cincuenta y siete
Amor escarlata; capítulo cincuenta y siete
«Volver»
• • •
Miko.
Era extraño volver.
Volver después de mucho tiempo. Sinceramente, no creí hacerlo, pero lo veía venir. Volver a ese lugar al que tantos meses pasé intentando sobrevivir. Solo que, ahora, era imposible descifrar lo que siento cuando vidas y más vidas estaban en juego.
Tuve que volver. Porque era mi obligación y mi deber. Creer que me salvaría de esto fue estúpido. Pisar las tierras que alguna vez fueron cubiertas de sangre me saludaban con normalidad, extrañando el hecho de que su mayor adquisición, la que provocó que el suelo se volviera húmedo por largos meses, haya vuelto a darle más de una ronda de ese sangriento mar.
Pasé saliva mientras acomodaba mi armamento. Hace unos instantes algunos shinobis se acercaron a traerme una caja de suministros y armas que necesitaría para la guerra que ya daba indicios de empezar. Ajusté el cuero que protegía mi pecho y acomodé la túnica de Hokage que flameaba con suavidad detrás de mí. Me levanté y creí que mis venas pronto arderían por el calor que sentía. ¿Cómo carajos podré aguantar tanto tiempo lúcida? ¿Sin caer en la adicción a la sangre que provocaba la guerra?
Caminé hacia los demás Kage's que intercambiaban comentarios sobre las estrategias y ubicaciones de algunos de sus ninjas. La mirada de Gaara llegó a mí y asentí en modo de saludo. Sonrió ligeramente antes de seguir el rumbo de la charla, sin que mi presencia le causara efecto alguno. Me posicioné al lado de Tsunade, y dudé en un momento de estar ahí. Minato debería encargarse de esos asuntos. Él era de las mentes brillantes en estrategias. No yo.
Pero Minato no estaba. Y la que ocupaba el puesto que él dejó vacío era yo. Jodidamente yo.
No estaba segura de muchas cosas. Pero tenía que dar mi mayor esfuerzo para que toda la gente que estaba a tan solo metros de nosotros y la que estaban en las aldeas, refugiándose, terminasen vivas de todo esto. Miré un momento a los ninjas que se acomodaban y a otros que intentaban grabarse los rostros para no olvidarse quién estaba de su lado. Eran notorio los nervios que ellos tenían.
―Miko.
Observé atenta a la rubia que me llamó.
Sus ojos se suavizaron un momento y sonrió levemente. Sabe qué está pasando por mi mente en estos momentos. Lo sabe bien. Pero eso no era motivo para que me desvíe de la realidad. Inhalé un poco del aire y tomé palabra.
―Uzumaki Naruto, el actual Jinchūriki del Kyūbi, estará en las divisiones que se encargan de la lucha y el sellado. Prestará sus servicios para la causa ―Exclamé―. Uchiha Itachi y Uchiha Sasuke tendrán una misión a parte, por lo que no participarán directamente en la lucha.
―¿Cuál es esa misión, Hokage?
―Me informaron que posiblemente utilicen el jutsu que creó el segundo Hokage, Senju Tobirama, llamado Edo Tensei. El que trae el alma de los muertos a la vida. ―Algunos de los presentes abrieron los ojos sorprendidos―. Si eso es verdad, ellos lo sabrán. Por ello les encomendé la misión de confirmar aquello y detenerlo si es que sucede.
―¿Cómo ha obtenido esa información, chiquilla? ―El viejo de la Roca preguntó.
―Uchiha Itachi fue mi informante cuando estuvo dentro de Akatsuki ―Sonreí con suficiencia. El mocoso no hizo para nada mal su trabajo, sin embargo estuvo varias veces a punto de ser descubierto. Un destello amarillo me llamó la atención y mi colmillo relució aún más al haber expandido mi sonrisa―. Si me disculpan, me necesitan en otra parte.
―¡Mamá!
Me acerqué a pasos tranquilos al rubio que me apresó en sus brazos con fuerza. Me mordí el labio para no sonreír y acomodé algunos de los mechones que sobresalían de su pequeña coleta. Al final, no decidió cortárselos, por ello se parecía un poco a su padre. Visualicé a Sasuke y a Itachi acercarse a nosotros, charlando entre ellos con sus correspondientes atuendos. Me gustaba ver como esa relación de hermanos se fortaleció, a pesar del tiempo distanciado y con el conflicto de la masacre aún en sus memorias.
―Mucha gente tiene jutsus muy sorprendentes. Es increíble ―Naruto se despegó de mí y habló con emoción. Sus orbes azules me cegaban cada vez que me miraba. Era como nadar en unas aguas calmas y cálidas, con las olas a punto de romper. Él me daba la paz que necesitaba.
―Eso que aún no viste a Deidara actuar.
El rubio, el de las rocas, participaría en la guerra desde el bando de Konoha. Pasaría unos cuantos meses en la cárcel pero quería ayudarnos. Más que nada era para presumirle a su abuelo que una nación (o, precisamente yo) aceptaba su arte como método de lucha. Lo vi deambular entre los ninjas, habiendo pedido con antelación que nosotros le expliquemos su situación a los shinobis antes de que quieran matarlo. Estuvieron a punto de hacerlo, pero fueron comprensivos ante el hecho de que Deidara se arrepentía de las muertes y que era algo que le obligaron a hacer por parte de la organización a la que fue obligado a entrar.
Posiblemente ande conquistando a algunas personas con su arte.
―Escuché que estará de nuestro lado ―Comentó Itachi al frente nuestro. Sasuke, a su lado, miró atento a nuestro alrededor mientras jugueteaba con un shuriken―. Al final, ¿es cierto?
