos, estoy con ustedes... para bien o para mal.

—Créeme, vendrá mucho mal —dijo Scott.

—Cuento con eso —dijo Theo—. Además, si es para estar contigo, Hope... —agarró una de sus manos—, haré lo que sea.

Hope sonrió levemente y le dio un beso en la mejilla. Scott, entendiendo lo que pasaba, esbozó una leve sonrisa.

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La chica se recargó en la puerta de los vestidores de mujeres tras cerrarla, mientras veía cómo Hayden trataba de limpiar la sangre que caía de su nariz.

Era plateada.

—¿Estabas con Liam cuando te empezó a sangrar? —preguntó la lobo, acercándose a ella.

—Sí. Fue a guardar unas cosas en su bolso de lacrosse. Dijo que eran como... provisiones —respondió la ahora quimera. Suspiró—. No quiero morir.

—Yo tampoco quiero eso. Así que hay que tener cuidado y estar alerta —dijo Hope, dejando su mochila en el suelo.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? —preguntó Hayden, volteando a verla—. Liam me dijo que mañana es la superluna. Que... se acercará más a la Tierra.

—Sí... Estoy algo nerviosa —admitió Hope—. No tengo un ancla, y durante días he estado... descontrolada. No sé qué me pasará mañana si no lo hago.

—Creí que Theo era tu ancla —dijo Hayden, algo extrañada. La contraria frunció el ceño—. Es decir, he notado que siempre están juntos en los tiempos libres y en los pasillos. Incluso he visto que te besa siempre que te deja en algún lugar, y los he llegado a ver ir al sótano de la escuela. Parecen novios.

—No somos... novios. Se podría decir que somos... ¿amigos con derechos? No sé. Stiles dice eso —Hope se encogió de hombros—. De todas formas, no estoy segura si quiero una relación formal...

Hayden la miró confundida.

—¿Por qué?

—Porque nunca he salido con un chico, ¿bien? Tal vez no lo parezca, pero no soy buena con ellos.

—Pero será mejor que aclaren si quieren algo o no. El pobre tal vez se ilusione —sonrió un poco Hayden.

—Es solo que no quiero que las cosas entre Theo y yo sean tan complicadas.

—¿Por qué? ¿Temes que te rompa el corazón?

Hope sonrió, sarcástica y divertida.

—No. Tal vez yo llegue a romper el suyo.

—Sabiendo cómo es, nada romperá su corazón.

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Más tarde, el pelinegro, el azabache y la pelirroja estaban en clase.

—Oigan, necesito hablarles de algo —dijo Theo, volteando a verlos.

—¿Estás bien? -preguntó Hope.

—No se trata de mí —respondió Theo, esbozando una media sonrisa—. Es algo que debí decirles hace mucho tiempo.

—¿Qué es? —preguntó el alfa.

La mujer lobo lo miró intrigada.

—Esperen. ¿Oyen eso? —preguntó Scott, al escuchar algo a lo lejos.

Los dos fruncieron el ceño.

—¿Es la Policía?

—Es una ambulancia.

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Algunas personas se reunieron afuera, intrigadas por lo que estaba sucediendo.

Los tres amigos avanzaron hacia el frente y vieron que Corey estaba sangrando mercurio.

—Empezó a sangrar por todas partes. Yo no... —balbuceaba Mason, nervioso.

—¡No dejen que lo haga! ¡No dejen que me maten! —gritó Corey, aterrorizado, mientras lo subían a la ambulancia.

Hope observó la escena con horror, incapaz de apartar la mirada.

—Chicos, tenemos que seguirlo. Tenemos que protegerlo, ¿no? —dijo Theo, mirando a los otros. Hope asintió repetidamente y se giró hacia Scott.

—¡Scott, vamos! —le instó, tirando levemente de su brazo—. ¡Scott!

La ambulancia, sin embargo, se alejó rápidamente.

—Scott, ¿qué estás haciendo? —preguntó Theo, extrañado.

Ambos intercambiaron miradas, notando cómo Scott se quedaba paralizado. Entonces, Hope se dio cuenta de algo.

—Hayden...

—¿Qué?

—Vendrán por Hayden también. No voy a dejar que eso pase —dijo la chica, cada vez más preocupada. Su respiración se aceleró, y empezó a temblar ligeramente—. No... no quiero que...

