6
Ahora que no estás.
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Ethan Martínez
No sabía cuántos segundos habían pasado, no sabía desde cuando estaba ahí parado en ese acantilado mirando la cascada y sintiendo el frío viento acoplarse a mi piel. Transmitía en mi imaginación como sus últimos momentos pudieron haber sido, como pudo haberse sentido sabiendo que moriría y que jamás volvería a ver a sus hijos. La visualizaba ahí, dando pasos lentos hacia atrás con una gran herida profunda en su vientre y simplemente cayendo al vacío, cayendo justo como su compañero cayo, ambos muriendo ahogados. La soledad recorría mi piel cada ves que me acordaba de ella, cada ves que alguien era capaz de mencionar su nombre en mi presencia. Habían pasado 61 días desde que ella ya no estaba, y ahora que no está todo era más complicado de lo que algún día creí que fuese. Este dolor que sentía era inexplicable y más cuando se trataba de ella, el sentimiento de amor que sentía por esa mujer era muy diferente al que algún día sentí por alguien. Levemente proseguí en irme, en volver al hogar que ella me había brindado, ahora que no estaba, el tiempo pasaba lento y torturador. A veces sentía que al abrir la portones de su comunidad y ahí estaría ella, cansada pero no derrotada con su fiel caballo y lista para recibir los abrazos de las criaturas que más amaba.
Su olor aún estaba plasmado en la cama que compartíamos, donde ambos hacíamos el amor con locura y dejábamos que nuestras almas se convirtieran en uno. Aún sentía su respiración en mi oído dándome ese cariño de pasión que la hacía volverse loca por mi pero más yo que ella. Galopeaba mi caballo mientras que aún no era capaz de borrar su imagen cuando despertaba en la mañana con su cabello alborotado pero con esa sonrisa que me volvió loco, esa chica me enamoró como nunca antes me había enamorado. En las noches se sentía solitario dormir sin ella, sin sentir su calor o su piel acompañar la mía, su presencia había opacado todo lugar donde ella algún día estuvo, Aliana sin duda alguna fue un brillo de esperanza para todo aquel que la conoció, y más para mi. Me libero de esa amargura que llevaba en mi interior, saco lo que nunca pensé que tendría y era el valor de amar a alguien, de volver a enamorarme como si no hubiese fin pero ahora que no está, lo único que tenía sentido era lo que ella dejó en vida, sus hijos.
Sus verdosos ojos me perseguían en mis recuerdos, los ojos que penetraban los míos y me causaban escalofríos. Sus rosados y carnosos labios que amaba saborear, era un tacto que anhelaba siempre sentir con ella. Su piel algo pálida, cubierta de lunares y ese rostro lleno de pecas, su cabello tan oscuro, largo y lacio. Amaba cuando se lo hacía en una coleta alta, es que podía ver cada facción de su rostro y lo hermosa que se veía, su sonrisa era única y su risa también. Cada vez que mis tímpanos escuchaban su risa malvada, su risa sarcástica era una melodía para mi, era una calma. La veía en mi mente como un ángel que llegó a salvarme de este infierno, la vi como una salvación pero ahora estaba siendo mi perdición, no la tenía y ella era la esperanza de levantarme en la mañana, ella y mi familia, lo único que me queda. Ahora que no estaba, todo se sentía frió, todo se sentía rutinario. Me baje del caballo donde cabalgaba, mientras que observé los portones abrirse, aquellos portones abiertos por aquel adulto que me miraba cabizbajo.
—¿Nada aún?—me preguntó Eugene, mientras que dos hombres no tardaron en acariciar mi caballo mientras se lo llevaban al establo. Me negué.
—Busque por cada parte del bosque, busca rastro o alguna señal pero no halle nada.—dije en un suspiro de cansancio.—Desapareció sin dejar rastro.—le comenté, mientras que este cabizbajo lamentó el paradero perdido de Negan, de quien no se sabía desde el día en que su hija murió.
—Mañana será otro día.—me alentó este, mientras que suspire y me empecé a distanciar para caminar lejos de él.—Quizás tengas suerte.—me continuo animando pero yo tan solo no tenia ni una pizca de esperanza.
—El mañana ya no es seguro... —dije en un hilo, caminando y viendo el cielo gris, nublado como si se hubiese sincronizado con mis sentimientos. A la distancia pude notar aquel joven, solitario y sentado en el balcón de aquel hogar, cabizbajo y pareciendo limpiar un arma.
—Hola.—mire fijamente como mi sobrino inclinó su vista en mi, veía su rostro, su semblante avergonzado; se sentía culpable de lo qué pasó aquel día.—No me dejaron salir, ni siquiera Connor.—me comentó, mientras que visualice cómo continuó limpiando su arma. La expresión que hizo me dio un escalofrío, pude ver como cada día más se parecía a mi fallecido hermano, a su padre.—No quiero que suene mal pero estar aquí me está consumiendo, necesito salir.—añadió a su comentario con algo de molesto, pude presenciar la actitud en su voz pero fue un gesto que decidí ignorar.
—No querremos ponerte en riesgo, deseamos que puedas entenderlo.—le dije, este asintió, bajando su cabeza y continuando con su que hacer.—¿Y Michonne? ¿No te ha dado ninguna instrucción o dado alguna alerta?—le pregunté, ante no ver a la líder de la gran comunidad a los alrededores. La puerta detrás de aquel balcón se abrió, mostrando la presencia de mi hermano, de Connor. Este y yo nos miramos fijamente, mientras que como saludo nos asentimos.
—No ha salido de su casa, hoy me encargo yo y Aarón de las comunidad, Daryl tampoco ha estado en él área, él junto a Connie y Kelly han estado verificando los rastros de los susurradores.—me comentó este, bajando por los escalones del balcón y pasando por un lado de Michael.—Deberías descansar, Michael se puede encargar de los niños.—comentó Connor a mi lado, notando mi cansancio pero me negué.
—No, ellos son mi responsabilidad. Ahora que Negan no está, ni siquiera Jayden o Aliana, ellos desde ahora son mi prioridad.—le respondí a Connor, quien palmeó mi hombro y asintió lamentado.—Caleb no esta hablando, y Alanna no está comiendo bien.—suspire, sintiéndome preocupado por ellos.
—Michonne ha intentado de acercarse a ellos pero no se expresan, incluso Rosita también ha intentado de una forma acercarse pero ellos continúan en negación, solo hablan contigo.—dijo Connor, haciéndome sentir algo tranquilo.
—Perdieron a su madre, están solos.—Michael se dirigió a mi con actitud, dejando ver su rastros de culpabilidad, dejando ver lo que sentía.—Sin dejar atrás que su abuelo los abandonó.—añadió, observándonos.
—No están solos.—opinó Connor, viendo como Michael se levantaba de los escalones y negó. Mire su semblante, mire como parecía demostrar su molestia ante la conversación que teníamos.
—Perdieron a su padre, y ahora a su madre. No tienen nada, no importa que estemos para ellos, jamás estarán completos otra ves.—le respondió a Connor, quien lo miro fijamente ante la actitud de nuestro sobrino.
—¿Así es como te sientes tú? ¿Incompleto?—le pregunté a él, viendo su incomodidad y como no tuvo atrevimiento de responderme.
—¿Ethan?—una voz agitada me llamo, algo intrigante me giré al observar como Aarón trotaba hacia mi con cansancio mientras que visualice a Yumiko a su lado, algo agitada.
—¿Qué pasa?—pregunté inquieto, viendo como estos parecían haber corrido un maratón.—Hablen.—les pedí con una gran actitud ante la curiosidad recorrerme.
—Alanna se ha escapado, y tampoco encontramos a Caleb, creo que la intento de encontrar y los portones traseros están abiertos, enviaremos unos guardias y ya le avisamos a Michonne.—cerré los ojos y suspire gruesamente, no desee esperar más y me alenté a caminar.
