16 |❛❛Di que me quieres❜❜
Las manchas de sangre formaban un desastre de pisadas y marcas de palmas sobre el anteriormente pulcro piso del salón real. La servidumbre del palacio había estado tallando cada losa por horas antes del gran baile, lo que hacía que todo brillara bajo las luces de las antorchas flamantes, incluida la sangre del rey y su aterrador reflejo. Sentado en el trono que había representado a generaciones y generaciones de poderosos Alfas Kim, Taehyung respiraba con dificultad. Las heridas frescas en su sien y la catarata burdea, que parecía no detenerse jamás, en sus fosas nasales que se expandían en cada pesada y caliente inhalación.
Los ojos del rey estaban apagándose al igual que su usualmente fuerte y dominante aroma. Gruñía y gruñía, sintiendo su pecho y garganta vibrar ante los lamentos desesperados de su lobo deprimido. Su corazón parecía estrujarse entre gruesas cadenas, cada vez más cerca de estallar dentro de su pecho y manchar grotescamente el resto de sus órganos, donde luego sus tripas se enredarían y avanzarían por el desastre de nervios y tejidos hasta estrangular su cuello, dándole finalmente el alivio de morir.
Dolía, dolía demasiado. Tenía una tristeza horrorosa cavando profundo en su ser, una rabia impresionante mezclada con ácida impotencia. Su cuerpo no le respondía, con suerte podía respirar y tratar de lidiar con la agonizante jaqueca que le carcomía por dentro, punzando en su cabeza.
Sus colmillos se sentían como si en cualquier momento fueran a desgarrarse, cayendo de su boca. Su lobo aullaba en dolor y se retorcía, arañando sus entrañas.
Una vez que Yoongi cortó el lazo y desapareció por el muro, Taehyung ni siquiera pudo dar la orden a sus hombres de seguirle ni pensar en hacerlo, tampoco continuar gritándole y demandando que obedeciera. Anhelaba desgarrarse la garganta en lamentos con palabras que cada célula en su cuerpo parecía querer decirle a su Omega: "¡Vuelve! ¡Por favor, no me dejes! ¡Te necesito! ¡Te amo! ¡Te amo, te amo!"
Pero no pudo. En cuanto el hilo en su pecho se cortó, Taehyung sintió cientos de cuchillos apuñalándolo por todos lados. Cayó de rodillas, preocupando a toda la servidumbre que luego se encargarían de cargarlo y arrastrarlo hacia el interior del castillo, llegando a la sala del trono. Taehyung fue sentado allí y cuando el doctor trató de acercarse a revisar, su majestad le gruñó con fiereza, desesperado por que se alejara.
Todos guardaron distancia. Acercarse a un Alfa en duelo era arriesgarse a perder la cabeza de un zarpazo, más si se trataba de un lobo tan agresivo como el del rey.
Luego de un rato que se sintió eterno, Taehyung había logrado equilibrarse, aunque su robusta figura continuaba tendida en el trono con las facciones de su rostro duras y amargas, los ojos prendidos en furiosas llamas y gruñidos retumbando en sus labios entreabiertos con los colmillos filosos asomándose en clara señal de advertencia.
Tenía a diez de sus hombres en fila frente al trono, simplemente cuidando el perímetro. El resto de su ejército estaba en cada rincón de Évrea buscando a la reina, a su Yoongi.
Su Yoongi... Taehyung se muerde la lengua para no llorar. Él jamás lloraba, nunca. No estaba permitido.
Lo encontraría. Claro que lo haría. Y una vez lo tuviera de vuelta, se encargaría de que jamás osara volver a abandonarle.
Las puertas del salón real son abiertas bruscamente, logrando que las iris rojas del Alfa se movieran hacia esa dirección. El general del ejército real de Évrea entró seguido de al menos treinta hombres, todos con heridas de zarpazos, rasguños y mordidas. El aroma agrio de la derrota y la tonalidad podrida del miedo hicieron que Taehyung rugiera, captando el mensaje antes de que el general hablara.
─Alteza. ─Murmura, su postura impenetrable al igual que el rostro gélido. Reverencia al rey, cayendo de rodillas al piso y siendo seguido por el resto de los hombres a sus espaldas. ─Mi rey, ha escapado. No hay rastro de sus feromonas, pertenencias, o de él. Y los testigos se niegan a habl...
─¡Oblígalos entonces! ─Ruge, alcanzando otro punto de ira en el que su rostro se deforma por completo.
El general tiembla con sutileza, pero logra recomponerse mediante un breve carraspeo. Los nervios de sus hombres de hacen presentes y él casi no logra controlar los suyos, pero hace lo que puede para que el Alfa no les haga pagar por su creciente furia.
─Es difícil hacerlo, majestad. No sabemos con exactitud quién es fiel a la reina y quién le es fiel a usted. Es.. e-es una extensa red de mentiras muy difícil de cortar, creada con la única intención de hacer invisible la sola presencia de su Omega. Y, además, en el pueblo están todos reacios a siquiera colaborar, el odio hacia usted crece y crece. Golpearon a nuestros guardias y se tomaron la plaza principal.
