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13

Un amor puro.

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Era irreal, era bastante irreal el hecho de que observara estos grandes muros nuevamente. Aunque me era imposible creerlo, estaba aquí una ves más, imaginado como cada casa ardía en llamas el último día en que recuerdo haber vivido aquí dentro. Mis pies pisaban el césped verdosos y fresco, las flores y como él el día se encontraba soleado, como el sol estaba en punto más alto alumbrando cada rincón de este lugar que algún día soñé liderar. Había gente que desconocía, que no conocía mi historia aquí y habían otras que aún me recordaban con melancolía, sin creer que yo estaba aquí, con vida. El choque mental aún me sofocaba, la ausencia de no solo una persona, si no de muchos me dolía. La muerte de Natasha aún recorría mi mente, sin ausentar la de Enid... incluyendo la de Tara o la del mismo Jesús pero la más dolorosa sin duda alguna era la del hombre que me trajo hasta aquí con vida. Frente a mi podía ver dos tumbas, simbolizadas con flores frescas e incluso trozos de manera en forma de cruz para dar el descanso eterno. Me arrodillé con cuidado, viendo las iniciales talladas en aquella cruz de madera, aquellas iniciales que indicaban mi nombre. Luego de visualizar eso, las yemas de mis dedos acariciaron la otra cruz, observando cómo estaban talladas las iniciales del hombre que no solo me engendró, si no que me enseño a vivir.

Sus ojos azulados se plasmaban en mi memoria como cada día, como cada noche. Su rostro jamás se nublaba de mis pensamientos, ni siquiera el de mi madre y me costaba creer que ambos después de tanto, se habían encontrado en el más allá. Lleno de impotencia ante mi ausencia, ante las memorias perdidas en los pasados años, recordaba su presencia por cada rincón de este comunidad y en cómo muchos lo idolatraban por su gran eficaz para guiar a quienes estaban perdidos. Aquella noche donde todo ardía, donde parecíamos perder nuestro hogar, solo sentía como sus lágrimas se derramaban en mi rostro y como su mano temblaba sujetando la mía con un dolor que no quería imaginar. Continuaba acariciando la cruz, continuaba acariciando sus iniciales mientras recordaba lo duro que pudo haber sido para cada uno de ellos el haberme ido, el no haber vuelto aquí. Sus ojos continuaban en mi mente, su voz aún me era imposible olvidarla pues en cada sueño lo escuchaba mucho más cerca y juraría que jamás podría permitir que se alejará pero ahora entendía que mi papa realmente se había ido. El vacío que sentía en mi interior ante su ausencia era uno que no podría rellenar ni con su recuerdo pero al estar aquí con vida frente a su tumba, me consolaba porque estoy seguro que él tampoco dejo de pensarme en ningún instante y que su última lucha fue por lo que siempre amo, su familia.

—No volvió a ser el mismo cuando te fuiste, no hasta que supo que Aliana estaba embarazada.—la gruesa voz de Daryl se apegó a mis tímpanos, haciendo que mis pensamientos se esfumaran y que alzara la vista para mirarlo, él se acercó a mi, mirando esas dos montañas de tierra cubierta de flores.—Dos tumbas vacías pero lo más ilógico es que no hemos encontrado el cuerpo de uno de ellas.—indicó refiriéndose al de mi padre, me levante de la tierra sacudiendo mis rodillas y sintiendo un terrible sentimiento de invadirme.

—Lamentó lo de Natasha.—lo mire fijamente viendo como su expresión cambió, como cabizbajo asintió agradecido ante mi lamento.—¿Donde está su tumba?—le pregunté, viendo como él alzó su cabeza para mirarme finamente, y es que entendía que aún no asimilara que yo había revivido de entre los muertos.

—Natasha no quería una tumba, solo quería que la recordaran.—me respondió de una manera entristecido que parecía intentar de cubrir bajo su gran orgullo.—Estar aquí vivos nos costó algo y ese nuestro costo, perder a quienes amamos y vivir con eso.—me quede afligido ante su respuesta, él continuó mirando la timba de su gran amigo, de mi padre mientras que yo me adentraba a la iglesia abierta, repleta de gente que no conocía y a la vez, que si y era un gran honor volver a estar aquí.

—Realmente lamentó que hayas tenido que perder a mi padre también, se que era como un hermano para ti.—me detuve para indicarle a Daryl mi más sinceras palabras, observando cómo él pareció aturdido ante lo que dije, pues mi mano apretó su hombro para finalmente mezclarme entre la gente que parecía hablar.