―Sí ―asentí―. Luego de la guerra residirá en nuestras mazmorras para cumplir su condena y convertirse un shinobi de nuestra nación. Tengo que hacer muchos papeleos para el trato con el Kage. ―Cerré los ojos con cansancio. Deidara me estaba costando caro. Pero su actitud tan terca me orilló a eso.
Sentí a Naruto reírse levemente.
Volví a abrir los párpados, sin querer perderme de nada.
Faltaban pocas horas para iniciar el movimiento entre las divisiones.
―Dobe, ¿y Sakura?
Observé la interacción de ambos, al igual que Itachi. Naruto se ajustó de nuevo su cola de caballo mientras hablaba.
―Pronto estará acá. Decidimos que este sería el punto de reunión. O sea ―dejó de retocar su cabello y se cruzó de brazos―, ella vendrá junto con nuestra generación. Posiblemente ya estén cerca.
―¿Es como un reencuentro antes de todo? ―Preguntó curioso Itachi, recibiendo un asentimiento efusivo. Asintió conforme.
―¡Oi, Naruto, Sasuke!
La vi acercarse junto con Ino, ambas abrazando sus hombros. Y detrás de ellas, todo su grupo de amigos. Parecían tan unidos que temí que esta guerra los separe definitivamente. No debía pasar eso. Me encargaría que eso no sucediera. No podría volver a pisar mis tierras si es que uno de esos mocosos falleciera.
No soportaría el hecho de ver a Naruto destrozado.
Me le quedé viendo, notando que sonreía alegre al ver al grupito acercarse a nosotros. Sus colmillos relucieron y el brillo de sus ojos aumentó. Era relajante verlo así.
Una mano se posó en mi brazo y apoyé mi cabeza en el hombro de Itachi. Siendo ahora nosotros expectantes de un encuentro anhelante y, a la misma vez, tan esperanzador. Donde ponían sus esperanzas de volverse a ver, de que esa no sería la última vez que estuviesen juntos. Itachi me abrazó por los hombros, como un silencioso abrazo antes de que todo empiece. Como si este momento solo fuera nosotros. Un cofre lleno de esperanza que dejaba en mis manos, pidiéndome que no me vaya del futuro que ambos soñábamos. Sonreí, abrazándolo también, observando a nuestros niños disfrutar del momento que nos daba Vida.
―No quiero perderte.
Me congelé ante el deseo de Itachi. Sus palabras fueron susurradas y temí por un instante haber escuchado mal. Pero el apretón que me dio confirmó lo que dijo.
―Yo tampoco quiero perderte.
―Haz lo que sea. Pero vuelve.
No estaba en mis planes rendirme, no quería dejarlos solos por más que hice todo lo que podía para que, cuando no esté, ellos no se sintieran así. Pero, creo, que eso no pasará. Yo no quiero irme de este mundo, dejándolos solos. Haría lo que fuera para que eso no pase. Pero... si llegara a pasar, mis leones los cuidaría a todos.
―Te digo lo mismo. Eres mi mano izquierda. El Hokage de las sombras.
Seguimos viendo a Sasuke y a Naruto desde nuestra posición. Ellos estaban a unos cuantos metros y, por más que estuviesen atento a la conversación que mantenían con su grupo, también prestaban atención a la que nosotros teníamos. Más que nada Naruto. Pues me daba miradas rápidas, como queriendo verme confirmar el no dejarlo solo en ese mundo.
―Tu eres mi hermana mayor y mi mejor amiga.
―Deberías decírmelo más seguido... ―murmuré con gracia, sabiendo que a él le costaba mucho esto.
―Vuelve, Miko.
Inhalé antes de separarme para verlo a los ojos.
―Volveré, Itachi.
● ● ●
Falta poco para comenzar la batalla. Algunos ya estaban en sus puestos y los Uchiha ya habían ido a buscar la fuente del poder que sintieron despertar. Miré mis manos. Parecían deseosas de matar. Temblaban como nunca antes. ¿Era la adrenalina? ¿Miedo? No sé. Solo sé que el temblor se iría cuando aparezca el primer enemigo y tenga que matarlo. La sangre me volvería loca y ya nada podría pararme.
―Piensas mucho.
―Lo sé.
Gaara se posicionó a mi lado. Su aura parecía estar en calma, su seriedad me daba tranquilidad. Eso era un rasgo que me gustaba por el simple hecho de que él estaba seguro de sus habilidades, de que podría salir con vida de esto. Sus orbes turquesas dieron con los míos y vi que se suavizaban. Seguramente se dio cuenta que estaba hecha mierda.
―Pareces manejar bien esto ―Comenté debido al rol que tiene en estos momentos.
Hizo una mueca que no intentó ocultar.
―Intento dar lo mejor de mí para salvarlos.
―Cuentas con muchos shinobis, pide ayuda si lo necesitas.
Asintió conforme con mi consejo y me tendió la mano. Vi confundida el cómo creaba un remolina y este formaba una figura que me hizo sonreír. Un pequeño Naruto. Lo tomé con cuidado y acaricié sus facciones con la yema del dedo.
―Sé que Naruto es tu razón de vivir. Supuse que eso te daría la suficiente fuerza para no dejarnos.
Lo vi atesorando su gesto. Guardé con calma la figura en el bolsillo del cuero que tenía unos cuentos bolsillos. Luego lo abracé de improvisto y apoyé mi mentón en su cabeza pelirroja.
―Gracias.
Lo sentí sonreír y a sus brazos rodearme con suavidad.
―Solo... no nos dejes. Procura volver, Miko.
―De eso no habrá duda.
Los leo <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro