03
༘👻⋆RAVENSWOOD ౨ৎ⋆˚。
El dirigible dejó al trío de chicos en la enorme y misteriosa ciudad de Ravenswood. Yūrei reafirmó el agarre sobre la pequeña maleta en sus manos, observando con emoción y nostalgia sus alrededores.
Siempre le ha encantado esta ciudad. Aunque hacía años que no la visitaba, seguía siendo igual de hermosa. Las montañas que la rodeaban se veían grandes y cubiertas de niebla. Las calles eran amplias y llenas de edificios de piedra con detalles antiguos, como si cada uno tuviera su propia historia.
Los faroles de jade iluminaban las calles con una luz suave, y el aire tenía un olor agradable a flores y comida. Los puentes de madera cruzaban canales de agua, y en los mercados había colores y aromas que le recordaban su infancia. Todo en la ciudad tenía un aire especial, como si no hubiera cambiado con el tiempo.
Alluka sonrió al ver el entusiasmo de la chica, desviando sutilmente la mirada en dirección a su hermano mayor, quien también observaba como la castaña revoloteaba de un lado a otro—Parece que le gusta mucho este lugar.—comenta, haciéndolo sobresaltar levemente.
Killua frunció sus labios en un mohín de fastidio, rodando los ojos—Si, le gustó este lugar, le gustó el dirigible, le gustó la estación, le gustó la cafetería... —enumeró con ironía, haciendo reír a su hermana—. ¿Acaso hay algo que no le guste?
La pelinegra negó con diversión y empezó a caminar para no perder de vista a Yūrei, quien se había detenido frente a un enorme puesto de recuerdos turísticos atendido por una tierna chica de cabello rosa y ojos verdes.
—¿Y esto cuánto cuesta? —preguntó con curiosidad, inclinándose para examinar un llavero en forma de panda—. No importa, lo quiero —sonrió antes de posar su atención en un collar temático del mismo animal—. También quiero uno de esos. ¿Y por qué venden tantas cosas de pandas?
La vendedora soltó una risa breve y señaló con la mano un enorme cartel a su lado que decía "AÑO DEL PANDA"
—Oh, con que año del panda... —murmuró Yūrei para sí misma, llevándose una mano al mentón—. ¿A Killua-sama le gustarán los pandas?
—Son graciosos —la voz del joven a sus espaldas la hizo sobresaltar, y con las mejillas sonrojadas se giró a verlo. Este la observó brevemente, desviando la mirada a la pequeña canasta llena de cosas en sus manos—. Tonta, ¿dónde piensas meter todo eso si tu maleta está apunto de explotar?
Ella bufó con fastidio e ignoró el comentario mientras extendía el pago a la vendedora. Recibió sus cosas con entusiasmo y, tras dar las gracias, se dió media vuelta para seguir con el recorrido.
—Ten, Alluka, esto es para ti —dijo, extendiéndole el collar—. Dicen que los pandas traen buena suerte.
—Nadie dice eso.—replicó Killua, mirándola de reojo.
Yūrei apretó los dientes con irritación, tratando de mantener la compostura mientras buscaba algo en su bolsa—También compré esto para usted, Killua-sama.
Él tomó el pequeño llavero con curiosidad y lo levantó a la altura de su rostro para examinarlo mejor. Le pareció lindo—Huh... gracias.
—¡Sí! ¡Está muy bonito, Yūrei! Te agradezco mucho —exclamó Alluka con emoción, colocándose el collar de inmediato.
La castaña soltó una corta risa nasal y agitó una mano para restarle importancia.
—No es nada. Serán nuestros amuletos de buena suerte —dijo con una sonrisa, mostrando su pulsera con pequeños dijes de panda—. Ah, casi lo olvido. Ten, esto es para Nani... huh, ¿Nanika? —agregó con duda, pasándole una pequeña figura del oso con un vestido rosa—. Ghost tiene el mismo, pero azul.
—Pero qué linda eres, lo pondré frente a mi tumba.—respondió el fantasma con ironía, haciéndola fruncir el ceño.
Los ojos de Alluka brillaron de ilusión mientras recibía la pequeña figura con ambas manos. Killua, por su parte, frunció el ceño confundido.
—¿Le hablaste de Nanika? —susurró a su hermana.
Alluka titubeó un poco antes de asentir.
Yūrei observó con curiosidad como ambos se daban media vuelta para comenzar a murmurar cosas que no alcanzó a oír debido al bullicio del mercado. Se encogió de hombros, restándole importancia, y dirigió la mirada hacia las antiguas estructuras frente a ella.
