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𝟬𝟰 𝗈𝗋𝗉𝗁𝖺𝗇𝗌

Se habían llevado a Violet a la comisaría. Scott y Liam seguían en la escuela, mientras que Kira ya se había ido.

Mientras tanto, Lydia y Malia habían encontrado la segunda parte de la lista, en donde tanto Maya como Brett aparecían, lo que explicaba el intento de asesinato de Violet.

Y hablando de Brett, lo habían llevado al veterinario con un hombre llamado Deaton, quien podría ayudarlo. Maya no lo conocía, pero Stiles sí.

El chico no dejaba de escupir espuma amarilla y temblaba incontrolablemente.

—¿Qué diablos le pasa a este chico? —exclamó mientras ayudaba a sostenerlo junto a la beta a su lado, con Derek en el lado opuesto.

—Lo envenenaron con un acónito raro. Debo hacer una incisión, así que necesitarán inmovilizarlo tanto como puedan.

—Derek, Maya, ¿qué tal algo de fuerza de lobo? —Stiles dijo, mirando a los dos sobrenaturales.

—No somos los únicos con fuerza aquí —respondió Derek con dificultad, refiriéndose al rubio.

—Y por si no te has dado cuenta, yo recién estoy aprendiendo todo esto —añadió Maya, con un deje de molestia.

—Si no pueden inmovilizarlo, la incisión podría matarlo —advirtió Deaton, y la chica lo miró de reojo antes de mirar a Brett en la mesa. Suspiró y lo sostuvo con un poco más de fuerza.

—Se está resbalando —dijo Stiles tras unos segundos—. No sé si puedo sujetarlo.

De repente, Brett los apartó a todos, levantándose e intentando huir, pero cuando se distrajo, Peter apareció y le dio un puñetazo que lo hizo caer al suelo.

Maya observó, notando que sus ojos eran de un color azul brillante, hasta que los cerró, y cuando los abrió, volvieron a su color normal.

—Supongo que aún me queda un poco de fuerza de hombre lobo.

Se agachó al lado de Brett, quien seguía inconsciente.

—Sí, quizás más que un poco —comentó Derek, mirando a su tío. Este sonrió de lado al ver la herida en el brazo de su sobrino.

—Eh, ¿oigan? No creo que esté respirando —dijo Maya, ligeramente preocupada mientras miraba al rubio.

Deaton se agachó junto a ella y, con un basturí, hizo un corte en su pecho. Esto permitió que Brett volviera a respirar con más normalidad.

Una especie de humo amarillo había salido de la herida, sorprendiendo a Maya y dejando a Stiles con la boca abierta.

—¿Estará bien? —preguntó mirando al hombre.

—Creo que se pondrá bien, pero estará inconsciente un rato.

La herida de Derek finalmente se curó. Maya frunció el ceño levemente al escuchar a Brett murmurar algo.

—Oigan, ¿oyen eso? —preguntó Stiles, también comenzando a escuchar—. Creo que está diciendo algo.

—El sol... La luna... La verdad —murmuraba Brett débilmente—. El sol... La luna... La verdad...

—¿Qué significa? —preguntó Maya, mirando curiosa a los demás.

—Tres cosas que no se pueden ocultar —contestó Deaton—. "El sol, la luna y la verdad". Es budista.

Derek y Peter compartieron una mirada.

—Satomi —dijo el castaño después de unos segundos.

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A la mañana siguiente, los tres mejores amigos habían salido a correr por el bosque para despejarse.

—No es que fuéramos sus amigos —decía Mason—. Nos utilizaron para ocultarse. Unos asesinos profesionales nos utilizaron. ¿Cómo es que eso no los enloquece?

Los mellizos intercambiaron una mirada.

—Nos están enloqueciendo muchas cosas —respondió Maya, y ella, junto a Liam, comenzaron a correr más rápido.

—Chicos, esperen —intentó llamarles Mason—. ¡Chicos! Oigan, chicos.

Pero ninguno de ellos se detuvo. Al darse cuenta de lo lejos que habían llegado, Liam y Maya finalmente se detuvieron y voltearon hacia atrás.

De repente, Maya recibió un disparo en el hombro izquierdo que la hizo caer al suelo. Liam fue medio atropellado por una camioneta negra.

"Medio", porque técnicamente fue lanzado por ella, cayendo lejos de su hermana, quien soltó un quejido de dolor por la herida.

Garret bajó de la camioneta y caminó hacia ellos, deteniéndose en medio de ambos.

—Hola, chicos —los saludó con una sonrisa falsa, sosteniendo un cuchillo—. Siento haberme perdido la noche de película. No se preocupen. Tengo otros planes.

Maya gruñó, pero el sonido se desvaneció rápidamente al soltar otro quejido de dolor por su herida.

