Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

sesenta

スカーレット・ラブ

Amor escarlata; capítulo sesenta

«Carta: Paz»










Hace muchos años nadie estaba seguro de que su tierra finalmente encontrara paz, que su pueblo pudiera inhalar tranquilo sin pensar que pronto serán atacados. Era un sueño lejano. No tenían fe tampoco, sus líderes siempre iban a luchar, los veían volver heridos, a sus hijos socorrerlos, sus amigos caer inertes en el piso, era una tortura diaria.

—Kushina.

La pelirroja mayor miró a su pequeña hermana de once años, quien estaba preparando ramen para la más grande. Kushina sonrió, haciendo un sonido indicando que estaba prestando atención. Notó que se removía inquieta para después darse la vuelta, mirándola con esos feroces ojos azules que poseían dulzura cada vez que la veía.

—He estado pensando... —se recargo en la mesada, estando atenta al ramen de su hermana mayor—... que tal vez sea bueno empezar un nuevo plan para la aldea.

—Oh, ¿en serio, Miko-chan?

—Naruto debe nacer en una aldea estable, feliz y en paz. Y, en estos momentos, no veo a la aldea de esa manera. ¿No sería mejor irnos a otro lugar, hasta que toda la situación mejore? Podríamos ir a mi manada, podría construir una casa para que Naruto y tú puedan vivir tranquilos. Mis cachorros pueden cuidarlos y les encantaría tener nuevos integrantes Uzumaki 's.

Kushina carcajeó ante la preocupación de su pequeña hermana. Desde que se había enterado que estaba embarazada y esperando un pequeño niño, se transformó en una Uzumaki llena de ansiedad. Al acabar de reír, sonrió con cariño.

—Ne, Ne, Miko-chan. Mientras tú estés aquí, nosotros vamos a estar felices y seguros —le dio varias caricias a su abdomen abultado, sintiendo una pequeña patada que le hizo cosquillas—. ¡Naru-chan también está de acuerdo, Miko-chan!

Miko, desde la cocina, observó la escena y suspiro resignada, su plan no podría llevarse a cabo; pero estaba tranquila, su sobrino iba a estar seguro con ella cuidando a la familia Uzumaki-Namikaze. No dejaría que nada les pasara.

—¡NO, NO, MALDITA SEA!

Gritó cuando vio sus miradas. Las conocía muy bien. Se iban a ir. La dejarían sola. Dejarían solo a Naruto. No puede permitirlo. No. No. No.

—Miko-chan, tenemos que hacerlo.

—¡No, Kushina, no! ¡Hay otras maneras!

Minato sonrió tranquilo viendo a la Uzumaki, quien estaba reteniendo al Kyubi mientras ellos procedían con el sello. La escucho llorar, aun haciéndoles tiempo. Kushina, a su lado, sollozó mientras acariciaba la frente de Naruto.

—Miko-chan te va a cuidar muy bien, hijo mío.

—Así es, Naruto. Vas a hacerle mucho caso a la tía Miko-chan.

—Por favor, no me hagan esto. Por favor, no nos dejen, por favor.

Ambos padres vieron como la pequeña niña se daba vuelta, viéndolos con un deje de esperanza, desesperación, aun luchando que el Kyubi no se abalanzara hacia ellos. Su ojo cerrado por el corte, pero, aun así, se notaba lo desesperada que estaba por no querer que se vayan. Minato sintió que Kushina lloraba aún más al ver a su pequeña hermana en ese estado, pero no podían retroceder. Necesitaban que la aldea estuviera viva para que Naruto pudiera habitarla.

—Te queremos mucho, Miko-chan. Por favor, perdónanos.

—Cuida a Naruto, Miko, por favor.

Se fueron.

La dejaron sola.

Solo el pequeño remolino estaba con ella.

Cayo de rodillas al frente del niño que lloraba sin cesar, su sobrino, hijo de su hermana, estaba a salvo. Lo sostuvo entre sus brazos, dejando que las lágrimas tocaran su piel.

—Lo siento, pequeño. No pude salvarlos. Lo siento. Perdoname. No pude salvar a tus padres. Lo siento.

Lo siento.

—¡Ne- ne, Miko-chan! ¡Mira, mira!

Sus ojos azules brillaban junto con la sonrisa que hacía remarcar sus cachetes regordetes. Entre sus manos, un pequeño ramo de flores silvestres se mostraba con orgullo. Miko, sentada en una pequeña manta, aceptó el regalo con una pequeña sonrisa que alentó a que la de Naruto aumente.

—Gracias, mi pequeño remolino.

—¡Te voy a conseguir más, mamá!

Naruto tomó carrera y fue a buscar más flores en el prado que se encontraba, agachándose en busca de las mejores. Miko bajo la mirada, acariciando los pétalos, dejando que la tristeza saliera. Oh Kami, como seguía doliendo. Esa sonrisa era igual a la de Kushina, su personalidad era un calco de su hermana mayor.

—Te extraño...

Sollozo encorvándose sobre las flores, las favoritas de su hermana.

Miko recordaba muchas veces lo que eran los momentos de guerra. No era muy buena abriéndose, por lo que muchas veces tuvo que luchar sola para salir de esos recuerdos. Se preguntaba a veces que era la paz, a qué sabía, si iba a ver una época en donde nada pasaría. Si Naruto iba a poder vivir en un lugar que no estuviera dañado. Tal vez eso fue lo que la impulsó para hacer que la aldea sea un hogar perfecto para su regreso del entrenamiento de Jiraiya. Tal vez por eso luchaba con más fuerza, queriendo ver el momento en que su hijo por fin se sintiera en paz, sin sentir una organización criminal detrás de él. Tal vez el buscar de manera desenfrenada a Sasuke, para que Naruto tuviera a una de sus personas favoritas a su lado.

Se daba cuenta, a veces, que Naruto era su impulso, su fuerza, su luz, su vida. No importaba el resto. Naruto ocupaba todo. Vivía por y para Naruto. Tal vez por eso se sentía plena, tranquila, viéndolo regresar de charlar con el alma de Minato.

No más guerra.

Nadie iba a irrumpir la paz que había creado para que Naruto estuviera bien.

—Ne, ne, mamá.

Miko sonrió con lágrimas en los ojos, deteniendo en seco a Naruto.

—Ya nadie te hará daño, cariño. Por fin hay paz 'ttebade

Naruto mostró sus dientes con una sonrisa, asintiendo antes de correr hacia su madre, abrazándola con fuerza.

—Por fin viviremos tranquilos, mamá.

Takeshi rodeo al par de Uzumaki, también queriendo ser parte del momento. Por fin, después de años de incontables preguntas de cuando iban a poder vivir en paz, sin que nadie quisiera intentar arrebatarles al pequeño remolino, se cumplía.

Miko acaricio su rostro con todo el amor que tenía por su pequeño girasol.

Naruto se apoyó en su mano, anhelante del cariño que le proporcionaba la mujer que más quería en el mundo. Todo había terminado. Solo quedaba volver a casa.

—Vamos a casa, mamá.

Miko mostró su colmillo en una de sus más alegres sonrisas.

—Vamos a casa, hijo.

Había costado llegar a la paz que un día le contó a su hermana, pero ahí estaba, sonriendo, contenta, yendo a la par de su hijo, con su compañero felino, con sus amigos, sus fieles ayudantes, con su gente. Ah... realmente estaba feliz. Volteo a ver a esa mujer peliblanca que flotaba a su lado, también parecía alegre de que por fin se terminara ese juego intenso luego de casi veinte años con la Uzumaki.

Después de todo, la paz era una carta difícil de conseguir.
















fin

después de mucho tiempo sin siquiera tocar la computadora para escribir, me propuse darle un final a Miko y a Naruto. Lamento demasiado el tiempo que se encontró pausada la historia, y también por el final que tuvo, ya que, capaz, no llena las expectativas que tuvieron. Posiblemente, en unas semanas o unos meses, me dedique a reformar la historia para que, tal vez, solo se centre en las aventuras de Miko y Naruto, sin darle el romance de Gaara y Miko por temas de mucha diferencia de edad. 

muchas gracias por esperar dos años (dios mío, fue demasiado tiempo), por amar a Miko, Takeshi y Naruto, por todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro