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26

No mires atrás.
Aliana Johnson.

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Yacía allí, sentada frente a esa colina donde las estacas continuaban una división que marcó a las comunidades. En el medio de esas, yacía la cabeza de la mujer que nos dividió de una manera infernal. No podía dejar de mirarla y de sentir impotencia. Debí haber sido yo, debí haber sido la que oyera su último suspiro. La brisa se sentía como esa fría mañana, donde el rostro de mi hermana se envolvía con su oscuro cabello y la mordedura resonaba continuamente en mi oído. Desearía que las cosas hubieran sido diferentes, porque entre tantas personas jamás creí estar preparada para perder a mi hermana. Se encargó de traerme hasta donde estoy y aunque hubieron días donde no la entendía, vivo agradecida por todo lo que sacrifico para mi. Mecía mis brazos, envuelta en sábanas se encontraba aquella tierna niña con bastante pelaje. Samantha aún no desarrollaba sus facciones, pero estaba más grande y empezaba a pesar, se le oía balbucear y eso me llenaba de melancolía. Su única niña y no pudo disfrutarla, como me dolía saber que arrastre a mi hermana hasta su muerte. En el césped se oyeron pasos arrastrado. Levantando la vista, mire como Daryl se sentaba a mi lado, suspirando.

—¿Como te sientes?—le pregunté, mirándolo, él tenía un palillo en su boca mientras que ponía sus brazos en las rodillas, poniéndole peso.

—Nada de lo que sienta la traerá devuelta.—respondió, en su tono frío y cortante.

—Supongo que se ha acabado.—indique, viendo la cabeza de alfa en aquella estaca.

—No. Vendrán a destruirnos, ella era su alfa.—esclareció Daryl, frío.—O eso dijo Negan.—detalló.

—Mi padre sólo recobró venganza.—justifique, sabiendo que muchos no estaban de acuerdo con lo que había hecho.

—Hubiese hecho lo mismo, no lo he culpado.—expresó Daryl, mirando fijamente la estaca vacía que yacía aún ensangrentada, la estaca donde Natasha estuvo.

—Podemos detenerlos.—comente, esperanzada mire a Daryl quien rápidamente negó.

—No debes pensar en eso. Estás embarazada, no te permitiré luchar.—musitó para hacerme mirar a otro lado, aún no podía asimilarlo, aún no.

—Desearía que vivieran en un mundo mejor.—fue lo único que dije para bajar la cabeza y observar cómo Samantha mantenía sus ojos cerrados, dormía en mis brazos plácidamente.

—El mundo era igual o peor como lo es ahora. No hay nada que pudiéramos cambiar.—respondió Daryl, viéndose inexpresivo ante mi comentario.

—¿Crees que sea como ella?—le pregunté, curiosa mientras veía detalladamente a Samantha.

—No lo sé, pero estaría bien.—comentó Daryl, extendiendo su mano para acariciar la pequeña nariz de su bebé, a la cual le sonrió aunque estuviera dormida.

—Gracias por amar a mi hermana.—expresé sonriendo, con mis ojos humedecidos le miré, sabía que le dolía, su ausencia lo marchito.

—Creo que yo soy quien está agradecido con ella por haberme amado.—dijo él, evadiendo mirarme para evitar sus sentimientos impotentes.

—Eres un buen padre, Daryl.—dije, afirmando su postura la cual enorgullecido aceptó.

—Carl también, Aliana.—expresó, dejándome desconcertada por su comentario.—Y, deberías hablar eso con Ethan.—me dijo, mirándome.

—Él esta consiente que estuvo mal. Se disculpara.—justifique.—Se han comportado como niños últimamente.—afirme, apenada.

—Te aman. Ninguno de los dos se rehusa a perderte, menos cuando no has tomado una decisión al respecto. Pero, no puedo culparte y créeme, nadie lo haría.—musitó, mirándome.—¿De quién es?—me preguntó, mirando mi barriga, la cual aún no brotaba.

—No lo sé.—denegué, avergonzada ante eso, solo podía pensar en una imagen.

—Esto me recuerda a una vieja historia.—comentó, riéndose por lo bajo para así ofenderme.—¿Quieres saber de donde viene Judith?—me preguntó riéndose.

—Olvídalo, ya conozco esa historia.—dije, empujándole por el hombro para así levantarme del suelo con él.—El bebé es de...

—Aliana.—Daryl me interrumpió, quedándose sin aliento para así mostrarme el plano terreno que quedaba abajo de la colina.—¿Puedes verlo?—me preguntó, por lo cual negué, confundida ante no ver nada.

