10
Lo que ya es.
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Caminaba llena de cansancio detrás de esas personas, me encontraba abastecida por la mayoría de golpes que traía en mi cuerpo. La calor del día se pegaba en mi cuerpo, y esto me traía recuerdos, grandes recuerdos. Se sentía como aquel tiempo años atrás, donde vagaba con un grupo de desconocidos buscando un rumbo, un solo rumbo; un lugar estable. Había pasado tanto desde esa ves en donde caminaba aislada de tanta gente desconocida, había pasado tanto desde que conocí al gran grupo del líder Rick Grimes. Podía ser capaz de recordar cada día, cada minuto y segundo que pase al lado de cada de ellos por los abandonados bosques de Atlanta pero ahora, no éramos ni siquiera la mitad en este tiempo actual. Lamía mis labios resecos, caminando aún lado de aquel joven llamado Manuel y de la mujer que me había traído al mundo. Frente a mi caminaba Cole, quien demostraba cansancio y a su lado, Sarah quien aguantaba las piernas de su hija la cual descansaba en su espalda. Ver aquella pequeña me demostró el vacío que había en mi interior, el gran vacío que sentí justo ahora, aún estando con vida. La visualización de esos ojos azulados llegaron a mi mente y es que maldecía, maldecía al no tener a mis hijos cerca de mi.
La impotencia de no saber su bienestar, de no saber cómo estaban o de cómo se debían sentir ante mi ausencia me agobiaba, realmente me agobiaba. No quería imaginar la tristeza que debían sentir, las preguntas que tenían y lo que me llenaba de rabia era el saber que aquella mujer que nos estaba arrebatando todo aún debía estar rodeando sus vidas. Recordaba el rostro de esa mujer, recordaba cómo me miraba con aquel sentimiento de victoria cuando me vio caer por aquel risco, cuando vio mi derrota al su compañero matar a mi gran otra parte de mi corazón. La visualización de Jayden caer por aquel risco estrujo mi corazón al saber que no pude hacer nada por salvarlo pero como él acertó ante sus palabras ese mismo día. "Empezamos juntos, y juntos terminamos". Ese día pensé que sus palabras no habían sido en vano pero al yo estar aquí, lo fueron, lo perdí a él y ese fue mi costo aquel día, aquel horrible día en donde mi vida estuvo en un hilo, incluso la de mi hijo. Daría lo que fuera por poder llegar mucho más rápido, daría lo que fuera por tenerlos justo aquí conmigo. Mis ojos se humedecieron y simplemente baje la cabeza, extrañaba a mis hijos, los anhelaba junto a mi.
—¿Estás bien?—mantuve mi cabeza ante la curiosidad de Alessandra por mi bienestar. Suspire, alzando la cabeza y mirándola, viendo también los moretones en su rostro y sus mejillas algo hinchada, ella también la había pasado mal.—¿Tus hijos?—la miré asombrada ante su acercamiento a su pregunta.—Puedo verlo en tus ojos, puedo ver lo inquieta que estás. Puedo entender.—desvíe su mirada.
—Se que están bien, se que deben estar cuidándolos. Se que muchas personas darían su vida por protegerlos, se que si.—afirme con esperanza, pensando en cada una de esas personas que han estado con nosotros desde el principio, que los han visto crecer.—Michonne, Daryl... incluso Negan o Ethan. Se que ellos deben estar cuidándolo.—mencione, sintiéndome menos estresada.
—¿Alguna de ellos te cuido a ti?—me preguntó curiosa, captando ella la atención del hombre frente a nosotras que yacía en silencio desde que habíamos empezado a caminar.
