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𝟬𝟬𝟭. the beginning of everything

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Oficialmente, el verano había terminado, lo que significaba que hoy comenzaba el año escolar. Para muchos sería el primero, y para otros, como Valerie Kelleher, sería el último. Una estudiante asombrosa y co-capitana de las porristas, el prototipo de hija perfecta, sin duda.

—¿Qué opinas de este? —preguntó Valerie, mostrando su atuendo—. No quiero usar algo tan arreglado hoy. Tenemos práctica, así que luego usaremos el uniforme.

—Me encanta, te ves increíble como siempre —respondió su mejor amiga—. Es lindo y cómodo, es perfecto.

—Entonces ya estamos listas, vamos —dijo Valerie, pero justo antes de salir, su madre las detuvo.

—Hola, Camille —saludó con una sonrisa—. Cariño, ¿en serio irás con eso? —preguntó, con tono crítico.

—Sí, me gusta cómo luce —respondió Valerie, manteniendo la calma.

—¿Por qué no pruebas con esto? Te sienta mejor —sugirió, levantando un top blanco sin tirantes.

—Claro, mamá. Ahora me cambio —aceptó, algo decepcionada.

—Excelente. Nos vemos en la noche —se despidió la señora Kelleher.

No era la primera vez que esto sucedía, múltiples veces anteriores la señora Kelleher ha tratado de manipular de esta manera a su hija desde hace unos años y claro que esto había dejado consecuencias, como el hecho de que la menor no pueda tomar ni una decisión propia. Sus padres la habían vuelto insegura.

—¿En serio dejarás que siga haciendo eso? —cuestionó Camille, molesta, una vez que la alcaldesa salió.

—Es mi madre, Mills. Quiere lo mejor para mí, y no quiero decepcionarla —respondió Valerie, cambiándose la blusa por el top blanco.

—Como digas. Es hora de irnos, o llegaremos tarde —dijo Camille, resignada.

Camille y Valerie eran mejores amigas desde los diez años. La pelirroja era nueva en la escuela y no tenía amigos. Al verla sola durante el receso, Valerie decidió acercarse, y desde entonces se volvieron inseparables. Juntas entraron a la secundaria, al equipo de porristas, celebraron el día en que Valerie fue nombrada co-capitana y lloraron cuando sus primeros amores les rompieron el corazón.

Eran el ejemplo perfecto de una amistad sana.

—¿No sientes miedo? —preguntó Camille, mientras caminaban.

—¿De qué?

—De que sea nuestro último año. Todo cambiará cuando nos graduemos —contestó con sinceridad.

—Descuida, estaremos bien —aseguró Valerie, con una sonrisa.

About THAT

La privacidad es cosa del pasado, yo sé todo lo que pasó este verano y el viernes por la noche expondré a los mayores criminales de Bayview... Y sé que falta mucho para el viernes, así que les daré un adelanto para que se entretengan.

.... Mi historia final del viernes será sobre alguien muy frecuente, el futuro criminal de Bayview, ya sé, hasta yo estoy aburrido de escribir que todos quieren acostarse con el chico malo, pero créanme, tengo tanta información nueva que hasta su oficial a cargo querra enterrarlo en ella.

Oh y quizás les traiga una bomba de último minuto, apuesto a que se quedarán asombrados.

"Él nunca lo haría" pensó Valerie.

—¡Oye, Val!

—¿Sí, Jake? —se gira para mirarlo.

—La fiesta del viernes, no puedes faltar. Igual tú, Camille. Las esperamos a ambas —anuncia con una sonrisa.

—Sí, todo el equipo irá —añade Addy, quien también era parte de las porristas junto a su amiga Vanessa, la otra co-capitana.

—De ser así, entonces cuenten con nosotras —responde Valerie, antes de girarse hacia Camille y retomar su conversación.

Tal vez resultara extraño que la chica más popular de Bayview no se juntara con el resto de los populares y prefiriera almorzar con una sola persona, pero Valerie lo prefería así.