—La horda que paseaba por allí, ya no está.—indicó con su ronca voz, para así mirarme preocupado.—Volvamos a la comunidad.—opinó, por lo cual sentí, para dejar que Daryl me guiara.—No mires atrás.—me dijo cuando quise volver a mirar.

El camino a la comunidad fue corto. Al volver me topé con la imagen de mis hijos y su abuelo juntos. Una imagen que me confortaba, el hecho de ver a Michael sentado alrededor de Negan mientras que ayudaba a que Alanna empuñara una navaja me hacía sentir segura, pero a su vez melancólica. Mis hijos crecían y temía obligarlos a que se enfrentaran al mundo exterior, pero si no lo hacía, no habría manera de que lograran sobrevivir. Deseaba haberme podido quedar para compartir con ellos, pero de alguna manera quería encerrarme para analizar lo que podría suceder, lo que quizás estaba en la esquina y no lo podía ver. Exhausta me adentré al edificio. Había estado evadiendo a las personas desde que la noticia sobre mi embarazo llegó a los oídos de todos. Me senté en el borde de la cama para respirar hondo y llevar mis manos hasta el rostro. Un nuevo bebé daba mucho miedo, más del que creí sentir la primera vez que lo supe, porque ahora que sabía cómo era, temía por cantidad él como pudiera ser ahora. Me tendí en la cama para recostarme, evitando el pensar de muchas cosas, el retumbar de mi embarazo era sofocado por las pesadillas de aquellos a los que había visto morir.

La luz del sol dejaba de adentrarse por la ventana, mientras que las voces y rosas dejaron de escucharse, no supe en que momento caí dormida hasta que abrí mis ojos para ver la noche abrazarme por completo. Note como aún lado de mi, yacía Caleb recostado. Como siempre, me acompañaba en las noches mi pequeño niño. Me giré para abrazarlo. Note el vendaje de su brazo y que se lo habían cambiado, así que lo aferré a mí para acariciar su cabello suavemente. Amaba a mis hijos, pero temía no hacerlo lo suficiente. Bese su cuello y deje mi cabeza ahí, escondida de todo lo que me causaba miedo, supe que en la cercanía de mis hijos podía sentirme poderosa, porque era yo quien los protegía, pero una parte de ellos me protegía a mi de la locura. Me removí en cuanto sobresalte al sentir la cama removerse, girándome observe como Ethan se sentó en el borde de esta para mirarme. Distanciándome de Caleb, me acomode de manera sutil en el borde de la cama aún lado de Ethan. Su nariz se veía hinchada, incluso un moretón sobresalía de un color oscuro sobre ella. Su mano se dirigió a mi muslo, para así él recostar su cabeza sobre mi hombro, estaba exhausto y lo notaba.

—Te amo Aliana.—fue lo primero que me dijo, para así llevar otra de sus manos a mi barriga.

—Te he causado muchos problemas, ¿no es así?—le pregunté, acariciando su cabello.

—Supongo que eso es parte del amor.—respondió, aferrándose a mi.—Lamento mi hostil comportamiento hacia Carl. Se que debo disculparme, pero no me acoplo aún.—musitó.

—No puedo culparte, pero no temas en que mis hijos dejen de quererte. Te estiman y respetan por cómo has sido con ellos.—le dije para así ver su rostro, veía la tristeza opacar su fuerte determinación.

—Quiero está familia Aliana. Y siento que es mi deber protegerla.—decía mirándome mientras su mano continuaba tendida en mi barriga.

—Somos tu familia Ethan.—afirme, dirigiendo mi mano hasta la suya, en mi barriga ambos nos acariciamos mientras nos mirábamos a los ojos.—Somos tu familia.—repetí, para así plasmar mis labios contra los suyos y abrazarlo fuertemente.

—¿Mamá?—Ethan y yo nos giramos, sobresaltados veíamos como Caleb desconcertado y acostado en la cama, veía fijamente a la ventana envuelta en una cortina.—¿Oyen eso?—nos preguntó y abrí mis ojos grandemente cuando el sonido de gruñidos se hacía más potente contra la ventana.

—Ethan, ve por Alanna, ¡busca a Carl!—le pedí en ese momento que los gritos empezaron, como un fuerte bullicio de emergencia fuera de las ventanas.—¡Caleb, ven a...

