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veinte

スカーレット・ラブ
Amor escarlata; capítulo veinte
«demasiado en tan poco tiempo»

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«Su dolor era suyo, sus lágrimas eran suyas, su tristeza era parte de ella, su felicidad era el elixir de su vida.»

Y aquel día había llegado, un día en el que la Vida tiró un mazo completo a la mesa redonda que era decorada por un mantel rojo, dejando que el ambiente se vuelva tenso y con un aire sombrío acariciar sus pieles con parsimonia. Lo que veían ante ellos era solo un suceso que marcaría la historia para varios jóvenes, pero a uno le afectaría más por tener que ver como aquel varón se iba y lo dejaba atrás en busca de un poder que obtuvo de manera fácil.

No lo querían creer, pero la Vida tenía su jugada al frente de ellos y revisaron sus cartas, todos con distintos sentimientos en su pieles.

Habían perdido. Habían perdido una jugada y hasta el más inteligente no pudo hacerle frente a esa astuta jugada que definió todo.

Y ahora ella lo veía irse, alejándose entre la penumbra mientras le dedicaba una fugaz mirada al niño que tenía entre sus brazos. Suspiró bajando su mirada, molesta consigo misma por no poder cumplir la promesa que le hizo a Itachi y gritó hasta que sus cuerdas vocales se rompieron por el potente sonido que había salido desde el fondo de su garganta, dejando caerse al suelo pero manteniendo firme el agarre que tenía en el cuerpo de su pequeño sobrino.

Sus ojos azules viajaron a la herida del rubio y agarró un kanai para pasárselo por su mano y dejar caer aquel líquido carmesí en la boca abierta de Naruto, haciendo que trague para luego con rapidez hacer los sellos de aquel jutsu que solamente había usado una vez en toda su vida, ya que era un riesgo para ella.

—Elemento sangre, Jutsu Curación Sanguínea de los Leones Rojos —el cuerpo del rubio fue rodeado por una bruma rojiza mientras la pelirroja veía como la herida comenzaba a cerrarse por su sangre, ya que había aumentado las plaquetas para que hacer más lento el sangrado y así poco a poco se cicatrice la herida—. Estarás bien, cariño. Te lo prometo.

Lo alzó en brazos para correr en dirección a Konoha, sintiendo en la conexión que compartía con los demás de la manada informaban que ya habían dejado a los integrantes del Equipo de Recuperación de Sasuke que era liderado por el Nara ya estaban en el hospital siendo atendidos.

Aumentó sus pasos y al estar en el hospital buscó con rapidez una camilla para poner a su sobrino ésta y dejar que se lo lleven, por lo que anuló el jutsu para que los médicos hagan sus trabajos y se acercó a Tsunade al verla ir de un lado a otro, la tomó del hombro llamando su atención y de otra persona que estaba ahí.

—¿Quiénes son los más graves? 

—Hyūga Neji y Akimichi Chōji —respondió comenzado a moverse pero viendo como la mujer se mantenía al lado de ella—. ¿Qué planeas?

—Solo déjame ayudarlos —musitó creando un clon que miraron al frente—. ¿Dónde están cada uno?

—Uno ahí y el otro en ese sector —señaló las respectivas zonas en las que estaban los heridos y ambas Uzumaki asintieron yendo a las respectivas direcciones para hacer el mismo jutsu que usaron en Naruto.

Lo grave de usar ese jutsu es que la sangre que habitaba en ella se comenzaba a ralentizar y no llegaba al corazón, por eso no lo usaba porque podía morir pero esos dos mocosos fueron a rescatar al Uchiha y no dejaría que muriesen. Se comenzó a deslizar por la pared mientras mantenía el jutsu y su respiración cada vez comenzó a ser lenta, asustando a la Senju que rápidamente comenzó a revisar los signos vitales.

—¡Deja de hacer eso! ¡Te dará un paro cardiaco!

—Son solamente unos... mocosos —susurró la mujer pelirroja sintiendo que la curación estaba por completarse y sintió como la información de su clon pasaba a ella, cerró sus ojos con cansancio y deshizo el jutsu cuando Neji ya estaba fuera de peligro.

Tsunade pidió una camilla a los gritos mientras alzaba el cuerpo inconsciente de la Uzumaki y lo dejaba en esa camilla para posteriormente revisar sus signos vitales y comenzó a hacerle RSP al ya no haber sentido los latidos de la mujer. Siendo vista por un ojo de arena que desapareció a penas ver como la pelirroja se estaba muriendo.

«Mi niño, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué tus ojos no tienen en ese brillo que te caracterizaba?»

—Hermana.

Abrió sus ojos azules para ver el cielo celeste y copas de árboles, hasta sintió como un pétalo rosado caía en su nariz con delicadeza. Era un lugar bellísimo desde su perspectiva, se sentó un desorientada ya que no sabía en dónde estaba pero le agradaba el sitio.

—No deberías estar aquí —miró a su costado y sus ocelos se cristalizaron al ver la cara de su hermana mayor a unos centímetros de su rostro.

—Kushina —dijo con voz cortada Miko para luego tirarse arriba de la mayor y llorar, aferrándose al cuerpo de la mujer que sonreía y correspondía al abrazo—. Te extrañé un montón, demasiado 'ttebade.

