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𝟮𝟱 𝖺𝖻𝗂𝗅𝗂𝗍𝗒 𝗍𝗈 𝗅𝗂𝖾

Parrish caminaba por el pasillo su figura envuelta en llamas, y tanto Stiles como Maya no podían apartar la vista, sorprendidos por la intensidad del momento.

Mientras tanto, Theo salió del cuarto de Lydia, sujetándola por el cuello, sus garras rozando su piel de manera amenazante.

—Atrás —advirtió con firmeza, aunque Parrish no se detuvo. Theo clavó un poco sus garras en el cuello de la pelirroja, haciendo que ella jadease de dolor—. Dije que atrás —repitió, su mirada fija en el hombre mientras echaba un vistazo rápido a su manada—. ¡Ataquen!

Corey titubeó, con miedo en su voz:

—El tipo está ardiendo...

—Sanarás. ¡Hazlo! —pero el chico no se movió.

Tracy, decidida, se lanzó hacia Parrish, tratando de clavarle sus garras en el abdomen, pero estas no atravesaron su piel. Parrish reaccionó de inmediato, golpeándola y enviándola al suelo con brusquedad.

Josh, viendo la oportunidad, rompió una tubería y agarró los cables eléctricos, descargándolos sobre Parrish. Sin embargo, no obtuvo ningún resultado.

—¡Theo, esto no está funcionando! —gritó desesperado, justo antes de ser arrojado contra la pared.

Valack, aprovechando el caos, disparó un instrumento que perforó la pierna de Theo. El grito de dolor de este último resonó en el pasillo, y Lydia cayó al suelo. Antes de que pudiera tocarlo, Valack la atrapó y la sostuvo con firmeza.

—Lo siento, Theo, aún no termino con ella —dijo Valack mientras comenzaba a llevarse a la chica.

Corey intentó detener a Parrish, agarrándole el brazo, pero el calor abrasador del sabueso infernal fue demasiado.

Cuando Valack trató de salir con Lydia, Stiles se interpuso en la puerta, bloqueando el camino. Pero Parrish, sin detenerse, lanzó a Corey hacia ellos. Stiles fue derribado, cayendo al suelo mientras Valack lograba escapar con Lydia.

Theo se puso de pie, cojeando ligeramente por su herida. Apenas lo hizo, sintió un fuerte impacto en el abdomen. Maya lo había pateado, su expresión llena de rabia.

—Veo que se nota que aún me guardas rencor... —soltó él con una sonrisa dolorosa.

—Y será aún peor porque tengo ganas de matarte —espetó Maya.

Intentó otra patada, pero Theo se retiró justo a tiempo, el viento de la pierna de Maya rozando su rostro. Respondió rápidamente, deteniendo sus puños con fuerza cuando ella intentó golpearlo nuevamente. Forcejearon, sus respiraciones pesadas y su fuerza sobrenatural a prueba, hasta que Theo logró cambiar su posición, empujándola hacia atrás.

Sin embargo, su mirada se desvió hacia Parrish, que avanzaba hacia ellos. Theo, sin pensarlo dos veces, rompió un trozo de tubería que Josh había dejado expuesta.

—¡Agáchate!

Maya iba a protestar, pero al ver la tubería alzándose en dirección a Parrish, obedeció rápidamente. Theo lanzó el trozo de metal, golpeando al hombre en el abdomen, haciéndolo caer de rodillas.

La chica se levantó, con furia. Agarró a Theo del brazo y, con un movimiento rápido, le rompió un hueso, haciéndolo caer al suelo con un quejido de dolor. Se subió encima de él, levantando un brazo con sus garras extendidas. El chico la miró, por primera vez realmente asustado.

—¡Maya! —la voz de Stiles la interrumpió, con tono de urgencia—. Él no vale la pena... —añadió—. Valack se llevó a Lydia.

Ella dudó un momento, respirando agitadamente. Finalmente, soltó a Theo y se levantó. Sin decir una palabra, empezó a caminar hacia la puerta rota.

Theo, todavía en el suelo, se levantó con esfuerzo, sus ojos fijos en Stiles. Ambos compartieron una mirada de desagrado antes de seguir a Maya.

Ella pateó con fuerza la siguiente puerta, rompiéndola fácilmente y girándose hacia ellos.

—¿Vienen?

Stiles apresuró el paso, siguiéndola de cerca. Theo se quedó rezagado un momento, apoyándose en el marco de la puerta.

—No la van a encontrar sin mí.

