21 |❝primogénitos del edicto❞
En la vastedad del bosque mágico que rodeaba al palacio, dos almas jóvenes, sus espíritus indómitos, danzaban entre los árboles como brisas de energía derrochantes en las más inocentes e ignorantes palabras de amor. El sol arrojaba patrones moteados en el suelo mientras corrían, y sus risas resonaban entre los árboles, entrelazadas con los susurros melódicos del viento que acompañaban a la canción de su historia, la cual recién estaba siendo escrita sobre las paredes del castillo.
La hierba bajo sus pasos juguetones parecía cobrar vida, respondiendo a su energía. Las flores de cerezo y las agujas de pino susurraban mientras la pareja, alfa y omega, se desplazaba entre los árboles, creando una sinfonía del deleite de la naturaleza. El aire estaba impregnado con la dulce fragancia de las flores en flor, y la luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando una tapicería dorada en el suelo del bosque.
Mientras jugaban a perseguirse, sus ojos se encontraron, y en ese momento, sintieron una conexión más allá del mundo físico. Era como si los secretos de sus almas se intercambiaran en medio de las hojas que susurraban y el suave vaivén de las ramas. A pesar de su juventud e inexperiencia, existía una comprensión no expresada, un reconocimiento de algo antiguo y profundo. Y no comprendían bien ese sentimiento de pertenencia, pero ambos desearon en secreto que se mantuviera presente por la eternidad.
Se desplomaron en un claro, rodeado de vibrantes flores silvestres, y se tumbaron en la hierba suave. Las risas se convirtieron en susurros compartidos, y el calor del sol sobre ellos reflejaba el creciente afecto entre ellos. En este reino encantado, el tiempo parecía detenerse, y las preocupaciones del mundo exterior eran solo ecos distantes.
Junto a la madurez y sabiduría del paso de los años, esos ecos fueron forzados a gritar, y entonces las preocupaciones se volvieron imposibles de desatender.
El omega jamás lo supo, pero para Taehyung, el viento bailando entre las ramas de los árboles de cualquier bosque siempre traería consigo sus risas de cachorros retumbando en el recuerdo doloroso impregnado en su corazón.
Yoongi estaba en todos lados. En la brisa, en la tierra, en las flores, en el césped, en el sol dorado: todo siempre le pertenecería a su preciosa y mágica sonrisa.
Haría algo para que aquel gesto encantador volviera a ser parte de su realidad, y ya no más la razón de su impotencia y aflicción melancólica. Saldría de su depresión para, finalmente, pelear.
Taehyung iniciaría el verdadero tormento que había jurado a la venerada diosa si esta se atrevía a arrebatarle a su amor.
...
Tiempo después..
El infortunio de los otros tres reinos comenzó la mañana en la que la naturaleza dio abasto a días más cálidos. En el alba fresca, el rey Kim, con la majestuosidad que solo él poseía, se alzaba sobre su reino montado en su fiel y magnífico caballo llamado Lysander. La brisa matutina acariciaba sus rostros mientras avanzaban, una imagen de poder y gracia que resonaba en toda la tierra de Évrea.
En el centro del pueblo, en esa plaza que aterrorizaba a los más sensibles debido a las desgracias ocurridas allí, donde antes se erigía la estatua del difunto abuelo del rey y fundador del reino, ahora reducida a escombros y huesos medio descompuestos de los cadáveres colgados y expuestos, Taehyung condujo a gran parte de sus guardias reales junto a sus nuevos voceros. La política se había revolucionado a su favor; ahora, él era la ley suprema, y solo su persona y su timbre real tenían el poder de elegir representantes. En aquel lugar, su voz era la única que se alzaba.
Mientras uno de los voceros sostenía el pergamino recién redactado con tinta dorada ante la masa de pueblerinos, quienes esperaban con expectación el gran aviso, el rey hizo retumbar su profunda e intensa voz en lo que sería el discurso previo a la promulgación de las nuevas leyes vigentes.
¡Nobles súbditos de Évrea!
