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28

Mientras haya esperanza.
Meses después.

───

—Mamá rápido, lo he visto más adelante.—dijo Caleb, vi como él arregló su sombrero de alguacil mientras sostenía su arma.—¿Por qué estás tan lenta últimamente?—me preguntó.

—Porque le está haciendo los pulmones a nuestro hermano.—respondió Alanna, caminando a mi lado, de igual forma ella sostenía su arma.

—Y juro que será la última vez que le haga los pulmones a un bebé.—comente yo, caminando.

Los meses habían caído sobre nosotros de una manera rápida. En un abrir y cerrar de ojos las cosas habían cambiado, tanto para bien, como para mal. Sostenía mi arma, pisaba las ramas y las hojas secas, el invierno se acercaba y podía sentirlo en la brisa. Irónicamente mis hijos cumplirían ocho años, y parecía ser que pronto daría a luz. Sería una alegría que conjuntaran con su nacimiento. La altura de los niños empezaba a denotar, pero lo más que me ponía sentimental era el hecho de verlos actuar de una manera tan independiente, aunque también podía añadir que cada día se parecían más a Carl y menos a mi. Observaba alrededor. No se oía nada, tampoco gruñidos de caminantes. Luego del último incidente, los susurradores parecieron haber desaparecido frente a nuestras narices y ahora las comunidades se encargaban de hacer resurgir la nuestra nuevamente. Alanna continuaba caminando a mi lado, su cabello se alargaba. Decía que quería tenerlo largo como el mío, mientras que Caleb permitía que Rosita se lo recortara, Alanna no dejaba que nadie lo hiciera. Los tres nos detuvimos para ver al perro de Daryl merodear los alrededores del amplio terreno donde estábamos.

—Hace frío.—comentó Alanna aún lado de mi, mientras que me giré por las hojas pisadas.

—Creí que nunca lo encontrarían.—indicó Hershel Jr, caminando hacia Caleb para así yo acercarme a Maggie.

—¿Todo bien?—le pregunté, en su rostro se veía la tensión envuelta, dejándome preocupada.

—He oído un helicóptero otra vez.—me dijo en un tono de voz bajo, mientras que los niños atrás jugaban con la mascota protectora de Daryl.

—¿Lo has visto?—le pregunté, la brisa removía su cabello, el cual yacía encima de sus hombros.

—No. Eso es lo que más me preocupa.—respondió Maggie, por lo cual asentí en un corto suspiro.—Debemos volver. La comunidad se prepara para recibir el invierno.—expresó ella.

—¡Niños, vámonos ya!—avise, de manera sumisa los tres se giraron el perro para así avanzar luego de nosotras, dejándonos algo atrás.—Lamento que te estés atrasando en Hilltop por ayudarnos. Se que también se preparan para el invierno.—musité, pero Maggie parecía despreocupada.

—Quiero estar cerca de ti para cuando nazca.—expresó ella, llevando su mirada hasta mi barriga abultada.

—Parece ser que todos.—interferí en medio de la gratitud, mientras que desanimada baje la cabeza.

—¿No has hablado con ninguno de los dos?—me preguntó curiosa.—Han pasado meses.—añadió.

—Solo hablamos lo necesario.—le respondí.—Carl se ha encargado de los niños y se que intenta de poder entablarse conmigo nuevamente, pero hago lo justo.—indique, caminando a su lado.—Con Ethan es igual, pero no puedo dejar de extrañar lo que éramos antes de todo esto.—expresé con melancolía, estaba sensible en esta etapa.

—No deberías presionarte tanto.—dijo Maggie, apretando fuertemente mi hombro.—Haz lo que dicte tu corazón, incluso aunque no sea lo justo.—musitó, asentí agradecida, caminando con ella.

Maggie no dijo nada más, pero para mi sus palabras tenían demasiada verdad y lógica. No podía dejar de pensar en esa sola mirada que derretía mi corazón, en ese anhelo lejano de que sus brazos me volvieran abrazar tan fuerte como la última vez. Incluso pensando sonreí hasta sonrojar, viendo de reojo como Maggie rozo mi hombro de manera pícara. Solo la evadí, para así mantenerme a su lado. Continuamos caminando hasta llegar a la comunidad. Desde que volvimos nos habíamos enfocado en poder reconstruirla de una manera más segura, los muros estaban reforzados como las torres de vigilancia que yacían alrededor. Abriéndose el portón pude visualizar claramente como allí se encontraba Connor conjunto a Michael. Ambos me sonrieron. Estaban emocionados, podía decir que eran de los más que anhelaban la llegada de este bebé en medio del frío invierno que se acercaba. No tardaron en intercambiar gestos con los niños, mientras que continuaron caminando conmigo, Maggie se separó de mi y su hijo para continuar hasta donde estaban quedándose. En compañía de mis hijos, sonreí viéndolos emocionados hablarse el uno al otro.

