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𝟮𝟲 𝖺 𝖼𝗋𝖾𝖽𝗂𝖻𝗅𝖾 𝗍𝗁𝗋𝖾𝖺𝗍

—Se dirige a la escuela —dijo Scott tras recibir un mensaje de Chris. Los mellizos se inclinaron hacia los asientos de adelante.

—¿Por qué va Parrish a la escuela? —preguntó Liam, confundido.

—No es Parrish —respondió Scott—. No en este momento.

—¿Por qué va a la escuela un Sabueso Infernal? —preguntó Maya, con una ceja arqueada.

—Porque anhela una educación superior —ironizó Stiles mientras mantenía ambas manos firmes en el volante del Jeep—. Chicos, el Sabueso Infernal se dirige al colegio, así que vamos al colegio. ¿De acuerdo? —y sin esperar respuesta, pisó el acelerador.

Maya rodó los ojos pero asintió, acomodándose en su asiento. Sin embargo, al notar que Liam no hacía lo mismo, lo agarró por la chaqueta y lo obligó a sentarse.

—Gracias por la consideración, Maya —murmuró Liam, enderezándose.

Después de un rato llegaron a la escuela. Stiles y Scott fueron los primeros en bajar del Jeep, seguidos de Maya y, al final, Liam, quien cerró la puerta con demasiada fuerza, haciendo que los otros tres lo miraran al unísono.

—Perdón —murmuró, encogiéndose ligeramente de hombros.

Su hermana, con una expresión de falsa severidad, le señaló con dos dedos mientras le advertía silenciosamente que lo vigilaba. Luego, caminó detrás de su amigo, con Liam siguiendo a su alfa.

Al entrar al campus, se encontraron con Chris Argent, quien los esperaba con el ceño fruncido.

—¿Dónde está Parrish? —preguntó Scott de inmediato.

—Lo perdí. Se mueve demasiado rápido.

—Chicos —susurraron al mismo tiempo los mellizos, sus voces con un toque de alarma. Ambos habían notado algo más adelante, en el suelo.

—Él no se mueve para nada —comentó Stiles con nerviosismo mientras observaba en la misma dirección.

Había un hombre tirado en el suelo. Chris, Scott, Stiles, Maya y Liam avanzaron lentamente hacia el cuerpo. Más adelante, otro cuerpo apareció en su campo de visión.

—Miren —murmuró Maya, señalando con la cabeza.

Un autobús con la parte trasera abierta se encontraba estacionado. Dentro, varias personas yacían heridas, algunas incluso sin vida.

—Ayúdenme... —rogó débilmente un chico, extendiendo su mano hacia ellos.

—Es una trampa —interrumpió Parrish, apareciendo detrás del grupo y haciendo que todos se sobresaltaran.

—Por favor... —susurró nuevamente el chico.

Scott dio un paso hacia él, pero Parrish lo detuvo con una mirada.

—No pueden ayudarlo —les advirtió.

De pronto, la parte superior del cuerpo del chico se desplomó al suelo mientras la parte inferior era arrastrada al interior del autobús. De las sombras emergieron los ojos azules brillantes de la Bestia.

Chris levantó su arma inmediatamente.

—Es grande. Nadie dijo que fuera tan grande —murmuró Stiles, con la voz temblorosa.

—Créeme, yo lo vi. Y estaba sosteniendo la cabeza de uno de los profesores —añadió Maya, apenas moviendo los labios.

Stiles la miró con incredulidad, sus ojos abiertos como platos.

—Ay, Dios...

El cuerpo de Parrish se envolvió en llamas antes de lanzarse hacia el autobús, intentando enfrentarse a la Bestia. Pero esta salió disparada, alejándose a toda velocidad, y él la persiguió sin dudarlo.

—¿Qué diablos está pasando? —preguntó Scott, mirando a Chris.

—Aumenta su inteligencia.