—¿Como culminaron las cosas cuando me fui de aquí con los demás?—mi mirada se esmeró en Aliana, en cómo ella parecía estar curiosa en saber ciertas cosas que no entendía, frente a ella podía notar la expresión de Michonne, como parecía aún aturdida con nuestra presencia.

—Luego de que tumbaran el muro principal, lograron entrar muchos de ellos. Connor y Ethan mantuvieron la situación bajo control, hasta que logramos disminuirlos. Perdimos a varios residentes pero pudimos escapar y hacer que la horda nos siquiera, llegamos al Reino y otros a Hilltop, al parecer su único objetivo era acabarte porque luego de que llegamos al Reino y supimos de tu muerte, no había rastro de la horda.—le respondió Michonne, ajeno a la que yo sabía.—Lydia fue quien indicó lo que sucedió contigo y con Jayden. Luego de darnos el aviso, de que la horda se alejará, Alfa se acercó a la comunidad del reino, confirmó de que los había matado. Dijo que todo había terminado pero que nuestro territorio estaría repleto de los suyos rondando el lugar.—miraba a Michonne, miraba su aspecto que había cambiado algo, ella estaba parada y cruzada de brazos dirigiéndose a Aliana quien yacía recostada de la pared de madera, viéndola finamente.—Quiere poder, como todos.—añadió ella, expresando molestia.

—Yo la encontré luego de eso, estaba muriendo desangrada. La encontré en las orillas del rió, estaba pálida y inconsciente, decidí llevarla a mi comunidad, la cual me pidió una investigación cuando encontramos a Carl años atrás. Por eso decidí volver, esperando encontrar algún joven como él y me interferí en los susurradores, es por eso que conozco muchos de sus movimientos y ahora que Alfa piensa que Aliana está muerta, está esperando un contraataque, quiere pelear y buscará la pelea.—hablo Alessandra, dirigiéndose a Michonne quien asentía.—Por el simple hecho de que desea poder.—le aclaro Alessandra, viendo como todos le prestaban la suma atención.

—Si pero el hecho de que esté viva no significa que no actuaremos, Jayden esta muerto y debemos pelear, por él. Por Enid, por Tara, por Henry y por Natasha.—habló Aliana con una voz gruesa y demostrando sus ansias de volver a defenderse, yo escuchaba pero estaba algo fuera de la conversación no entendía por completo lo que hablaban pues no sabía como habían sido las cosas en mi ausencia.—No vamos a dejar esas muertes en vano porque no fueron en vano, Michonne.—añadió, viéndose impotente ante aquella gran mujer quien aún le era irreal mi presencia.

—No podemos atacar así porque si Aliana.—aquel hombre la miro fijamente, estaba aislado de ella y podía notarlo por mi presencia, él me miraba constante y yo de igual forma, había tensión en el aire ante ambos estar en un mismo lugar; sincronizados por ella, por Aliana.—Además, aún no sabemos del paradero de Negan, no sabemos si lo tienen.—añadió, acercándose a Aliana, tocando sus manos pero esta no le correspondió; bajo la cabeza y la mirada de él se penetro nuevamente en mi.

—No creo que Negan haya sido capturado por ellos.—me quede parado aún lado de Daryl ante sus palabras, ante adentrarse a la conversación.—Lo que vayamos hacer no podemos hacerlo ahora, no podemos dejarle a la vista que Aliana ha vuelto. No podemos arriesgarnos.—sugirió aquel amigo mío ballestero, quien se veía preocupado por la situación.

—¿Dónde crees que este Negan entonces?—le pregunto Ethan Martínez a Daryl, quien simplemente se encogió de hombros sin saber una respuesta a su pregunta. Lo miraba, veía sus ojos claros y sus pecas, su cabello era un negro azabache, su mirada y la mía se cruzaban de una manera incómoda e intimidante.

—Debió ir tras de ella, o ya debe estar a su alrededor. No tengo duda alguna.—respondió Aliana, mirando a Ethan, al igual que Daryl ya que les respondía sus dudas.—Así que si la guerra no la explotamos nosotros, él si lo hará y debemos prepararnos de igual manera antes de que sea tarde.—dijo Aliana, pareciendo frustrada y aún a mi se me hacía difícil comprender que realmente su sangre era proveniente de Negan, me parecía irreal.

—Bien, creo que debemos dejar este tema de conversación para otro día, ha sido mucho por hoy. Debemos terminar de acomodar a quienes llegaron.—comentó Michonne, en busca de calmar las tensiones que había a nuestro alrededor ante intentar de buscar una solución.