—Carajo.—hablé entre dientes, mientras que empecé a trotar con rapidez hacia donde habían colocado mi caballo, no deseaba pensar lo peor, no deseaba.
—Voy a ir.—detrás de mi pude escuchar la voz preocupante de Michael, el cansancio me recorría, los ánimos para pelear contra él y detenerlo, se anularon.—Se donde pueden estar.—me dijo este, mientras que ambos no tardamos en colocarnos para treparnos en un caballo cada uno mientras que visualizaba los movimientos de muchas personas para ir en busca del área pero entre ellos, pude notar como aquella pequeña de sombrero de alguacil miraba inquietante.
—Iremos al sur, seguiremos sus rastros por la parte trasera.—me aviso Aarón, a quien le sentí antes de cabalgar mi caballo para que avanzara nuevamente a los portones, los cuales estaban abiertos.
Sentía el frío viento tocar mi rostro, mientras que visualice a lo lejos aquella mujer. Se veía destruida, sin ánimos de nada pero la noticia que recorrió por la comunidad pareció alarmarla. Pude ver a Michonne en acción, pude ver como con rapidez busco información de lo que sucedía. Pude ver el desespero en sus ojos, quizás compartíamos el mismo temor, perder lo único que Aliana nos dejó, o quizás para Michonne; perder lo único que Carl y Aliana le dejaron. Mi caballo avanzaba con rapidez, mientras que permitía que Michael me guiara, veía como tomaba las riendas de su caballo para avanzar delante de mí mientras que mi corazón bombardeaba. Veía el cielo nublado pero sin rastros de llovizna, los días pesados no se terminaban y la tristeza parecía crecer mucho más de lo que ya había crecido. Todos habíamos cambiado desde ese día, era como si él brilló del sol se hubiese ido con Jayden y Aliana el día en que ambos fallecieron. Ahora que no estaban, muchos ni tenían motivos para pelear y yo era uno de ellos, estoy seguro que Negan también. Perdió a sus tres hijos, no pudo enmendar la ausencia de sus años con ellos en vida, perdió primero a su único hijo varón para luego perder a su primogénita, y finalmente, perder a la luz de sus ojos; su pequeña hija, Aliana.
No quería imaginar el vacío que ese hombre sentía, por eso deseaba entender el porque deseo dejar todo atrás y irse, dejar a sus cuatro nietos aún lado y permitirse consumirse por el dolor de una nueva perdida. Intentaba de evadir los pensamientos de ese día, de aquel día en donde sentí un vacío y como todo mi mundo parecía derrumbarse. Me era imposible no empezar en esa chica que me volvió loco, esa chica a la que quería proteger y más que eso, amar. Continué galopeando mi caballo con rapidez, siguiendo el rastro de Michael y como este dominaba su caballo, mientras que atravesábamos el bosque por un camino conocido, por el mismo camino en donde parecía que venía pero cada ves que imaginaba a Aliana, disminuía la forma en la que agitaba la cuerda para que el caballo avanzara con más rapidez. La cabeza me dolía, y necesitaba un respiro porque sus imágenes en mi cabeza dañaban mi enfoque en lo que deseaba hacer, encontrar a sus hijos. Note como Michael frente a mi disminuía también su caballo, percatándose de mi situación y en cómo me detuve un instante a respirar, en como me quede aturdido mirando a la nada. Mi sobrino me miraba, como si entendiera en lo que pensara.
—No me siento incompleto por no tener a mi madre o a mi padre, me siento incompleto al ver que tú también lo estás.—lo mire fijamente ante sus palabras, mientras que ambos continuamos galopeando al mismo ritmo.—Ella quería salvarme también, si yo hubiese estado en una mejor condición, quizás ellos no hubiesen muerto.—comentó a mi lado, mientras que dejaba que su conciencia se liberara.
—Si tú no hubieses hecho lo que hiciste, Caleb estuviese muerto. Fuiste un héroe, ella hubiese estado agradecida, ella te quería también Michael.—le comenté, note como eso pareció haberle chocado ya que sus ojos se cristalizaron.
