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cincuenta y cinco

スカーレット・ラブ
Amor escarlata; capítulo cincuenta y cinco
«el reencuentro de tres almas que nadaban en los ríos de tristeza»

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Todos veían seriamente el mapa que había entregado minutos antes Ino y Shikamaru, siendo ambos los adolescentes que acompañaban a las reuniones de las figuras poderosas de la aldea. Ahí se visualizaba los territorios más propensos a ser atacados, por lo cual buscaban soluciones para que esas tierras no terminen destruidas por la guerra que se aproximaba. Miko frunció el ceño, fijándose en las tierras de Shimogakure no Sato, seguramente todo el País Helado esté bajo ataque cuando suceda lo inevitable.

—El País Helado será uno de los blancos más afectados.

La pelirroja dejó de pensar para ver de reojo a su sobrino —quien no la soltó desde que la tacleó en el pasillo, ahora abrazándola un brazo para sentirse relajado por su aroma—. Él había sido el que mencionó aquello, atrayendo las miradas de los demás shinobis. Tal vez éstos pensaban que por fin el Uzumaki estaba demostrando lo inteligente que era, pero declinaron eso a último momento cuando observaron como el rubio restregaba su nariz en la curvatura del cuello de la líder de la aldea. Sintieron pena por ella al notar que su mirada no demostraba más que cansancio. Amaba a su sobrino pero a veces odiaba que sea tan cariñoso, llegaba hasta darle cosquillas que su respiración choque en su cuello.

—¿Algo más que decir, Naruto? —preguntó Shikaku curioso por la abrupta inteligencia demostrada por el amigo de su hijo.

—Bueno... —lo pensó, dejando de molestar a su tía para ver más de cerca el mapa. Se rascó la mejilla indeciso, sin estar seguro de lo que diría pero el brillo en los ojos de Miko le dieron seguridad—. Sé que ninguno de los países más desarrollados quieren dar sus tierras para la guerra, y el País Helado es el franco más cercano y el que menos desarrollado está para usar su terreno para la batalla, al igual que el País de las Aguas Termales. Analizando lo que dijo anteriormente Ino-chan y Takeshi, posiblemente Akatsuki despliegue sus fuerzas desde Montaña Cementerio, teniendo que pasar por los países antes mencionados y posiblemente por mar al, tal vez, tener como misión capturar al jinchūriki del Hachibi que está en Kumogakure, al otro lado del País Helado —señaló con su dedo el recorrido, poniéndose sumamente serio—. Por eso hay que pedirles a los Kage de ambos países que evacúen hacia el País del Fuego o países que se encuentran en el sur y que no serán afectados por la guerra.

—Vaya, por fin usas esa cabeza para algo, Naruto —soltó burlón Shikamaru luego de la explicación del rubio, el cual le sacó la lengua para abrazar de nuevo a la Hokage pelirroja.

—Que no quiera mostrar mis dotes no significa que sea tonto 'ttebayo.

—Supongamos —se encogió de hombros el pelinegro, divertido.

—Naruto tiene un punto a favor, pero lo que me preocupa más son los países que no están bien económicamente. Serán los más afectados al no recibir los productos extranjeros, tampoco es que tengan en mente el modelo ISI —soltó un suspiro Miko.

—¿Qué es eso? —la observó Naruto, sin comprender ese término.

—Modelo de industrialización por sustitución de importaciones —explicó vagamente, cosa que no logró comprender el blondo—. ¿Cuántos días tenemos hasta que la guerra comience?

—Posiblemente menos de catorce días antes de que las tropas se desplieguen —musitó Ino revisando junto con su padre unos papeles con información crucial.

—Bien, en tres días habrá una reunión con los Kage para hablar sobre una posible alianza. Quiero que formen tres equipos que se dirijan a los países pobres, necesito estar segura de que ellos se podrán mantener estables antes, durante y después de la guerra —ordenó la adulta fijándose en el mapa—. País de la Lluvia, ese será el que más perjudicado estará —arrugó la nariz, viendo a los presentes. Su mirada azulada recayó en la silueta de la hija de Inoichi—. Mocosa de las flores, serás la encargada de crear tres grupos y dirigirlos. Tienes un día para marcharte de la aldea con los tres grupos y siete para visitar a los países pobres que están al sur, al este y al oeste, y encuentra una solución para ayudarlos e infórmales sobre la guerra.

—P-Pero, Miko-sensei —abrió sus ojos con sorpresa la rubia, volteándose a verla bruscamente—. Es mucha responsabilidad...

—Eres una de las mejores kunoichis, y en una de las que más confío. Sé que podrás lograrlo. Puedes llevarte a los que quieras, hasta los ANBU que no fueron despedidos —algunos rieron ante eso, recordando la furia de la Hokage al reclamarles lo inútiles que eran algunos—. ¿O quieres que ponga a cargo a otro?

—No, yo puedo —se puso firme, sonriendo ligeramente—. Cuente conmigo, Miko-sensei.