Podía decirlo, estaba demasiado sensible porque de verlos mis ojos se humedecían. Crecían y no podía evitarlo, tenía tanto miedo de verlos crecer que deseaba poder detener el tiempo, pero eso parecía ser imposible. Mis ojos se humedecieron. Parecía ser ayer cuando los vi nacer. Pareció haber sido ayer cuando aprendí amarlos, cuando aprendí a cuidarlos y protegerlos del mundo que les rodea. Ahora estaban creciendo y aprendiendo por si mismos lo que era cuidarse. No solo a ellos mismos, si no el uno al otro como hermanos que eran. Creí que podría sentirme mal por eso, de dejarlos ir al mundo para que exploraran y supieran lo que les esperaba, pero ahora me sentía más segura y me confianza decaía plenamente en mis hijos, porque sé que ellos eran igual de valientes que las personas con las que han crecido todo este tiempo. Los vi correr juntos hasta la casa, hacían carreras como era costumbre. Quede atrás sigo exhausta y tan solo imagine que ya no serian solo ellos dos, ahora sería alguien más que los seguiría a donde sea que vayan y eso me hacía aún más feliz, porque me recordaba el hecho de que en mi vida, siempre fuimos tres y aunque ahora solo sea yo, mis hermanos continúan en mi.

—¡Ethan!—oí la exclamación tan pronto subí los escalones, viendo por la puerta como Ethan yacía levantándose del sofá para abrazar a mis hijos.

—¿Encontraron al perro?—les preguntó, me quede detenida en el margen de la puerta viendo la emoción de mis hijos por la presencia de aquel hombre que los cuido en mi ausencia.

—¡Si! Mate a dos caminantes de camino, ¡fue increíble!—le contaba Ethan orgulloso, mientras que me giré para ir hacia la cocina.

—Eso es genial campeón. Eres todo un valiente.—halago Ethan, sonreí por eso, imaginando el rostro de ánimo que tendría Caleb ante eso.—Bien, ahora suban y dense un baño.—les pidió.

—¡Yo primero!—aclamó Alanna, oí sus pasos bruscos por la escalera mientras que Caleb refutaba.

—¿Quién crees que se bañe primero?—tome un vaso de agua para girarme y ver a Ethan mirarme desde el margen abierto de la cocina, cruzado de brazos note el cansancio en sus ojos.

—Alanna es más rápida.—respondí, dejando el vaso aún lado.—¿Como estuvo la noche?—le pregunté, él se acercó para así sentarse en la mesa de comedor.

—Pocos caminantes. El frío debe estar impidiendo su movimiento.—respondió para absorber del vaso de agua que le pase.

—Maggie ha dicho que oyó otro helicóptero.—le conté en un tono bajo para así caminar hacia las escaleras, verificando que mis hijos no estuvieran escuchando.—Me preocupa eso.—comente.

—¿Crees que deberíamos ampliar las zonas de vigilancia en todas las comunidades?—preguntó.

—No hasta saber de que se trata.—respondí, aún lado suyo para ver cómo movió su mano hasta mi barriga, y así acercar su oreja.—Dicen que está bien. Sus latidos son fuertes.—conté, él asintió.

—Es lo único que me importa.—comentó, alejándose para levantarse de la silla de comedor.—Te ves hermosa.—halago.—Te agradezco que me dejes pasar esta etapa contigo.—musitó para así abrazarme de lado por un momento.

—Ethan.—me distancié de él para mirarlo y sonreírle.—¿Has pensando que nombre quieres?—le pregunté, notando como él abrió los ojos.

—¿Yo?—me cuestiono.—Aliana pero...

—Ethan, es tu bebé. Quiero que decidas.—expresé, llevando mi mano a su hombro para verlo sonreír ampliamente, si alguien estaba emocionado principalmente, era él.

—¿Aliana?—por la cocina se asomó Daryl, quien apenado dejó de vernos cuando se percató de la interrupción.—Lo siento, solo quería agradecerle a los niños por haber traído de vuelta al perro.—comentó, por lo cual camine para asomarme.