—Deberíamos buscar una posada antes de que se haga tarde —dijo Yūrei. Los hermanos se giraron al escucharla, y ella les sonrió—. Conozco un sitio genial. Queda al lado de una funeraria.
Killua torció la boca en una mueca de desagrado y levantó una ceja.
—Paso. No quiero dormir junto a un montón de muertos.
—¿Eh? Para ser un asesino, es bastante delicado, Killua-sama —suspiró Yūrei con fingido pesar, haciendo que él frunciera el ceño—. No se preocupe, si quiere, puedo dormir con usted para que no le dé miedo.
Él parpadeó desconcertado mientras su mejillas adquirían un leve tono carmesí.
—¡¿Hah?! ¡Ni en sueños! —exclamó, apartando la vista con brusquedad antes de echar a caminar—. Vamos de una vez, se está haciendo de noche.
La castaña se encogió de hombros, escuchando como Alluka reía en voz baja por la reacción de su hermano, y sin decir más, ambas empezaron a caminar detrás del chico.
El cielo empezaba a oscurecerse poco a poco, permitiendo que los faroles de jade iluminaran la ciudad. Yūrei mantenía su atención en los espíritus que cruzaban por el camino, esperando encontrar alguno que pudiera darle información sobre los extraños sucesos que habían ocurrido en la ciudad. Tanta fue su concentración, que ya hace diez minutos que habían pasado junto a la posada y no se dió cuenta.
—¡Agh! Se supone que te estamos siguiendo. Concéntrate.—regañó Killua, a lo que ella rascó su mejilla con vergüenza.
—Perdón, es que quería...—balbuceó, observando con desespero sus alrededores en busca de alguna excusa para no quedar mal. Sus ojos se posaron en un pequeño puesto de comida, y de inmediato, levantó la mano para apuntar en esa dirección—. ¡Comer! Si, debemos comer para recargar energía.
El Zoldyck estaba por replicar, pero aquel exquisito aroma que emitía el restaurante le abrió el apetito y lo hicieron ceder. Los tres entraron al pequeño pero acogedor local, siendo recibidos por una animada chica de cabellera corta y azul.
—¡Bienvenidos al restaurante Wamin! Mi nombre es Ling, ¿en qué puedo ayudarlos?
Killua abrió la boca para responder, pero Yūrei se le adelantó—¡Hola! ¿Te acuerdas de mi?—saludó contenta, acercándose más a la chica mientras batía sus pestañas—. Soy la hija de Yuki Kokubō.
Ella pareció pensarlo un poco, hasta que sus ojos se ensancharon y brillaron con alegría.
—¿Yūrei? ¡Has crecido mucho, estás muy linda!—halagó, embozando una tierna sonrisa. Yūrei se llevó una mano a la nuca, devolviéndole el gesto con vergüenza—¡Le diré a mi padre que estás aquí! Recibirán un servicio especial.
La chica se alejó rápidamente en dirección a la cocina. Yūrei se volteó a ver a sus compañeros, sonriendo con arrogancia.
—¿Lo ven? Soy famosa.
—Ni siquiera te reconocieron hasta que mencionaste a tu padre.—rodó los ojos el albino.
—¿Acaso es alguien importante?—cuestiona Alluka con curiosidad, ladeando un poco la cabeza.
—Mi padre ha salvado esta ciudad docenas de veces, por alguna razón, siempre ocurren cosas extrañas por aquí —explica brevemente, haciendo un ademán con su mano—. Yo siempre lo acompañaba durante sus misiones, así que las personas también me quieren mucho.
—Hmm, que raro que en una ciudad tan linda pasen cosas tan horribles...—murmura Alluka, a lo que ella asintió.
—Si, pero mejor para nosotros. De lo contrario, no tendríamos trabajo —ríe cortamente. Killua arqueó una ceja con burla, pero antes de que pudiera responder, Ling les hizo señas para que se acercaran a una mesa apartada—. Vamos, nos están llamando
Los tres soltaron un sonoro suspiro de satisfacción al terminar de comer el delicioso banquete que les habían preparado. El chef Mao, padre de Ling, se negó rotundamente a aceptar el pago, asegurando que era cortesía de la casa en agradecimiento por toda la ayuda que el padre de Yūrei le había brindado a la ciudad.
