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four. terminal state

four ;

Aquel grupo entró corriendo a la estación, encontrándose con Noah y la oficial Clark, quien ayudaba al alguacil a levantarse del suelo. Una línea de sangre cruzaba el piso.

Scott se acercó para ayudar, pero Stiles, siguiendo el rastro de sangre, quedó inmóvil al ver a Lydia tendida en el suelo, con una herida en el abdomen, mientras Kira trataba de asistirla.

—Oh, Dios... —susurró Hope, alarmada, al ver a su amiga en ese estado.

Theo, notando la expresión preocupada de la chica, rápidamente se acercó a Lydia. Se apresuró a quitarse el cinturón y comenzó a improvisar un torniquete.

Deaton observó algo en el suelo: la cola de Tracy. Sacó una tela de su bolsillo y se agachó, cubriéndola.

—Chicos —dijo, dirigiéndose a Scott y Hope—, necesitamos actuar rápido.

Ella miró a su hermano antes de acercarse a Deaton.

En ese momento, Natalie Martin apareció, alterada, y con rapidez fue hacia donde estaba su hija.

Scott se acercó a una puerta.

—Stiles —llamó—. Vamos.

Stiles no dejaba de mirar a Lydia, preocupado.

—Tracy... —dijo la chica con dificultad—. Stiles, estoy bien. Ayuden a Tracy.

Hope, poniéndole una mano en el hombro a su hermano, le dijo en tono calmado:

—Anda. Yo me quedo con Lydia.

Stiles suspiró y, junto a Scott, salió en busca de Malia, con Deaton y Noah siguiéndolos de cerca.

Hope se acercó a su amiga y se agachó a su altura.

—Tenemos que llevarla al hospital. Melissa está esperando —dijo, mirando a Kira, quien asentía—. Fue la cola, ¿no?

Kira volvió a asentir.

—Sí... Fue la cola de Tracy.

—Bien. Vamos, no perdamos tiempo.

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Un par de médicos ya estaban llevando a Lydia en una camilla hacia el quirófano, mientras el grupo de amigos estaba reunido en la recepción.

Hope y Liam entraron al hospital poco después, con el menor preocupado por algo que debía decirle a su amiga.

—¿Enterraron a Tracy? —preguntó ella mientras caminaban hacia sus amigos.

—Enterrada viva, se arrastró para salir —dijo Liam—. Luego encontramos otro hoyo.

—¿Quién estaba en ese hoyo?

—No lo sé, pero creo que tenemos que averiguarlo.

Justo en ese momento, Melissa se acercó a Stiles.

—¿Cómo está? —preguntó él, mirando ansiosamente a la mayor.

—Podría haber sido peor —dijo la mujer con honestidad—. Hiciste bien con el torniquete. Le salvaste la vida.

Stiles y Hope se miraron por un momento antes de mirar a Theo, quien no dejaba de observar a la chica desde que llegaron.

—Está a punto de entrar al quirófano. Va a pasar un rato —les dijo Melissa—. ¿Hay algo sobrenatural que deba saber? ¿O solo le suturamos y esperamos?

—Era la cola —dijo Kira.

—Tracy la cortó con la cola, si eso ayuda —comentó Scott.

—Entendido —suspiró su madre, y se alejó rápidamente hacia el quirófano.

Pero Malia, visiblemente tensa, agregó hacia sus amigos:

—No solo era Tracy... Estaban los otros... los hombres con las máscaras.

Una tensión incómoda se instaló en el ambiente.

—Lamento decirlo justo ahora, pero... me muero de hambre —Hope dijo tras el silencio, haciendo que todos la miraran—. ¿Alguien quiere algo de la máquina?

—Yo no, gracias —respondió su hermano con pesadez, y fue a sentarse, pasando sus manos por su rostro y cabello, frustrado.

—Yo tampoco —dijo Kira, dirigiéndose también a un asiento.

—Una soda, por favor —suspiró Malia, sentándose al lado de su novio.

—Algo dulce —dijo Scott, sentándose al lado de su novia.

—Una soda y papas —añadió Liam, sentándose junto a ellos.

Hope miró en silencio el dinero que tenía en su mano.

—¿Para qué pregunté? —suspiró, sabiendo que la escucharían—. Liam, me faltan tres dólares. ¿Me los prestas?

—No me mires a mí, estoy quebrado —dijo él, encogiéndose de hombros—. Además, tú ofreciste, así que...

Hope sonrió y le mostró el dedo medio.