—Ve a prepararte, sales a primera hora —la pelirroja la vio salir con rapidez de la sala y un sentimiento de orgullo se instaló en su pecho. Joder, sí que estaba orgullosa de esa mocosa—. Aprendan, bola de inútiles —susurró pensando en los ANBU, generando una ola de risillas por parte de los adultos y jóvenes. 

—Ne, ne, mamá, ¿qué haré yo?

—Luego veré, pero me gustaría que te quedes a un lado de todo esto —lo vio con preocupación por su condición, sin querer que su retoño salga inerte de toda esa batalla.

—Sabes que no me quedaré de brazos cruzados viendo que todos me protegen —se cruzó de brazos, alzando su barbilla.

—Lo sé, sacaste lo terco de tu madre —le golpeó la frente con su dedo índice—. Bien. Inoichi, prepara un escuadrón para que se dirija al País Helado y al País de las Aguas Termales, que pasen en dos horas por mi oficina para que tengan los permisos y los documentos con la información de la situación. Ya sabes a qué me refiero.

—A sus órdenes, Hokage-sama.

Miko se sentó en la silla que se encontraba en la cabecilla de la mesa redonda, sobando su frente con pesadez por el cansancio que sentía. Necesitaba en esos momentos una botella de sake. Recordó a su rubia amiga, quién no estaba en óptimas condiciones luego de la noticia referente a la "muerte" de Jiraiya. Suspiró, sabiendo que era momento de decirles la verdad. Alzó su mirar, notando que los otros ninjas ya habían comenzado a idear estrategias, y no vio a su sobrino al lado de ella. Siguió deslizando su mirada azulada por toda la habitación, buscándolo con vagancia, encontrándolo hablando con Shikamaru en un rincón. El rubio parecía estar preocupado, lo sabía por las miradas constantes que le dirigía a ella, y en otras ocasiones se ponía serio cuando fruncía levemente el ceño y acomodaba los mechones rubios que le estorbaban la vista.

«¿De qué mierda estarán hablando? —se mordió el labio, ansiosa—. Podría escuchar, pero no quiero ser la tía chismosa.» Ignoró al par de adolescentes, poniendo atención a lo que decía Shikaku sobre las estrategias en la que ella sería partícipe en cada una. Debía demostrar el poder militar que tenía Konoha, siendo ella la que lideraría todo el motín.

—Hokage-sama, ¿está segura de estar en cada una? ¿No será mucha la carga? —cuestionó Ibiki, tan respetuoso con ella como siempre.

—He estado leyendo el pergamino del Segundo Hokage, precisamente las técnicas de él —comenzó a decir con una sonrisa maliciosa, sorprendiéndolos—. ¿Quién diría que la técnica que usa mi sobrino superó la de Tobirama-sama?

—Usted...

—Sí, ahora hay dos Uzumaki que saben usar los clones de sombra —finalizó con ego, sin darle importancia a la gracia de los rostros de los demás presentes—. Además, fue muy bueno para mí saber las técnicas de Tobirama-sama porque me ayudó a perfeccionar mi elemento agua. Me servirá para la batalla —comentó, pensativa.

—Estoy pensando seriamente si te convertirás en la Hokage más fuerte de la historia de Konoha —aquello dicho por Shikaku la hizo alzar el mentón presumidamente—. Aunque con tu actitud se bajan los puntos.

—Oh, vamos, Shikaku. Tu sabes que yo haré historia —soltó una risa vanidosa, con el brillo juguetón bailando por sus orbes.


























(...)




























Naruto seguía la silueta de su madre, siendo acompañado por Tsunade que estaba agarrada de su brazo para no terminar cayéndose de cara al suelo por el sake que estaba en su sistema. Estaba confundido, ¿por qué su madre lo está llevando a otro país? Habían bajado de los leones unos kilómetros atrás, siendo ahora que seguían el camino a pie. 

Vio como Takeshi restregaba su cola por el cuerpo de la joven adulta, a veces hasta mirándola con lágrimas en sus ojos azules. Sintió la tristeza del felino, convirtiéndola en la suya propia. Aún era chocante para él saber que en la otra dimensión Miko esté muerta y ver en la que estaba la sonrisa de ella. Dirigió su mirada al león que era acariciado suavemente por la pelirroja, ocasionado que él temblase con levedad.

«Lo sabe —pensó Naruto, identificando el mismo sentimiento que él sintió cuando descubrió que Miko estaba muerta en Takeshi—. ¿Cómo lo descubrió?» Nunca dio indicios de que ella no estaba en la otra dimensión. Suspiró, alejando esos enigmas de su cabeza y sostuvo con más fuerza a la Senju que estaba por caerse de lo borracha. 

—Llegamos.

Ambos rubios alzaron sus rostros para ver una casa de madera en medio de un prado, el cual tenía un pequeño arroyo pasando por un costado y filas de árboles rodeando todo el sector. Itachi estaba sentado sobre un tronco que daba vista a un diminuto lago, atento a cualquier cosa que sucediese. Sus orbes negruzcos dieron con los de la Uzumaki, y Naruto visualizó en los oscuros un brillo alegre que lo hizo tensar. Nunca había visto al Uchiha tan alegre al ver a su familiar, pero desistió de ello al ver como Miko se acercaba a abrazarlo con cariño.