En esta tierra de sombras y esplendor, donde la luz del día se entrelaza con la oscuridad de la noche, me alzo ante ustedes como su Rey. Con el peso de la corona sobre mi frente, y el poder de la pasión determinante en mi corazón que guía a mi mano, anuncio la creación de leyes que tejerán un nuevo manto de orden sobre nuestro reino. Un manto que considerará la protección de quienes acepten pertenecer a la corona, junto a sus felicidades eternas.
El color del sol alzándose en el horizonte era de un ámbar anaranjado. Golpeó el perfil del rey, iluminando su figura cálidamente. Sus cabellos azabaches gruesos y la determinación en sus ojos oscuros junto a sus facciones maduras y fuertes transparentaron el espíritu de liderazgo que hervía en su interior.
En este reino que ansía la conquista, la única belleza que iluminará este mundo será de mi propiedad. Y con mi dominio sobre ella, será compartida con todos ustedes. Como un tesoro inigualable, resplandecerá en la corona que adorna mi sien y que los cubre como un escudo de hierro sólido. Aquel que anhele la luz de esta belleza, deberá jurar lealtad a mi causa, unirse a mí en la lucha eterna que busca derrocar a la insolencia infecciosa que ha contagiado las tierras bajo nuestros pies.
Los destinos de los reinos y pueblos están y estarán entrelazados con las cadenas de mi voluntad. Mis decretos resonarán como el eco de la eternidad, y sólo aquellos que doblen su rodilla ante mí conocerán la gracia de mi benevolencia. Así, las tierras quemadas y las víctimas en sus escombros yacen como testigos silenciosos de mi poder, mientras la única belleza en este mundo florece bajo mi cuidado, rodeándoles a ustedes.
La sangre real ya no fluirá exclusivamente en las venas de mi familia humillada. Ha llegado el momento de un cambio. La única sangre pura y digna de la belleza que estoy resguardando... ¡Será la sangre évreana!
Después de esas palabras, un fervoroso coro emergió de la multitud, resonando en gritos y silbidos llenos de entusiasmo y desbordante lealtad. Quienes no formaron parte del bullicio, era por las expresiones de horror y temor en sus rostros. El pueblo estaba dividido.
La sonrisa preciosa del rey Taehyung resplandeció con orgullo, creando un contraste inquietante y escalofriante con el dolor y el vacío que oprimían sus ojos. Estos contaban la historia de ansias de sangre, una necesidad que buscaba remediar el abandono que lo atormentaba.
Las tripas desparramadas, usadas como cuerdas y lazos hechos de dolor e injusticias, buscaban resucitar el pasado, un intento furioso para comenzar de nuevo. Y eso estaba logrando Taehyung; finalmente, podía moldear todo a su manera. El reino con el que había soñado de cachorro, donde su adorada -y ahora extraviada- familia podrían estar a salvo de todo lo que le atormentaba. Pues, aún cuando su mayor terror se había cumplido y se encontraba totalmente solo, en su mente sólo se albergaba la idea de construir una jaula más resistente al espíritu liberal de su Yoongi.
Excitado con el ánimo de su pueblo, Taehyung continuó aquella sentencia. Lysander relinchó bajo suyo, igual de estimulado por el coro de gritos y ovaciones.
¡Que la palabra de este supuesto "Rey Temido", como me llaman nuestros enemigos, sea como un viento que barre las hojas caídas, llevando consigo el eco de la obediencia y sumisión ante la nueva Évrea! ¡Que aquellos que deseen la gracia de esta única belleza se unan a mí, y que aquellos que se atrevan a desafiar mi voluntad enfrenten la furia de la tormenta que se avecina!
En Évrea, sus habitantes, al menos una gran parte de ellos, lo llamaban el Gran Rey, y ahora con mayor popularidad, su Excelencia. Sin embargo, en tierras ajenas, el apodo de Rey Temido no hacía más que provocarle gracia. Su deseo era claro: anhelaba ser temido, ya que consideraba que solo así podría ganarse el respeto y la obediencia. Estaba decidido a proporcionarles motivos para temer cada amanecer aún más.