—¿Te puedo acompañar? —preguntó Theo, mirando a la chica, quien levantó una ceja. Stiles lo miró seriamente, con un tic en el ojo—. Tengo dinero.

—Genial. Vamos.

La pelirroja empezó a caminar hacia la máquina expendedora, con el azabache siguiéndola. No tuvieron que caminar mucho para llegar.

Una vez ahí, comenzaron a sacar todo lo que necesitaban. Theo miró por un momento todos los dulces que estaban disponibles.

—¿Qué quieres tú? —preguntó el chico, volviendo a mirarla a ella.

—Yo quiero... —la chica sonrió al encontrar sus dulces favoritos—. Unos...

—¿M&M's? —interrumpió Theo, con una pequeña sonrisa al recordarlo.

—Veo que me conoces —dijo Hope, divertida, mientras él sacaba dos paquetes.

—Siempre te veo comerlos en clase de Biología y en Historia —Theo se encogió de hombros. Ambos empezaron a caminar de regreso.

—El chocolate me ayuda con el estrés. Y con la vida que llevo, se vuelve necesario —dijo Hope con una ligera sonrisa—. Pero yo no recordaba que te gustara lo dulce.

—Cambié de parecer —respondió Theo, con indiferencia, pero ella pudo notar la apenas perceptible sonrisa en sus labios.

Hope se detuvo un momento antes de mirarlo fijamente.

—Oye, ¿te puedo preguntar algo?

—Claro, dime.

—Tú eras el lobo negro de la otra noche, ¿no? —preguntó Hope, sin apartar la mirada.

Theo sonrió levemente, recordando la noche pasada.

—¿Cómo te diste cuenta?

Ella se encogió de hombros mientras empezaba a caminar nuevamente.

—Conozco tu aroma.

Theo permaneció allí parado unos segundos, sonriendo, antes de seguirla.

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—Si el 99.9 por ciento de nuestro ADN es igual al de otros humanos, ¿qué podría ser la diferencia en el 0.1% restante? —hablaba la profesora Finch al día siguiente—. ¿Theo?

Theo, que observaba cómo Hope escribía algo en su cuaderno mientras comía de algunos chocolates, levantó la vista al escuchar su nombre.

—Nucleótido —respondió con calma.

—Correcto.

Mientras tanto, Scott revisaba en su cuaderno unas pistas sobre lo que estaba ocurriendo, al mismo tiempo que Hope parecía estar al borde del colapso.

La noche anterior no había terminado su tarea de Biología; en su lugar, había estado dándole vueltas a lo que pasó recientemente.

Y lo peor era que en ese momento no tenía un ancla que la ayudara a controlarse.

Antes, había sido Stiles había cumplido, pero Hope decidió seguir las técnicas que Derek le enseñó. Sin embargo, desde el año pasado, todo había cambiado. Ahora no tenía nada que la ayudara a mantener el equilibrio, y temía que eventualmente perdería el control.

—¿Sí, Kira? —preguntó la profesora al ver que la chica levantaba la mano.

—¿Puede haber más de una especie con el mismo ADN? —inquirió Kira con curiosidad.

—No, pero una persona puede tener múltiples combinaciones de ADN —respondió la profesora, captando la atención de Scott—. A eso lo llamamos quimera. ¿Alguien sabe de dónde proviene el término? Sydney, ¿quieres responder?

—De la mitología griega —dijo Sydney—. Es un león con una cabra que le sale de la espalda… y una cola que termina en cabeza de serpiente.

—Correcto, Sydney —asintió la profesora—. ¿Quieres leernos todo el artículo de Wikipedia?

Algunos compañeros rieron por el comentario, pero la mujer continuó:

—Pero eso nos lleva a nuestro siguiente tema: la mutación. Como saben por la lectura asignada, el ADN es una molécula frágil. ¿No es así, Hope?

Hope levantó la mirada, sintiéndose repentinamente expuesta bajo las miradas de sus compañeros. Scott y Kira la miraron con preocupación, pero ella no respondió de inmediato.

—¿O es que no leíste lo que asigné? —insistió la mujer.

—M-más o menos...

—¿Más o menos o sí?

—Mayormente sí —murmuró Hope—. Justo ahora estoy terminando, si quiere puedo...

—Eso no me interesa. Debiste hacerlo cuando te lo pedí —la interrumpió con frialdad—. Pero gracias por brindarme una transición perfecta al tema.