—Yo la extraño... —dijo en un hilo, mientras que mi corazón se apretó ante querer tener la valentía de no hablar respecto a cómo me sentía.—Ella me revisaba también en las noches, como si supiera que necesitaba a alguien que lo hiciera. Ella se despedía de mi, me hacía desayuno, me hizo ser parte de su familia, me sentía en casa con ella. Ahora que no está, no siento nada.—mire fijamente como sus lágrimas bajaron por sus mejillas. Me quede aturdido observando cómo sollozaba pero más allá de eso mi instinto acertó.
—Están aquí... —susurre al observar las pequeñas huellas en el fangoso suelo, y más allá de eso, se escuchaban voces a lo lejos y algunos gritos estruendosos.—Están aquí.—volví a repetir, mientras que mi corazón bombardeó y me baje de forma brusca del caballo, resbalándome un poco por el fango mientras que Michael se encargó de amarrar a los caballos, mientras que yo, continué caminando.—¿Niños?—hablé, pasando por algunos arbustos y visualizándolos, visualizando una imagen desastrosa para mis ojos cuando me percaté donde estábamos.
—¡Ethan!—el estruendoso llanto de Alanna al verme no tardó en dejarse ver, mientras que esta corrió hacia mí con sus mejillas empapadas. La agarre en mis brazos mientras que acaricie su espalda y le di un beso en su mejilla, mientras que tenía mis ojos abiertos como platos, pues no veía a Caleb por algún alrededor de este lugar; del lugar donde su madre había muerto.—Se cayó, Caleb se cayó y está atrapado, está soportado en una esquina de cemento pero no puedo alcanzarlo está inconsciente.—me gritaba ella mientras que mi corazón bombardeaba con más fuerzas, no tarde en soltarla con algo de cuidado para correr con rapidez hacia el risco.
—¡Caleb!—grite, teniendo cuidado al acercarme al borde, y viendo a Caleb recostado de una esquina de cemento, con unos cortes en sus rostros pero él estaba consiente y ido.—Caleb, mírame. Tranquilo.—le pedí, mientras veía como estaba al borde del risco, aturdido y con lágrimas en sus ojos azulados. Detrás de mi, veía como Michael sostenía en sus brazos a Alanna, podía ver como ella se aferraba a él con suma tristeza.—Acércate a mi, con cuidado. Por favor.—le pedí a ese pequeño, viendo como sollozaba cabizbajo y dejaba salir esa rabia aguantada, esa tristeza del vacío que su madre le dejó.—Toma mi mano, tómala.—le continué pidiendo, viendo como este estiró sus manos y al hacerlo no tarde en atraparlo y atraerlo a mi cuerpo, aferrándolo a mi con desespero pero sus desgarradores llantos no tardaron en quedar atrapados en mis oídos.
—Me prometió que jamás me dejaría... —me sollozo, mientras que apreté su cuerpo al mío, aún ambos tirados cerca de la esquina del risco en donde ella se fue y jamás volvió, en donde nos dejó aquí para siempre con un dolor inexplicable.—Yo no quería que me abandonara.—me hablaba entre sollozos mientras que alce mi mirada en como Michael abrazaba con fuerza a Alanna, quien parecía sollozar en sus hombros.
───
Acariciaba el cabello ondulado de aquel pequeño niño, quien yacía dormido en la cama donde su madre y yo dormimos, donde compartimos nuestro amor. Dormía tranquilo y sin sentir ningún peso de tristeza que sintió horas atrás. Miraba como su pecho subía y bajaba, mientras que sus mejillas tenían pequeñas vendas ante sus cortes al caerse del risco pero agradecía que fue atrapado en aquella esquina de cemento porque mi corazón jamás podría soportar su ausencia. La tristeza y el vacío de su falta materna hizo que su inocencia explotara, volviendo al lugar donde perdió a quien lo guiaba con esperanza de que siguiese siendo así. El atardecer ya estaba aquí, y no tarde en acercarme para darle un beso en su frente. Con cuidado salí de la habitación, observando en cómo en otra habitación podía ver a través de la puerta abierta como Michael dormía en su pequeño sofá, ya que en la cama estaba dormida con sus cobijas la pequeña Alanna. Todos estaban descansando, menos yo. No tarde en bajar a la primera planta para salir de lo hogar, de mi hogar. Suspire, viendo como pronto la noche caería y todo seguía sintiéndose igual de vacío.