—Hope, ¿estás bien? —preguntó Theo, preocupado, tomando sus manos al notar que estaban frías y temblorosas—. ¿Qué te sucede?

Hope comenzó a dar vueltas, claramente mareada, y pronto sintió cómo sus ojos brillaban con un intenso color ámbar.

—Creo que estoy teniendo un ataque de pánico.

Theo no dudó y la llevó rápidamente dentro de la escuela. Tras empujar a un par de estudiantes que bloqueaban su camino, llegaron a los vestidores.

—Vamos, siéntate —dijo mientras la ayudaba a dejarse caer al suelo. Hope soltó su mochila al lado, intentando calmarse, pero era inútil. Sus ojos seguían brillando, sus garras y colmillos habían salido, y su cuerpo no paraba de temblar—. Piensa en otra cosa, lo que sea. Algo feliz, algo bueno. Amigos, familia... o, no lo sé. Solo trata de respirar despacio.

—No puedo... —respondió Hope con dificultad.

Theo se inclinó frente a ella y sostuvo su rostro entre sus manos. Hope quiso decir algo, pero las palabras no salieron.

—Princesa... —susurró, acariciando su mejilla con el pulgar—. Oye, mírame. Hope.

La miró directamente a los ojos durante un momento. Luego suspiró y, con decisión, se inclinó para besarla. Hope quedó sorprendida al principio, pero pronto correspondió al beso, dándose cuenta de que funcionaba.

Sus garras y colmillos desaparecieron.

La chica colocó sus manos en las mejillas del chico, intensificando el beso y atrayéndolo más hacia ella. Theo sonrió con suavidad en medio del beso, acariciando sus mejillas con ternura.

Sin duda, Theo era su ancla.

Finalmente, se separaron por falta de aire. Ambos juntaron sus frentes mientras sus respiraciones agitadas llenaban el silencio de los vestidores.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó, mirándolo intrigada.

—Yo... En estos días, Stiles dijo que una forma de detener un ataque de pánico era contener la respiración —explicó él, sin apartar la vista de sus ojos—. Y cuando te besé, lo hiciste. Funcionó.

—¿De verdad?

—Sí, en serio.

La pelirroja sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras lo observaba, profundamente agradecida.

—Gracias —susurró, dejando escapar un par de lágrimas. Normalmente, Stiles era quien la ayudaba en estas situaciones—. En serio, gracias.

—No hay de qué —murmuró Theo mientras secaba sus lágrimas con la manga de su chaqueta, sin importarle que se manchara. Se inclinó para darle otro beso, corto pero igual de dulce, que ambos disfrutaron—. Creo que deberías ir a casa ahora, descansar un poco.

—Sí, creo que será lo mejor...

Pero, obviamente, no lo haría. Hope siempre había sido testaruda.

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—¿Sabes la combinación? —preguntó Liam. Él y Hayden estaban en el Sinema.

—12, 34, 56 —dijo ella mientras abría la caja fuerte para buscar unos papeles.

—Eso es...

—Sí, Phil es un idiota.

Hayden sacó una carta que tenía su nombre escrito. La abrió, tomó el dinero y luego cerró la caja nuevamente.

—Mi hermana va a enloquecer de preocupación por mí.

—Ya se nos ocurrirá algo para decirle —intentó tranquilizarla Liam.

—¿Qué tan lejos iremos?

—Tan lejos como sea necesario.

—¿Y si termino como Tracy? ¿Y si te hago daño?

—Lo superaré.

Ambos se besaron.

—Dios, son tan cursis —se burló Hope mientras se acercaba a ellos.

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar con los demás? —preguntó Liam, extrañado.

—Surgió un inconveniente. Me dijeron que fuera a casa, pero vine aquí para ayudarles. ¿Saben? Una vez vine aquí con Scott y Stiles... Una chica terminó coqueteándome.

Los dos rieron suavemente, pero la risa se desvaneció cuando las luces comenzaron a parpadear y las pantallas a encenderse.

—Dios mío —susurró Hayden, alarmada—. Están aquí.

Los sonidos lo confirmaron. Sin lugar a dudas, ya estaban dentro.

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Estar bajo la barra no era un buen escondite, pero no habían tenido tiempo para buscar un mejor lugar.