Garret enterró el cuchillo en el abdomen de Liam.

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El entrenador bebió de una botella, tosiendo ligeramente al tragar.

—Lo siento, muchachos, los mellizos no vinieron a mi clase —dijo mientras se apoyaba en el marco de la puerta de su oficina—. Tal vez estén enfermos. Como yo.

—Liam y Maya no parecían enfermos mientras corríamos —comentó Mason.

—No me responde ningún mensaje —dijo Scott, mirando su teléfono en la mano.

—A mí tampoco —respondió Mason, mientras ambos se alejaban de la oficina justo cuando sonó el timbre.

—Descuida, los encontraré. Pero avísame si los ves.

—De acuerdo.

Mason asintió y se fue. Scott continuó su camino por el pasillo hasta que su teléfono vibró, y al contestar, una voz familiar sonó del otro lado.

—¿Maya? —preguntó con voz tensa—. ¿Está Liam contigo?

—Parece que ya sabes la respuesta, Scott —dijo la voz Garret, su tono lleno de burla.

Scott se detuvo de golpe en medio del pasillo.

—¿Dónde están?

—No te lo voy a contar.

—Te devolveré el dinero —dijo, mientras aceleraba el paso hacia la salida.

—Sí, lo harás —dijo Garret—. Pero eso no traerá a los mellizos de vuelta. Necesito algo más de ti.

—¿Qué quieres? —preguntó el pelinegro, deteniéndose en la puerta.

—Quiero el dinero. Y a Violet —contestó el rubio—. O nunca más volverás a ver a los mellizos.

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Scott se encontró con Garret en el estacionamiento, rodeado de autobuses.

—¿De acuerdo, qué quieres? —le preguntó al llegar junto a él—. ¿Que vaya a ver a Stilinski? Puedo hacerlo. O puedo hablar con mi padre, que es agente del FBI.

—¿Crees que quiero que vayas a hablar con alguien con una placa? —respondió el chico con una risa burlona—. No le pido ayuda a un hombre lobo para que haga preguntas.

—Entonces, ¿qué quieres? —volvió a preguntar, ya perdiendo la paciencia. Garret lo miró un momento antes de responder.

—Trasladarán a Violet a una instalación federal. Tú vas a impedir que eso pase.

—¿Cómo?

—La van a meter en un auto —dijo Garret—. Vamos a seguirlos. Nos adelantaremos. Tú lo vas a parar.

—¿Quieres que ataque un auto? —preguntó Scott, incrédulo—. ¿Ese es tu plan?

—Eres un Alfa —respondió Garret, sacando un cuchillo de su palo de lacrosse—. Si no puedes parar un simple coche, esos Betas morirán. Apuñalé a tu chico con una cuchilla bañada en acónito, y a tu chica con una bala bañada en lo mismo. Cuando llega al corazón, las cosas se ponen feas.

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Los mellizos estaban atrapados en un pozo, con agua a sus pies, sin saber cómo salir. Era un desafío escalar, pero lo intentaban de todos modos.

Maya hizo una mueca mientras se llevaba la mano a su herida en el hombro. Liam hizo lo mismo con su herida en el abdomen. El dolor era evidente.

—¡Ayuda! —gritó Liam, con todas sus fuerzas—. ¡Scott! ¿Hay alguien ahí? ¡Que alguien nos ayude!

—¡Maldita sea! ¡Ayúdennos! —gritó Maya, entre frustración y dolor—. ¡Scott! ¡Ayuda!

—¡Scott, por favor! ¡Ayuda!

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Ya casi llegaban al borde del pozo, pero se estaban quedando sin fuerzas debido al veneno del acónito.

Maya estaba a punto de caer, luchando por sostenerse debido a la herida en su hombro, lo que hizo que ambos rugieran, aunque fue un rugido inconsciente.

Sin embargo, antes de que ella cayera, una mano firmemente la sostuvo. La ayudaron a salir primero a ella, luego a Liam.

Cuando lograron salir, se dieron cuenta de que era Scott quien los había rescatado.

—Están bien, chicos —les dijo, mientras ambos lo abrazaban con fuerza, temiendo haber estado cerca de la muerte—. Están bien.

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Deaton hizo una pequeña incisión en los pechos de Liam y Maya para extraer el veneno del acónito.

—No quiero seguir viendo cómo muere la gente —murmuró Scott, mirando al vacío.

—No sé si tienes alguna otra opción —respondió Chris Argent, mirando al chico con seriedad.

—Tal vez sí —respondió Scott, con determinación.

—Es una gran carga para ti, Scott —comentó Deaton, mirando con preocupación.

—No me importa. No va a morir nadie más. Todos en esa lista. Todos en esa lista negra. No importa si son Wendigos, hombres lobo o lo que sea. Voy a salvarlos a todos.

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