—Si, muchos de ellos pero hubo una que realmente entró a mi corazón. Su nombre era Maggie.—le dije, mirándola mientras vagábamos por el bosque a pie, con cansancio.—No esta muerta, es solo que ya no está en mi vida... —le corregí, para así no dejar confusiones en su cabeza.—Ella estuvo conmigo siempre, y recuerdo que su esposo Glenn, siempre estuvo con Natasha. Nos quisieron, nos educaron, nos acogieron sin importar que éramos algo grandes. Nos dieron la oportunidad de tener una familia pero eso se hizo pedazos cuando Glenn murió, cuando fue asesinado por un monstruo a quien jamás pensé amar.—me miró confusa ante mis palabras, sin entender lo que mi mente procreaba en los recuerdos de mi pasado.—Un grupo llamado los salvadores, el cual era liderado por Negan nos presionó a sus órdenes, a vivir bajo su sombra por habernos metido en su camino. De seguro que si no hubiésemos querido ser unos héroes y salvar a otras comunidades, no nos hubiese tocado la peor parte. Todo fue difícil, restaurarnos luego de eso fue lo más difícil.—comenté, viendo a Carl delante de mi, quien parecía caminar con lentitud a propósito, él estaba escuchando.
—Negan siempre ha sido un líder.—me dijo ella, pareciendo recordar los tiempos en donde nada entre ellos estaba mal.—Era lo suyo dar órdenes, alentar y corregir. Fue una pena que no pudiera ser un líder para ustedes... pero no lo culpo.—la mire, sin comentar nada respecto a eso, sin querer interferir en un pasado que ya no se podía corregir.
—No sabía que era mi padre en aquel entonces, solo Nathan lo sabía, él lo había encontrado primero y yo estuve secuestrada en su comunidad, aún así, jamás lo supe. En ese momento, ni podía reconocer en lo que Nathan se había convertido. Él era bondadoso, tenía fe aunque el mundo empeorara cada minuto de su vida. Cuando lo vi aquella noche luego de tanto tiempo, supe que ya no era el Nathan que había conocido.—ella me miraba entristecida, podía ver sus ojos transmitiendo tristeza.—Fue la etapa más dura de mi vida, creí que no podría superarla. Había perdido a muchos, había perdida una parte de mi, un pedazo de mi corazón que fue arrancado.—alce mi mirada, notando como Carl desvió su mirada de mi cuando logró entender la referencia hacia su supuesta muerte.—Luego de eso, supe que estaba embarazada pero jamás pensé que de dos niños. Fue un gran duelo, fue la peor etapa de mi vida.—la miré viendo como me escuchaba con atención, como ella deseaba saber cada detalle de mi.
—¿Por qué le nombraste al niño el nombre de Nathan?—me preguntó ella, queriendo desviar la parte en donde narraba como yo misma fucile la vida de mi hermano sin piedad.
—Para honrarlo, sin importar lo que haya hecho. Pero le inducimos el entendimiento de llamarlo Caleb, en honor a la similitud del nombre de su padre, del nombre de Carl.—hablaba, percatándome que tanto Alessandra como los demás parecían escucharme, como les intrigaba mi historia.
—¿Se conocieron muy jóvenes? ¿No?—preguntó Manuel, curioso a mi lado refiriéndose a mi y a Carl, este quien se detenía junto a los demás, en pleno bosque que aún tenía rasgos del invierno pero que pronto nos adentrábamos a la primavera.
—De hecho iba a matarla el día en que la conocí.—indicó Carl, a su lado aquella rubia chica no tardó en mirarlo ante sus palabras.—En serio iba hacerlo.—añadió, mirando a Manuel y contestando su pregunta.—Creo que debemos descansar aquí, al menos un rato.—todos asentimos ante las palabras de Carl, sentándonos en el suelo y dejando nuestras mochilas.—Ahí esta la cabaña que Alessandra dijo, tomemos aire y revisémosla.—dijo él, señalando la cabaña de madera estar cubierta por varias verjas.