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En otra parte de Beacon Hills, Maya inclinó ligeramente la cabeza hacia atrás, soltando un par de suspiros mientras los labios de Brett descendían lentamente hasta su cuello.

—Aún no puedo creer que después de todo tengamos un partido de lacrosse mañana —comentó, dejando escapar una pequeña risa.

Ambos estaban hincados en la cama de Brett, sus camisetas abandonadas en el suelo.

—Sí —respondió él entre murmullos, dejando un beso corto en sus labios antes de separarse ligeramente—. De hecho, lo había olvidado hasta que lo mencionaste.

Maya sonrió divertida antes de inclinarse para besarlo nuevamente.

—Aunque nosotros estamos fuera de práctica —bromeó ella, manteniendo su tono juguetón. Brett soltó una risa nasal—. Y ustedes no, así que es posible que perdamos.

—No te mentiré, tal vez sí —dijo Brett, con una sonrisa pícara.

—Eres un gran apoyo moral —dijo ella, rodando los ojos antes de volver a besarlo.

Él sonrió entre el beso, abrazándola por la cintura antes de recostarla suavemente sobre la cama, quedando él encima.

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A la mañana siguiente, Maya conversaba con Hayden en el patio de la escuela, sentada casualmente en la mesa mientras su amiga ocupaba la banca.

—¿Sabes si Theo trama algo? —preguntó la rubia, mirando a su amiga con curiosidad.

—No —respondió esta con un deje de confusión—. ¿Por qué?

Maya desvió la mirada, claramente evitando responder.

—Maya, hoy tienen un partido contra Devenford. Mejor enfóquense en eso.

—Es solo que siento que trama algo —respondió con una mueca, balanceando sus pies desde la mesa—. ¿No ha mencionado nada...?

—¿Te soy sincera? Voy a abandonar esa manada —confesó Hayden, soltando un largo suspiro—. No me gusta estar ahí. Lo único que me mantuvo fue Corey, pero él también se salió para estar con Mason. Y yo pienso hacer lo mismo para estar con Liam, y contigo. Con ustedes.

Maya no pudo evitar sonreír y la abrazó por los hombros, a lo que Hayden correspondió con una sonrisa ligera.

—Hola, linda —dijo Brett, acercándose después de terminar una entrevista sobre el partido. Aún llevaba puesto el uniforme de su escuela.

—Nos vemos después —se despidió de su amiga mientras se levantaba de la mesa. Caminó hacia su chico con una sonrisa, tomándole las mejillas para besarlo suavemente—. ¿Qué tal tu pequeña entrevista? —preguntó con una sonrisa traviesa—. ¿Hablaste sobre cómo tal vez nos ganen?

—Probablemente —respondió Brett, divertido, lo que provocó una risa nasal de su novia—. Aunque solo hay que esperar a que no suceda nada sobrenatural esta noche.

—Sí...

Maya estaba a punto de responder cuando recibió un mensaje. Sacó su teléfono y leyó rápidamente:

𝗦𝗰𝗼𝘁𝘁

𝖤𝗌𝗍𝖺𝗆𝗈𝗌 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝖻𝗂𝖻𝗅𝗂𝗈𝗍𝖾𝖼𝖺

𝖵𝖾𝗇 𝗋𝖺́𝗉𝗂𝖽𝗈, 𝖬𝖺𝗌𝗈𝗇 𝖽𝖾𝗌𝖼𝗎𝖻𝗋𝗂𝗈́
𝖺𝗅𝗀𝗈

La chica levantó la mirada hacia Brett tras leer el mensaje.

—¿Tienes tiempo para quedarte un rato?

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—Mason dijo que no es solo transmitir una frecuencia —explicaba Liam mientras todos se reunían en la biblioteca—. Es de alta potencia. Tiene que ser una señal muy fuerte.

—¿Y eso causa que se transforme? —preguntó Lydia.