—Creo que nos debes un perro.—expresé sonriendo, mientras que Daryl me miró sonriendo, él estrechó su mano en mi barriga.

—¿Cómo te sientes?—me preguntó, sonreí ante su suave toque, para así asentirle varias veces.

—Todo está en orden.—respondí, llevando mi mano hasta su mano.

—Eso es lo único que importa.—a través de la puerta abierta pude ver a Michonne, ella yacía recostada de la baranda, sonriéndome.

—Oí que habías salido.—comente al salir, acercándome a ella para dirigir mis manos encima de las barandas, mientras que en el interior oí a Daryl dirigirse a Ethan.

—Le pedí a Alessandra que me acompañara al reino. Buscamos suministros para el invierno.—respondió girándose para quedar aún lado de mi.—Exploramos y hay un lugar donde quiero que vayamos. Necesito mostrarte algo.—indicó.

—No intentes reemplazarme con mi madre, yo siempre seré tu mejor acompañante.—dije, riendo.

—Si Judith te oyera... —murmuró sonriendo, para así golpear suavemente su hombro.

—Te quiero Michonne.—expresé, notando en ella una sonrisa genuina envuelta de gratitud.

—Ven aquí.—me pidió, envolviéndome en un abrazo que me hacía sonreír hasta olvidar mis males.

Como tal la noche había caído. La mayoría de las personas estaban nuevamente en sus casas. Los residentes se sentían más seguros y esperanzados con los nuevos refuerzos de los muros. Teníamos gente de las dos comunidades cercanas ayudándonos, trabajaban arduamente desde tempranas horas de la mañana, donde la brisa era fresca y la noche aún plena. Estaba sentada en los escalones de mi balcón, veía las estrellas mientras en el interior de mi casa se oían las voces de los niños. Parecía ser que aquí era el punto de encuentro para ellos y no había nada más que me hiciera feliz el que crecieran juntos. Los niños Grimes estaban todos en la sala de estar, conjunto a mi sobrino Noah y el dulce hijo que Maggie había concebido junto a Glenn. Era un bullicio de risas, travesuras y bromas que se oían en el interior de la casa. Con la vista adelante veía como Carl se acercaba con sus manos en el bolsillo, sonreí al verlo mirarme con conmoción, pues cada día mi barriga se veía más grande. En silencio permanecí cuando Carl se acercó para así sentarse aún lado de mi en los escalones. Su rodilla chocó con la mía y sus manos se entrelazaron mientras que levantó la mirada hacia el cielo nocturno.

—No te había visto.—comente, pues parecía ser que Carl en los últimos meses se escondía de mi.

—He estado ocupado con Cole, ayudamos a Aarón en las expediciones para buscar más metal, queremos reforzar aún más los muros.—contaba, sutilmente.—Se que los niños han preguntado por mi, les he explicado, Michonne quiere mantener el lugar seguro.—continuaba contando, por lo cual asentía.

—Me parece bien eso. La comunidad no se había visto mejor desde que volvimos.—respondí.

—Quiero terminar con lo que él empezó.—musitó levantando la mirada para ver directamente al cielo estrellado.—Solíamos ver las estrellas cuando éramos niños.—comentó desviando el tema de su fenecido padre, ese que todos extrañábamos.—¿Lo recuerdas?—me preguntó.

—Recuerdo que una vez me quede a dormir contigo y que Jesus estaba en las escaleras de tu casa esperando hablar con Rick, fue ahí que supimos que estaba con Michonne.—sonreí ante ese vago recuerdo cuando Carl me prestaba sus camisetas para dormir.

—Casi le disparó en la cabeza.—dijo, asentí ante eso, pues recuerdo haber estado ahí.—Ha pasado mucho tiempo.—indagó, cabizbajo.

—Me sorprende que hayamos llegado hasta aquí.—expresé, mirando las estrellas.—Pero, se siente bien que al menos sea así.—añadí extendiendo mi mano para tocar la suya.—Me alegra que estes aquí.—dije, viendo como Carl miró nuestras manos.—Caleb mato a dos caminantes hoy.—le conté para desviar el tema.—Le han ido bien esas salidas contigo, se ve más seguro de si mismo.—articule, dejando de mirar a Carl.

—Me ha dicho que tendrás una niña, pero que no diga nada respecto a eso.—infirió, aún cabizbajo.—¿Es cierto?—me preguntó curioso y cortante.