Aunque lo ignoraron, suspiró y los alcanzó. Maya iba al frente, guiándose por el olor de Lydia, con Stiles siguiéndola de cerca.

—Chicos... —Theo habló mientras los alcanzaba—. Yo también quiero sacarla de aquí. Percibo su esencia.

—Yo también —respondió Maya con frialdad—. ¿Qué rayos quieres?

El chico le restó importancia con un gesto de la mano:

—¿Cuál es la diferencia? Tú y yo podemos encontrarla. Él no. —Señaló al humano.

Stiles iba a replicar, pero una ventanilla cercana dejó escapar vapor, desviando su atención. Maya, al ver el lugar, hizo una mueca.

—No otra vez... —murmuró. Mirándolos, añadió—. Que uno vaya adelante. No quiero ver.

El azabache suspiró, entrando primero a las duchas de hombres, seguido de la chica, y Stiles al final. Se detuvieron frente a una rejilla en la esquina del cuarto, todos agachados frente a ella.

—Conduce a los túneles, ¿no es así?

—Son kilómetros y kilómetros —respondió la rubia, sin mirarlo directamente.

El de lunares suspiró frustrado.

—Ya podrían estar en cualquier parte.

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Los tres descendieron a los túneles, el aire húmedo y el sonido de sus pasos reverberando en las paredes.

Maya y Theo iban al frente, sus sentidos agudizados mientras intentaban seguir el rastro. Sin embargo, tras un rato caminando, comenzaron a fruncir el ceño.

El aroma que habían estado siguiendo se desvanecía.

Ambos se acercaron a las tuberías en las paredes, inclinándose ligeramente para concentrarse. Stiles los miró desde atrás.

—Creí que percibían su esencia.

—La perdimos —dijo Maya sin apartar el oído de las tuberías, mientras intentaba enfocarse.

—Pues, encuéntrenla —replicó su amigo con un tono impaciente.

Theo, sin molestarse en mirarlo, soltó un suspiro y preguntó con fastidio:

—¿Qué hueles aquí abajo, Stiles?

—Químicos y materia fecal. Aunque estoy seguro de que la materia fecal eres tú —añadió, lanzándole una mirada rápida.

Maya rodó los ojos mientras soltaba una risa nasal, incapaz de ocultar una sonrisa. Theo, por su parte, apretó los labios con irritación.

—Yo también la huelo. Es todo lo que huelo —dijo, esta vez con más seriedad—. Y es por eso que intentaré otra cosa, para que ambos se callen y me dejen concentrar.

Stiles negó con la cabeza, suspirando profundamente. Agarró suavemente el antebrazo de su amiga, instándola a seguirlo mientras comenzaba a alejarse del chico.

—La vamos a encontrar.

—Saben que no lo harán, chicos. Van a tener que confiar en mí.

Maya se giró para enfrentarlo, su expresión incrédula.

—¿Confiar en ti? —repitió, casi riéndose por lo absurdo de la idea.

Su amigo soltó un suspiro pesado, reconociendo el inicio de una discusión que no iría a ninguna parte.

—¿En el tipo que asesinó a su hermana a los nueve años? —continuó ella, sin molestarse en suavizar sus palabras.

—Sí, tenía nueve años. También creía que un tipo de traje rojo bajaba por la chimenea para dejar regalos. Así que cuando se presentaron tres personas con máscaras de cuero y me dijeron que mi hermana quería que tuviera su corazón, también les creí.

—Así que la descuartizaste y la mataste. Qué bella historia —replicó con ironía, cruzando los brazos.

El sarcasmo del humano parecía haberle pegado más de lo que quería admitir.

Theo la observó con una mezcla de irritación y cansancio.

—La vi caer al agua y congelarse en minutos. ¿Creen que tenía idea de lo que estaba pasando?

—Yo creo que la empujaste —dijo el de lunares—. Y creo que lo disfrutaste.

El quimera no respondió, pero su mirada se dirigió inconscientemente hacia la beta. Ella lo notó de inmediato.

—No hace falta que te hagas el inocente —dijo Maya con frialdad—. Mi papá... mi verdadero papá solía trabajar en un restaurante. Mamá no solía estar todo el tiempo en casa como ahora, así que él nos traía algunas sobras a casa para alimentarnos a Liam y a mí. Cuando su jefe se enteró, lo despidió. Sin previo aviso, ni nada. Era en contra de sus políticas. Pero no robaba, esa comida iba a ir a la basura. —Hizo una pausa—. Pero eso cambió algo en mi padre que hizo que hiciera cosas que provocaron que mi mamá se separara de él. El mundo no muestra piedad. ¿Por qué tenerla? Algunos tienen privilegios. Pero los demás debemos luchar por todo lo que queremos.

