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Liam trataba de hablar con Hayden, lo cual no era fácil, especialmente porque ella estaba empezando a confiar en Theo.

Mientras tanto, Maya había decidido seguir a Theo para descubrir qué estaba tramando. Lo siguió hasta el Sinema y, para su sorpresa, vio salir a Josh... vivo.

—¿Cuánto tomaste, Josh? —preguntó, poyado casualmente en su camioneta, con el capó abierto.

—Mucho... y no siento nada —respondió Josh, visiblemente frustrado mientras se acercaba a él.

—No lo harás. Tu cuerpo sana demasiado rápido.

—¿Sí? Entonces tal vez debiste dejarme muerto.

—O tal vez necesites sentir otra cosa —dijo Theo con un tono tranquilo, levantando unos cables en su mano. Se enderezó y se acercó a él para entregárselos—. Algo mejor.

Maya observaba la escena desde las sombras, frunciendo el ceño. Vio cómo Theo conectaba los cables al motor de la camioneta, enviando una descarga eléctrica a Josh.

El chico reaccionó al instante, sacando los colmillos mientras un rugido escapaba de su garganta. No era de dolor, sino de... placer.

—¿Cómo se siente? —preguntó Theo, con una sonrisa de triunfo, cruzándose de brazos mientras volvía a apoyarse en la camioneta.

Josh alzó la mirada y mostró sus ojos, ahora iluminados con un vibrante color morado eléctrico.

Maya no esperaba que percibiera su presencia, pero lo supo al instante cuando él giró la cabeza hacia su escondite.

Theo sonrió, claramente divertido, y le lanzó un guiño coqueto. Ella lo miró con molestia, dejando escapar un gruñido bajo antes de darse la vuelta y marcharse con pasos firmes.

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—Seguí a Raeken para espiarlo, y ahí estaba Josh —contó Maya al día siguiente a su hermano y a su amigo mientras caminaban por los vacíos pasillos de la escuela—. Parado ahí, completamente vivo, igual que Hayden. Todo gracias a ese idiota.

El edificio estaba tranquilo debido a la jornada de limpieza en la biblioteca.

—Theo los regresó a ambos —murmuró Mason, sorprendido—. Eso es lo que está haciendo. Está formando una manada. Su propia manada de quimeras muertas.

—A mí me parece que ambos están muy vivos —comentó Liam con un toque de sarcasmo—. Pero hay algo diferente. Algo sobre Hayden —pausó un momento para mirar a su hermana—. Algo no está bien en ella.

—Tal vez eso sea lo que te hace morirte —dijo Mason, deteniéndose junto a ellos con expresión seria—. ¿Y si...? ¿Y si eso te oscurece el alma? ¿Y si ahora son... malvados?

En ese momento, la puerta al final del pasillo se abrió, interrumpiendo su conversación. Corey entró con una amplia sonrisa.

—Hola, chicos.

Maya y Liam lo miraron con desconfianza inmediata.

—¿También se ofrecieron para limpiar la biblioteca? —preguntó Corey, con una inocencia que casi hizo tambalear la teoría de Mason.

Los tres intercambiaron una mirada rápida antes de responder al unísono:

—Sí.

—Sí.

—Por supuesto.

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Los mellizos le hicieron una seña a Mason para que se acercara a Corey, quien estaba entre unos estantes, acomodando libros con aparente tranquilidad.

Corey sonrió al notar su presencia.

—Así que... —Mason lo miró con una mezcla de curiosidad y nerviosismo—, estás vivo.

—Sí —dijo Corey tras unos segundos, con tono neutral. Maya y Liam, atentos a la conversación, escuchaban cada palabra gracias a sus sentidos agudizados.

Mason notó cómo ellos, desde la distancia, negaban con la cabeza mientras se cubrían los rostros con las manos, claramente frustrados. Soltó un suspiro antes de volver a mirar al castaño.

—Debió ser muy difícil explicárselo a tus padres.

—No realmente. No me prestaban atención antes —respondió él con una ligera sonrisa—. Creo que están contentos porque piensan que pueden demandar al hospital.

—Deben estar felices de que estés vivo —comentó Mason, intentando sonar positivo.

El chico lo miró fijamente antes de preguntar:

—¿Tú lo estás?

El moreno se puso nervioso, evitando el contacto visual por un momento.

—¿Yo? Sí, yo... Vivo definitivamente es mejor que muerto. ¿Sabes? Mucho mejor.

Corey alzó una ceja, claramente divertido por la torpeza de Mason.

—No tienes ni idea de qué decirme, ¿verdad?

—No realmente, no —admitió, soltando un suspiro y negando con la cabeza.

—¿Puedo hacerte una pregunta entonces? —preguntó Corey con una pequeña sonrisa.

Mason asintió, algo desconcertado.

—¿Qué vas a hacer el sábado en la noche?

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Desde un rincón, los tres amigos observaron cómo Corey terminaba de acomodar unas sillas frente a la puerta de la biblioteca.

—Se está yendo —dijo Liam, ansioso, moviéndose inquieto—. ¿Cuál es el plan?

—Voy a salir con él el sábado —respondió Mason, mirándolos con una sonrisa nerviosa—. Pensé que ese era el plan.

—¡Debías preguntarle por Raeken! —exclamó Maya, desesperada—. No podemos esperar hasta el sábado.

—Perdón, pero que Theo comande una malvada manada de quimeras no era exactamente la progresión natural de la conversación.

Maya rodó los ojos.

—Está bien. Hablaremos con él ahora.

Pero cuando giraron la mirada nuevamente hacia donde Corey estaba, se dieron cuenta de que ya no estaba. Los tres se miraron alarmados.

No tardaron mucho en dividirse para buscarlo por toda la escuela. Separados, revisaron cada rincón, pero sus esfuerzos fueron en vano.

Eventualmente, se encontraron en uno de los pasillos. Liam se movía de un lado a otro, mordiéndose las uñas con nerviosismo, mientras Maya permanecía inmóvil en el centro, olisqueando el aire con expresión seria.

—Corey no responde mis mensajes —dijo su amigo al acercarse, preocupado.

—Porque se fue con Raeken —la chica suspiró, frustrada, cruzándose de brazos mientras se giraba para mirar a los chicos.

—¿Estás segura? —preguntó su hermano, frunciendo el ceño.

—Estuvo aquí. Puedo reconocer su aroma.

—Bueno, entonces tenemos algo que hacer, ¿cierto? —dijo Mason, mirando a sus amigos—. Deberíamos decírselo a alguien. Chicos, tienen que decírselo.

—No hablaré con él. No después de cómo trató a Stiles —Maya bufó, desviando la mirada—. Ni siquiera dejó que contara su versión.

Liam bajó la cabeza, suspirando con pesadez.

—¿Crees que va a hablar con nosotros? Yo básicamente casi lo mato.

—Son sus betas, ¿qué no tiene que hacerlo? —inquirió Mason.

—¿Y por dónde empiezo? "¿Perdón por tratar de matarte?" "¿Perdón por dejarte por muerto para que Theo te matara?" —replicó con amargura.

—Si... si empiezas diciendo perdón... el resto probablemente ni importe —respondió Mason con sinceridad.

Liam suspiró nuevamente, derrotado. Su hermana simplemente apartó la mirada, sin decir nada.

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