Los tres se sobresaltaron cuando fragmentos de vidrio cayeron al suelo. Uno de los Doctores se acercó, pero no los vio.

Ellos corrieron hacia la salida, pero apareció otro Doctor frente a ellos.

El Doctor empujó a Liam y Hope, haciéndolos caer al suelo, y luego se centró en Hayden.

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Hope soltó un gemido cuando fue estampada contra la barra, mientras que Liam contra una pared.

—¡Corre, Hayden, corre! —gritó el rubio hacia la quimera.

Hayden retrocedió, pero los Doctores se acercaban a ella. En ese momento, se oyó un rugido. Al voltear, vieron a Scott con su rostro transformado.

El alfa se lanzó contra uno de los Doctores, mientras la chica se refugiaba detrás de él.

—No te acerques —le dijo Scott.

Liam también se transformó y empezó a golpear a uno de los Doctores. Hope se levantó de la barra, también transformada, y fue a ayudarlo.

Sin embargo, tras algunos golpes, el Doctor los derribó al suelo. Scott se levantó rápidamente y volvió a atacar, pero el Doctor lo agarró por la chaqueta y lo lanzó.

Hayden notó cómo un Doctor se acercaba a Liam y Hope. Hope fue la primera en levantarse y comenzó a atacar al Doctor, quien la estrelló contra un tubo.

Molesta, Hope gruñó e intentó atacarlo por detrás cuando vio que se acercaba a Liam, pero la tiraron nuevamente.

Scott se apresuró a atacar otra vez, y cuando pensó que podía vencerlo con una patada, el Doctor lo agarró por la pierna y lo arrojó al suelo.

Hope se sobresaltó cuando unos brazos la rodearon, ayudándola a levantarse.

—¿Siempre eres tan testaruda? —le preguntó Theo al oído—. ¿Estás bien? —dijo al ver los rasguños en su ropa.

—Sí —masculló Hope, fijando su vista en el beta y dirigiéndose a él—. Saca a Hayden de aquí.

Dicho esto, ella corrió para ayudar a su mejor amigo, y Theo la acompañó. Liam fue en busca de la azabache.

—¡Hayden!

Scott seguía luchando contra el Doctor. Hope y Theo peleaban con el otro.

Sin embargo, el Doctor se giró hacia ellos y volvió a derribarlos. Theo se apresuró a levantarse, pero fue acorralado contra un tubo.

—Necesito más tiempo —susurró, esperando que la pelirroja no lo escuchara.

Pero ella y Scott estaban demasiado ocupados retorciéndose de dolor en el suelo.

—El perigeo-sílgia. Hasta entonces. Perigeo-sílgia.

El Doctor lo empujó al suelo, y Hope juró escuchar los huesos de Theo crujir.

Los Doctores empezaron a retirarse, y con ello, las luces dejaron de parpadear.

—¿Dónde está Hayden? —preguntó Scott.

Los tres se levantaron rápidamente y fueron a buscarla. La vieron en un cuarto apartado con Liam.

—Estoy bien —les dijo ella, su voz un poco rasposa—. Creo que estoy bien.

—Vi que la aguja entraba y sus ojos se llenaban de mercurio —dijo el rubio, angustiado—. Se volvieron plateados.

—Está bien —dijo Scott.

—Tal vez se recupere —dijo Theo.

—O tal vez no —respondió Hope, observándola—. No quise sonar así, pero... no se ve bien.

—¿Y si algo le pasa por dentro?

—Vayan a la clínica para animales. Los veré ahí.

Scott se fue tras decir eso.


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El azabache iba conduciendo su camioneta. Como la vez pasada, la pelirroja iba de copiloto, con los menores atrás.

—Que no se duerma —dijo Hope al notar cómo la chica volvía a cerrar los ojos.

—No creo que sea bueno que se duerma —comentó Theo.

—¿Hayden? Hayden, mantente despierta —dijo Liam, mirando a la chica entre sus brazos.

—Estoy muy cansada —ella dejó escapar un suspiro de cansancio.

—Lo sé, pero no puedes dormirte —respondió Liam, antes de voltear a ver a los mayores, su mirada y su voz cargadas de preocupación—. ¿Cómo la ayudamos?

—No sé —respondió Theo—. Si es envenenamiento con acónito, lo quemas. Pero no sé nada sobre el mercurio, especialmente el que ellos alteraron.

