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treinta y ocho

スカーレット・ラブ
Amor escarlata; capítulo treinta y ocho
«la historia de la cicatriz»

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—Estoy bien, Naruto.

Habían pasado alrededor de una semana para que las heridas graves de la Sexta Hokage comenzaran a cicatrizar pero aún así debía mantenerse tranquila y sin hacer esfuerzo por la lesión que tenía en su corazón. La habitación estaba ocupada por ambos Uzumaki, siendo vistos por la generación del menor y por los sensei de cada grupo que eran en parte amigos de la pelirroja. En ningún lado estaba Gaara o sus hermanos, los deberes del primero eran tantos que tuvo que partir a su aldea unos tres días atrás; pero se fue con una gran sonrisa en su rostro. Naruto chistó su lengua para tomar la cintura de la mayor y así ayudarla a caminar hacia el exterior del cuarto, escuchando las pequeña maldiciones que salían de la boca de la muchacha que apretaba ligeramente el hombro del rubio.

Tsunade se paró al lado de la Hokage que suspiró al sentir como la Senju la tomaba también de la cintura para hacer lo mismo que Naruto, la veía sonreír divertida ante su exasperada expresión. Los sensei al ver como la pelirroja estaba bien siendo acompañada por aquel par le dieron una señal a sus respectivos equipos, solo dejando al de Asuma y Kakashi acompañar a la Uzumaki. Sakura sonreía tomando del brazo de Ino, conversando en voz baja al estar en un hospital, buscando de alguna manera encontrar la combinación perfecta de un atuendo que habían visto hace unos días atrás. Shikamaru se mantenía cabizbajo y arrastrando sus pies teniendo a su lado a Chōji que degustaba unas papas fritas sabor a cebolla y a queso crema, un nuevo sabor que se encargaba de criticar. Kakashi desde atrás sonreía ligeramente leyendo el tan característico libro que siempre portaba encima, viendo desde su punto de vista como poco a poco aquellos jóvenes volvían a tener un aura alegre y tranquilo luego de toda la travesía que había tenido Miko.

—Asuma... —susurró la pelirroja deteniéndose al estar en las puertas del establecimiento, dirigiendo su mirada azulada a la figura de Kurenai. Ella estaba sentada en una de los asientos de madera que estaba afuera del sitio, tal vez esperando que la líder de la aldea salga. Kurenai se levantó al oírla susurrar aquello, acercándose a pasos lentos hacia la fémina que se soltó del agarre de su pequeño remolino y de su amiga para avanzar hacia la de ojos rojos.

—Hokage —hizo una ligera reverencia que fue detenida por la mano de la de hebras rojas que negó con sutileza—. ¿Sabe algo de Asuma? Shikamaru me dijo que usted se lo había llevado y que recibió la herida de él.

—Debería haber regresado, mis leones no son... impuntuales —suspiró por la nariz para luego hacer sellos y agacharse teniendo cuidado con sus heridas—. Jutsu de invocación.

Frente a ellas un charco de sangre apareció y del cual salió el mismo león que había tomado del cuello a Asuma, teniendo a éste acariciando su lomo con tranquilidad. El felino parecía hastiado ante las caricias del varón que se dio cuenta que no estaba en aquel monte lleno de leones, si no que en Konoha.

—¡Asuma! —exclamó Kurenai tirándose arriba del hombre que correspondió el gesto con algo de impacto, alejándose del felino que se mostró aliviado de tenerlo alejado y se acercó a la pelirroja que se había sentado en el suelo mirando todo el espectáculo.

—Nunca más vuelvo a llevar a uno de tus shinobi, estaba meta pedir cigarros y estaba que lo ahogaba en la fuente —mostró sus dientes, en señal de amenaza, y provocó que una pequeña sonrisa se posara en el rostro de la líder—. No lo pudimos traer antes porque sin ti estábamos débiles, además de que gastaste la mitad de la fuente.

—Era necesario, si no la usaba para controlar a ambos posiblemente hubiera muerto —se rascó la mejilla, sintiendo como los brazos de Shikamaru la hacían pararse. Lo miro con la ceja alzada, cuestionándole aquella acción por lo que él suspiró para mirar a otro lado con fastidio.

—Es lo menos que puedo hacer por haber salvado a Asuma.

—Vive, eso puedes hacer por mi de ahora en adelante —dijo Miko, para luego ser tomada por los brazos de Naruto, alejándola del Nara que rodó los ojos por el comportamiento del rubio—. Ya puedes irte, prometo reabastecer la fuente.

