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𝟭𝟭 𝗉𝖺𝗋𝖺𝗌𝗈𝗆𝗇𝗂𝖺

El primer día del segundo año para los mellizos, recién estaba empezando. Y hasta ahora, todo iba bien.

—De este les hablaba, lo conseguí de un comerciante de libros alemán —decía Mason a sus dos amigos mientras caminaban por el pasillo—. Me costó 200 dólares, pero lo vale.

—¿Sigues leyendo acerca de esto? —preguntó Maya con una mueca mientras se dirigían al salón de historia.

—Fui atacado por un gigante con una armadura que llevaba un cráneo de oso —exclamó Mason como si fuera lo más obvio del mundo, hojeando las páginas del libro—. Dejó una marca. Miren, miren —les hizo una seña para que observaran—. ¿Alguna vez han visto algo así? —mostró la imagen de un Berserker.

—No, nunca —respondió algo nervioso Liam, apurando el paso.

—Hay toda una sección acerca del nagual. ¿Han oído el nombre Tezcat...?

—Tezcatlipoca —dijeron Liam y Maya al unísono, deteniéndose abruptamente en la puerta del salón. Se miraron.

—No, no, nunca lo habíamos oído —dijo la chica rápidamente, entrecerrando los ojos hacia su hermano.

Rodó los ojos, frustrada, y entró al salón. Su expresión cambió al reconocer una cabellera azabache entre los asientos y se dirigió directamente a sentarse a su lado.

Mientras tanto, el chico se quedó congelado, con Mason aprovechando la oportunidad para sentarse junto a cierta persona.

—Tomen asiento —indicó el Sr. Yukimura al notar que seguía de pie.

Liam estaba inmóvil.

Maya, por su parte, bajó la mirada hacia sus manos, ocultando una sonrisa. Hayden, a su lado, hizo un globo con el chicle que masticaba antes de lanzarle una rápida mirada al chico, quien desvió los ojos de inmediato.

—Liam —lo llamó el Sr. Yukimura con paciencia—. ¿Piensas quedarte ahí parado?

—Quizá.

—¿Todo el semestre?

—Quizá.

—Liam, toma asiento.

Resignado, el rubio se dejó caer en una silla... para inmediatamente sentir algo pegajoso en su ropa. Miró con fastidio. Era un chicle.

Levantó la vista rápidamente hacia la chica, quien le sonrió antes de chocar los cinco con su hermana.

Su amigo, al otro lado, apenas contenía la risa.

—De acuerdo, bienvenidos a Historia 103.

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Después de clase, Maya estaba apoyada en la pared afuera de los vestidores, revisando su teléfono mientras esperaba. Su hermano finalmente salió, acompañado de Mason, aún maldiciendo el chicle en sus pantalones.

—Miren, no estoy diciendo que creo todo al 100 por ciento... —comenzó Mason mientras caminaban—, pero parece que la gente que nos rodea sabe cosas. Como Lydia. Ella sabe cosas.

—Amigo, es el primer día de clases, ¿está bien? —replicó Liam, metiendo sus pantalones arruinados en su casillero. Ahora llevaba unos shorts de deporte que había encontrado por ahí—. ¿No deberías estar pensando en otras cosas?

—Como en el equipo de fútbol —sugirió Maya, recargándose en el casillero contiguo con una sonrisa burlona.

—¿Qué creen que voy a hacer? ¿Seguirlos al campo, verlos entrenar y fingir que estudio?

—Hace calor afuera —Maya, se encogió de hombros—. Cuando estoy con Brett y hace calor mientras entrena, se quita la camiseta. Tal vez los del equipo lo hagan también.

Mason notó cómo uno de los chicos del equipo le sonreía a la distancia y simplemente levantó una ceja.

—Los veo en Física —se despidió con una sonrisa, alejándose.

La chica se rió en voz baja y negó levemente con la cabeza. Mientras tanto, el chico, al abrir su casillero, escuchó cómo el de al lado se cerraba de golpe.