—¿Se va a curar?

—No es como nosotros, Liam —dijo Hope—. Ninguno de ellos. Son como... imitaciones baratas. Tal vez ella no sea tan fuerte.

—Ni sanará como nosotros.

—No es una verdadera mujer lobo —añadió Theo.

—¿Y si la convertimos en uno?

—Es una buena idea, pero no podemos hacer eso.

—Pero Scott sí puede.

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Los cuatro se encontraban en el veterinario. Liam estaba con Hayden, y Hope esperaba con Theo.

Al escuchar el auto de su hermano estacionarse, decidió salir para verlo. También estaba Scott, que recién llegaba.

—Lo siento. El Jeep no arrancaba otra vez —se disculpó Stiles bajando del vehículo y acercándose a ellos—. Las cosas apenas aguantan. No me pude comunicar con Malia o Lydia.

Pero su amigo no decía nada, y eso hizo que Hope frunciera el ceño y preguntara:

—¿Scott?

El chico sacó una herramienta de su chaqueta. Pertenecía a ellos, de las que usaban con el Jeep. Y estaba manchada con algo de sangre.

—¿De dónde sacaste eso?

—¿Esto es tuyo? —preguntó, mirando inexpresivo a su mejor amigo. Stiles soltó un suspiro pesado, mientras Hope miraba confundida. No entendía nada—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Iba a hacerlo.

—¿Por qué no me dijiste lo que pasó?

—No pude —susurró Stiles. Su hermana se dio cuenta. Era sobre Donovan.

—¿Lo mataste? —preguntó Scott—. ¿Mataste a Donovan?

—Pero él iba a matar a nuestro papá —murmuró Hope.

—¿Qué, debíamos dejarlo pasar? —continuó Stiles.

—¿Tú sabías? —dijo incrédulo Scott hacia la chica—. De hecho, no me sorprende. Siempre hacen todo juntos. No se supone que hagan esto.

Theo, quien había agudizado su oído para escuchar, tragó saliva nervioso al darse cuenta de que Scott ahora sabía que Hope había estado ahí.

No la había mencionado cuando le contó, pues no quería meterla en esto, pero no pensó que la chica iba a defender a su hermano.

—Ninguno de nosotros.

—¿Crees que tenía alguna opción? —preguntó Stiles.

—Siempre hay una opción.

—Scott, no podemos hacer lo que tú haces —le dijo Hope—. Mira, a mí también me atacó. Sabemos que tú no lo hubieras hecho. Seguramente se te hubiera ocurrido algo.

—Lo intentaría.

—Sí, porque eres Scott McCall —dijo sarcástico Stiles—. Eres el Verdadero Alfa. ¿Sabes? No todos podemos serlo. Algunos tenemos que cometer errores. Algunos tenemos que ensangrentarnos las manos algunas veces. ¡Algunos somos humanos!

—¿Así que tuvieron que matarlo?

—Scott, él iba a matar a nuestro papá —Hope suspiró, intentando calmarse.

—La forma en que pasó... Hay un punto en que... Deja de ser defensa propia.

—¿De qué estás hablando? No tuve opción, Scott —el humano respiró agitado—. Ni siquiera nos crees, ¿verdad?

—Quiero hacerlo.

—Muy bien, entonces... Entonces créenos.

—Scott, di que nos crees —pidió Hope—. Dilo. Di que nos crees. ¡Dilo!

—Chicos, no podemos matar gente que tratamos de salvar —dijo el alfa.

—Di que nos crees —Stiles se acercó a él, lo que hizo que retrocediera. La mujer lobo lo miró decepcionada.

—No podemos matar gente. ¿Creen en eso?

Los dos lo miraron con decepción y tristeza.

—¿Qué hacemos al respecto? —preguntó Stiles—. ¿Qué quieres que hagamos? Solo sé... Scott, solo dinos qué quieres que hagamos, ¿sí? Por favor, solo dinos. ¿Qué quieres que hagamos?

—Scott, si no nos dices, no sabremos qué hacer —dijo Hope.

—No se preocupen por Malia o Lydia. Las encontraremos. Tal vez... Tal vez deban hablar con su papá.

Scott entró al veterinario. Tanto Stiles como Hope no pudieron evitar soltar un par de lágrimas. Su mejor amigo de toda la vida no les creía.

¿En quién confiarían?

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