Tras expresar su gratitud, se dispusieron a retirarse para dirigirse a la posada. Sin embargo, justo al cruzar la entrada, Yūrei se detuvo abruptamente. Giró sobre sus talones y regresó al interior del restaurante en busca de la animada chica que los había recibido.
—Ling, ¿podemos hablar un momento contigo? —susurró, inclinándose ligeramente hacia ella.
Ella frunció las cejas, confundida por su petición. Asintió antes de hacerle una seña a su padre para avisar que saldría un momento, y al recibir consentimiento de su parte, salió del local en compañía de los tres jóvenes.
—Quería preguntarte si sabes algo sobre las personas desaparecidas —dijo Yūrei de forma directa, frunciendo levemente el ceño—. Tengo entendido que uno de ellos era cliente regular de tu restaurante.
Killua la observó de reojo, intrigado. No esperaba que se tomara el asunto con tanta seriedad. De hecho, antes estaba casi seguro de que ni si quiera se había leído el informe que les entregaron sobre la misión.
Ling bajó la mirada y asintió lentamente. Sus ojos se cristalizaron ante la mención de aquel joven desaparecido.
—Sí... Chong era un buen cliente. Solía venir casi todos los días con su mejor amigo, pero de un día para otro simplemente... desapareció —explicó en voz baja, frunciendo levemente el ceño—. Dejó de ir al trabajo, ya no salía con sus amigos, no recibía a quienes iban a visitarlo. Al principio solo parecía distante, pero con el tiempo empezó a comportarse de manera extraña... hasta que nadie volvió a saber de él.
El silencio se hizo presente mientras los tres procesaban la información. Killua desvió la mirada hacia el interior del restaurante antes de volver a fijarse en la peliazul.
—¿Y su mejor amigo? —preguntó en tono tranquilo, pero analizando la expresión de la chica—. ¿No sabe dónde podría estar?
—No lo sé, desde que Chong desapareció no ha vuelto a visitar el restaurante —su mirada viajó al pensativo rostro de Yūrei—. Deberían hablar con él, tal vez logren conseguir información. Lamento no poder ayudarlos, es todo lo que sé al respecto.
La castaña alzó un poco las cejas, embozando una sonrisa mientras negaba con la cabeza—No te preocupes, nos ayudaste mucho —asiente, para luego ladear un poco la cabeza—. ¿Cómo se llama el mejor amigo de Chong?
—Seguramente lo conoces, es el hijo del dueño de la librería en la montaña Lisha —informa, a lo que ella curvó una mueca, sin saber a quién se refería—. Su nombre es Xinqui.
—Hm... —Killua suspiró, mentalizándose para el trabajo que se avecinaba.
—Muchas gracias por su ayuda —intervino Alluka con una sonrisa, haciendo una corta reverencia—. La comida que preparan aquí es deliciosa, seguramente volveremos más tarde.
Ling asintió con entusiasmo y agitó la mano antes de correr de vuelta al restaurante. Killua la siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta y, sin cambiar su expresión, exhaló con fuerza.
—Parece que tenemos mucho trabajo
Llegaron a la posada en cuestión de minutos. Killua y Alluka decidieron compartir una habitación con dos camas, mientras que Yūrei tendría una personal justo frente a la de ellos. Tras despedirse de la chica, ambos hermanos se fueron a desempacar e ir a dormir, y ella hizo lo mismo.
Aunque antes, había algo importante que debía hacer.
Se encerró en su habitación y se apoyó contra la puerta, observando la enorme maleta que descansaba sobre la cama. La estima que sentía por Killua había aumentado exponencialmente solo por el hecho de que la ayudara a cargar con todo eso durante el viaje. Ni en sueños habría podido hacerlo sola.
Suspiró con alivio antes de buscar a su querido amigo con la mirada.
—Ghost, tenemos trabajo que hacer —anunció, a lo que él bajó los hombros con resignación—. Necesito que me ayudes a investigar durante la noche —continuó, colocando su dedo índice sobre su mentón de manera pensativa—. Voy a mandar algunos de mis fantasmas de Nen para que te ayuden.
Ghost frunció el ceño—¿Fantasmas de Nen? —repitió, arqueando una ceja—. ¿Qué se supone que significa eso?
—¿Eh? ¿Llevas como cuatro meses acosándome y no sabes cuál es mi habilidad Nen?—pregunta incrédula, curvando una mueca.
Él se encogió de hombros con indiferencia.
—Lo único que te he visto hacer es dormir y ver videos en el celular.
Soltó una leve risa avergonzada—Como sea... —murmuró, llevándose una mano a la nuca. Estaba a punto de explicarle cuando escuchó un par de golpes en la puerta.
Se giró y abrió sin pensarlo demasiado, sorprendiéndose al encontrarse con Killua. Tenía las manos en los bolsillos, el cabello más desordenado de lo habitual y la misma expresión tranquila de siempre.
—¿Killua-sama? —ladeó la cabeza con curiosidad—. ¿Necesita algo? ¿O acaso si quiere venir a dormir conmigo? Si es así, no tengo proble-...
Killua suspiró con fastidio—Cierra la boca —la interrumpió sin rodeos, dirigiendo su mirada detrás de ella—. ¿Puedo pasar?
Yūrei sonrió ampliamente, asintiendo—Por supuesto, usted siempre es bienvenido en mi habitación.
Killua rodó los ojos y entró sin más, sentándose en la orilla de la cama. Se inclinó levemente hacia adelante, apoyando los antebrazos en las rodillas mientras ella tomaba asiento a su lado. La única luz en la habitación provenía de una lámpara sobre la mesita de noche, tiñendo el cuarto con un tono amarillento y tenue.
El albino suspiró, llevándose una mano a la nuca antes de hablar.
—Alluka me dijo que puedes ver a Nanika —comenta, a lo que ella asintió de inmediato—. ¿Cómo es que puedes verla?
Titubeó un poco sobre lo que debía decir, para finalmente encogerse de hombros—Desde los doce años puedo ver espíritus —responde, haciéndolo alzar una ceja con curiosidad—. No sé exactamente como desarrollé ese don, pero me ha servido mucho en mi trabajo, así que no me molesta.
—¿Puedes ver fantasmas?—repite incrédulo, a lo que ella asintió nuevamente—. Huh... Lamento decirte que eso no es un don, se llama esquizofrenia.
Yūrei bufó, frunciendo el ceño.
—No me importa si no me crees, nadie lo hace nunca... —murmuró con fastidio—. Pero es la verdad. Por eso noté que Alluka tiene un espíritu extraño dentro de ella.
El joven guardó silencio, observando los ojos carmesí frente a él. En ese momento notó que sus pupilas tenian patrones florales, lo cual le pareció curioso pero decidió ignorarlo, tratando de buscar cualquier rastro de mentira en su expresión. Finalmente se encogió de hombros, suspirando.
—Está bien, te creo.
Yūrei parpadeó repetidas veces, sorprendida—¿Eh? ¿En serio?
—¿Quieres que lo escriba en un papel o algo? —respondió con sarcasmo, haciéndola sonreír ampliamente.
—¡Eres la primera persona que me cree así de rápido!—exclama emocionada, inclinándose un poco más hacia él.
Killua desvió la mirada, ligeramente avergonzado por la cercanía—Relájate —murmuró, colocando una mano sobre su rostro para apartarla con suavidad—. No tienes razones para inventarte algo así. Además, si notaste a Nanika, es suficiente prueba para mí.
—Sip. y ahora que sabe eso... tengo un amigo que puede ayudarnos con la misión.—dijo sin dejar de sonreír, haciéndolo fruncir el ceño.
—¿Un amigo? —preguntó con curiosidad.
—Es un fantasma raro que me ha estado siguiendo desde hace un tiempo.
—¿Tú llamándome raro a mí? Que descaro.—se quejó el espíritu, haciendo que Yūrei pusiera los ojos en blanco.
Killua suspiró—¿Y en qué se supone que nos puede ayudar?
—Este pueblo es enorme, y hay un montón de montañas, ruinas y cuevas en los alrededores. Muchas fueron usadas para invocaciones demoníacas, así que no es raro que haya tanta actividad paranormal aquí —explicó ella. Killua asintió, pensativo—. Además, los espíritus suelen dejar rastros cuando se mueven, pero solo otros espíritus pueden verlos. Yo no puedo hacerlo sin usar mi habilidad Nen.
—¿Tu habilidad Nen? —repitió él, arqueando una ceja.
—Ajá, ¿de qué cree que tengo cara?
—De idiota —respondió al instante, sonriendo con burla al notar que su comentario la había irritado—. No lo sé... ¿Materializadora?
Yūrei alzó las cejas, sorprendida—Correcto, Killua-sama. Es usted muy inteligente —halagó. Killua se encogió de hombros con aire de suficiencia mientras ella continuaba—. Puedo materializar llamas espirituales para rastrear, combatir y purificar espíritus malignos.
—¿Solo funciona contra espíritus? —preguntó con curiosidad, recibiendo un asentimiento de su parte—. Vaya porquería de habilidad.
—¿Eh? ¿Contra quién cree que nos vamos a enfrentar en esta misión? —replicó ella, cruzándose de brazos—. Todo esto es obra de espíritus malignos. De hecho, me pregunto si el inútil aquí no será usted.
Killua frunció el ceño, fastidiado—¿Y cómo planeas defenderte de los vivos?
—Para eso tengo una navaja en mi maleta, duh —dijo con obviedad. Killua alzó las cejas, incrédulo—. Además, supongo que para eso lo asignaron como mi compañero.
Se hizo un breve silencio. Killua la observó con atención, reflexionando. Desde que la conoció, se había preguntado por qué Knov lo había puesto en el mismo equipo que a ella, pero con el nivel de la misión, tenía sentido. Ella lo protegería de los espíritus, y él se encargaría de los vivos.
—¿Y cómo funciona exactamente tu habilidad?—rompió el silencio, mirándola de reojo.
Yūrei juntó las manos, formando una pequeña llama rojiza con expresión infantil. La dejó sobre el suelo y, de inmediato, empezó a moverse hasta llegar frente a Ghost.
—Estas son las Llamas Errantes. Me ayudan a explorar y rastrear. Ven lo que yo no puedo y me transmiten información —explicó, levantando un dedo—. Son útiles para seguir rastros espirituales, pero si las mantengo activas por mucho tiempo, me debilito. Así que trataré de usarlas solo de noche —añadió pensativa, antes de sonreír—. También pueden tomar otras formas.
La llama cambió, adoptando la figura de un pequeño fantasma blanco con una sonrisa adorable. Intrigado, Killua se acercó y trató de tocarlo, solo para que su mano lo atravesara.
De repente, el fantasma desapareció de su vista, dejándolo perplejo.
—Sigue ahí, pero ahora es invisible. Así ningún usuario Nen podrá detectarlo.—aclaró ella.
—Hmm, suena más útil de lo que pensé —comentó Killua en voz baja, a lo que Yūrei sonrió con orgullo—. ¿Qué más puedes hacer?
—Luego está el Fuego Purificador —cerró la mano y las llamas a su alrededor brillaron con un tono carmesí más intenso—. Estas sí pueden hacer daño. Se adhieren a los espíritus malignos y los debilitan hasta exorcizarlos.
—¿Y qué pasa si las usas contra mí? —preguntó Killua, ladeando la cabeza mientras observaba la curiosa habilidad de la chica.
Yūrei ladeó la cabeza y se encogió de hombros—No pasaría nada... a menos que tengas un espíritu maligno pegado.
—¿Con eso podrías quitármelo?—ella asintió, y Killua alzó una ceja—. Genial.
—También puedo materializar un Espectro Guardián, un espíritu de fuego que me protege... aunque consume mucho aura.—añadió, frunciendo los labios con fastidio.
Killua desvió la mirada al techo, procesando la información.
—Parece que has estado trabajando bastante en tu Nen.—comentó, casi como un cumplido.
Ella sonrió con satisfacción, asintiendo—Algo así. Pero aún queda una última habilidad...
Levantó la mano y creó una llama más grande, que se transformó en una mariposa en el aire. Sus alas brillaban con un resplandor rojizo que atrapó la atención de Killua durante unos segundos.
—Eso es... diferente.
—Cuando la activo, mi cuerpo se vuelve más liviano y mis llamas se fortalecen... pero consume demasiada aura. No puedo abusar de ella.
Killua ladeó la cabeza, evaluándola con la mirada—¿Cuántas veces la has usado?
—Huh... Solo en entrenamientos. La tengo guardada como as bajo la manga por si me cruzo con un espíritu realmente poderoso —respondió, jugueteando con sus manos—. Pero es peligrosa. Mis padres no me dejan usarla, dicen que podría morir o algo así.
—Entonces no la uses, baka —suspiró Killua, poniéndose de pie. Ella lo observó en silencio mientras él continuaba—. Ya es tarde. Mejor descansa y no hagas nada raro esta noche. Mañana tenemos que ir por ese tal Xinqui.
Yūrei llevó una mano a su frente en un saludo militar y sonrió—Lo que usted ordene, Killua-sama
Aaaah estoy muy emocionada con esta historia, me gusta mucho escribir interacciones entre Killua y Yūrei porque siento que tienen buena química sus personalidades.
Espero que les haya gustado el cap
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