La miré, miré como todos asintieron ante su orden como parecieron sincronizarse para salir por las grandes puertas de aquella iglesia totalmente restaurada. Sentí el aire adentrar por mis pulmones al salir, al ver nuevamente el gran ambiente que se avecinaba en mi vista. Frente a mi podía ver a las personas andar, sonreírse y alentarse a continuar pero un estrujón se acopló de mi interior cuando la vi. Cuando vi su lacio cabello suelto, ver como sus manos lo acariciaban mientras que ella parecía volver a restaurar ese brillo. Los verdosos ojos de Aliana no me miraban, ni siquiera se detenía a hacerlo. Caminaba, sin saber quien estaba a mi lado y es que no podía dejar de mirarla. Ella sonreía mientras él iba a su lado, podía ver como sus brazos acorralaban su cintura, como él la miraba fijamente a los ojos. Él sonreía, sonreía ampliamente mientras que vi como sus labios se plasmaron en sus mejillas sonrojadas. Veía como Aliana apretaba su cuerpo contra él de Ethan y mis tímpanos era. Capaces de escuchar sus risas, podía ver como ella realmente explotaba un destello de brillo a su lado y ahí más que nunca entendí que Aliana había continuado, que había continuado como se lo había pedido aquella vez en las alcantarillas cuando estaba moribundo. Aún mi interior se restregaba, se aflojaba de tantos sentimientos que no podía explicar.

La había conocido cuando no éramos ni la mitad de lo que somos hoy, cuando ni siquiera sabíamos que nuestras vidas quedarían entrelazadas para siempre. Deje de mirarla con mucho pesar y continué caminando, distanciándome de ella y pensando en él pesar de mis días atrás. Miré el cielo, pensando en cómo había perdido a un amigo más, como no pude hacer lo posible por mantenerlo con vida. Manuel se había ido también, y sabía que todos estaban tristes. Pude ver su rostro, pude verlo intentar de acoplarse a la bienvenida que Aarón le daba, mientras que podía ver también como Sammy estaba totalmente tímida detrás de Sarah observando aquella casa junto a Stephanie. Sus ojos esmeraldas se detuvieron en mi, y pude ver una gran sonrisa de su parte. Hice mi mayor esfuerzo en sonreírle a ese mujer que había hecho lo posible por volver a levantarme, mi gesto la conforto lo suficiente para sonrojarse y darme a entender que sin importar que, su corazón destellaba por mi. Me detuve en seco frente a ese lago mientras que pude distinguir luego de mucho, quien estaba a mi lado. Sus oscuros ojos me miraron, sus manos tocaron mi hombro y mis músculos se aflojaron. La miré fijamente y sentí como me deslizaba mi cuerpo para sentarme a su lado, y fue ahí que vi lo que ella quería mostrarme. Me senté en aquel banco, en aquel viejo banco que solía escoger para poder desinflar mis pensamientos, pero la vista que Michonne me mostraba recompensaba todo eso.

Miraba fijamente su compostura, examinaba cada detalle de sus facciones. Su cabello estaba amarrado en una coleta, estaba algo floja y se podía ver su castaño cabello lacio flotar con el viento. Podía ver sus azulados ojos reflejarse con la iluminación del sol, ella estaba a distancia de mi pero podía describirla a la perfección. Estaba en el césped, en una sábana sentada y parecía estar dibujando. A su lado, estaba aquel pequeño niño. Podía ver las facciones que ese pequeño tenía, que ese niño era puro de Michonne, quien yacía a mi lado observándolo. Sonreía, jugando con esa pequeña niña que parecía darme un viaje al pasado, tenía tantas facciones parecidas a Aliana que no era necesario preguntar si era proveniente de ella. Restregaba mi ojo, intentando de despertar pero era imposible, estaba viviendo esto realmente como nunca antes lo había pensado. No podía ni siquiera creer que estaba viendo a una criatura, fruto de mi amor con una joven, frente a mi. Sonreía, yo sonreía al verla, al ver como ella no se percataba de mi presencia. No hasta que pude ver aquella mujer acercarse con velocidad para tirarse al suelo y abrazarla, veía como Aliana abrazaba fuertemente a esa pequeña niña, llamada Alanna.

—Aún no puedo creer que realmente estoy aquí.—susurré, observando cómo detrás de aquella mujer que sonreía en el suelo con su hija, se acercaba el otro niño fruto de mi amor.—Siento que me veo al mirarlo... —suspiré, observando sus ojos azulados y su gran sonrisa, veía como se acomodaba el sombrero ante la brisa removérselo. 