Theo notó cómo Hope comenzaba a mover su pierna bajo la mesa, sus dedos temblaban ligeramente, y sus garras empezaban a salir de sus manos.

Rápidamente, Theo se aseguró de que la profesora no estuviera mirando y, bajo la mesa, tomó la mano de Hope, entrelazando sus dedos con los de ella.

Hope se sobresaltó, pero al mirar a Theo y sentir su agarre firme, se calmó poco a poco. Las garras desaparecieron.

—Formularios de baja —continuó la profesora, ignorando lo que sucedía en su aula—. Todos aquellos conscientes de que no deberían estar en esta clase deberían llenar uno. Los formularios estarán en mi escritorio.

Hope retiró su mano de la de Theo, recogió sus cosas apresuradamente y caminó hacia el escritorio. Agarró uno de los formularios, dudó un segundo, y salió del aula sin decir una palabra.

Scott y Kira se miraron, preocupados por su amiga.

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Hope estaba en la biblioteca, con el rostro escondido entre sus brazos, sentada en una mesa.

La pareja estaba frente a ella, observándola con cautela.

—¿Está dormida? —preguntó Kira, inclinándose un poco.

—No. Apuesto a que está muerta —bromeó Scott.

Kira le dio un codazo.

—Lo siento, perdón —se disculpó rápidamente—. Es una broma. Su corazón está latiendo, solo está dormida.

—No sé… Se veía rara en clase, y rellenó por completo el formulario que agarró —dijo Kira con una mueca—. A veces pienso que es más gemela de Stiles que melliza.

—Yo también —coincidió Scott, justo cuando Stiles y Malia se acercaron a la mesa—. ¿Pudiste entrar a ver a Lydia?

—No —respondió su amigo con frustración—. Intenté aprovechar mi periodo libre, pero sigue en la UCI. Solo su familia puede entrar.

Stiles extendió un dedo y tocó el cabello de Hope con suavidad, como temiendo despertarla.

Hope levantó la mirada con pereza y volvió a recostar la cabeza entre sus brazos.

—Tenemos algo —anunció Malia, colocando el Bestiario en la mesa.

—¿Hay algo ahí sobre alguien que sea mitad hombre lobo, mitad kanima? —preguntó Kira.

—Quimera —respondió Scott.

—¿Qué es eso? —preguntó Stiles, confundido.

—Quimera —repitió Hope, alzando la voz con cansancio—. Es una criatura hecha de partes incongruentes. Así que, si el niño encontró dos tumbas, significa que Tracy no es la única.

—¿Quién es la segunda quimera? —preguntó Kira.

—¿Y por qué las entierran? —añadió Stiles.

—Deaton cree que forma parte del proceso —contestó Scott.

—Los de las máscaras —murmuró Malia, mirando a Hope—. ¿Qué le pasa?

—Está así desde Biología —respondió Kira.

El par de amigos compartió una mirada preocupada. El de lunares suspiró, sacó unas gomitas de su mochila y se las ofreció a su hermana.

—Toma. Come algo y, cuando terminen las clases, vete a casa a descansar.

La pelirroja sonrió levemente, tomando el paquete, y le mandó un beso volador. Su hermano rió un poco.

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Tras descansar un par de horas, Hope decidió salir a andar en su patineta. Era de noche, y las calles estaban tranquilas.

Disfrutaba del aire fresco y la sensación de libertad hasta que su teléfono comenzó a sonar. Se detuvo, desconectó sus audífonos y contestó.

—¿Qué pasa? —preguntó al ver que era Stiles.

—El Jeep otra vez —dijo su hermano con resignación—. ¿Puedes venir a ayudarme? Estoy en el estacionamiento de la escuela.

—Claro, voy para allá. Espérame.

—Te quiero.

—Yo también. Adiós.

Guardó el teléfono y dejó escapar un suspiro antes de volver a colocarse los audífonos. Reanudó su camino hacia la escuela, distraída con la música, hasta que tropezó con una piedra y cayó al suelo.

Soltó un quejido de dolor, retirándose los audífonos. Cuando alzó la vista, una figura se alzaba frente a ella.

—¿Donovan? —preguntó Hope, confundida.

El chico no respondió. Extendió una mano, mostrando algo aterrador: una especie de boca con colmillos emergía de su palma.

Hope retrocedió, horrorizada, pero antes de que pudiera escapar, Donovan se agachó y colocó su mano en su pierna, provocándole un grito de dolor.

Oh, Donovan... Theo definitivamente te matará por meterte con quien dijo que no tocaras.

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