¡Construiremos un reino donde la belleza y la obediencia se entrelacen como amantes eternos! ¡Que las leyes que hoy promulgo sean los cimientos de un orden inquebrantable, y que el eco de mi decreto resuene a través de los siglos, marcando nuestro destino en este reino de esplendor rodeado de sombras!
El "Edicto Real" fue repartido por todo el reino, tallado en madera y piedra, bordado en hilos dorados y compartido de voz en voz. Sus leyes eran claras.
✦ La Ley del Silencio.
Las palabras, afiladas como dagas, no deberán jamás alzarse contra el régimen o sus ideales. Quienes desafíen este decreto enfrentarán castigos severos y despiadados.
✦ El Tributo de la Lealtad.
Cada familia évreana deberá rendir homenaje de lealtad mediante "El Tributo de la Lealtad". Deberá enviar al servicio de las fuerzas armadas de Évrea a su miembro más joven. Estos nuevos reclutas serán instruidos para ser leales al régimen, sin titubear en sofocar cualquier intento de rebelión. Aquellas familias que osen resistirse enfrentarán la confiscación de sus bienes, humillación pública, e incluso la muerte.
✦ Los Ojos del Rey.
Torres de observación, habitadas por soldados y videntes, serán erigidas en puntos estratégicos bajo "Los Ojos del Rey". Su deber será detectar cualquier indicio de deslealtad. Quienes sean señalados como traidores enfrentarán castigos sumarios y despiadados, sin espacio para la clemencia.
✦ Directiva del Optimismo.
Está prohibido expresar ideas o pensamientos negativos en público. La promoción del optimismo y la lealtad al régimen será la norma. Quienes incumplan esta directiva enfrentarán sanciones que van desde advertencias hasta encarcelamiento.
✦ Decretos del Despotismo.
El rey emitirá "Decretos del Despotismo", transformando la vida cotidiana de cada évreano. Desde toques de queda hasta prohibiciones de bienes y servicios específicos, los súbditos vivirán bajo el yugo de las decisiones del Rey. Toda resistencia u desobediencia acarreará consecuencias.
✦ La Caza.
Se instaurará "La Caza", una unidad especializada conocida como "Los Cazadores", compuesta por guerreros entrenados para rastrear cualquier rastro del fugitivo Omega real. Sin importar la inocencia o culpabilidad de los individuos acusados por el grupo, sin derecho a juicio, la pena será la muerte.
✦ Tributo al Poder.
Cada rincón de Évrea será saturado con el tributo al poder del régimen del rey Kim Taehyung. Grandes estandartes con la efigie del rey, el escudo de Évrea y el timbre real, ondearán en las plazas, hogares y establecimientos públicos. En caso de ausencia de tales estandartes las penas van desde multas hasta castigos corporales.
✦ Decreto de la Vestimenta.
Se impondrán restricciones estrictas sobre la vestimenta permitida. El incumplimiento de las normas de vestimenta establecidas por el rey resultará en sanciones que van desde confiscación de bienes hasta la marca de los infractores.
✦ Justa Alegría.
Todos los eventos públicos deberán estar impregnados de un ambiente de alegría y celebración. La participación en festivales y eventos culturales será obligatoria para todos los ciudadanos, y la falta de entusiasmo será penalizada.
✦ Ley de Palabras Puras.
Queda estrictamente prohibido el uso de expresiones consideradas vulgares o inapropiadas. En específico el rompimiento de las siguientes leyes sujetas a tal pureza esperada:
- Pureza Lexical: Se establecerá un vocabulario oficial que refleje la belleza y grandeza de Évrea. El uso de términos aprobados por el régimen será obligatorio en todos los discursos y escritos públicos.
- Pureza del Elocuente: Todo ciudadano deberá someterse a cursos de elocuencia y etiqueta proporcionados por el régimen. La incapacidad para comunicarse de manera adecuada resultará en penalizaciones, incluyendo la pérdida de privilegios.