—Si, eso me dijeron cuando fui a Hilltop, pero no me he hecho ilusiones.—respondí, apenada.—Hay que cambiarte ese vendaje, alguacil.—indique, estirando mi mano para acariciar su mejilla.—O si no, tendrás que usar un parche.—dije riendo para así Carl jalarme hasta él y abrazarme.

—Al final, sea yo o sea él, estaré agradecido por todo lo que me has dado en vida.—indicó, con su voz gruesa.—Si algo debo admitir, es que Ethan es un buen tipo y sin duda, será un excelente padre.—expresó, sin orgullo.

—Carl, yo...

—No puedes negármelo. Soy yo, esa persona en la que piensas antes de dormir, incluso estando despierta soy yo. Te amo, aunque no quieras decírmelo o decidirlo, te amo y si no me escoges a mi, no tengas miedo.—decía en mi oído, calmando cada una de mis tristezas.—Mereces algo mejor y si sientes que no te merezco, lo voy a entender. Aunque me duela, si es él, esta bien Aliana.—continuaba diciendo, abrazándome.

—¿Papá?—Carl y yo nos desprendimos del abrazo rápidamente, viendo como Caleb nos observaba desde el margen de la puerta que abrió.

—Campeón.—lo llamo Carl, para así girarme y evitar que me viera cuando mis ojos se humedecieron.—Oye, me han dicho por ahí que has matado a dos caminantes.—expresó, sonriéndole a Caleb quien se sostuvo del hombro de Carl.

—¡Fue genial papá, no sentía miedo!—exclamo, mientras que limpie mis ojos humedecidos.—La abuela Michonne me dijo que me llevaría con ella pronto, ¡igual que el tío Daryl!—continuaba diciendo con emoción, para así yo mirar y sonreírle, para verlo suspirar entristecido.

—¿Qué pasa mi amor?—le pregunté notando su cambio de humor tan repentino.

—Desearía que Jayden estuviera aquí para oírlo. Él hubiese estado muy feliz.—comentó, mirándome.—Siempre confiaba en mi.—añadió.

—Él está muy orgulloso de lo que eres, y de lo que serás.—interferí yo, para sostener sus mejillas.

—Por eso voy a volverme más fuerte, así podré protegerlas.—sonreí viendo como Caleb se acercó a mi, señalando mi barriga.—¿No, papá? Podremos hacer equipo y protegerlas.—añadió.

—Así es.—asintió Carl, mientras que Caleb se sentó en su falda, yo me quede cerca de ellos.—Mira, cuando tú mamá y yo éramos niños solíamos reunirnos en las noches para ver las estrellas.—contó Carl, mirando como Caleb se quitaba el sombrero, mirando el cielo.

—¿Puedo preguntarles algo?—él se dirigió a ambos, por lo cual le mire en cuanto asentí.—No importa si no deciden estar juntos, ¿siempre se querrán?—preguntó.

—Siempre.—respondimos Carl y yo a la vez, mirando como Caleb sonreía cabizbajo.

—No importa lo que mi mamá decida, yo seré feliz, si ella lo es.—sonreí, abrazándolo fuertemente.

De seguro Alanna ardería en celos, pero Caleb era más curioso y tímido que ella. Mis hijos conocían mi corazón, eso me bastaba. De reojo podía ver a Carl, él también buscaba mirarme. Nuestros brazos rodearon a nuestro pequeño niño, bueno, ya dejaría de ser péquelo y creo que en parte eso nos aterraba, más a mi que a él, porque no estaba preparada para verlo crecer. Llore en silencio, quizás se percataron pero me dieron mi espacio, porque era la primera vez que tenía que vivir algo así. Jamás creí estar en medio de dos personas que me importaban, que me querían y respetaban. Me abracé al cuerpo de Caleb quien me abrazó por encima de los brazos de Carl, tenía una decisión, sabía lo que quería y como quería que fuera, lo que no tenía era el valor para mirar a la persona y decirle que no he decidido por ella. Ambos me importaban. Tanto Carl como Ethan habían impactado mi vida de una manera genuina y positiva, los dos me enseñaron tanto, que no quería deshonrar el agradecimiento de ninguno. Solo me restaba a esperar y a continuar en mi distancia. Los amaba, pero no por igual, había un amor que pesaba más, y todos sabían de quien se trataba, incluso ustedes.

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