—¿Descansaste?

—Sí, este lugar me da tranquilidad. Se parece a uno de mis sueños —dijo vagamente, quedándose por momentos viendo el cielo que comenzaba a oscurecerse—. ¿Le dirás? Por cierto, Sakura-san está adentro tomando sus signos vitales.

—Ya es momento —asintió, regresando a ver a su familia. Ellos la veían sin decir nada, intrigados del lugar al que los llevaron—. Entren, alguien los está esperando.

—Mamá, ¿por qué siento el aroma de Ero-sennin...? —preguntó con lentitud el rubio, expandiendo sus orbes al avizorar la sonrisa pequeña de la Uzumaki. Soltó de repente a la Senju para correr hacia dentro de la cabaña, casi rompiendo la puerta en el proceso.

—¡No se mueva o se le abrirán los puntos, Jiraiya-sama!

—Pero quiero ir a orinar...

—¡Tiene un papagayo ahí!

—¡Pero es incómodo esa mierd-! 

Naruto abrió la puerta de la habitación con fuerza, observando a su amiga peli-rosa discutir con un hombre peli-blanco que tenía su cuerpo casi lleno de vendas. Sus manos temblaron sosteniendo el pomo de la puerta, viéndolos en silencio. 

—Te tardaste, muchacho —soltó Jiraiya como saludo, recibiendo como respuesta que el rubio corriese a sus brazos para abrazarlo con fuerza, olvidándose de sus heridas.

—Naruto, ten cuidad-

—Está bien, puedo soportarlo, Sakura —la cortó con una sonrisa amable el sannin, acariciando la espalda de su alumno—. Ha pasado un largo tiempo, ¿no, Naruto?

—Pensé que había muerto.

—Yo también lo creí pero el Uchiha de tu madre me salvó a último momento.

—Itachi no es mío, Jiraiya —comentó bruscamente Miko con el de coleta atrás de ella, quien sonreía un poco divertido.

—Si parece tu perrito faldero.

—Es mi mano izquierda.

—Tu perrito faldero.

—Sigue discutiéndome y te arrancaré lo que te hace hombre —señaló con molestia la adulta, viendo como Tsunade se soltaba con lentitud para ir hacia su compañero de batallas.

La Senju parecía estar viendo un fantasma por lo pálida que se encontraba y el como sus orbes se petrificaban cada vez aún más al ver como la sonrisa cálida de el hombre herido se expandía cuando ella se acercaba. La médica cayó de rodillas a los pies de la cama, con sus brazos extendidos con la intención de tocar la mano que Jirayia extendía para acariciarle sus mejillas blancas. 

—Ji... Jiraiya —susurró temerosa al pensar que era solo una ilusión de su ya atormentada cabeza.

—Tsunade, al final no ganaste —sonrió divertido el hombre, pero su sonrisa murió a la par que las lágrimas de la Senju aparecía rodando por los cachetes pálidos—. Tranquila, me tendrás jodiendo un tiempo más.

—¡Tú... no te atrevas a volver a hacerlo, estúpido Jiraiya! —lo señaló con sus ojos llorosos para llorar abrazada a la mano del varón que solo sonreía ligeramente, ya habiendo supuesto que algo así le diría la rubia a penas lo vea—. Yo... creí que habías... muerto por mi... culpa.

—Pero estoy aquí, eso es lo que vale, ¿no? —musitó tranquilo, notando que Miko, Itachi y Sakura se retiraron para darles espacio a los tres.

Ella sonrió temblorosamente, amando ser en esos momentos la princesa perdedora. Él la miró con la paz que nunca sintió, sabiendo que a partir de esos momentos debía hacer lo que siempre había querido. Naruto, él solamente estaba nadando en las aguas tranquilas que su alma necesitaba al estar con la persona que tomó como un padre.

Los tres necesitaban verse nuevamente.







Capítulo de 2396 palabras.

Disculpen toda la inactividad de las últimas semanas. Como algunos sabrán, yo estoy estudiando a la mañana y a la tarde (esto último porque estoy haciendo un profesorado), y en las últimas semanas me dieron evaluaciones, exposiciones y preparar trabajos finales para tener una nota. 

He estado llegando a casa derecho a hacer todo lo que me pedían de ambos institutos y terminaba a aquello y me dormía, a veces ni tiempo tenía para escribir.

Recién el 3 de diciembre me libré por completo de todo, y he aprovechado esta semana (porque ya no asistía algunas clases aprobadas) para descansar, dormir lo suficiente y darme un lujo de ver un anime y leer unos mangas. 

¡Pero ya he vuelto! Vengo con muchas ideas porque se acerca la guerra y nuestra pareja debe tener su momento antes de que todo estalle. 

Por eso haré un corto maratón.

Solo esperen, por favor.

Estaré trabajando estos días a full para traerles ese maratón. 

Por lo mientras, espero que hayan disfrutado este capítulo.

 

Por cierto, así me imagino a Naruto.

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