—Lindos shorts —comentó Hayden con una sonrisa traviesa.

—Sí, gracias —respondió con sarcasmo mientras Maya observaba la escena con diversión—. Me preguntaba si seguías enojada por lo de sexto... —levantó sus pantalones—, pero supongo que ya arreglaste eso.

—No estoy enojada, Liam —respondió Hayden con tranquilidad, colgándose la mochila en un hombro—. Quiero venganza.

Tras asegurar su casillero con el candado, se giró hacia su amiga, quien se despidió de su hermano con una sonrisa burlona, entrelazando el brazo de Hayden con el suyo.

—¡Al fin! —exclamó mientras subían las escaleras—. ¿Sabes? Cuando me dijiste que volvías a Beacon Hills en el verano, no pensé que era en serio.

—Créeme, yo tampoco al principio. Pero al saber que mi mejor amiga estudiaba aquí y ya no en esa escuela de ricachones, con gusto vine.

Ambas rieron mientras llegaban al segundo piso. Sin embargo, la sonrisa de Maya desapareció al ver a Theo en el pasillo, siguiéndolos de cerca a Scott y Stiles.

Cuando Theo le guiñó un ojo al cruzarse con ella, Maya rodó los ojos y lo ignoró deliberadamente.

—¿Qué? —preguntó al notar la mirada curiosa de Hayden.

—Sin duda esa es una de las cosas que me tendrás que contar —respondió su amiga, dejando escapar una risa que hizo que resoplara con frustración antes de seguir caminando.

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Los nervios de Maya eran evidentes en este momento. Estaba en su prueba de conducción.

—Ve con calma, Maya. Con calma —dijo el Sr. Yukimura desde el asiento del copiloto, igual de tenso que ella, mientras la beta daba algunos frenones bruscos.

Pero, como si fuera inevitable, el recuerdo de lo ocurrido anoche con Belasko se coló en su mente. Sin darse cuenta, empezó a acelerar el coche más de lo debido.

Por suerte, reaccionó justo a tiempo y logró frenar antes de que la situación empeorara, aunque casi atropelló a un alumno de primer año que pasaba por ahí.

—De acuerdo. Creo que eso es todo por hoy —dijo Ken, tratando de mantener la calma mientras se quitaba el cinturón de seguridad.

—Sí... —murmuró Maya, claramente traumada por lo que acababa de suceder. Ambos bajaron del auto con rapidez—. ¿Qué tal lo hice?

—Puedes mejorar —respondió él con una sonrisa tensa.

Pero los conos de tránsito y un maniquí de simulación yacían esparcidos por el suelo, destrozados.

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La rubia tenía otros planes en mente, y su hermano también. Sin embargo, Stiles los había arrastrado a su Jeep con una excusa poco clara, asegurando que necesitaba su ayuda con algo relacionado con el "sentido sobrenatural".

—¿Qué es un tremor criminal? —preguntó Liam desde el asiento trasero, su ceño fruncido en señal de confusión.

—¿Por qué nos trajiste si Malia dijo que dijiste que no necesitabas a nadie? —preguntó Maya desde el asiento del copiloto, cruzando los brazos mientras alzaba.

Stiles soltó un largo suspiro.

—Scott debió haberlos dejado caer —murmuró, claramente irritado, antes de arrancar el Jeep—. Maldita sea. ¡Siempre soy la maldita niñera!

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No podía creerlo. Si ya estaba molesta antes, ahora quería estrangular a Stiles por haberlos llevado a ella y a su hermano al bosque para seguir a Theo y descubrir si tramaba algo.

Desde su escondite, los tres lo vieron sacar un paquete del maletero de su coche antes de adentrarse en el bosque.

—Les dije que tramaba algo.

—Acabamos de pasar tres horas viendo al idiota jugar videojuegos —dijo Maya con los dientes apretados—. Así que más le vale que esté encubriendo un asesinato.

—Vamos a averiguarlo.

Y así, los tres amigos se adentraron al bosque.

—¿Todavía tienen su olor? —preguntó Stiles, mirando de un lado a otro.