—Fue difícil luego de que te fuiste.—el suspiro de Michonne logró esfumar el mío, cuando pareció suspirar un sumo vacío que salía de su pecho.—No sabía cómo sanar, pero debía hacerlo, Aliana y Rick me necesitaban, Judith me necesitaba. Todo este tiempo reserve mi dolor esperando sanar el de los demás pero me consumió al punto de que no podía encontrar la paz, no hasta hoy.—escuchaba sus palabras infiltrarse en mis tímpanos mientras que aún era capaz de ver cómo mis hijos y su madre se abrazaban fuertemente.

—Lamentó que haya sido así para ustedes.—dije, dije totalmente entristecido y sintiendo su dolor dentro de mi.—También sufrí y ahora más que nunca pero más que eso, siento mucha impotencia una que no puedo manejar del todo bien. Siento que mi vida quedó estancada en el tiempo que no pude continuar, hasta hoy, hasta hace unas horas atrás cuando los abracé.—le indiqué a ella, sonriendo y sintiendo mi ojo humedecerse, mirándolos.

—Fue una prueba muy difícil para Aliana, bueno, para todos de hecho pero estábamos viéndolo como un regalo que nos dejaste a cargo.—escuchaba a Michonne hablarme a mi lado, con su voz en un hilo.—Cuando nacieron, cuando supimos que eran dos tú papá estaba enamorado de ellos; los amaba tanto Carl. Desearía que pudieras haber visto como los amaba, como hablaba de ellos y como me duele que no haya podido pasar más tiempo con ellos.—los ojos azulados de mi padre aparecieron en mi memoria, y la voz de Michonne lo hacía ser más real.

—Me duele más saber que no pude verlo disfrutarse esa etapa o que no pudo verme a mi ser el padre que él algún día fue.—suspire nuevamente, la tristeza que bombardeaba mi corazón continuaba, aún me sentía con un vacío inexplicable por la ausencia de Rick Grimes.—Me cuesta creer que ya no está, tenía la esperanza... —le comenté a ella, sintiendo un hilo de tristeza en el aire que nos entrelazaba.

—Yo aún la tengo.—suspiro ella, mientras que ambos mirábamos como hacía nosotros caminaba ella, me miraba fijamente luego de tanto rato y es que por un instante, mi piel se erizo al verla sonreírme.

—Hola.—nos saludo Aliana, agarrando las manos de esos pequeños quienes estaban escondidos detrás de ella, tímidos.—Ellos aún se sienten un poco afligidos pero se que quieren pasar tiempo contigo, se que te instalarás en alguna casa cerca de la mía así que les dije que si deseaban pasar la noche contigo y accedieron.—miraba sus azulados ojos mirándome, mirándome con suma curiosidad mientras parecían sentir que era irreal.—Están muy emocionados por compartir tiempo contigo, Carl.—Aliana miro a sus hijos, alentándoles para que se acercaran a mi pero ellos no cedían.

—Me estableceré con Michonne unos días, Sarah, Stephanie y Sammy se instalarán en una casa aparte para ellas.—hable, mirando a Aliana quien asintió calmada ante mi opinión.—Se siente como al principio, cuando llegamos por primera vez.—sonreí de lado, sintiendo como Michonne acariciaba mi mano colocada en el banco.

—Sé que lo harás bien.—me alentaba Michonne, mientras que Aliana parecía acercar más a los niños.—Son tan especiales, tienen tanto parecido contigo y Aliana cuando los conocí.—los miraba fijamente, y sentía tanto escalofrío en mi interior.—Caleb es idéntico a como tú actuabas cuando te conocí, es tan tímido pero tan valiente.—si, podía verlo, podía ver lo tímido en su semblante y no evitaba sonreír, y mucho más cuando el sombrero que estaba en su cabeza me traía un mar de melancolía.—Alanna es más atrevida, es segura y es noble como Aliana.—Michonne señalaba a la pequeña que se acercaba a mi con suma timidez pero a la vez, con valentía.

—¿Puedo sentarme a tu lado?—me pregunto ella, con una voz fina y algo cortante pero con entusiasmo, no pude mirarla a los ojos, dirigí mi mirada a Aliana esperando algún tipo de permiso y ella eventualmente me asintió.

—Ven.—indicó Michonne, levantándose de mi lado y respondiendo por mi, permitiendo que la niña se sentara a mi lado sonriendo de manera sonrojada.