Mire a Carl, mire como parecía recordar aquel día, como yo también lo hice. Es que era capaz de recordar cómo Carl me apuntaba con esa arma, como su mirada era tan fría y penetrante al igual que sus dos ojos azules. Ese día pude sentir una conexión, pude sentir como nuestras almas se cruzaron ante la sensación de nuestros reflejos mostrarse, éramos tan diferentes pero tan iguales a la vez que no pudimos estar mucho tiempo sin él uno al otro. Volví a la realidad, viendo como él se sentaba aún lado de aquella chica, quien cabizbaja evadía mi presencia y cuando podía, me fulminaba. Su mirada me recordó a una joven chica que conocí cuando todo esto empezó, a Camila. La recordé nostálgica pues su sacrificio ha sido uno de los muchos que me mantiene viva, si no hubiese sido porque ella me empujó y se abalanzó a los caminantes aquel día en Alexandria años atrás donde los caminantes nos acorralaron, yo hubiese muerto. Su muerte entristeció mucho a Carl, en un tiempo la quiso como a nadie y se que ella siempre girará en el corazón de Carl. Me aislé un poco, viendo a esas personas sentarse y descansar, viendo a la pequeña recostarse en la falda de su madre.
El sol estaba en su tope para esconderse, mientras que todos se adentraba a la cabaña para averiguar, yo vigilaba el perímetro. Parecía una zona del bosque abandonada y podía ser capaz de escuchar unas aguas tranquilas. Me acerqué a los árboles, visualizando exactamente una pequeña laguna, se veía limpia. Sonreí, acercándome y sintiendo la brisa del viento darme la paz que necesitaba. Sostenía mi arma, dándome más seguridad a mi misma ante el posible peligro que corríamos acá afuera pero estábamos algo lejos de la comunidad y a la vez, estábamos igual de lejos que mi hogar. Escuche pasos, escuche como se acercaban a mi y intenté mantener mi postura cuando aquel joven chico se acercó a mi con respeto, dándome mi espacio mientras tocaba el agua y se restregaba con ella en su rostro. Se mantuvo arrodillado frente a la laguna, mirándola y apreciando el agua, apreciando el sonido del viento chocar con los árboles y de las aguas moverse con el viento. La naturaleza era lo único que nos quedaba, lo único que ya no podíamos dañar. Él sonreía aliviado, y sintiéndose bien ante su acción, alzó su mirada y me sonrió.
—¿No sonríes?—me preguntó curioso, levantándose del suelo, Cole aún mantenía una sonrisa en su rostro.—Lo lamento pero te describieron como una persona alegre.—lo mire curiosa pero aún igual de cortante.
—Lo lamentó, estoy algo cansada.—le indiqué, manteniéndome a su lado mientras ambos mirábamos la laguna.—¿Ya habías escuchado de mi?—le pregunté, viendo como él mirándome asintió.
—Fui una de las primeras personas que se acercó a Carl cuando revivió en mi comunidad. Le decían el caminante a él no le agradaba y realmente a mi tampoco, era un apodo algo estúpido.—me comentó.—Supe de ti un tiempo después cuando él decidió abrirse, pues el significado del collar que sostenía en su cuello era muy curioso para nosotros los que queríamos saber de él.—me quede asombrada ante eso pues el collar que Carl traía en su cuello, que escondía bajo sus camisas, era mío.—Fue ahí que nos contó de ti y luego, jamás volvió a hablar de alguno de ustedes. Nos habló de su papá, de lo increíble que era. Nos habló mucho de ti, y de su mamá.—sonreí de lado ante saber que se expresaba así hacia Michonne, vi como Cole me sonrió ante mi sonrisa de lado.—También nos hablaba mucho de otra chica pero no recuerdo bien...
—Natasha, era su hermana.—giré mi vista al igual que Cole, viendo a Carl detrás de nosotros, mirándolo y llenando la memoria de su amigo.—Éramos muy cercanos, éramos buenos amigos.—mire la expresión nostálgica de Carl, como si recordara cada momento qué pasó con mi hermana fue ahí donde baje la cabeza entristecida y volví a mirar el lago.—Es jodido aceptar que realmente ya no está.—se puso a mi lado, él estaba a mi lado pero aún así, no lo miraba.
