
𝟎𝟏𝟎: 𝚅𝚒𝚊𝚓𝚎 𝚢 𝙻𝚕𝚎𝚐𝚊𝚍𝚊 ✓
Solo había pasado una hora de su viaje en auto y Fang ya se sentía destruido y cansado como si hubiera estado toda la tarde allí. Molesto e incómodo, se movía en el asiento del acompañante. Edgar, que estaba conduciendo bastante tranquilo pese a su demostración de Rápidos y Furiosos anterior, notó la incomodidad de su compañero.
- ¿Te sientes incómodo? Hay una estación de servicio a unos kilómetros; podemos parar allí a comprar algo y aprovechar que estires las piernas antes de que no te puedas mover- sentenció el científico, intentando tapar su preocupación por el contrario.
La condición de Fang había estado empeorando estos días; si no era tratado pronto, sus pulmones se detendrían y su corazón dejaría de latir. Pareciera ser que el debilitado cuerpo del héroe no soportaría más de dos meses, y en el último mes lo pasaría en estado vegetativo. Edgar estaba preocupado por el destino de Fang; le había tomado mucho cariño en este tiempo que habían compartido. Ya no se sentía solo; el dolor de su día a día había acabado bajo la constante compañía del héroe. No soportaría verlo desmoronarse poco a poco hasta dar su último aliento; eso destruiría hasta el último de sus cimientos.
- Está bien, Edgar, puedo aguantar un poco más -dijo Fang; su voz se oía cansada y arrastraba las palabras. Oscuras ojeras detonaban su falta de sueño. -Espero no te moleste que tome una siesta-
- Para nada, solo no ronques. - Bromeó Edgar, por su parte preferiría que no se durmiera, así podría monitorear lo, pero el rostro cansado del héroe le hizo recordar que en su condición merecía más descansos que el habitual.
- Gracias, confío en ti para que no choques. - Lanzó una risilla media ahogada. Se acomodó una vez más en su asiento buscando estar más reclinado, pero sin sacarse el cinturón de seguridad. Mirando una última vez por la ventana, cerró sus ojos y se preparó para dormir.
Los minutos se transformaron en horas, y pronto ya llegarían a su destino. Edgar decidió despertar a Fang; no quería lidiar con el héroe medio dormido. Sin despegar la vista del camino, estiró su mano y sacudió levemente el hombro del asiático.
- Oye, bella durmiente, ya es hora de despertar. Ya casi llegamos. - Miro por unos segundos como abría sus ojos lentamente, acostumbrándose a la luz; ya no se veía tan cansado, pero de igual manera se veía en malas condiciones.
- ¿Ya llegamos? ¿Cuánto dormí? -dijo mientras estiraba sus brazos, hasta que el movimiento le dolió y desistió.
- No mucho, solo tres horas. Me aburro mucho sin tu compañía - hablo en falso duelo y haciendo drama, en parte no le molestó tanto estar solo en el viaje. Le sirvió para pensar en todas sus posibilidades con Rosa.
- Oh, uh... Lo siento, me ganó el cansancio. ¿Cuánto falta para llegar? - el nerviosismo se notaba en el timbre de su voz. Claramente no quería reunirse con la ex científica malvada, con la cual había pasado varias penas y traumas.
- No mucho, capaz que en 15 o 20 minutos. Ya te lo dije, no te preocupes. Tengo todo bajo control y no permitiré que te pase nada. - Su mirada severa se cruzó brevemente con la contraria, luego su concentración volvió a la calle.
Fang suspiró; no sabía por qué, pero cada vez que el azabache afirmaba que nada le sucedería en su guardia, le generaba una sensación de seguridad y paz, comparable a la sensación que le surgiría un niño al escuchar a su padre calmarlo. No sabría decir cuándo había cambiado su sentimiento de odio y molestia hacia el Villano, no sabría decir cuándo este sentimiento burbujeante empezó a apoderarse de él. ¿Sería que sentía algo por el presunto científico malvado? Sus mejillas se sonrojaron levemente ante la mera idea de aceptar tener esos sentimientos. Miro por la ventana intentando calmar el galopante torrente de ideas confusas y sentimientos que le causaba.