Se inclinó ligeramente hacia Theo, con un tono más bajo pero igual de cortante.

—Y al parecer tú eres de esas personas, así que deberías entender que es una suerte al menos tener amigos en quien confiar... y con las cosas que haces, parece que tú no los tendrás. Nadie confía en ti.

El silencio que siguió fue denso.

Theo no respondió, pero sus ojos reflejaban algo que rara vez dejaba ver: vulnerabilidad. Maya había tocado un punto doloroso, y él lo sabía.

El grito de la banshee resonó de repente, cortando la tensión. El sonido reverberó en todas direcciones, helándoles la sangre.

—¿En qué dirección fue eso? —preguntó Stiles, mirando alrededor con nerviosismo.

Ambo sobrenaturales se miraron, desconcertados.

—De todos lados —respondieron al unísono, con asombro en sus voces.

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Cada uno se había separado para buscar por su cuenta, moviéndose con rapidez por los túneles. A pesar del esfuerzo, ninguno encontró rastro alguno.

—¿Algo? —preguntó Theo, apareciendo detrás de Maya y haciéndola girarse bruscamente.

—No —dijo ella, negando levemente con la cabeza. No pasó mucho tiempo antes de que Stiles se uniera a ellos.

—¿Tú? —preguntó el chico, mirando a la quimera.

—Nada —respondió este, encogiéndose de hombros.

Stiles rodó los ojos.

—Grandioso. Eres tan inútil como yo.

—Estoy tratando de ayudar a salvarle la vida.

Maya soltó un resoplido y rodó los ojos, claramente harta.

—Basta de tus patrañas altruistas. Sabemos por qué lo haces. Quieres a Lydia porque ella te llevará a Parrish, y quieres a Parrish porque él te llevará con la Bestia.

—¿Y? También quiero a la Bestia muerta.

La menor se giró para seguirlo con la mirada, sus ojos entrecerrados.

—Después de tomar sus poderes, ¿cierto? —contestó Stiles, caminando detrás de Theo—. Ya sabemos por qué tienes las garras. Sabemos que estás buscando a Deucalion.

El chico se detuvo y los enfrentó, mirando a ambos con una leve sonrisa.

—Encontré a Deucalion —dijo sin rodeos—. Tienen razón. Voy a ayudar a Parrish a detener a la Bestia. Voy a tomar su poder. Y luego le voy a romper el cuello. Así que, tal vez no soy el bueno para ustedes, pero quizá termine siendo quien les salve el pellejo.

Maya lo fulminó con la mirada, apretando los labios en un gesto que contenía tanto ira como desconfianza. Antes de que pudiera responder, Stiles alzó una mano para detener cualquier discusión.

—Rómpanla —dijo de pronto.

Los dos lo miraron con el ceño fruncido, desconcertados.

—¿Qué cosa? —preguntó el azabache.

El de lunares señaló una de las tuberías que recorrían las paredes del túnel.

—La tubería. El sonido viaja por ella. Si la rompen, podrán oír mejor.

Maya intercambió una mirada con Theo, encogiéndose de hombros. Él soltó un suspiro pesado, pero finalmente accedió.

Juntos, rompieron la tubería con un rápido movimiento, el eco metálico resonando en el túnel.

Ambos se inclinaron hacia la abertura, presionando sus oídos contra la tubería ahora rota. Al principio, solo escucharon un zumbido débil, pero luego, una voz clara y definida comenzó a escucharse.

Era la voz de Valack.

—¿Lydia? ¿Puedes oírme?

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Stiles apenas podía mantener el ritmo detrás de Maya y Theo, quienes avanzaban casi corriendo, siguiendo los sonidos que se filtraban a través de la tubería.

Finalmente, se detuvieron frente a una puerta metálica. Maya y Theo intercambiaron una mirada rápida antes de que un grito desgarrador los golpeara como una onda de choque.

Los tres se cubrieron los oídos, el sonido reverberando en sus cráneos.

Cuando se recuperaron, Theo llevó una mano a la manilla de la puerta, solo para que esta se rompiera en sus dedos. Maya empujó la puerta con todas sus fuerzas, logrando abrirla. En cuanto lo hizo, Stiles se precipitó hacia el interior, directo hacia Lydia.

—¡Lydia! —gritó mientras se arrodillaba junto a la banshee, tomando su rostro entre sus manos.

—Regresaste —murmuró ella con una voz apenas audible.