—No, no creo que sea solo eso. Anoche Argent dijo que se está haciendo más listo —respondió Scott, con el ceño fruncido.

—¿Y si los Doctores del Miedo intentan que la Bestia crezca más rápido? —dijo Maya, apoyándose contra una estantería.

—¿Con frecuencias? —preguntó Stiles, confuso.

—No, transformándose. La frecuencia es el detonador —explicó Maya, volteándose hacia él.

—Exacto. Lo importante es transformarse en hombre lobo —agregó Scott.

—Como Peter —dijo Lydia.

—Sí. Sí, cuando Peter era un alfa, se fortalecía cada luna llena. Al final, las quemaduras sanaron y volvió a la normalidad.

—Entonces los Doctores no quieren esperar la luna llena —razonó Brett, quien estaba de pie al lado de su novia, con una expresión pensativa.

—Quieren que sea lo más fuerte posible cuanto antes —completó ella, mirándolo brevemente.

—Por Parrish.

—Si sucederá esta noche, ¿qué vamos a hacer? —cuestionó la pelirroja.

—Tengo una pista para continuar —dijo el de lunares, sacando una imagen de su mochila—. Esto llegó del hospital. Quien acecha dentro de la Bestia usa talla diez de marca indeterminada.

—¿Indeterminada?

—Es una huella parcial. Básicamente, es lo que pudimos conseguir considerando fuego, sangre y carnicería.

—¿Cuántos talla diez hay allá afuera? —preguntó el pelinegro, algo incrédulo.

—Solo uno con sangre de Parrish en la suela —respondió su mejor amigo, con un deje de orgullo.

—¿Intentaremos cancelar el juego? —preguntó Liam.

—No, no, vamos a jugar, pero de verdad esperemos que no se convierta en una gran masacre.

—Está bien, pero... ¿no perdemos una oportunidad para atraparlo? —preguntó Maya, mirándolos a todos con el ceño fruncido—. No sabemos quién, pero sabemos dónde y cuándo.

—Hay mucha gente —dijo Scott, con tono serio.

—Y aún no sabemos si realmente va a suceder —dijo Lydia, intentando mantener la calma—. Puede terminar siendo un juego normal de lacrosse. Es posible, ¿verdad?

—Es muy posible —afirmó Stiles, aunque su tono no era del todo convincente.

—Pero es el único plan que tenemos —dijo Maya, dejando escapar un leve suspiro.

—¿Aún lo cancelaremos? —preguntó su hermano, todavía confundido.

—Cancelaremos el juego —confirmó Scott con decisión.

Sin más que discutir, todos recogieron sus cosas y salieron del lugar.

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Ya de noche, el grupo se encontraba en un salón antes del partido, repasando el plan.

—Mason, sabes qué hacer.

—Corey y yo allanamos el autobús de Devenford y buscamos los zapatos —respondió Mason con un asentimiento.

—Yo me encargo de las camionetas de TV —dijo Malia, cruzando los brazos.

—Justo antes del silbatazo, el entrenador abandona el juego —agregó Stiles, mirando a su amigo.

—Los demás buscamos tenis talla diez con sangre en la suela —dijo Liam.

—Solo por curiosidad, ¿y si no funciona? —preguntó Maya, alzando una ceja.

—¿Y si tenemos que enfrentar a esa cosa? —añadió Brett, con un poco de seriedad—. Es decir, odio evocar malos recuerdos, pero Scott aún convalece por lo que Theo le hizo.

—No, no es así —respondió Kira rápidamente.

—Tiene razón —dijo Scott, levantándose el borde de la camiseta para mostrar su abdomen completamente sano—. Sucedió la noche que sacamos a Lydia de la Casa Eichen. Me curé cuando volvimos a estar todos juntos. Cuando éramos una manada.

—La Bestia no tiene manada —dijo Liam.

—No como nosotros. Podemos hacerlo, chicos. Esta noche nadie muere.