El auto se detuvo frente a una casa; era vieja, pero aún se mantenía en pie; las ventanas rotas y el jardín descuidado le daban un mal aspecto. Arbustos de rosas secas decoraban la entrada y el caminito que había desde la reja hasta la puerta de la casa. A Fang le resultaba muy conocida la fachada de la casa, como si ya hubiera estado ahí anteriormente. La puerta del acompañante se abrió de golpe, sacando a Fang de un salto de sus pensamientos.
- Vamos, apresúrate, o la señorita necesita que le abran la puerta y le tiendan la mano - Dijo burlón Edgar, a modo de chiste, hizo una reverencia y le dio su mano.
-Cállate, no es momento de juegos, Edgar. -Salió del auto escuchando la risita del azabache. Se mareó un poco al levantarse bruscamente del asiento; acostumbrado ya, sacudió su cabeza y caminó hacia la entrada de la casa.
- ¿A dónde crees que vas? Esa no es la entrada a la guarida de Rosa.- Dijo mientras señalaba a un trillo entre arbustos y pastos que llevaba hacia el fondo de la casa. Edgar empezó a caminar hacia el pequeño pasillo. - Sígueme de cerca, no quiero perderte. -
- Sí, voy; si no me avisa por donde es, yo no soy adivino. - Hablo exasperado, intentando ocultar la vergüenza apresurarse y equivocarse. Hablaba con su voz una octava más alta, casi gritando.
- Baja el volumen, no queremos activar ninguna trampa. ¡Cuidado! - Salto desde donde estaba, tomando a Fang entre sus brazos, lo sacó la trayectoria del proyectil que iba dirigió a él. - Demonios, ya saben que estamos aquí. - Suspiro, aún sin soltar a Fang de sus brazos. - ¿Estás bien? Creo que fui muy brusco.-
Ambos miraron hacia el brazo de Fang en donde estaba la marca roja de la mano de Edgar. Otra contra de su padecimiento era que su piel era más sensible; cualquier golpe o roce fuerte ya era suficiente para enrojecer su piel.
- Estoy bien, gracias por salvarme. - Sacudió un poco el polvo de su ropa. - Te sigo de cerca, guía el camino. -
- Bien, vamos entonces, sé más silencioso; ya saben que estamos intentando entrar, y estoy seguro de que no somos bienvenidos. - Camino otra vez hacia el pasillo oculto entre la maleza y las enredaderas.
Fang lo siguió de cerca, como dijo, en ningún momento no más lejos que de un metro del científico. Sorpréndentemente no se activaron más trampas en su breve camino hasta un viejo y pequeño garaje. Edgar corrió la puerta de este mismo revelando un ascensor que los llevaría varios pisos hacia abajo.
- Parece que las guaridas subterráneas están de moda... ven párate aquí - Sincho a Fang hasta tenerlo a su lado sobre una placa de metal, a su lado un teclado con números alguno de ellos más gastados que otros destinado cuales eran los más usados.
Puso una y dos veces el orden de números que creía correcto; al tercer intento, la pequeña pantalla en donde se reflejaban los números titiló en verde mientras se escuchaba la palabra "contraseña correcta" salir de un altavoz en un tono robótico.
- La tercera es la vencida, dicen -dijo el villano, para luego sentir como el piso debajo de ellos empezaba a descender -Hazme acuerdo de cambiar todos los teclados en casa-Le hablo a Fang mientras este le asentía.
Cada segundo era una tortura para Fang; significaba estar cada vez más cerca de una persona que no deseaba ver ni en sus sueños. La base se detuvo; ya estaban dentro de la guarida de Rosa. El lugar estaba oscuro, tan oscuro que si no fuera por la mano de Edgar en su hombro, fácilmente no podría saber que estaba allí. Un reflector apuntó su luz de repente hacia ellos. El sonido de unos tacones contra el piso hizo temblar al héroe. De pronto todas las luces se encendieron, revelando frente a ellos a la antigua villana y centífica.
- Los estabaesperando-dijo Rosa con una voz profunda y femenina.
Volvi con un regalo de navidad atrasado, espero disfruten de este capítulo como yo lo disfruté al hacerlo !!
Este capítulo se lo dedico a Dew 13, gracias por el apoyo que me diste espero que te guste el capítulo!!
Saludos nos vemos el año que viene !!
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