Conocía a Jake desde que era amigo de su hermano, y lo consideraba un buen chico, al igual que Addy y TJ, su mejor amigo. Pero Vanessa... Vanessa era la excepción. Valerie no soportaba a la chica con la que compartía capitanía, apenas lograba tolerarla durante las prácticas, y para empeorar las cosas, Vanessa era novia de TJ. ¿Por qué era un problema? Bueno, Camille tenía un enorme crush en él.

—Ok, ¿y si durante la fiesta dejamos a Vanessa en la vieja cabaña del lago? —propuso su amiga, divertida—. Las dos sabemos que con la cantidad de alcohol que tomará, nunca recordará quién la dejó ahí.

—Eso es demasiado descabellado, Mills. No quiero ir a la cárcel por algo así.

—Es por una buena causa. Si todo sale bien, TJ y yo estaremos saliendo en menos de un mes.

—¡Dios, eres la peor! —Valerie le lanzó una servilleta mientras reía—. Lo haré con una condición: que me dejes ponerle cinta en la boca durante todo el camino... y me permitas romper su maldito teléfono.

—Trato hecho —aceptó la pelirroja, riendo.

En ese momento, los celulares comenzaron a sonar por todo el lugar.

AboutTHAT

Es su día de suerte, sé que dije que esperarían hasta el viernes, pero mirándolos en sus aburridos grupos, hablando de las mismas idioteces predecibles, me hizo entender que es mi deber moral hacer algo para que el día sea aún más interesante. Les dejo una probadita para que disfruten.

Ahora, creo que la mayoría ya vio a la chica nueva FJ hablando con los nerds de teatro, parece inofensiva, pero no se dejen engañar por esa sonrisita. Resulta que está aquí porque la corrieron de su otra escuela por apuñalar a su profesor de inglés por la espalda, literalmente. Por suerte su papi es rico o estaría tras las rejas justo ahora.

Les prometí que este año no sería aburrido y jamás rompo mis promesas.

—Bien, esto fue muy turbio —comentó Martin—. ¿No te molesta lo que tu hermano publica?

—Por supuesto que sí, pero sería inútil decirle algo. Me mandaría a la mierda en un segundo.

—Es cierto. Aunque supongo que tienes suerte: hasta ahora no ha escrito nada sobre ti... aún. Y gracias a eso, tampoco de mí.

—Somos afortunadas entonces. Te veo después. —respondió la castaña mientras se levantaba para dirigirse al salón de física.

—Bienvenidos a Física Avanzada. Si buscan Educación Física, es en otro salón, y les recomiendo salir ahora —comenzó a hablar la señorita Avery, con su tono severo de siempre—. La física nos explica que el universo está regido por leyes inmutables, igual que este salón. Si rompen mis reglas, descubrirán que para toda estúpida acción existe una reacción igual y opuesta...

La profesora fue interrumpida por el sonido de un celular.

—Bronwyn, qué amable de tu parte ayudarme a demostrar el concepto. ¿Esto es tuyo?

—Ah... sí, pero mi teléfono está en mi casillero.

—Ábrelo —ordenó Avery.

Bronwyn obedeció, y al abrirlo, encontró el aparato que estaba sonando.

—Este no es mi teléfono —dijo Rojas mientras se lo entregaba a la profesora.

—Tu acción fue traer un teléfono a mi clase y...

Antes de que pudiera continuar, otro celular comenzó a sonar.

—¿Es ese otro teléfono? —preguntó, dirigiendo la mirada hacia Valerie—. ¿Algo que quieras decir, Kelleher?

—Lo apagué antes de entrar, siempre lo hago. Lo juro. No sé qué pasó —se defendió la castaña— Ni siquiera es mío, alguien debió confundirse y lo dejó en mi bolso.

—Entrégame tu teléfono. Ambas lo recuperarán después de la detención.

—¡Es injusto, esto es...! —intentó protestar Valerie.

—¡Ni una palabra más!

—Maldición —susurró para sí misma. Parece que alguien está a punto de debutar en detención junto a Bronwyn Rojas.