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El plan tuvo un comienzo complicado cuando el entrenador no abandonó el partido como se había previsto.

—No importa, está bien —dijo Scott con calma, dirigiéndose a los mellizos mientras caminaban hacia sus posiciones.

—Y tenemos hora y media para encontrar a alguien con sangre en los zapatos —murmuró Liam, tratando de contener su ansiedad.

—Una persona de 400 —Maya suspiró con frustración, antes de que todos se dispersaran hacia sus lugares.

Scott se colocó frente a Brett, intercambiando una mirada de mientras ambos esperaban el inicio del juego.

—Listos... —comenzó a anunciar el árbitro, sosteniendo el silbato.

—Mi hermana tiene cubierta las gradas —dijo Brett en un tono bajo.

El silbato sonó, y el partido comenzó. El rubio tomó rápidamente la pelota, iniciando su avance hacia el arco.

Mientras tanto, Malia se ocupaba de desconectar las camionetas con los transmisores. Desde su posición, Scott, Stiles y Maya observaban el juego con atención, aunque sus miradas se desviaron hacia Kira, quien derribaba a varios jugadores de Devenford con una fuerza excesiva antes de anotar.

—Creo que Kira juega un poco agresivo —comentó Stiles con un poco de nerviosismo.

Scott y Maya intercambiaron una mirada de preocupación al notar que los ojos de Kira brillaban intensamente por debajo de su casco.

—Carajo —murmuró la chica, apretando los labios.

—Podríamos tener un problema.

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El juego continuaba, y Kira seguía lanzando a los jugadores rivales al suelo sin contenerse, mostrando una intensidad que no pasaba desapercibida.

—A esa chica le importa mucho la caridad —comentó Finstock desde la banca.

Scott decidió intervenir y se acercó rápidamente a su novia.

—Kira, trata mejor a los otros jugadores —le pidió, intentando hacerla reaccionar.

—Intento ganar —respondió Kira con una voz firme y desafiante, sin mirarlo directamente.

—Pero no tenías la pelota.

La kitsune miró a los jugadores que yacían en el suelo antes de fijar nuevamente sus ojos brillantes en su novio.

—Aléjate de mí —advirtió antes de girarse para alejarse de él.

Scott observó su reacción con preocupación, pero antes de que pudiera decir algo más, Maya y Liam se le acercaron.

—¿Vamos al plan B? —preguntaron ambos al unísono.

—Vamos al plan B.

Todos se movieron rápidamente a sus posiciones. Maya se colocó frente a Brett, quien la miró con una ligera sonrisa. Ambos asintieron, sincronizando el plan.

Ella permitió que su novio tomara la pelota y avanzara hacia el arco. Cuando Kira comenzó a dirigirse hacia él con evidente furia, Brett aprovechó la oportunidad para derribarla al suelo con un movimiento estratégico.

—Ya no eres tan ruda, ¿o sí?

Kira lo fulminó con la mirada, y antes de que él pudiera reaccionar, lo golpeó con tal fuerza que su casco salió volando, aterrizando lejos en el césped.

El árbitro, que había presenciado la escena, se acercó rápidamente a la chica.

—Tú, estás fuera, sal del campo.

Molesta, Kira comenzó a alejarse. Maya la observó de reojo antes de acercarse a Brett, quien seguía en el suelo.

—Estuvo perfecto. Gracias, amor —le dijo suavemente, sujetando sus mejillas para darle un corto beso en los labios. Luego lo ayudó a levantarse.

Mientras Kira se dirigía hacia la escuela, Scott le hizo una seña a Lori para que la siguiera.

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Maya hizo una mueca al ver cómo Brett tiraba a su hermano al suelo, el impacto lo suficientemente fuerte como para fracturarle la muñeca.

Scott se apresuró a levantar a Liam mientras ella se acercaba rápidamente a su novio. Sin embargo, Scott se detuvo al escuchar una discusión proveniente de la escuela entre Kira y Lori, decidiendo seguir el ruido.