- Pureza en Cortesía: Se exigirá un lenguaje respetuoso y reverente en todas las interacciones sociales. La falta de cortesía será castigada con medidas disciplinarias, incluyendo la reeducación en establecimientos designados en el pueblo.
La guerra era despiadada. Y su crueldad consumía de a poco al mundo que todos los seres vivos habían conocido alguna vez, insinuando una destrucción gradual pero inexorablemente muda.
En el corazón del reino de Évrea, se alzaba majestuoso como una joya en medio de un páramo desolado, el renombrado palacio y hogar de la familia real perdida. Las majestuosas torres se alzaban hacia el cielo, decoradas con intrincados grabados que contaban historias de un pasado que parecía tan lejano como un sueño olvidado. Los jardines que rodeaban el palacio eran un tapiz de colores vivos: prados rebosantes de hierbas y flores de tonos vibrantes, mientras los árboles centenarios susurraban secretos al viento.
El sol, en su descenso, pintaba el cielo con tonalidades de naranja y púrpura, dando al palacio un aura dorada y mágica. La luz del atardecer danzaba sobre los muros de mármol blanco, creando sombras que resaltaban la magnificencia arquitectónica. Fuentes de agua cristalina arrojaban arcoíris al aire, reflejando la riqueza y opulencia del interior del palacio. Un poder supremo del que era responsable el popularmente llamado "Rey Temido" -o "Temido Rey", dependiendo de la zona geográfica-.
Sin embargo, más allá de las murallas del palacio, la realidad era distinta. Las tierras que una vez fueron hermanas en magnificencia ahora yacían devastadas, un testimonio tangible de la conquista despiadada del Rey Taehyung. Los prados, que antes fueron tan exuberantes, eran ahora campos de batalla cubiertos de cenizas y salpicados de charcos de sangre. El cielo, que antes había sido un lienzo de azules infinitos, ahora ardía en tonos amarillos y naranjas, marcados por los incendios que consumían las tierras circundantes.
La única belleza presente en el mundo yacía en Évrea.
Las columnas de humo ascendían en espirales desde los pueblos reducidos a ruinas, donde los susurros del viento llevaban consigo los ecos de las desgarradoras tragedias injustas. El barro enrojecido estaba mezclado con la sangre de aquellos que se opusieron a la implacable conquista. Las casas desmoronadas y las torres en ruinas eran sombras mudas que recordaban un pasado que ahora yacía en cenizas.
Y en medio de este contraste brutal, el palacio permanecía como un faro de esplendor. Como si el paraíso se hubiera refugiado entre las murallas de aquellos patios encantados, mientras el resto del mundo se ahogaba en un mar de caos y desesperación. Era un recordatorio tangible de la dualidad inherente a la conquista del rey Kim: la belleza preservada en el corazón del caos, donde la opulencia del palacio brillaba en medio de las sombras que se extendían por las tierras conquistadas.
No obstante, la existencia dentro del renombrado recinto carecía del resplandor que se apreciaba en su exterior. Era una manía del alfa Kim contagiar a sus cercanos con su propio humor, el cual solía ser bastante amargo desde la huida de su omega. Sin embargo, tanto guardias como la servidumbre casera, y la diminuta familia real, estaban obligados a adaptarse al ritmo turbulento que ahora rodeaba sus vidas.
En uno de sus salones más elegantes, la atmósfera resonaba con la solemnidad que acompañaba cada encuentro familiar en el magnífico y fortalecido palacio. Las paredes decoradas con tapices exquisitos y altos ventanales dejaban entrar la luz tenue del crepúsculo, que resaltaba el esplendor de la sala.
Taehyung se encontraba sentado en un trono elaboradamente tallado, la mirada fija en un mapa desplegado ante él. Sostenía en sus manos una fina taza de té, pero su atención estaba completamente centrada en los reinos representados en el mapa. Cada conquista, cada movimiento estratégico estaba meticulosamente marcado. Sencillamente, no podía dejar de pensar en sus siguientes órdenes.