Mi voz se detuvo luego de haber empujado a Ethan por la puerta, esperando que siguiera mi pedido, solo vi con mis ojos abiertos como platos cuando la ventana quebró conjunto a algo que no pude ver. Mi instinto, mi corazón empalado al de mi hijo tan solo lo agarro por el brazo para empujarlo bruscamente fuera de la habitación que pareció estallar en contra de mí hasta dejarme aturdida y completamente perdida. Sin audición, oyendo tan solo un pitido, veía a mi hijo doble frente a mi con rasgadura en su mejilla. Intentaba de estabilizarme, pero mi cuerpo se levantó en el aire y cayó, en cuanto un sacudido volvió a detonar, destrozando la madera del edificio donde estábamos. No veía nada. Mis músculos se entumecieron y la parte baja de mi espalda sentía punzadas de dolor que subían hasta mi cabeza, impidiendo que me moviera, pero aún así, estiraba mi mano buscando sentir algo, buscando sentir a mi hijo. El desespero empezó hacer que me removiera, pero me sostenían fuertemente mientras que veía el destello de luz fuera del edificio y con eso, llamas recorriendo los césped. Oía el bullicio. Oía a la gente, pero mi mente no se detenía.

Observe a las personas. Huían y corrían sin cesar, mientras que me retuve en los brazos de Ethan quien se colocó de cuclillas en el suelo para ver, yo solo veía la línea frontal de caminantes que se acercaba en medio de la noche fría y oscura. No habíamos salido de una, para meternos en otra y aún así, lo peor era que no podía sostenerme sin marearme por la detonación que sacudió toda mi habitación hasta desorientarme. Los brazos de Ethan me soltaron, note su pesadez, la dificultad, pero su lejanía me condujo a sentir como mi hijo se retenía a mi lado. Oía gritos, oía órdenes. Y tan solo en breves minutos, los brazos de mi padre me sostuvieron fuertemente mientras que veía a Caleb seguirnos con su navaja en manos. Lo notaba diferente, lo notaba arisco y alerta. Mi padre me hablaba, pero su voz estaba lejos como Carl quien corrió junto a Daryl hacia la entrada donde se avecinaban los caminantes. No podía quedarme aquí, no podía. Empecé a removerme, retomando la conciencia de mi visión y como me devolvían al edificio, pude presenciar cómo Judith con un arma guiaba a los niños al interior, de una manera sumisa e organizada, para así yo soltarme de los brazos de mi padre.

—Alanna... —murmuraba su nombre al saber que ella no estaba con Carl, no la vi con él.

—¡No!—me retuvo, apretando fuertemente mi brazo antes de que cayera al suelo, topándome con Caleb quien me miró con sus ojos abiertos.

—¡Mamá, estás sangrando! ¡Quédate aquí!—me pidió, su voz ya no se oía lejos, mi hijo estaba ahí, mientras que rebuscaba entre los niños y ahí los vi, vi a Hershel Jr con Judith quien me miró y me asintió.

—Debo buscar a tu hermana.—le dije, mirando sus azulados ojos mirarme.—Quédate con tu tía.—pedí, incorporándome sin balance.

—Aliana, ¡a guarda!—mi padre sostuvo fuertemente mi brazo nuevamente, sus ojos reclamaban mi estadía con presión, él tenía miedo.

—¡Déjala que vaya, nos quedaremos con los niños!—me giré para ver cómo Rosita se adentraba al edifico, en sus brazos yacía Samantha mientras que Noah la seguía con Gabriel quien aferraba a Coco a su cuerpo para así Eugene vigilar la entrada.

—Caleb...

—Mamá está bien.—me dijo él, notando mi desespero por irme a las afueras.—Tú eres la líder. Pelea.—indicó, tan sereno y diferente.

—Volveré con Alanna. Lo prometo.—dije para besar su cabeza e empujarlo hacia Judith, notando como Michael se postraba en la entrada con Lydia, sosteniendo armas.—¡No dejen que entre nadie, ni que mucho menos salgan!—les grite, eufórica vi como ellos asintieron.

—¿Cuál es tu puto plan?—me preguntó mi padre, para así ver las divisiones, habían caminantes alrededor, pero no eran caminantes, eran susurradores mezclados entre ellos.—¡Dime! ¿Morir?—me cuestiono.

—¿De cuando acá eres tan débil?—le cuestione para ver cómo levantó su bate envuelto en púas, rajando la cabeza de un caminante que cayó al suelo mientras que él sacudía su bate.

—Desde que perdí dos hijos.—me respondió, mirándome para acercarse a mi y apretar mi brazo.—Sin excepciones esta vez, Aliana. No mueras.—me pidió, para así negar con mi cuerpo adolorido.

—Basta de charlas, ¡protejan este lugar!—exclamo Alessandra quien pasó frente a mi con Michonne, la misma que alentaba a que RJ se adentrara en el interior del edificio.