—¡Tiempo fuera! —gritó el árbitro, soplando el silbato con fuerza.

Maya aprovechó la pausa para hablar con Brett.

—Sabes que necesitamos más tiempo —le dijo, dándole un golpe en el brazo—. Debes dejar de anotar.

Brett alzó las cejas, mirándola con incredulidad.

—¿No crees que lo haya intentado? Son muy malos. Son un verdadero asco, es imposible perder contra ustedes.

Ella entrecerró los ojos, irritada, pero consciente de la verdad en sus palabras.

—¿Qué esperas que hagamos entonces?

—Traten de no ser tan malos... —respondió él antes de sonreírle de manera ladina y acercarse para besarla.

El beso fue lento, mientras llevaba su mano a su mejilla. Cuando finalmente se separaron por falta de aire, se quedaron con las frentes juntas, los ojos cerrados por un instante fugaz de paz.

Sin embargo, el momento terminó cuando Brett tuvo que volver con su equipo, dado que era el capitán. Maya suspiró antes de dirigirse hacia Stiles.

—Algo pasa —le dijo este apenas llegó a su lado—. Creo que Malia no terminó con todas las camionetas.

—Le daremos más tiempo.

—¿Cómo diablos lo haremos?

La chica se encogió de hombros, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—Aumentaremos el marcador.

El chico la miró incrédulo, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.

—Repito, ¿cómo diablos lo haremos?

—Solo dame la pelota.

Ambos se pusieron sus cascos y corrieron de vuelta al campo. Cuando sonó el silbato, Maya reaccionó rápidamente, agarrando la pelota y anotando con una jugada impecable.

Desde las gradas, Hayden aplaudió con una sonrisa divertida, animando a su amiga. Liam, ignorando el dolor en su muñeca, se acercó para felicitarla, acompañado por otros compañeros del equipo.

Stiles, observando desde el campo, se quitó el casco mientras una idea cruzaba por su mente.

Probablemente podrían ganar si Maya seguía jugando así, pero decidió dejar el campo para revisar nuevamente las suelas de los zapatos.

Maya continuó dominando el partido. Esquivando a los jugadores de Devenford con agilidad, giró en el lugar y anotó otra vez, esta vez celebrando con un grito lleno de emoción.

—¡Sí! —exclamó, una sonrisa iluminando su rostro mientras sentía que el ánimo del equipo comenzaba a cambiar.

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El partido avanzaba, y Maya no se detenía, anotando una y otra vez hasta que finalmente empató el marcador justo cuando el tiempo reglamentario se agotó.

—¡Eso es tiempo extra!

Finstock corrió hacia donde Maya se encontraba en el suelo, respirando profundamente tras haberse dejado caer luego de su último gol.

—Levántate, niña. Podríamos ganar.

Ella dejó escapar un largo suspiro antes de ponerse de pie. Mientras Finstock volvía a su lugar, un agudo sonido atravesó el aire, obligando a todos a taparse los oídos.

Finstock hizo una mueca de desagrado.

—Debí quedarme en rehabilitación —murmuró para sí mismo.

Maya, junto a Liam, se quitó el casco, sus ojos rápidamente enfocándose en un autobús cercano de donde provenían los sonidos.

Ambos reconocieron los gruñidos que los hicieron tensarse al instante.

Los hermanos intercambiaron una mirada, y sus ojos brillaron de un color ámbar mientras un leve gruñido escapaba de sus gargantas.

Sin pensarlo dos veces, comenzaron a correr hacia el autobús.

—¡Chicos! —gritó Stiles desde atrás, intentando detenerlos—. ¡Chicos, esperen!

Pero los dos lo ignoraron, sus cuerpos se impulsaron en un gran salto, justo cuando la Bestia aparecía frente a ellos. Por un instante, todo lo que Stiles pudo ver fue esa imponente figura antes de que el caos comenzara.

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