—Yo también lo hice 'ttebane.

—¿A mí no me extrañaste, verdad? —preguntó Minato cruzado de brazos mientras veía la interacción de las dos Uzumaki.

Miko lloró aún más a la vez que abría sus brazos y agregaba al abrazo a su cuñado, diciendo de manera entrecortada lo mucho que les hicieron falta. Mostrando aquella niña que había quedado al fondo de su ser, aquella niña que lloró en silencio cada noche la perdida de su hermana y cuñado. Escuchaba las risas de su familia y quería permanecer ahí, siendo rodeada por aquellas dos personas que eran importantes en su vida; pero su mente le hizo mostrar a un Naruto llorando y pataleando.

—Naruto —susurró haciendo que los padres del susodicho la miraran con una sonrisa—. Debo volver, Naruto me necesita.

—Lo has cuidado y educado bien, Miko.

La de cicatriz los miró fijamente, aún sintiendo recorrer en sus mejilla aquellas lágrimas que no había dejado salir desde hace casi una década. Kushina ladeó su cabeza viendo la belleza de su hermana menor y en lo fuerte que se mostraba y acarició aquellas hebras rojizas que tanto le gustaba peinar.

—Aunque sigo un poco triste porque te dijo mamá a ti —hizo un puchero divertida Kushina haciendo temblar a la menor—. No te preocupes, me alegra que seas una figura materna para Naruto.

—Es un niño hermoso, me gustaría que él los vea porque seguramente se alegraría de verlos.

—Lamento habernos irnos tan temprano de sus vidas, pero recuerda que siempre estaremos aquí —Minato señaló su corazón con una sonrisa—. Pero debes irte, no deberías estar en este lugar.

—Naruto te necesita —habló Kushina señalando la imagen que se mostraba al frente de ellos, uno en donde el pequeño remolino estaba recibiendo la noticia de que Miko había muerto y pataleaba mientras lloraba para ir a donde estaba su cuerpo, y en una parte estaban varios amigos de la pelirroja que miraban a otro lado con lágrimas en sus ojos—. Ellos te necesitan.

—¿Los volveré a ver? 

Y ambos sonrieron para luego desaparecer junto con Miko.

«Lo compaña en la tristeza, lo acompaña hasta que sus alas aparecen y decide volar en ese alto cielo para hacerse más fuerte y poder seguir adelante.»

La Senju miró con tristeza a Naruto que gritaba golpeando el pecho de la Uzumaki, quien había muerto por el uso de ese jutsu peligroso. El rubio no podía creer que su tía haya dado su vida para curarlo a él y los otros dos que habían ido con el para traer de vuelta a Sasuke. La mujer que lo cuidó por tanto tiempo siendo una niña, tomándose la responsabilidad de bañarlo, alimentarlo, llevarlo al médico, hacerlo dormir, velar por su bienestar, cumplir cada deseo que pedía y ahora estaba en esa cama inerte, lejos de él pero tan cerca.

—No llores, cariño.

Alzó su azulada mirada, encontrándose con los mismos zafiros que cuidaron de él por doce casi trece años. Se tiró arriba de ella, sin preguntarle el cómo es que estaba viva pero solamente quería estar con ella, dejar que la fragancia de su madre quedara impregnada en sus ropas hasta que su olfato lo tenga memorizado. Lloró abrazándose mientras sentía como ella acariciaba su cabello rubio, que por momentos deseaba tener el mismo tono del que ella tenía para hacerse pasar como su hijo.

—M-Miko, estás viva —murmuró Tsunade impactada y se giró para informarles que la Uzumaki estaba viva, observó los rostros sorprendidos de los amigos de la pelirroja y corrían sin importarles la orden de no entrar hacia donde se encontraba la mujer.

La vieron ahí, sentada mientras mecía a Naruto como un pequeño bebé y sonreía ligeramente. Mostrando una imagen maternal que encogió sus corazones, los observó sin borrar su sonrisa y cerró sus ojos ladeando su cabeza, luciendo tierna.

—Gracias.

«Lo ve partir, y una parte de ella parte junto con él.»

Y un tiempo después, lo veía siendo acompañado por Jiraiya mientras sus ojos dejaban salir aquellas lágrimas antes de partir al entrenamiento que le daría el Sannin. Era necesario desde su punto de vista, el poder de Jiraiya no se igualaba con el de ella y él podría hacer de Naruto el mejor shinobi de la aldea. Sin embargo, sentía que ya nada sería igual sin el pequeño remolino que la abrazaba con fuerza mientras repetía que todo estaría bien.

No quería dejarlo ir, pero debía hacerlo por más que le doliera.

—No podré hacerte el mejor shinobi, Naruto, pero sé que Jiraiya lo hará —le dijo con sus manos temblando correspondiendo el abrazo, alzándolo para que él enrollara sus brazos en su cuello y ella en su cintura—. Te extrañaré, hijo.

—Te extrañaré, mamá —sonrió Naruto al escucharla llamarlo así, eliminando de su lista de deseos de que Miko lo llamara "hijo".

Y lo dejó ir, sintiendo como una parte de su alma se iba con la de él, en ese viaje que lograría convertir a Naruto en el mejor shinobi de la aldea. 

Suerte en tu viaje, hijo

«Porque para ella, él era y sería su razón de vivir.»







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