¿Dónde estás, Yoongi? La pregunta resonaba en su cabeza incluso cuando dormía, como si se burlara de él.
A su lado, Yeonghee y Aless intentaban mantener una charla fresca y entretenida para aligerar el ambiente tenso. Aunque, no había muchas cosas positivas para mencionar. Las notas de una orquesta en un rincón del salón llenaban el espacio, añadiendo un toque de solemnidad al encuentro. Sin embargo, la música parecía ser sólo un murmullo de fondo frente a la intensidad del silencio.
Yeonghee, con su gracia natural, intentó iniciar una conversación.
─El té es excepcional hoy, mi señor. ─Comentó de forma directa hacia el alfa, una sonrisa suave y media en sus labios. Bajó la preciosa y delicada taza hasta dejarla sobre su regazo, cuidando que el calor no llegara a su vientre hinchado, el cual estaba protegido por las capas de su Hanbok de tonalidades rosas. ─¿No crees, Aless? ─Se dirigió a su compañero, quien, aunque no eran amigos cercanos, era su única compañía informal entre todos sus sirvientes.
Taehyung los tenía tan protegidos y vigilados, que resultaba un poco asfixiante.
Aless asintió con timidez, pero sus ojos reflejaban la ansiedad que flotaba en el aire. Decidió no responder, bebía su té en silencio con la mirada perdida en la joyería incrustada en aquella fuente con galletas y postres que nadie había tocado. El apetito dulce escaseaba así como los ánimos.
Taehyung, con la mirada aún fija en el mapa, asintió apenas tras oír la suave voz de la chica.
─Espero que lo disfruten. La selección de té es crucial, al igual que nuestras decisiones. ─Murmuró, más para sí mismo que para sus compañeros.
El silencio persistió mientras el alfa trazaba líneas en el mapa con un dedo pensativo. Los gestos de YeongHee y Aless, tratando de distraer al rey de sus pensamientos oscuros, se encontraban con respuestas cortas y distracciones evidentes. La tensión en el aire era palpable, Kim parecía dedicar su atención únicamente al mapa y a los dos guardias a sus espaldas, quienes apoyaban a su majestad con consejos y comentarios.
La orquesta continuaba tocando una melodía melancólica, como si estuviera sintonizada con la gravedad del momento. En ese salón de esplendor y opulencia, cada susurro parecía amplificarse.
Finalmente, Taehyung alzó la vista del mapa, y con un ademán perezoso de su diestra le indicó a los dos guardias reales que retrocedieran para darles espacio, sus ojos oscuros revelando una seriedad implacable.
─Nuestro reino brilla, pero siempre hay sombras que deben ser conquistadas. ─Declaró, rompiendo el silencio con palabras que resonaron en la majestuosidad del salón. Las sombras de la guerra y la ambición se reflejaban en su mirada, eclipsando por un instante el esplendor que lo rodeaba.
─Últimamente su Excelencia sólo habla de sombras, aun cuando ha hecho que Évrea brille más que cualquier otra zona del globo terráqueo. ─Comentó Aless, finalmente revelando la razón de su silencio inusual. YeongHee apretó la taza entre sus delicados dedos, ahí iba de nuevo con desafiar al alfa. Por su parte, Taehyung ladeó su cabeza, como si le desafiara a terminar su idea. ─¿Estará satisfecho alguna vez? No puedo evitar cuestionármelo.
El alfa mostró una gentil sonrisa, inusualmente paciente.
─Haces bien en cuestionártelo, joya mía. Tu habilidad para leer mis acciones siempre me ha maravillado.
Aless apretó la mandíbula.
─Esa habilidad, como usted la llama, ya no me permite dormir.
Manteniendo su sonrisa, Taehyung bebió un poco más del exquisito té, jugando ligeramente con el líquido al balancear la taza entre sus dedos cargados de anillos.
─Tienes qué, como puedas. La única responsabilidad que te amerito es cuidar de mi príncipe. ¿O es demasiado para ti? ¿Debería también encargarme de eso?
El silencio que siguió a las palabras del alfa pesó en la habitación como un manto sombrío. Aless, con la mirada firme, sostuvo la intensa mirada del rey, resistiendo la presión que emanaba de él.
─No es mi intención cuestionar su voluntad. ─Aless respondió con una voz controlada, aunque sus ojos revelaban la tormenta interna que experimentaba. YeongHee observaba la interacción con una atención cautiva, consciente de la fina línea que separaba el respeto del desafío.
Taehyung, sin apartar la mirada de Aless, dejó escapar una risa suave, pero cargada de un significado oscuro.
─Tu preocupación es valiosa, querido. Pero debes entender que mi deseo de conquista no tiene límites. Estoy comenzando nada más. ─Jugó con el anillo en su dedo mientras hablaba, como si estuviera acariciando el poder mismo.
YeongHee, con sutileza, intervino, tratando de desviar la atención hacia aguas menos turbulentas.
─¿No cree, su Excelencia, que la paz y la prosperidad que ha traído a Évrea son logros que deberían celebrarse? Disfrutamos mucho de las últimas reuniones con los nobles, sabios, artistas y políticos que ha organizado. A t-todos nos gusta el ambiente de fiesta dentro del palacio, últimamente le hace falta... color. Después de todo, cachorros suyos vienen en camino. ─Su tono era sereno, pero contenía una astucia sutil.
El rey desvió su mirada hacia YeongHee, y por un momento, su expresión se suavizó.
─La celebración es para aquellos que no tienen más que sueños efímeros. Mi visión va más allá, hacia un futuro donde Évrea sea el faro que guíe a todas las tierras. Sin embargo, he dado algunos espacios de fiesta nada más que para aparentar. ¿Llamas color a esa superficialidad, más que a todos los decapitados y empalados por traición? ¿Te preocupan más las fiestas, tesoro mío, que la insolencia todavía presente entre nosotros? ─ La propuesta, envuelta en palabras tentadoras, resonó en la sala.
Aless apretó los dientes, resistiendo la atracción de las palabras de Taehyung. No permitió que la omega respondiera, quien se encontraba sonrojada de vergüenza, y en su lugar dejó la taza con fuerza sobre el diminuto plato.
─Mi única preocupación es el bienestar de mi cachorro y el futuro que le espera. Su Excelencia parece olvidar que es más que un príncipe; es un bebé que necesitará más que toda esta sangre derramada. ─Aless respondió con determinación, negándose a ser seducido por las promesas oscuras del rey. ─Habla de paz, pero yo no me siento pacífico. Pasa más tiempo allá afuera que aquí dentro, con nosotros, conmigo.
El ambiente en la sala se volvió aún más denso, como si estuvieran en medio de una danza delicada entre la sumisión y la resistencia, con cada palabra tejiendo un tapiz tenso.
La respuesta directa de Aless resonó en el salón, desafiando la narrativa cuidadosamente construida por Taehyung. Los ojos del rey se estrecharon ligeramente, una chispa de desagrado cruzó su rostro antes de que volviera a esbozar una sonrisa fría.
─El embarazo ha hecho que tus instintos protectores afloren. Una virtud admirable, sin duda. Pero a veces, el precio de la grandeza viene con la aceptación de ciertos sacrificios. Entre ellos, mi maldito tiempo. ─Taehyung habló como si revelara un conocimiento superior, como si estuviera compartiendo una verdad inmutable.
YeongHee, consciente de la delicada situación, intervino con cuidado.
─Su Excelencia, alfa, las preocupaciones de Aless reflejan la esencia de la vida misma. La promesa de un futuro mejor debería incluir la seguridad y el bienestar de las generaciones venideras. Sus hijos... nosotros también, lo necesitamos aquí. ─Su tono era diplomático, buscando llevar la conversación en una dirección más neutra.
Taehyung asintió lentamente, aunque la frialdad en sus ojos no se desvaneció.
─La grandeza a menudo requiere decisiones difíciles. La seguridad y el bienestar son conceptos subjetivos cuando se trata del futuro de Évrea. ─Sus palabras, aunque suenan razonables, llevaban consigo un matiz amenazante.
Aless, sin embargo, mantuvo su postura, sin dejarse intimidar.
─La grandeza, como usted le llama a esta misión abstracta, a menudo se mide por la paz y la felicidad que se cultiva, no sólo por la expansión, el terror de quienes no le conocen y el poder sobre ellos. ─Aless se atrevió a contradecir, desafiando la perspectiva del mayor. ─Su Excelencia, su visión puede ser grande, pero no debería cegarlo ante las verdaderas necesidades de su reino. Las necesidades de su propia vida.
Taehyung se puso de pie, su figura imponente proyectándose sobre la mesa.
─Las verdaderas necesidades son aquellas que yo decida. ─Su voz resonó en la sala, sin espacio para el debate. ─Mis decisiones están destinadas a llevar a Évrea al lugar que merece. Aquellos que están conmigo, aquellos que aceptan las sombras que traigo, serán parte de esa grandeza. Mis hijos son parte de esa grandeza, al igual que ustedes. Son míos, están condenados.
La sala quedó en silencio nuevamente.
─Igual que él, ─Aquellas primeras palabras del omega bastaron para que los ojos del alfa se tiñeran en una explosión de marea carmín, absolutamente furioso─ ¿no es así?
─Alf-... ─YeongHee no pudo siquiera volver a intentar llevar la reunión en paz. Aless había tocado un nuevo límite.
─No lo menciones. No te atrevas a hablar de él, ¿quién te has creído? ─Demandó, los gruñidos vibrando en su pecho.
─Me creo lo que soy. Uno de los padres de sus hijos. ¡Yoongi también estaba embarazado cuando huyó! Aún cuando no está, cuando le abandonó, parece ser quien tiene la voz más fuerte aquí.
─Te lo advierto, Aless. Cállate. ─La voz del alfa, cargada de posesión y amenaza, resonó en la sala como un decreto implacable.
─Todo esto es por él. ¿Dejará de negarlo? ¡Es por Yoongi! ─Volvió a desafiar, lo suficientemente asfixiado con su realidad como para no temer a la agresividad del rey. ─No se trata solo de él, su Excelencia. Se trata de lo que está pasando ahora, de los hijos que compartimos y que están en camino. ¡De quienes estamos aquí!
El rey gruñó en respuesta, como un lobo amenazador que defiende su territorio.
─Yoongi... ─Murmuró Taehyung entre dientes, como si la mención del nombre fuera una herida fresca. ─Su nombre... su precioso y perfecto nombre, no puede ensuciarse al ser llamado por labios que no sean los míos. Perdonaré tu pecado, sólo por la cría que llevas ahí dentro. ─La voz del rey tenía un tono áspero, pero también llevaba consigo un rastro de dolor no resuelto. ─No hables de él como si supieras lo que es mejor. No serías capaz de entender.
Silencio, ambos desafiando al otro a seguir con tales palabras honestas y dolorosas.
─Quiero que ame más abiertamente. ─Aless demostró aquel dolor en su corazón, expectante a la reacción de Taehyung.
─Lo que tú quieres es estar por arriba de mi omega. Eso... es imposible, joya mía. ─Suspiró, posando ambas palmas sobre la mesa, su ceño fruncido en estrés. ─Debes controlar tu ambición. Es algo que sólo se me permite a mí.
Aless le gruñó, las lágrimas brillando en sus ojos usualmente afilados.
─Su injusticia es lo que alimenta mi ambición. ¡Quiero que me ame! Ya soy suyo, en alma y cuerpo. Véame. ─Rogó, perdiendo cualquier rastro del enojo anterior.
Agotado de tales súplicas, Taehyung soltó otro suspiro, como si de verdad lo lamentara desde lo profundo de su corazón.
─Yo te amo. Te doy el amor que merece tu papel, querido. Me lastima y frustra pensar que, siendo acompañantes nada más, tengan ilusiones tan grandes respecto a mi afecto. ¿Es que no les basta con formar parte de mi grandeza? Ah... ¿Por qué ustedes, omegas, siempre quieren más?
─Lo siento, su Excelencia. ─YeongHee se apresuró en cubrir el silencio de Aless, levantándose de su lugar y arrodillándose junto a los pies del alfa. Taehyung le sonrió ligeramente, ayudándole a levantarse y acariciando su abultado vientre con el pulgar en un firme y protector agarre, el oro de su anillo armonizando con el rosa de sus prendas. ─Justamente su grandeza es la que hace que el resto busque más de usted, mi señor.
El alfa ahora sujetó su barbilla entre los dedos, la fuerza suficiente para que la fémina se sintiera controlada.
─Entonces, 'el resto' debería comenzar a ser más agradecido. La humildad es algo de lo que carezco, y que ansío en mis súbditos. En los que me rodean a diario. ─Murmuró sobre su rostro, sin perderse su expresión nerviosa y la mirada inquieta. ─Esto va para los dos; no hagan preguntas si no tienen la certeza de que les gustará la respuesta.
La soltó, y acto seguido bebió con rapidez el último sorbo del té, dando por terminada aquella reunión familiar.
─Los príncipes que esperan son parte de mis prioridades. ─Su voz, aunque calmada, llevaba consigo un tono gélido que envolvía la sala. ─Su destino está entrelazado con el futuro de Évrea, y yo seré el responsable de guiarlos hacia el poder y respeto que merecen. Son míos, así que deben estar a mi lado.
Kim sabía que tales príncipes traerían alegría al reino, a sus súbditos. Y que la alegría para él sólo vendría cuando Yoongi diera a luz a su cachorro, ese que era de ambos, su verdadera familia y única manada.
Eran suyos porque eran parte de su nueva Évrea. No tenían espacio en su corazón, Yoongi lo abarcaba todo.
─Ustedes, en cambio, ya han elegido su destino al permanecer a mi lado. ─Taehyung continuó, su mirada intensa fija en ellos. ─Sus vidas, sus destinos, están sellados con la tinta de mi voluntad. Sólo con la mía. Si es que llegan a titubear sobre tales decisiones... podremos conversarlo tras encadenarlos a una maldita cama en el piso más recóndito del calabozo. ─Luego, sonrió, maquiavélico. ─De seguro ya han oído historias similares. No duden de mi determinación a mantener todo en su lugar. Me niego a obtener más sorpresas.
Ninguno de los omegas tuvo el valor o el corazón para contestar.
En ese momento, más guardias irrumpieron en la sala, trayendo noticias. Entre ellos el leal teniente WonHo, liderando al equipo. Taehyung, con una sonrisa macabra, se volvió hacia ellos, sus ojos brillaban con una anticipación siniestra.
─Su Excelencia, hemos recibido informes de avances en las fronteras de Aztya. ─Aztya... el único reino que conservaba más de dos cuartos de territorio saludable, pues las tropas de Évrea no habían logrado pasar las barricadas en las colinas. El tono de los guardias era serio, conscientes de la importancia de la información que traían. ─Considerando que Bepsea ya fue devastado, y que Dynes agoniza... él debe estar siendo protegido allí.
La sonrisa de Taehyung se ensanchó, y sus ojos reflejaban una mezcla de crueldad y emoción.
─Excelente. ¿Qué estamos esperando? Preparen a los hombres, me uniré a ustedes. Es hora de saludar a un antiguo enemigo... ─Aludió en su mente a aquel joven príncipe que vio en su niñez cuando aquella guerra se desataba entre los reinos, guerra que le llevó a casarse con su Yoongi.
El monarca Jackson Wang. Oh, pobre de ti que tengas a mi amor en tus asquerosas tierras.
Lo devastaría todo, hasta que no hubiera choza ni árbol donde Yoongi pudiera continuar ocultándose.
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