—¿Cómo te sientes Carl? Conocerás a tus hijos.—eleve la mirada ante la pregunta de Manuel quien se acercaba a nosotros, mire fijamente a Carl, mire como miraba el lago tan fijamente.—Los hijos son increíbles, créeme.—Manuel se puso a su lado, sonriendo de lado y suspirando, mientras que Carl aún no respondía. Mire fijamente a Manuel, curiosa por aquel suspiro y él conectó su mirada con la mía.—Tenía una hija, tendría la edad de Sammy, murió justo una semana antes de que Carl llegara; fue mordida. Murió con el hermano de Sammy, Samuel.—mire a este hombre con suma tristeza ante su confesión.—Si, fue una etapa difícil para Sarah y para mí. Es algo que jamás se supera.—no pude evitar pensar en aquella fría mujer, entendiendo su postura y el deseo de proteger a su hija.
—Lo lamentó tanto.—me sentía asombrada, veía en su semblante paz, veía como parecía estar de esa manera mientras aún me miraba.
—No lo lamentes, mi hija no estaba preparada para vivir en este mundo pero estoy seguro que en el mundo en que está, se encuentra más que bien.—sonrió él, mirando al cielo mientras que yo me compadecía de él.—Un hijo es algo que vive contigo para siempre, aunque no esté aquí, aunque esté a mil kilómetros o incluso aunque esté solo a centímetros.—Carl se encontraba en silencio, pareciendo reflexionar sobre lo que su amigo hablaba.—Los echas de menos, ¿no?—me preguntó sonriendo de lado, mientras que yo con una sonrisa de igual forma baje la cabeza asintiendo.
—Me adentraré un rato.—Cole a mi lado derecho no tardo en quitarse la camisa, incluso su pantalón, quedando en su ropa interior.
—Es un acto suicida pero me uno.—Manuel de igual forma sonrió, levantando su camisa, quitando sus pantalones y dejando sus cosas en el suelo mientras que lo veía con admiración. Cole y él se adentraron al lago, sin miedo. Ellos vivían.
—Son increíbles.—los halague, viendo como el lago parecía seguro y sin ningún caminante que molestara, sonreía viendo a estos hombres ser niños por un momento, ver como chapuzaban y como se molestaban entre sí.—¿Estás bien?—le pregunté al hombre aún lado de mi, quien yacía en silencio y algo tenso. Carl me miró y me transmitió su inquietud.
—Aliana, por primera vez en mucho tiempo tengo miedo.—me comentó, sin despegar esa mirada de mí mientras que sus amigos en el lago sonreían y jugaban, y más cuando la pequeña Sammy corría hacia ellos con velocidad para adentrarse en el agua.
—¡Cuidado Sammy!—gritó Sarah, viéndose inquieta ante ver a su hija adentrarse al agua pero realmente no había nada por lo que debía preocuparse, al menos no hoy. Carl y yo nuevamente nos miramos, ambos solos y tan cerca, tan nosotros.
—Desde que supe que engendré a dos criaturas no puedo dormir, no puedo dejar de imaginar sus rostros, sus pequeñas manos o sus voces. Tengo tanto miedo en conocerlos, en no ser lo que ellos quizás creyeron que era.—me hablaba en un tono bajo, se veía frustrado.—Estuve ausente en sus vidas durante mucho tiempo, no quiero ausentarles más pero no se como ser el padre que ellos necesitan.—lo mire ante ver como Carl mostraba un semblante de preocupación, ante ver como él realmente estaba frustrado y tan solo llevé mi mano a su hombro y lo acaricié.