🩸 ⛓

Cuando Valerie Kelleher entró al salón de detención, buscó rápidamente una mesa libre. Solo quedaba una, frente a cierto rubio. Pasó por su lado, intercambiando breves miradas antes de sentarse.

—¡Felicidades! Son los únicos seis estudiantes en toda la escuela que pueden tener detenciones a diario este año —empezó la señorita Avery con su tono habitual—. En mi experiencia, los alumnos castigados terminan aquí siempre. Así que será mejor que nos conozcamos. Quiero que escriban un ensayo presentándose y reflexionando sobre por qué están aquí. No pueden hablar, ni pasarse notas, y... ¡deja de dibujar! —dijo, dirigiendo la mirada a Addy.

—Señorita Avery, sé que no me creyó en clase, pero el teléfono que encontró no es mío. Técnicamente, no pertenezco aquí, Valerie tampoco —intentó argumentar Bronwyn Rojas.

—Ay, no, Bronwyn nunca rompería las reglas —soltó Simon con tono sarcástico.

—Es verdad. Y no lo hice. Mire, mi teléfono está aquí —dijo Bronwyn, sacándolo de su mochila.

Oh, Bronwyn, no debiste hacer eso.

—¿De verdad trajiste otro teléfono a detención? ¡Entrégamelo!

—Disculpe que interrumpa, pero que Bronwyn y yo tengamos dos celulares, ¿no le parece raro? Quiero decir, ¿por qué alguien tendría dos teléfonos? —menciona Val.

—Ah, yo sé varias razones. ¿Qué dices, Nathan? —preguntó Simon, mirando al rubio.

—¿Cuál es tu problema? —respondió Nathan con irritación.

—¿Conmigo? Lo sabes bien —contestó Simon con una sonrisa cínica.

—¡Basta! —interrumpió Avery, exasperada—. ¡Saquen hojas y lápices!

—Si estoy aquí injustamente, ¿puedo usar mi computadora? —insistió Bronwyn—. Intento no usar papel por razones ambientales.

—Oh, y yo intento evitar dispositivos que se conecten a internet para asegurarme de que realmente trabajen —replicó la profesora.

—Y-yo...

—¡Una palabra más y quedarás castigada mañana! Y creo que ninguna de las dos quiere eso, ¿o sí? —añadió con firmeza—. ¿Por qué tienes preguntas, Simon? Creo que es una tarea bastante clara —dijo al ver la mano levantada del chico.

—Necesito ir por mi agua al casillero.

—No, puedes vivir cuarenta y cinco minutos sin agua.

—En realidad, no puedo. Tengo xerostomía. Si quiere, puede preguntarle a mi hermana. Es una condición médica donde las glándulas salivales no...

—Sí, sé lo que es. Puedes tomar un vaso de agua del dispensador. ¡Y no! No me importa si los vasos son de papel, Bronwyn. Lo que sí me importa es que todos estén callados y trabajando. Son mil palabras. Recomiendo que empiecen ahora.

Justo cuando parecía que las interrupciones habían terminado, varios huevos comenzaron a estrellarse contra la ventana, interrumpiendo nuevamente a la señorita Avery.

—Quiero ver avances en sus ensayos cuando regrese —terminó diciendo la profesora, antes de salir del salón, haciendo que todos se acercaran a observar lo sucedido.

—Addy, ¿reconoces a alguno de ellos? —preguntó Simon.

—¿Qué quieres decir? —respondió ella.

—Que te acuestas con deportistas, pensé que podrías haberlos visto desnudos.

—Tu obsesión con la vida sexual de los demás es patética —respondió ella.

—¿Tú qué dices, Coop?

—¿Yo qué, Simon?

—Por los vestidores —dijo con tono insinuante.

—No estoy en los vestidores mirando los cuerpos de otros.

—Seguro. ¡Y claro que se escaparon! —dijo Simon al ver que los deportistas se habían ido—. Creo que nadie en la escuela estaría expuesto si no fuera por mí.