—No lo necesitamos —respondió Liam al señalar unas huellas frescas en la tierra.

Maya dejó escapar una carcajada sarcástica.

—O el idiota no sabe cubrir sus huellas, o simplemente quiere que lo sigamos.

Stiles ladeó la cabeza, pensativo.

—Yo creo que ambas.

De repente, Liam se detuvo en seco, haciendo que su hermana y su amigo también frenaran.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —preguntó Stiles, un poco alarmado.

—Olvidé que debía encontrarme con Mason en el gimnasio —respondió el rubio, con un gesto de preocupación.

—¿Por qué no se lo dicen? —preguntó el de lunares, frunciendo el ceño.

—¿Qué?

—Lo que sea.

—Bueno, no podemos decirle "lo que sea".

Mientras ellos discutían, Maya dejó de prestarles atención y continuó avanzando por su cuenta, decidida a no perder de vista a Theo.

—¿Por qué no? —frunció el ceño Stiles, confundido.

—Porque no le hemos... —Liam apretó los labios—. No le hemos dicho todo.

—¿Todavía? Dijimos que estaba bien.

—Ya lo sé, pero no es así de fácil —el menor suspiró, mirando al suelo—. Es mucho que aceptar.

—Vio a mi papá hacer explotar a un Berserker con una mina —dijo el humano, como si fuera obvio—. Creo que el terreno está preparado para que lo acepte. Scott y yo hemos pasado por esto. ¿Está bien? Más de una vez. Es solo que siempre ha sido mejor cuando lo saben.

Stiles simplemente siguió caminando, claramente frustrado.

—Pero ¿qué pasa si se asusta? —preguntó el beta detrás de él, su voz nerviosa—. ¿Y si no quiere hablar conmigo? ¿Qué tal que trata de apuñalarme con algo de plata? ¿O qué tal si...?

El resto de sus palabras se cortaron. El mayoe giró la cabeza rápidamente al escuchar un ruido. Luego frunció el ceño al ver al menor dentro de un hoyo.

—¿Qué demonios estás haciendo? —le preguntó, con el tono cansado de quien ya no se sorprende. Liam hizo una seña obvia. Stiles volteó la cabeza y vio a Maya tras la rama de un árbol a lo lejos—. ¿Qué dia...? —suspiró y miró al rubio—. Deja de arruinar todo.

Con resignación, Stiles fue hacia Maya, seguido de Liam unos minutos después. Los tres pudieron ver al chico en medio de un puente.

—Traten de encontrar su olor —les indicó, sus ojos en el puente mientras los otros olisquearon el aire—. ¿Algo?

—Jabón —dijo Maya, encogiéndose de hombros—. Huele bien.

Su hermano la miró raro.

—Su jabón no —respondió con obviedad Stiles—. Su estado emocional. Signos químicos.

—Ah, sí, cierto. Perdón —se disculpó rápidamente, cerrando los ojos un momento para concentrarse. Frunció el ceño—. Está triste.

Su amigo frunció el ceño también, desconcertado.

—¿Triste?

—Sí, pero no solo triste. Es como... tal vez un duelo.

—¿Duelo? —preguntó Stiles, procesando la palabra hasta que vio al chico tirar unas flores al agua—. ¡Dios mío! —exclamó en voz baja, agarrando a ambos por los brazos—. Vámonos. Tenemos que irnos.

—¿Por qué? —preguntó Liam, confundido, mientras lo seguían.

—Vámonos ya. Solo vámonos.

Los tres se alejaron rápidamente, regresando por donde habían venido.

—Ahí es donde encontraron a su hermana —explicó, su tono más bajo.

—¿Qué hermana? —preguntó Liam, aún desconcertado.

—La que se perdió y murió por exposición a los elementos. Está dejando una flor para ella.

—Eso no suena malvado.

—Lo sé.

Entonces, Maya se detuvo de repente y levantó la mirada. Los otros dos la imitaron, siguiendo su gesto.