—Nuestros hijos nacieron sabiendo el gran héroe que fuiste, Carl. Ellos han crecido idolatrando, creo que tú regreso será la etapa más bonita que ellos van a tener. Es el mejor regalo que les darás.—le sonreí, viendo como su semblante se relajaba, viendo como él solo se enfocaba en mi.—No supe ser madre, fue difícil Carl, fue la tarea más difícil pero ahora que entiendo el sentimiento de madre, que entiendo lo puro que es para mi es una misión amarlos y protegerlos. Se que tú los amarás más que a nada en este mundo, y ten fe que yo te ayudaré, apoyare y animare para que seas ese padre que necesitan.—le indique, viendo su alivio, viendo su sonrisa y su agradecimiento. Carl me miraba y llevo su mano a mi mejilla, acariciándola despacio.
—Aliana, ustedes son lo más que he amado en este mundo y lo más que amaré.—me quede tiesa ante sus palabras, ante nuevamente escuchar ese sentimiento de amor en Carl pero algo dentro de mi no se sacudió y eso desató confusión en mi interior. Baje la cabeza, aislándome de él y viendo como curioso me miró, cómo mordió sus labios y se aisló de mi.—¿Quién es Ethan, Aliana?—mis ojos conectaron con su mirada nuevamente cuando mencionó aquel nombre, aquel que removió mi corazón y solo imagine a ese chico, a ese que echaba de menos.
—Ethan era un salvador, trabajo con Negan mucho tiempo. Llegue a conocer a su hermano cuando estuve secuestrada en el santuario pero a él lo conocí meses atrás cuando me ayudó a mi y a Caleb. Ahora reside en Alexandria, reside conmigo y los niños.—le comenté a Carl, esperando que entendiera el mensaje subliminal que le indicaba pero el confuso parecía no entender.—Ethan es mi pareja, Carl.—me atreví a aclarar, viendo como Carl me miro con un semblante de incomodidad, se podía distinguir el enojo en su expresión.
—¿Tú pareja? ¿Es en serio?—pregunto con burla, como si no pudiese creer el hecho de que alguien estaba en mi vida.—¿Qué tipo de relación tiene con los niños?—me preguntó, mostrando aún enojo en su expresión y respirando de una manera gruesa.—O contigo.—añadió, confuso y pareciendo procesar todo, fue ahí cuando con sarcasmo me reí.
—La que cualquier persona puede obtener con confianza, respeto y cariño.—le respondí cortante, viendo como él se acercó a mi con algo de brusquedad, mostrando la señal de celos en su semblante.
—Veo que no me guardaste el luto suficiente.—su palabra se adentró como un filó de una navaja a mi corazón, lo mire impresionada, me había dolido de una manera tan profunda.
—Joder.—mascullé, viendo el egoísmo en sus palabras.—Carl, no fuiste el único que hizo una vida.—le dije, en voz baja al notar la presencia de aquella chica que nos observaba a la distancia, por respeto preferí incluso mantener un poco de distancia.—Te sufrí seis años mientras tu vivías una plena vida empezando desde cero con una nueva oportunidad, yo no pude tener una oportunidad de empezar nuevamente, yo vivía con lo que tenía.—le indique, distanciándome de él con suma incomodidad y tristeza, viendo como él evadía mi mirada.—Y a penas decidí dejarte ir hace meses porque no me permitía hacerlo... y me costo, un fragmento de mi corazón porque eso eras, mi mitad.—suspire, viendo como se giró observándome mientras que yo tan solo me distancié ante su egoísmo, y sus palabras tan frías.
La noche había caído, las estrellas estaban en su punto más brillante. Todos acampábamos en aquella cabaña, aquella cómoda cabaña que se había construido en secreto para las personas que salieran a buscar suministros y deseaban descansar. Tenía un campo de seguridad estupendo, estaba equipada pero no podíamos pasar más de dos días aquí, nos encontrarían. Estaba aislada, haciendo guardia distanciada de todos en la sala de estar. Tenían una chimenea encendida, colchones en el suelo y hablaban animadamente. El frío de la noche pesaba mis párpados, estaba cansada.