Restregué mi rostro, sentándome en los escalones de aquel balcón, como si me confortara la idea de que Aliana solía siempre sentarse aquí. Al restregar mi rostro pude sentir algunas heridas, algunos raspas que estaban ante días atrás restregarme en el suelo frente al risco sin piedad, de rodillas y dejando salir cada parte rota de mi. En esos momentos en donde éramos sólo yo y el risco, era como si de alguna forma sintiera que Aliana estaba ahí, era como si ella nunca se hubiese ido y es que una parte de mi me dice, que ella no se fue. Cada día que podía me acercaba a ese risco, buscando una respuesta a la pregunta del millón, al por qué Aliana tuvo que marchar tan rápido. Exhalé con pesadez, me sentía pesado y no había forma de poder sacarme esto. Mantuve mi vista alzada ante visualizar por las aceras como aquella mujer se acercaba a esta casa, como por primera vez desde el día que Aliana partió, Michonne volvió acercarse. Mire su semblante y sabía lo difícil que era para ella acercarse aquí, su cabeza debía invadirse de recuerdos y de imágenes que desearía volver a repetir. Ella me miro fijamente y se quedó a distancia de mi.
—¿Cómo están?—me preguntó ella con una voz fría, refiriéndose a lo que ella se acostumbró a pronunciar como nietos. La mire, mientras examine su semblante entristecido pero lleno de seriedad, era una mezcla y era como si ocultara su dolor pero de una forma yo podía verlo.
—Están bien, están descansando. Fue un día pesado.—le respondí mientras que mire mis manos, se me hacía complicado ser comunicativo, a través de ellos sólo solía comunicarme por Aliana; era más sencillo.—Caleb aún está en negación, se le hace difícil.—le añadí, viendo como ella asentía.
—Era muy apegado a ella, será muy difícil que se acostumbre a que ella no esté, Ethan.—me daba la advertencia Michonne, quien aún se mantenía distante, ella suspiró y miraba como yo, el hermoso atardecer.—A veces se me hace difícil aceptar que ella no está pero cuando me dijeron que se escaparon, me levanté de la cama como un impulso porque no solo mis hijos me necesitan, ellos también. Más ahora que Negan se ha ido.—asentí ante lo que dijo.
—No encontré rastros de él, es como si se hubiese esfumado. No dejo ni una pista.—le comenté a ella, viendo como me miraba algo frustrada ante eso.
—Perdió a su hija, lo único que tenía antes de sus nietos, lo único vivo de él que le quedaba. Todo lo que hizo en vida, lo cobró con sus hijos y con ellos sus muertes, volverá cuando encuentre el camino a casa pero ahora no, él está perdido en su dolor.—mire fijamente como Michonne describía el vacío de Negan ante la pérdida de su hija, ante la pérdida de Aliana.—Debemos estar serenos, los susurradores han estado aislado, no pelearemos aún, nuestra prioridad es arreglar la comunidad y prepararnos para eso.—me comentó, asentí estando de acuerdo con lo que ella decía.
—Pero vamos a pelear, lo haremos por ella.—le dije a la mujer que estaba frente a mi, que con lentitud se acercaba para sentarse en los escalones donde yo yacía sentado.—Se lo debemos... —susurre para darle espacio a Michonne a mi lado, mientras que la claridad de los últimos rayos del sol nos alumbraban.
