Maya frunció el ceño al ver que Malia se acercaba hacia ella en los vestidores, con su usual paso relajado pero decidido.

—¿Qué sucede?

—Necesito que tú o Liam le digan algo a Scott de mi parte.

—¿Por qué nosotros?

—Porque ahora no puedo —respondió la chica con una mirada obvia, como si fuera evidente—. ¿Puedes hacerlo?

—Él no le habla a Liam, y yo no le hablo a él —respondió Maya, cruzándose de brazos—. Mejor busca a alguien más. Literalmente a cualquiera.

El timbre para regresar a clases sonó, interrumpiendo la conversación.

—Dile que tuvo razón sobre los túneles —Malia dijo, antes de que se fuera—. Solo díganle eso, ¿de acuerdo?

La menor frunció el ceño, confundida.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, todavía sin entender.

—Cuando estábamos ahí buscando a Liam y a Hayden... no lo sabíamos en ese momento, pero estábamos más cerca de lo que pensábamos —explicó la mayor—. Hay una sala de operaciones ahí, en los túneles.

—¿Cómo sabes eso?

—Sobre todo por el olor. Solo díganselo, ¿de acuerdo? Dile a Scott que tenía razón.

Malia comenzó a girarse para irse, pero Maya no pudo evitar lanzar una pregunta al aire.

—¿Hablas como el ligero olor de Theo que tienes en ti? —la pregunta hizo que se detuviera, y un suspiro escapó de sus labios mientras se giraba a verla—. Dime. ¿Lo ayudas en algo o él te ayuda a ti?

—Me ayuda a buscar a mi madre. De hecho, por eso supe que ella está en Beacon Hills —dijo la castaña, encogiéndose de hombros—. Es solo por eso. Lo sigo detestando.

—Igual yo —dijo la rubia, acercándose a ella—. Y lo odio tanto que sería capaz de matarlo si estuviera a solas con él.

La chica sonrió con cierta diversión.

—¿Sabes? Por cómo hablas, empiezo a pensar que eres una pequeña versión de mí.

Ella también sonrió, asintiendo levemente.

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Después de la escuela, los hermanos caminaban por los túneles, el aire frío envolviendo sus cuerpos mientras avanzaban en la oscuridad.

Maya sintió su teléfono vibrar en su bolsillo. Lo sacó rápidamente y vio que era un mensaje de su novio.

𝗕𝗿𝗲𝘁𝘁

𝖵𝗂𝖾𝗇𝖾𝗌 𝖾𝗌𝗍𝖺 𝗇𝗈𝖼𝗁𝖾?

Un suspiro escapó de ella, mientras miraba a su hermano, que parecía estar también revisando su teléfono, un mensaje de Hayden en su pantalla.

Ambos continuaron caminando, sin darse cuenta de que habían pasado por el mismo túnel hasta que reconocieron el pasillo.

Dieron algunos pasos más, pero comenzaron a caminar más despacio, al reconocer un aroma en el aire. Miraron hacia su alrededor, y fue entonces cuando escucharon una voz.

—¿Están perdidos?

—Completamente —admitió Maya, cruzándose de brazos mientras miraba a Scott, que se acercaba con expresión serena.

—¿Y cómo sabías que estábamos aquí? —preguntó Liam, alzando una ceja en señal de confusión.

—Los seguí.

—¿Por qué nos seguiste? —Liam no parecía muy contento con la respuesta.

—¿Por qué están aquí? —Scott les devolvió la pregunta.

—Para saber si aquí es a donde nos llevaron. A Hayden y a mí.

—Malia dijo que también estaba aquí —comentó Maya, explicando la razón por la que estaban en ese lugar—. Que la esencia fue la misma. Ella dijo que tenías razón.

—Hay un giro que siempre se saltan —les dijo Scott, mirando fijamente a los dos—. Es fácil no verlo.

—¿Cuántas veces nos viste pasar? —curioseó Maya, frunciendo el ceño.

—Cinco —ambos lo miraron en silencio, sorprendidos—. Vamos. Veamos si podemos hallarlo juntos. —Scott giró sobre sus talones y comenzó a caminar, con los hermanos siguiéndolo, sin saber qué les esperaba en los oscuros túneles.

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Llevaban un rato caminando, y seguían sin encontrar nada. Pero de repente, Scott comenzó a sentir algo.

—¿Sienten eso? —preguntó, haciendo que lo miraran de inmediato.

—Como algo vibrante —murmuró Liam, sin poder precisar de dónde venía.

—No sé de dónde viene.

Maya se agachó, su mano tocando el suelo.

—De todos lados.

Scott no dijo nada al principio. Solo los observó en silencio, sus ojos centrándose en Maya mientras ella se levantaba.

La incomodidad entre los tres parecía aumentar con cada segundo, hasta que Scott dejó escapar un suspiro profundo.

—Solo intentábamos hacer algo bien —dijo Maya tras unos segundos.

—Hacen muchas cosas bien.

—Sí, pero yo hice algo muy malo —respondió Liam, como si todavía no pudiera perdonarse a sí mismo.

Scott le dio una mirada dura, pero firme, como un apoyo silencioso.

—Hayden está viva. Lo anterior no importa.

—Debería. Siento que debo hacer más que solo disculparme.

Él ladeó levemente la cabeza.

—De hecho, no has hecho eso.