Theo saltó ágilmente de una rama cercana, aterrizando de pie con una sonrisa en el rostro.

—¿Qué están haciendo?

Dio un paso hacia ellos, pero Maya gruñó con fuerza, sus ojos ámbar brillando un instante para detenerlo.

—Sin duda tienes un carácter difícil —dijo, con una sonrisa ladeada que no hacía más que provocarla.

—Y es lo suficientemente capaz de matar a alguien —intervino Stiles, su sonrisa falsa acompañada de un tono sarcástico.

—Stiles, estábamos juntos en béisbol —le recordó Theo—. ¿Por qué dudas tanto de mí?

Tardó en contestar, pero finalmente sacó dos papeles del bolsillo.

—Por esto —se los extendió, mirando fijamente mientras Theo los tomaba, algo confundido—. Una es una multa firmada por tu papá hace ocho años. La otra es un formulario para transferirte a Beacon. Son diferentes.

—Sí, se ven un poco diferentes —reconoció el chico tras observar ambas hojas.

—No. Fueron firmadas por dos personas diferentes.

—Entonces, ¿mi papá no es mi papá? ¿Es un impostor?

Maya rodó los ojos ante su sarcasmo, su paciencia claramente agotada. Nadie podía igualar el de Stiles.

—Algo así —dijo Liam, viendo que ninguno respondía.

Theo desvió la mirada hacia la chica mientras doblaba los papeles.

—¿Quién creen que soy?

—No lo sabemos todavía. Pero ten por seguro que lo sabremos.

—¿Quieren una muestra de ADN? —ironizó, pero dirigiendo su comentario directamente hacia ella.

—No. No tenemos nada del cuarto grado para compararla —respondió Stiles antes de que Maya pudiera hablar.

Theo soltó un suspiro, su postura relajándose ligeramente.

—¿Sabes, Stiles? Regresé por Scott —confesó, su voz más suave—. Pero también regresé por ti. Alguien como tú. Alguien dispuesto a entrar en el bosque en la noche para proteger a sus amigos. No tengo a nadie así. Scott sí. Todos ustedes sí. Sé que estoy en el lugar correcto. Aquí es donde debo estar. —Sus ojos recorrieron a los tres—. Estoy destinado a ser parte de esta manada.

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Después de un par de minutos de caminata, llegaron al lugar donde habían dejado el Jeep. Al acercarse, notaron que alguien estaba junto a él.

—¿Encontraste algo? —preguntó Scott, dirigiéndose a su mejor amigo.

—No —respondió Stiles de forma seca mientras se dirigía hacia el vehículo.

—Me caí en un agujero —dijo Liam.

—Otra vez —añadió Maya, pasando a su lado con una ligera sonrisa.

Scott observó a su amigo subirse al Jeep antes de mirar a los demás.

—¿Era el puente donde murió su hermana?

—Sí. Fue muy humillante. Así que ahora nos iremos —respondió el de lunares con un suspiro mientras giraba la llave del auto. Sin embargo, el motor no arrancó—. Hijo de... Liam, como Maya todavía no aprende a manejar, hazme un favor: súbete y enciéndelo cuando te lo diga.

Liam asintió y entró al auto mientras Stiles salía para abrir el capó. Maya, por su parte, tomó asiento nuevamente en el lugar del copiloto, observando la escena.

—¿Stiles? —Scott habló, intentando captar su atención.

—Dame un segundo —dijo él sin apartar la mirada del motor.

—Intenta otra vez —sugirió Maya hacia su hermano desde su lugar en el auto. El chico giró la llave, pero el motor no respondía.

—Stiles... —Scott insistió.

—Sí, ¿está bien? —Stiles suspiró con impaciencia mientras seguía revisando—. Lo seguimos. ¿Qué quieres que te diga? ¿Que soy un acosador? ¿Que estoy loco? ¿O que soy totalmente paranoico? Nada de esto es nuevo.

—¿No intentarás darle el beneficio de la duda?

—Le damos a muchos el beneficio de la duda. A demasiados. Y ya sabes cómo termina eso.

