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𝐷𝑒 𝑉𝑢𝑒𝑙𝑡𝑎 𝐴 𝐿𝑎 𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑


Dijo que no se arrepentiría, y sin siquiera mirarle la cara, ella supo que mentía.
Parecía escucharlo, aun cuando no le había dicho una sola palabra. Hacía unos diez minutos que no soltaba oración alguna. La lluvia y el bullicio de la ciudad llenaban aquel tenso ambiente, a la lejanía se distinguía el característico sonidito de un videojuego; en la cercanía, un par de respiraciones que trataban de mantener un ritmo normal.

Sin embargo, su mente emitía los sonidos propios de una guerra. Halle permanecía sin hacer algún movimiento, limitándose a mirar al joven parado junto a ella, mientras su inconsciente la bombardeaba con las palabras que Mello le había dicho apenas unos momentos atrás. Él por fin había ideando un plan, pero con severas consecuencias de por medio.

No hablarían más de ese asunto, sino de lo subsecuente de la situación. Enfrentarse a Kira siempre implicaba un sacrificio, casi como un tributo al horrible monstruo... Y esta vez era el turno de Mello. Así es, el precio que pagaría para detenerlo sería su propia vida. Nadie más podía hacerlo, y nadie se opondría ni lloraría por él.

Al menos eso era lo que el rubio pensaba, el dilema comenzó en cuanto miró a la mujer que lo acompañaba. Esa mirada lo impactó al igual que una bala.

En seguida se puso a la defensiva y bajó la cabeza. Su estúpido sentimentalismo estaba por traicionarlo de nuevo, al sentir sus ojos humedecerse y su cuerpo temblar levemente.

A pesar de sus acciones, Mello aún conservaba sensibilidad en su corazón. Perdido en un mundo corrupto por varios años, el chico casi había olvidado lo que se sentía ser apreciado. Matt se lo recordaba con su sincera amistad, pero con ella era diferente, muy diferente.

No era bueno descifrando sus propias emociones, así que no supo atinar lo que experimentó dentro de sí cuando Halle lo miró de esa manera. Con preocupación, con cariño...
con dolor.

Como si él le importara.

La lluvia se convirtió en llovizna, a la par del ruido exterior, que comenzó a aminorarse. El rubio no pudo ocultarse más en la penumbra, pues los pálidos rayos de la luna lo alcanzaron en el balcón. Halle se inclinó unos centímetros, divisando una tímida lágrima que se deslizaba por su mejilla cicatrizada.

No supo si él planeaba moverse o si ella debía decir algo para consolarlo, pues antes de poder consumar cualquier acción, Mello habló.

⎯⎯ No quiero morir ⎯⎯ Murmuró.

Ella no contestó, supo que hizo bien en cuanto él prosiguió.

⎯⎯ Pero debo hacerlo. Por L, por todos a los que Kira asesinó... hasta por Near. Solo yo puedo detener esto, solo yo puedo resolver este caso. Es la mejor forma de honrar a mi mentor.

Su voz se volvía más irreconocible con cada palabra que emitía. Tan alejada de los gritos y la furia que caracterizaban su dicción. En su lugar, un tono suave, tembloroso y apagado resonó en los oídos de la rubia. Hablando sobre su posible muerte, Mello se escuchaba más humano que nunca.

⎯⎯ Si te preguntas porqué te estoy diciendo todo esto... es porque confío en ti, Lidner.

⎯⎯ Mello...

⎯⎯ Nunca tuve a nadie, y ahora no me queda nada más que despedirme de aquellos a quienes aprecio. Tú eres una de ellos, y quisiera agradecerte por eso.

La rubia frunció el ceño ⎯⎯ Sabes que podríamos armar otro plan.

⎯⎯ Ninguno que dé los resultados esperados, Lidner ⎯⎯ Contestó resignado.

⎯⎯ ¡Pero te necesitamos para el caso!

⎯⎯ Con esto se resolverá el caso. ¿No era eso lo que te importaba?

Ella enmudeció momentáneamente, Mello tenía y a la vez no tenía la razón. Pero terminó por asimilarlo en menos de un segundo y entonces le dio contestación.

⎯⎯ Me importas tú ⎯⎯ Murmuró Halle.

Las emociones del chico subieron rápido como la espuma ante su respuesta, al menos solo en su cabeza, ya que por fuera, lo único que su rostro reflejó fue dolor, combinado con asombro.

⎯⎯ También me importas.

Alzó la mirada y su cuerpo fue embestido en un cálido abrazo. A Halle se le escapó una lágrima, a Mello muchas. Un ex-mafioso y una agente, enredados en un tacto confortante. Ni siquiera con el ruido que hizo Matt desde la sala rompieron esa unión. Más aún cuando el castaño se fue, azotando la puerta tras de sí.

Entonces, de repente, el aire desapareció y la noche enmudeció. Su amistad se terminó y algo nuevo surgió, aunque no sabían a ciencia cierta si era amor, o solo una manera drástica de confortar su dolor. Porque un beso podía significarlo todo en una novela o programa de televisión, la realidad distaba mucho de aquella romántica ficción.

Incluso sabiendo esto, se dejaron llevar. Sin pensar, con los sentidos avivados por la pasión desenfrenada.

Sus labios se unían y se separaban en una danza lenta y ordenada. Él recorría cada fibra de su desordenado cabello y ella exploró su rostro tanto como pudo, a puro tacto, sabiendo que la despedida estaba cada vez más cerca. Si no volvería a verlo, al menos quería tener el más fidedigno recuerdo suyo.

Se apartaron un poco, con la dicha de mirarse por última vez a los ojos. Ella jamás lo había visto así, no como un criminal, ni como el fallido sucesor. Esa noche vio a Mihael Keehl, un joven brillante e incontenible que hubiese querido una vida mejor. Quizá, incluso, a su lado... por lo menos eso pensó cuando vio que le dirigía una sonrisa, luz en todo su esplendor, que pronto se apagaría dando paso a la terrible oscuridad.

⎯⎯ Te pediré un favor ⎯⎯ Susurró en su oído ⎯⎯ No me olvides, Halle.

Se apartó de su lado, y un frío intenso la recorrió. No dijo la palabra adiós, ya había hecho algo superior a eso. El eco de sus pasos resonó y la puerta, de nuevo, se cerró.

Se desplomó en el suelo, ya sin lágrimas para llorar. Solo le quedó suspirar y regresar a la penumbra de su habitación.

⎯⎯ No te olvidaré, Mello.

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