Liam parecía no saber por dónde empezar, pero Maya, viendo el cambio en su hermano, comenzó a hablar.

—Sí, bueno, en Devenford... —murmuró, mirando a Scott mientras veía cómo su hermano bajaba la mirada—. Él tuvo una riña con un chico, y bueno, ya sabes lo que hice yo. Liam le rompió dos dientes al chico y parece que le dejé traumas a la chica con la que peleé. Nos hicieron escribirles unas cartas de disculpas. Pero sabíamos que eso no significaba nada. Sabíamos que tarde o temprano tendríamos otra pelea.

—Así que no puedo decir solo "lo siento" —dijo Liam, mirando a su alfa con una expresión de culpabilidad aún más marcada—. Siento que tengo que hacer algo. Como tal vez salvar tu vida.

Scott frunció ligeramente los labios, antes de acercarse a ellos, buscando transmitirles calma.

—Descuiden —dijo, con una mirada reconfortante que no dejaba espacio para dudas—. Estoy seguro de que tendrán la oportunidad.

Liam, sin embargo, no parecía estar tan seguro.

—Bueno, no aquí —respondió con una mueca—. Llevamos horas caminando y lo que hemos podido hallar es una estúpida escultura de víbora en la pared.

Maya lo miró, sorprendida. Scott se giró hacia la pared, y efectivamente, allí estaba.

Un símbolo de serpiente.

Sin perder tiempo, Maya fue hacia el símbolo y lo tocó, girándolo. El sonido de una puerta deslizándose detrás de la pared resonó, y ella susurró con un deje de emoción:

—¡Que sea una entrada secreta, que sea una entrada secreta!

Poco después, una puerta apareció ante ellos. La chica se acercó rápidamente, siendo seguida por los chicos.

Al entrar, la escena que encontraron fue todo menos lo esperado.

Chris, con el rostro tenso, les apuntaba con un arma, pero al reconocerlos, bajó el cañón, su expresión cambiando por una de alivio. Sin embargo, no estaba solo.

Scott frunció el ceño, incrédulo.

—No lo hiciste.

—Tuve que hacerlo.

Maya y Liam no podían evitar sentirse cautelosos al ver al hombre de pie junto a Chris, quien no les era familiar.

—Hola, Scott.

El tono de Gerard, el hombre de pie junto a Chris, hizo que Scott hiciera brillar los ojos con desconfianza.

—No he visto ese color en ti. Te va bien.

—¿Quién es el viejo? —preguntó Maya, de manera directa, mientras que su hermano miraba al suelo y contenía una risa.

—Por ahora me llamarían un mal necesario —dijo este, sin preocuparse por la pregunta. Luego, añadió—. Pero pueden llamarme Gerard.

Scott, sin cambiar su expresión, se acercó a Chris.

—¿Qué estabas pensando?

—Que lo necesitamos.

Gerard, por su parte, se acercó, su mirada se centró brevemente en Maya antes de hablar.

—Tiene razón —dijo, con una ligera inclinación de cabeza—. Si atrapas a un hombre lobo como la Bestia de Gévaudan, vas a necesitar más que un Argent.

—Conoce todas las historias. Todo el folklore —continuó Chris—. Todo lo escrito y todo lo transmitido.

Scott, aún dudoso, se acercó más.

—¿Estás seguro de esto?

—Echen un vistazo —Chris señaló a una pared cercana.

Los tres adolescentes lo siguieron y vieron la pintura. Una representación de la Bestia de Gévaudan luchando contra otra criatura, feroz y de apariencia aterradora.

—El de la derecha es la Bestia de Gévaudan. ¿Sabes qué es el otro?

El alfa negó con la cabeza.

—Es un Sabueso Infernal —dijo la rubia. Los demás la miraron—. ¿Cierto?

—La niña es lista —admitió Gerard, asintiendo levemente—. Y así es. El guardián de los lugares sobrenaturales. Ambos son criaturas de la noche. Pero tal vez las conozcan como gente normal durante el día.

—Y lo más seguro es que ninguno sepa lo que son —agregó el ex cazador, mientras veía a los demás.

Maya, con los brazos cruzados, recordaba lo que Theo le había dicho. El hombre lo notó enseguida.

—¿Qué pasa?

—Scott encontró uno antes, pero yo vi uno ayer en la escuela. Damnatio memoriae.

La expresión de ambos Argent cambió al instante. El mayor compartió una mirada con su hijo.

—Quieren recordarlo.

—Eso tal vez nos dé tiempo.

Liam, aún sin entender completamente, hizo la pregunta que todos necesitaban responder.

—¿Tiempo para qué?

—Para prevenir todo esto.

Con un movimiento, Chris se acercó a la pared y, con un pie, comenzó a romperla, revelando lo que estaba oculto debajo: cadáveres que yacían entre las criaturas.

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Más tarde, regresaron al veterinario, donde encontraron a Malia junto a Braeden. Scott la miró, y ella le dio un asentimiento. Deaton apareció poco después, y, sin decir palabra, los dos se abrazaron.

Un rato después, toda la manada se encontraba en la casa McCall, con Kira también. Brett había llegado, con un libro sobre la seguridad de Eichen House, que Stiles había conseguido, y lo dejó sobre la mesa.

Maya, mirando a Brett con una sonrisa tenue, sintió una leve sensación de esperanza.

—Ahora vamos por Lydia.