—Te vamos a sacar de aquí, ¿está bien? —le aseguró, comenzando a quitarle los cables y tubos que estaban conectados a su rostro.

—No puedes... es demasiado peligroso —intentó advertir Lydia, su voz apenas un susurro.

Stiles negó con firmeza.

—Lydia, cállate por favor y déjame salvarte la vida.

Con mucho cuidado, terminó de liberarla y la ayudó a ponerse de pie, pasando un brazo alrededor de su cintura para sostenerla mientras salían.

Maya se quedó atrás un momento, su mirada fija en Theo, quien observaba el cuerpo inerte de Valack en el suelo.

La sangre seguía escurriendo por su cabeza partida a la mitad, una escena que no parecía perturbar al chico.

—Theo... —llamó su atención, su tono algo vacilante. Él levantó la mirada hacia ella. Tras un instante de silencio, ella suspiró y, sin mirarlo, agregó:—...gracias.

Theo arqueó una ceja, sorprendido, pero pronto una sonrisa pequeña y satisfecha apareció en sus labios. Asintió ligeramente, y Maya le devolvió el gesto antes de girarse y seguir a Stiles y Lydia.

Los tres avanzaron con dificultad por los túneles. Stiles intentaba mantener a Lydia en pie mientras Maya abría camino delante de ellos.

—Bien, intenta mantenerte de pie. El plan no resultó muy bien, así que vamos a necesitar tu ayuda, ¿sí?

Lydia, agotada, esbozó una leve sonrisa.

—¿Tenían un plan?

—Sí —respondió Maya, mirando por encima del hombro—. Y era bueno... en papel.

—Pero no tanto en la práctica —agregó Stiles con una mueca.

Sin embargo, antes de que pudieran avanzar mucho más, la pelirroja se dejó caer al suelo, temblando.

—No puedo contenerlo. ¡No puedo! —gritó con desesperación.

—¡Lydia! —Stiles intentó sostenerla, pero ella comenzó a gritar, un sonido desgarrador que llenó el túnel.

De pronto, Parrish apareció de la nada, empujándolos a ambos hacia un lado. El infierno se desató en un instante cuando Lydia dejó salir todo su poder, pero Parrish, en su forma sobrenatural, logró contenerla.

Cuando el ruido y los escombros se asentaron, Parrish emergió entre el polvo, cargando a Lydia en sus brazos.

—¿Por dónde?

Scott apareció junto a ellos.

—Por aquí. Vamos —dijo, liderando el camino hacia la salida.

—Hay una puerta adelante —indicó Maya mientras caminaba al frente del grupo.

—¿Y Mason? —preguntó Brett, mirándola con el ceño fruncido.

—En eso anda. Confía en mí.

—¿Qué...? ¿Qué pasa? —preguntó Lydia, apenas consciente.

—Plan B —respondió Parrish sin detenerse.

—¡Maya, despacio! —exclamó Liam al verla acelerar el paso.

—¡Maya, espera! —intentó detenerla Stiles.

La chica se detuvo frente a una reja electrificada. Sin dudarlo, colocó ambas manos sobre ella y, haciendo uso de toda su fuerza, logró abrirla. Sus garras y colmillos se mostraron, al igual que el brillo ámbar en sus ojos, mientras soltaba un leve rugido.

—Se los dije.

Brett sonrió orgulloso, mientras Liam la miraba impresionado.

Los demás siguieron hasta que finalmente salieron al exterior. Apenas lo hicieron, el Jeep apareció, y Malia y Kira descendieron rápidamente.

—¿Está bien? —preguntó Malia con un deje de preocupación.

—No, tenemos que llevarla a la clínica —respondió Scott, extendiendo la mano para que le dieran las llaves. Ella no dudó en entregárselas.

Sin embargo, antes de que pudieran subir al vehículo, Parrish fue arrojado violentamente contra el Jeep. Al voltear, vieron a Tracy sosteniendo a Lydia.

—Lo siento, pero ella vendrá conmigo.

Scott intentó razonar.

—Tracy, espera. No sabes qué va a pasar si lo haces.

—Me la voy a llevar. Eso es lo que pasará, y ninguno de ustedes podrá impedírmelo.

Antes de que pudiera irse, Natalie Martin apareció detrás de ella y la golpeó, dejándola inconsciente.

—¿Alguien podría sacar a mi hija de este infierno, por favor?

El alfa no perdió tiempo y subió a la banshee al Jeep. Parrish y Stiles se unieron a él, dejando atrás el caos mientras se dirigían al veterinario para salvarla.

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