—Le debemos cuidar a sus hijos y ayudarlos a superar su ausencia, y creo que la única persona capaz de lograr eso, eres tú.—la mire fijamente ante esas palabras, ante esas amargas palabras que podían endulzar mi corazón pero la tristeza que sentía era gigante.—Ellos recurren a ti para todo, Ethan, para todo. Si hubiese ido al risco, Caleb hubiera tardado mucho en darme su mano y no por falta de confianza, si no de seguridad. Supe cual tú propósito cuando llegaste aquí y te vi con mi nieto, cuando vi como Caleb te hablaba sin temor y sin conocerte bien, supe que serías tú el hombre que los cuidaría a todo costo. Ella te amaba y tú a ella, así que se lo debes, y debes cuidarlos, porque ellos te quieren Ethan. Tú eres lo que nunca han podido tener, un padre.—sentí mis ojos humedecerse mientras que escuchaba sus palabras atentó.
—Es difícil sin ella.—fue lo que dije mientras que mordí mis labios y limpie mis ojos humedecidos, mientras que los ojos verdosos de Aliana recorrían mi mente.—Yo la amaba, yo me enamoré de ella y no tenerla, es difícil porque cuando los veo, la veo a ella. Y una parte de mi me dice que está en algún lado.—dije con tanta seguridad, mientras que las manos de Michonne acariciaban mi espalda.
—Luego de que mi esposo Rick muriera, busque su cuerpo durante estos seis años porque una parte de mi me decía que lo encontraría, y aún siento eso. Pero es porque cuando amamos a alguien que ya no está, su esencia se queda entre nosotros para que nunca los olvidemos y sepamos que aunque no estén aquí a nuestro lado, lo estuvieron.—solloce ante esas palabras mientras que puse mis manos en mi rostro.
Los brazos de Michonne me recorrieron en un consuelo, mientras que solloce y solloce, viendo las imágenes de Aliana en mi cabeza. Viendo su sonrisa, sus mejillas sonrojadas cuando la miraba fijamente a lo lejos. Reviví en mi mente esos momentos, cuando observaba sus curvas y como ella me acariciaba antes de dormir, como me miraba como si hubiese sido su salvación. Ahora que no está todo era diferente, el sueño se me hace difícil de conciliar al no encontrar su calor en la cama o al no sentir su piel rozar la mía. No sabía cómo lidiar con algo así pero quienes habían sido capaz de lidiar con este dolor para mí serían personas valientes, como la mujer que me estaba acariciando en estos momentos para que sacara este terrible dolor que yo estaba experimentando que aún no era capaz de expiar de mi alma pero es que cuando se trataba de Aliana no deseaba olvidar nada de lo que fui capaz de vivir junto a ella. Ahora extrañaba su rostro serio, sus miradas llenas de tantos sentimientos. Extrañaba verla con su cabello recogido en una coleta, extrañaba cada parte de ella, incluso cuando dormía y no transmitía ninguna mueca.
Ahora que no está, era difícil aferrarme a la idea de tener que continuar sin ella, de tener que sostener las manos de sus hijos y guiarlos a donde ella quizás deseaba guiarlos. Mientras lloraba podía entender lo que ella quizás sintió cuando perdió a su amor antes que yo, quizás esté dolor era lo que Aliana sintió cuando perdió a Carl Grimes y ahora que yo estaba pasando por esto, podía entenderla. Ahora entendía su miedo de volver amar, su miedo de volver a perder a alguien que amaba. Podía ser capaz de entender su malicia, su deseo de proteger a sus hijos a toda costa. Con atrevimiento me aferré a Michonne sin malas intenciones, solo deseaba sacar esta tristeza pero me percaté que no era el único que sufría, y es que mientras esta mujer me abrazaba podía escuchar sus sollozos y sus pensamientos quizás debían estar llenos de Aliana y de las personas que perdió. La abrace, mientras que ambos sollozamos y sacamos este terrible dolor que sentíamos, con el que deberíamos aprender a vivir. El atardecer se escapaba de nuestra vista pero ya se nos había escapado algo más importante, las personas que amábamos, y ahora solo nos quedaba un propósito. Ese era el único motivo, nuestros niños.
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