—Queremos galletas —pronunció el león antes de saltar hacia el charco y desaparecer junto con éste.

—¿Vamos a casa, mocoso? —preguntó Miko mirando de reojo a su sobrino que sonrió alegremente.

—Vamos a casa, mamá. ¡Tengo muchas cosas que contarte 'ttebayo! ¡Conocí a la Vida! Aunque creo que fue también producto de mi imaginación —murmuró pensativo, ayudando a la pelirroja a caminar lentamente hacia su hogar, siendo vistos por todos los presentes—. Aunque casi muero de los nervios cuando comenzamos a jugar, ¿ella es así? Parecía divertida.

Miko sonrió ante esa descripción y siguió escuchando lo que decía su sobrino, encontrando divertido las expresiones que hacía éste. Al llegar al hogar de ambos, el rubio la llevó a su respectiva y pequeña habitación que tenía ella, comentándole que harían una pijamada porque quería estar atento a cualquier cosa que hiciera, incluyendo si es que hacía una mueca de dolor. La Uzumaki solamente negó con sutiliza su cabeza, sintiendo un pequeño calorcillo en el centro de su pecho ante la preocupación visible del hijo de su hermana. «¿Será la herida?» se preguntó ante ese calor que seguía aumentando, y se mostró sorprendida cuando sus ojos comenzaron a escocer y las —para nada acostumbradas— lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Atrajo la atención del menor que la hizo sentar en la cama para limpiar sus pómulos con rapidez, sonriéndole de manera tierna.

—¿Por qué lloras, mamá? —preguntó con ternura, notando que la mayor de manera inconsciente soltaba más lágrimas tibias.

—No lo sé —soltó una pequeña risilla, confundida por su actual condición sensible y ella misma se sacó las gotas de agua que seguían bajando por su rostro—. Tal vez es... porque es la primera vez que me cuidas así.

—Lo haré las veces que quieras 'ttebayo —prometió, acariciando la cabellera rojiza de su figura materna—. Para la próxima llévame contigo, ¿si? Así puedo demostrarte lo fuerte que me estoy volviendo. Esta fuerza es para protegerte, mamá...

—Aún eres pequeño, sigues siendo pequeño para mí —acarició su mejilla decorada con las tres marcas de bigotes, sintiendo la calidez de Naruto—. Aún recuerdo la primera vez que me dijiste mamá, ¿por qué creciste tanto, mocoso tonto?

—Alguien debía cuidarte, mamá —se quedó en silencio luego de decir eso, mirándola con una expresión que ella no supo descifrar—. Estoy preparado para protegerte, no dudes en llevarme en alguna misión si sabes que puedes morir. No quiero perderte.

—¿Crees que esta mujer se irá tan pronto de tu vida? —se señaló con superioridad—. Para nada, primero quiero verte ser Hokage y ser feliz.

—Lo soy contigo.

—Te falta una persona más: el mocoso Uchiha.

—Pero antes de Sasuke estuviste tu, eso vale mucho más —aquello le hizo sonreír, pero negó logrando confundirlo.

—Conmigo podrás ser feliz, pero llegará un momento que querrás tener a otra persona que te haga feliz. Esa persona es Sasuke, mocoso. Además, sé que muy pronto me dejarás sola para vivir con él luego de que regrese a la ladea.

—¡Para nada! ¡Me tendrás hasta que seas viejita al lado tuyo! —carcajeó ante ello, acostándose en el colchón con una sonrisa y le hizo espacio al menor para que se acomode al lado suyo—. Te quiero mucho, mamá.

—Yo también, yo también...

Él la abrazó por la cadera con suavidad, apoyando su cabeza con la misma delicadeza arriba de su pecho, oyendo ligeramente el sonido del tranquilo corazón de la Hokage que peinaba sus hebras rubias con tranquilidad. Le gustaba aquello, estar al lado de la mujer que lo cuidó desde que tenía horas de vida, oír sus risas, el latido de su corazón, sus chasquidos de lengua cuando lo oía eructar luego de comer, ver su expresión cambiar cuando lo veía, su tímida sonrisa cuando él le decía lo mucho que la quería, oler el aroma a limón suave que estaba en cada poro de su piel. Le gustaba eso, pero también cada vez que lo ayudaba en sus tareas, limpiándole el rostro cuando regresaba a casa con barro por toda la cara, cuando alzaba una ceja ante las bromas que le hacía, que le enseñase varias cosas y le contase algunas de las batallas que había tenido.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz en el ojo, mamá?