—¿Por qué te importa lo que les pase? —le preguntó Addy.

—No es sobre ellos, es sobre el principio de las cosas.

—¿El principio?

—Hay tantos idiotas privilegiados en la escuela que creen que pueden salirse con la suya porque las reglas no aplican para ellos —dijo, tosiendo después de tomar un poco de agua—. Qué tontería —añadió, tomando otro sorbo y volviendo a toser—. Sabe raro —murmuró, mientras su hermana se acercaba.

—Simon, ¿estás bien? —le preguntó, mientras él seguía tosiendo.

—Creo que le pusieron algo —respondió, y en ese momento el vaso se resbaló de sus manos—. Mi medicina, necesito mi medicina —dijo, intentando buscar entre sus cosas, pero cayendo al suelo.

—¿Qué le pasa? —preguntó alguien.

—¡Ayuda! —gritó él al caer.

—¡Simon, Simon! ¡Mírame, estarás bien! —habló Valerie, mientras todos se acercaban, excepto Addy, que permaneció inmóvil, sin saber qué hacer.

—Llamaré a emergencias —anunció Bronwyn.

—¿Qué medicina, Simon? —preguntó Cooper.

—¡Epinefrina, es alérgico! —respondió su hermana.

—¡No está, no está! —habló Clay, alarmado.

—Ve a la enfermería y pregunta si tienen epinefrina. ¡Corre! —le dijo Nate.

—Mierda, Simon, no puedes morirte, ¿sí? Quédate conmigo, por favor —suplicó Valerie—. No te puedo perder, no de esta manera —dijo, mientras él apretaba su mano con desesperación, y las lágrimas aparecían en el rostro de su melliza—. ¡Estoy aquí, Simon! No me voy a ir. Lo siento, lo siento mucho por todo, eres mi hermano y siempre lo serás. Solo resiste un poco más, por favor —sollozó.

—Dame la inyección —pidió Macauley al ver que Cooper regresaba.

—No la tengo, la enfermera no estaba, la caja estaba vacía.

—¿Estás seguro?

—Sí, estoy seguro.

—¡Simon, Simon! —gritó Valerie—. Se está muriendo, ¿¡dónde está la maldita ambulancia, Bronwyn!?

—Dijeron que están en camino, en cinco minutos.

—¡Simon no tiene cinco minutos!

A partir de ese momento, Simon perdió el conocimiento. La sala se llenó de gritos, entre ellos el de la señorita Avery, que acababa de llegar. Pronto, la ambulancia llegó, y Valerie fue con ellos después de gritarles que era su hermano.

Ya en el hospital, lo llevaron y sus padres llegaron después de un largo rato. Los doctores salieron y les dieron la trágica noticia: Simon no sobrevivió. Todo se desmoronó.

Valerie se sentía abrumada y vacía, en una negación profunda porque no procesaba que lo que acababa de pasar sea cierto, y mientras tanto sus padres soltaban pequeñas lágrimas, pero solo hablaban de lo que dirían al resto y cómo lo anunciarían. Todo eso resultaba insoportable para la castaña. Había visto morir a su hermano frente a sus ojos, y sus padres solo se preocupaban por las personas. No los comprendía, y no quería hacerlo.

¿Por qué le pasaba esto a ella? ¿Por qué ahora?

De repente, comenzó a sentir que le faltaba el aire y decidió salir del hospital. Hacía tiempo que no tenía un ataque de pánico.

—¡No! ¡No! ¡Por favor, no! —murmuraba, deslizándose por la pared de afuera.

—¡Val, Val! ¡Hey, tranquila! —escuchó la voz de alguien conocido—. Estarás bien, ¿sí? Respira conmigo —le dijo mientras tomaba sus manos—. Eso es, vas bien, muy bien —terminó.

—Nate, él murió. Simon murió, ya no va a volver —pronunció, con voz quebrada.

Y cuando esas palabras salieron de su boca supo que caería en una enorme miseria. Era como si todo a su alrededor se detuviera y se encontrara en medio de una piscina sin fondo.


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© starcline

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