—Siéntate junto a él, no tengas miedo.—sentí mis manos temblar al sentirla tan cerca, ella me miraba de manera curiosa mientras que Caleb aún no parecía ceder.—Ven, me sentaré junto a ustedes.—Aliana se sentó al lado opuesto de Alanna, con Caleb en su falda quien tenía sus mejillas bastante rojizas.—¿Ves? No pasa nada mi amor, él también está un poco tímido son justamente iguales.—sonreí ante su comentario, mientras que ambos niños quienes estaban en mis diferentes extremos parecían acoplarse, para mirar a Alanna debía voltear pues era donde mi vista estaba totalmente ciega.

—¿No te molesta ver por un solo ojo?—me pregunto ella tímidamente, me volteé un poco para mirarle ante su primera pregunta.—¿Te dolió mucho cuando lo perdiste?—me volvió a preguntar, mientras que sentí su pequeña mano rozar con mi vendaje y tan solo recordé aquella escalofriante noche.

—Realmente me desmayé pero me acostumbre, ¿como luzco?—le pregunté yo, viendo como ella sonreía de lado y podía ver esa dentadura, exactamente un escalofrío me recorrió porque era idéntica a la sonrisa de mi madre, de Lori.

—Te ves muy rudo.—me respondió Alanna, haciendo una mueca de manera ruda para imitarme.—Pero te falta algo.—dijo, levantándose del banco para caminar frente a mi, y dirigirse frente a su hermano, quien estaba cubierto por aquel viejo sombrero de alguacil.

—Yo quiero ponérselo.—Caleb no permitió que Alanna cediera a quitarle su legado, pues el niño con suma emoción se levantó de la falda de su mamá para quedar frente a mi, de una manera tímida él se quitó el sombrero.—¿Puedo ponértelo?—pregunto entusiasmado y yo tan solo asentí con rapidez, sintiendo como él deslizaba mi sombrero por mi cabeza, se sentía como un viejo recuerdo.—Ahora si es nuestro papá.—mi corazón quedo helado ante sus palabras, y podía sentir como las mujeres alrededor de mi habían notado mi tensión.

—Si lo es.—comentó Aliana a mi lado, mirándome de una manera melancólica que me apretaba el corazón.—Es Carl Grimes.—nombro mi nombre como si fuese una leyenda, sus verdosos ojos me miraban mientras que no podía evitar de mirar su gran sonrisa pero eso se esfumó cuando en mi mente solo recordé como las manos de otro hombre recorrieron su cuerpo.—Se que será difícil que nos acoplemos a esto pero denle una oportunidad, por favor.—ella los miraba, y ellos a ella también, le prestaban una grata atención que yo admiraba.

—Yo también estoy asustado, muy asustado.—dije, mirando a ambos niños mientras que el temor recorría cada una de mis venas ante su penetrante mirada.—Pero voy a intentarlo.—les sonreí viendo como ellos aún con timidez se mantenía cortante conmigo, aunque con algo de emoción.—Se los prometo.—les dije, elevando mis meñiques para entrelazarlo con los suyos, viendo como sonreían ampliamente y como por un instante al ver la sonrisa de Caleb, juré describir un gran parecido con Nathan.

Por un instante todo se volvió más tenso, pero no de una mala manera y es que no pude evitar sentirme quien yo era antes, quien siempre quise ser pero mi tensión no fue acto de eso, si no por esos ojos que me miraban fijamente desde la distancia con suma curiosidad y un destello de emoción en su expresión. Su rostro, definido como el de la mujer que le había dado la vida, su cabello largo y castaño. Sus ojos me miraban, me miraban como si supieran, y es que hasta yo sabía que la tenía de frente. Con impulso me levante del banco, sintiendo como me observaban, como observaron cada una de mis expresiones cuando Judith corrió contra el viento para caer en mis brazos, mientras que mis rodillas chocaron con el suelo. Me sentía más que en una vida irreal cuando la abrace, cuando sentí su cuerpo como si recordara la última vez que la abracé, cuando lloro al ser despegada de mis brazos, era una pequeña pero ya no más. Las lágrimas se desprendieron de mi ojo, mientras que mi corazón bombardeaba fuertemente, yo continuaba abrazándola y pensando en cómo todo pudo haber sido, pensando en que el tiempo para ella no se detuvo tampoco, todos continuaron sin mi pero aquí estaba, había vuelto porque esto era más que un hogar, era un amor puro hacia las personas que estaban a mi alrededor.

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