—¿Como con Derek? ¿Kira? ¿Liam? ¿O Maya?

Esta, al oír su nombre, soltó un suspiro y bajó del auto para ayudar a su amigo con el motor.

—Tenía razón acerca de Peter —respondió Stiles con firmeza, ignorando el peso del argumento de Scott.

—¡Intenta de nuevo! —ordenó Maya a Liam, inclinándose para observar el motor. Pero el resultado fue el mismo—. Diablos —murmuró mientras le lanzaba una mirada rápida a su hermano.

Scott dio un paso más cerca.

—Apuesto a que todavía piensas que tiene algo que no se puede salvar.

—Quizás.

—¡Dios! —exclamó el humano, claramente frustrado—. ¡Inténtalo de nuevo!

—¿Por qué no confías en nadie? —preguntó el alfa, sin apartar los ojos de su amigo.

—¡Porque tú confías en todos! —respondió él alzando la voz, golpeando el capó del auto con su mano.

El sonido del impacto hizo que Liam se sobresaltara. La rubia lo miró con una mueca, preocupada.

—¿Estás bien? —preguntó con suavidad.

Stiles soltó un suspiro, dándole una pequeña sonrisa a Maya para tranquilizarla.

—Estoy bien.

—Te la pudiste haber roto —comentó Scott, observando su mano con preocupación.

—No está rota.

—Déjame ver.

—Estoy bien.

Pero su amigo tomó su mano con cuidado, utilizando su habilidad para absorber el dolor. Las venas negras aparecieron brevemente en su brazo y desaparecieron casi de inmediato.

En ese momento, el motor del Jeep finalmente rugió al encenderse.

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Maya había decidido acompañar a su hermano a encontrarse con su mejor amigo fuera de la escuela.

—¡Hola! —saludó Liam al verlo—. Disculpa que llegue tarde.

—No, no llegas tarde. Te lo perdiste —respondió Mason con un tono serio—. Entrené. Por dos horas.

—Sí, lo sé. Lo olvidé —suspiró Liam, visiblemente apenado.

—Pero te vamos a decir por qué —agregó Maya rápidamente, intentando aliviar la tensión.

—Es más, te vamos a decir muchas cosas —murmuró Liam, desviando la mirada—. Muchas cosas difíciles de creer.

Mason frunció el ceño, mirando detrás de ellos.

—Hay un lobo.

—Sí, a eso vamos.

—No, hay un lobo detrás de ustedes.

Ambos mellizos giraron la cabeza rápidamente. Efectivamente, un lobo negro estaba parado detrás de ellos, gruñendo bajo.

—Eso es un lobo —confirmó Mason, retrocediendo un paso.

Maya avanzó un poco, preparada para atacarlo, pero Liam la sujetó del brazo, deteniéndola. En cuestión de segundos, los tres ya corrían a toda velocidad por un pasillo de la escuela, con el lobo persiguiéndolos.

Mason subió las escaleras tan rápido como pudo, mientras que Maya se detenía al mismo nivel que su hermano. Los mellizos intercambiaron una mirada.

El chico asintió, dando su aprobación.

La rubia esbozó una pequeña sonrisa antes de dejar salir sus garras y permitir que sus ojos brillaran en un intenso color ámbar. Se giró bruscamente hacia el lobo y le rugió con fuerza.

El rugido resonó, y Mason, que había llegado a lo alto de las escaleras, se detuvo en seco, mirando hacia abajo con incredulidad. Ella observó al lobo emitir unos sonidos bajos antes de darse media vuelta y marcharse.

Con el peligro pasado, Mason descendió lentamente las escaleras, acercándose a ellos.

—Hay algo que tenemos que decirte —dijo Liam, aún agitado, mientras Maya escondía sus garras y recuperaba su postura tranquila.

Para sorpresa de ambos, Mason no parecía alarmado, sino más bien emocionado. Una amplia sonrisa apareció en su rostro.

—Son un hombre y una mujer lobo.

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