—¿Te quedarás aquí toda la noche?—no gire mi mirada cuando escuche aquella voz femenina, su presencia me traía incomodidad y sobre todo, desconfianza.—Cole se turnara para que puedas descansar.—Sarah se colocó a mi lado, mientras que sostuve mi arma y continué mirando al oscuro bosque que no emitía ni siquiera un gruñido de algún caminante.
—Estoy bien.—le indique fría y cortante, esperando mostrar incomodidad y que ella se fuera pero no fue así, se quedó ahí, a mi lado.—No me busques conversación, no seremos enemigas pero tampoco amigas.—comente, escuchando un suspiro grueso de su parte mientras que de reojo vi como ella se cruzó de brazos.
—Comprendo tu postura, y la respeto pero no quiero disputas por aquí en el presente, no por un pasado que quedó fracturado y sin remedio.—la miré confundida ante su respuesta, no sabía exactamente a lo que se refería hasta que la puerta de la cabaña fue abierta por Alessandra quien ante salir mostró a Carl aún lado de Stephanie, ambos abrazados y sonriéndose, fue ahí que entendí lo que aquella mujer quizo decirme.
—Es increíble, créanme. Alexandria es una nueva oportunidad de vida, para todos.—escuchaba la gruesa voz de Carl, la escuche con emoción antes de que la puerta se cerrara a espaldas de Alessandra quien con un semblante fulminante miró aquella rubia mujer.
—Déjala en paz.—le pidió Alessandra, quien la miraba fulminante y con expresión de intimidación, logrando que Sarah simplemente bajara la cabeza y con sus brazos cruzados, se adentrara a la cabaña.—Stephanie esta insegura con tu presencia, le pidió a Sarah que hablara conmigo para que yo hablara contigo pero realmente los dramas amorosos me dan lo mismo.—me sonrió, postulándose a mi lado a lo que le di paso para que se acomodara en aquel balcón conmigo.
—No hay nada de lo que deba preocuparse.—le comenté, dejando mi arma aún lado y quedando cerca de aquella mujer, quien me miraba atenta.
—Aliana, hay capítulos que jamás se cierran aunque el libro sea quemado porque las palabras o una historia jamás son borradas. Tiene mucho de que preocuparse, Carl y tú jamás se dejaron ir, simplemente fueron separados por un colapso de tiempo y ahora están unidos no solo por los recuerdos de su pasado, si no por sus hijos. Es entendible que esas llamas de amor volvieran a renacer, y muchos más fuertes.—la miré profundamente ante sus palabras, viendo como ella parecía melancólica.—Vivirás un infierno si intentas huir de ese sentimiento y más cuando hay otra persona de por medio.—ella toco mi hombro, intentando de confortarme.
—¿La experiencia habla?—sonreí de lado, viendo como ella río, palmeando mi hombro y asintiendo, fue ahí cuando ella esbozó su sonrisa.
—Jamás deje de amar a Negan pero cuando supo que tenía cancer y que moriría, lo estaba perdiendo más a él que a mi misma. Fue por eso que decidí irme, jamás pensé que me salvaría pero cuando estuve sana, ya él había continuado y ustedes también. Mi vida se pausó mientras que las de ustedes continuó, fue por eso que jamás volví pero mi amor por él nunca se detuvo, aumento.—la miré fijó ante esa confesión, ante sus palabras tan sinceras.—El universo pone todo en su lugar con un propósito, jamás pensé volver a encontrarme con mis hijos o con él, pero así debía pasar. Debía suceder un apocalipsis para yo volver a encontrar mi propósito en la tierra, y ahora, mi único propósito es ser tú madre y la abuela de esos niños, pero a lo que te llevo es Aliana que jamás podemos cambiar lo que sentimos, siempre lo llevaremos en nuestro corazón. No podemos cambiar lo que ya es.—su dedo toco mi pecho, indicando la señal de mi corazón mientras que ella se quedó a mi lado en silencio.
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