—Hay que proteger a los niños.—musité para así levantar mi arma, e empezar a disparar al azar a los caminantes, algunos caían adoloridos.—¡Son susurradores, mátalos!—le pedí a mi padre.

—¡Aliana!—me giré rápidamente a la dirección que mi padre me enviaba, por lo cual observe a Stephanie quien sostenía un arma mientras disparaba.

—¿¡Donde está mi hija!?—le pregunté, llegando a ella para así chocar mi espalda contra la suya, defendiendo nuestras posturas.

—¡Sammy estaba con ella, ayúdame a encontrarla!—me pidió, para así asentir.

Mi cuerpo dolía, debía admitirlo, pero no tanto como el morbo frente a mi. La sangre salpicaba de un lado a otro, la línea de hombres frente a la puerta peleaba. Podía verlos. Carl, Ethan, Connor, Cole, Daryl, Aarón e inclusive más. Peleaban tan valientes, que nosotras nos rodeamos entre sí para proteger el alrededor del edificio. Tendida en el suelo, con un caminante encima, pude verlo. Maggie defendía a Michonne, quien defendía a Sarah y a su vez, esta a Stephanie que restregó la cabeza del susurrador, haciendo que la sangre rebotara en mi. Su mano se estrechó y me levantó, era la primera vez que concordábamos en algo. Había desesperación, pero la gente estaba luchando. Mi corazón palpitaba tan rápido, que la adrenalina calentaba mi cuerpo y no podía sentir los golpes. Ni las raspaduras que me hicieron las navajas de los susurradores, ellos peleaban por alguien que los guió al desastre y por eso, me sentí impotente. La sangre de aquel hombre salpicó en mi rostro continúas veces, mientras le gritaba. Alfa me quitó a Natasha, como a Enid y Tara, su gente nos arrebató a Jesús, pero también a Jayden y eso no podía perdonarlo. La sangre cubría todo mi rostro, incluso mis manos.

—¡Mamá!—levante la vista, abrí mis ojos grandemente para así con mi navaja en manos correr con Stephanie hacia Alanna, su cuerpo estaba lleno de sangre, cada parte de ella.

—¿Estás herida?—le pregunté rápidamente, llevando mis manos a sus brazos con fuerza mientras las llamas continuas brotando de las campañas, oí un grito ahogado que me tenso.

Me giré rápidamente, viendo el horror en una escena tan sombría. No pude moverme, estaba aturdida y helada, no supe cómo Stephanie pudo reaccionar pero solo se que el cuello de Sammy se desprendió en la mordida de aquel caminante. La imagen me hizo enloquecer, más los gritos de horror que aquella rubia de ojos esmeraldas presentó cuando recordé aquella noche en Alejandría, donde veía a un pequeño niño ser mordido. Mi único impulso fue clavar mi navaja en el craneo del caminante, del caminante que masticaba la piel de aquella péquela niña, donde la sangre se desbordaba en las manos de su tía. En un transe veía su sufrimiento, veía lo aturdida que estaba y como sus manos temblorosas no sabían que hacer. Caí tendida en el suelo, empujando a Stephanie para llevar mis manos hasta el cuello de una pequeña que buscaba respirar. Mis ojos se humedecieron. Se humedecieron mientras negaba para desprender parte de su propia ropa, intentando de que la sangre no saliera máscara pero su pecho subía y bajaba, mientras que sus manos intentaban buscar algo.

—Mamá... mamá... —decía esa niña, con su voz entrecortada y sin poder respirar.

—¡¡Ah, no, no!!—gritaba Stephanie, su llanto detonaba mi tímpano junto al de Alanna, a quien giré a ver para verla aturdida en su grito, y luego de eso, no tarde en ser empujada.

—¡¡No, Sammy, no, no!!—no tenía balance, más cuando visualicé como Sarah aferró el cuerpo de su hija en sus brazos.—¡¡No, mi hija no, no!!—mareada me giraron, Ethan me hablaba, pero no le oía, solo veía como Alanna estaba siendo sostenida por mi papá, mientras que Carl se tumbaba al suelo desesperado con Alessandra yo intentaba... intentaba no ver.—¡¡Ah!! ¡¡No!! ¡¡Sammy, Sammy!!—Ethan me removía, me removía hasta que perdí el balance y caí al suelo.

—Aliana, Aliana.—me llamaba, removiéndome, era como si viera a mi hija, era como si fuera, Ethan me sostenía en sus brazos mientras que me oculte en su pecho, y así fue como continué oyendo el grito, hasta desmayarme.

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