Esa era una duda que tenía desde que tenía uso de conciencia.

—Fue por protegerte.

—¿Cómo?

—El día del ataque de Kurama, hubo una persona que lo controlaba y te había sacado de los brazos de tu madre. Yo había llegado tarde al parte porque los leones me habían detenido al saber lo que venía, y cuando me enfrenté al enmascarado solo atiné a salvarte, sin importarme mucho si moría en el intento —sonrió recordando ese momento, aún recordando el sonido del llanto de su sobrino ante los bruscos movimientos—. Logré sacarte de sus brazos y darte a Minato, pero ese no fue lo que hizo que tenga esta cicatriz.

—¿Cuál fue?

—Kurama me la hizo. Tus padres estaban discutiendo sobre la intención que tenía Minato de sellarte el zorro en tu interior, yo estaba demasiado cansada que no pude advertirles que una de las garras del zorro iba hacia ti. Solamente me interpuse, recibiendo la cortada y otras más —acarició por inercia sus costillas en las cuales había una corta pero profunda cicatriz, su brazo derecho también tenía una pero no era tan visible como las demás—. Recuerdo que había entrado a una de las fases de los leones rojizos, realmente estaba enojada por toda la situación: tus padres decidiendo morir para salvar al pueblo, un enmascarado con la intención de asesinarte y a ellos, el zorro siendo controlado, los ANBU que no hacían ni una mierda, y por último yo. Sin tener posibilidades de salvarlos.

—¿Tú... qué hubieras hecho si tenías la oportunidad?

Miko percibió que Naruto la miraba con intriga, seguramente sin saber lo que haría o asimilando la decisión de ella. Miró el techo, pensativa. Un nudo en su garganta se formó, pensando en tantas cosas que solo aumentaba el hecho de que...

¿Cómo se llamaba ese sentimiento? ¿Cómo podría definir lo que sentía ante el solo pensamiento de no ver la sonrisa de su hijo?

... le hubiera dolido nunca pasar tiempo con Naruto, sin ver su sonrisa, la emoción en sus ojos, compartir su dolor...

Que al haber hecho lo que hubiera querido nunca podría ver a su sobrino, no podría disfrutar el tiempo con él como lo hacía actualmente. Nunca sentiría el amor puro que sentía hacia él.

—Yo... te hubiera dado a tus padres, sin importar qué —tragó el nudo que se formaba en esa zona, volviendo a acariciar la cabellera rubia de su hijo—. Eso hubiera hecho, tomaría el lugar de tus padres, daría mi vida para que tu tengas a tus padres vivos, viviendo como un niño feliz lo haría, teniendo el amor incondicional de ellos.

—Duele imaginar que no estarías en mi vida si eso hubiera sucedido 'ttebayo —susurró con lágrimas en los ojos el pequeño remolino de Miko.

—Aún no nacías, pero sabía que daría mi vida para que estés vivo. Porque... te amo tanto que no dudaría en morir si con eso aseguraré tu bienestar. 

—¿Y Gaara...?

—Me gusta el mocoso de la arena, pero él sabe o debería de haberse dado cuenta, que si a mi me piden que me mate para salvarte yo lo hago —sus palabras eran tan sinceras que el corazón del Uzumaki lo sintió, logrando que latiera con más fuerza—. Eres mi más máxima prioridad, eres la razón por la cual vivo. Sin ti, mi vida no tendría sentido. Lo lamento por Gaara, pero no sabría que hacer si tu ya no estás ahí, sonriendo a mi lado.

Gaara, él lo sabía desde el primer momento que vio el profundo amor de Miko hacia Naruto en los ojos de ella. Era consciente de todo lo que haría ella por él, y no podía estar más orgulloso de ello; porque personas así no habían demasiado.

«Ahora duerme, cariño, que el frío aumenta y tu corazón dejará de ser cálido. Aprovecha que el Sol sigue ahí, disfruta de la calidez del momento antes de que el frío llegue a destruir lo que tanto has querido» pensó, viendo el rostro pacífico de Naruto.

«El líder atacará pronto, espero estar en condiciones cuando llegue el momento»








1/2

Por cierto, hay tres historias “próximamente” en mi perfil. Una de Sasuke, de Itachi y otra de Naruto Shippuden con la temática de zombies.

Fondo de pantalla de Miko Uzumaki.

No me salió muy bien, pero sería cuando Miko y Gaara se encontraron en Suna.

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