Taehyung golpea el resposabrazos del trono con su puño, los anillos en sus dedos causando un horrible chirrido que deja a todos petrificados. El material de marfil y joyas se parte bajo el toque del rey, y este ni se inmuta cuando sus nudillos revientan por la brutalidad del golpe.
─¡Inútiles! ¡Asquerosos traidores! ¡Blasfemias de la creación de la gloriosa diosa Luna, qué vergüenza me dan! ─Aún hundido en su tristeza, el grado de enojo era tal que sus feromonas dominantes llenaron cada espacio en la habitación. Las narices de hasta los Alfas más rudos picaron e incluso algunos, todavía arrodillados a sus pies, ladearon sus cabezas hasta exponer sus cuellos en una clara muestra de sumisión. ─ ¡Nadie entiende, maldición! ¡Nadie jamás entendió por qué mi Yoongi debe estar encerrado en estas paredes, a mi lado, y no allá afuera en el mundo de mierda que nos rodea! ¡Insensatos! ¡Insectos despreciables! ¡Ignorantes!
Los presentes simplemente escucharon el descargue peligroso del rey, la tensión era tanta que la presencia de la muerte misma se sentía palpable, ahí en medio del salón real.
Taehyung aspiró con fuerza, hundiendo los dedos en el material duro y frío del trono real. El roce de su colmillos palpitantes contra sus delgados labios provocaron que estos sangraran. Lamió el inferior, deslizando su lengua con lentitud y probando una vez más lo metálico, degustándolo junto al plan morboso que se creaba en su cabeza.
─Interroga a cada uno de los pueblerinos, y a cada uno de la servidumbre. Si alguno, quien sea, te da la mínima sensación de que miente... tráelo ante mí. Decidiré personalmente su destino. ─Hubo un tétrico silencio, todos los presentes temblaron de terror puro. Salvo el general Oh SeHun, quien simplemente asintió, tan firme y leal hacia su rey como siempre. ─Si algún miembro del concejo se queja o dice una sola palabra sobre mi orden, tráelo de igual forma. Cada maldita ley de nuestro reino queda anulada hasta que la reina aparezca, no importa cuántas cabezas caigan. Si no encuentras nada aquí, seguiremos en los otros reinos.
SeHun pasó saliva, entendiendo demasiado bien lo que su rey quería decir.
─Majestad, esto nos llevará a una guerra.
Taehyung sonríe, helando la sangre de todos.
─Lloverán desgracias hasta que mi Omega, y mi cachorro, vuelvan a mis brazos. ─Dicta, firmando la sentencia de cientos de individuos dentro y fuera del reino.
─Con su permiso, iré a encargarme. ─SeHun le reverencia y Taehyung lo deja ir con un ademán desinteresado, sobando la piel tensa de su entrecejo mientras los pasos firmes resuenan hasta la salida.
Taehyung cazaría a Yoongi en cada rincón del mundo, no importaba nada más.
Nuevamente las puertas son abiertas, más de su hombres entran con sus espadas chorreando sangre y expresiones tensas. Taehyung habría seguido en su duelo interno, salvo que una cabeza castaña y rostro redondo que conocía bien llamó su atención. Olfateó el aire y su lobo gruñió extasiado con la breve presencia de las feromonas dulces de su Yoongi, mezcladas con otro aroma igual de dulce.
Alzó la mirada y allí la vio, agarrada por ambos brazos toscamente, lastimada y llorando en silencio. El cabello despeinado, un ojo morado e hinchado y su labio partido, sin embargo. Aún era reconocible.
La dama de Yoongi, Sasha.
Sus hombres empujaron a la Omega hasta que esta cayó a cuatro patas frente al trono, a sus pies. Sus sollozos eran bajos y se encogía ante la mirada de los diez imponentes guardias en fila que le rodeaban.
Taehyung se levantó del trono, su musculoso cuerpo sufría espasmos y los gruñidos de dolor aumentaron, pero logró bajar los peldaños de la plataforma en la que el trono residía, y acercarse lo suficiente hasta agarrar el mentón de la chica, hundiendo sus uñas en su tierna piel y alzarle el rostro hasta obligarla a mirarle.
─Hacia dónde va. ─Demanda, yendo directo al grano.
Ella no dice nada, dedicándole una mirada agria de odio.
Con un chasquido de sus dedos el guardia a su derecha golpea duramente el rostro de la chica con la fuerza suficiente hasta dejarla tendida en el piso.
─Lo repetiré sólo porque todavía eres útil. ─Taehyung se inclinó hacia ella, ignorando sus gimoteos de dolor. ─Hacia dónde va.
Sasha luchó por respirar, sólo para susurrarle con el mismo odio reflejado en sus ojos claros.
─Jamás lo atraparás... y-ya no es tuyo, ¡finalmente es libre! ─Otro golpe le hace callar, esta vez seguido de una patada en su espalda y otra en su vientre. Grita, al borde de agonizar. ─¡No te diré nada así que mátame de una vez!
─Mhm... tal vez me equivoqué. ─Kim murmura, acercándose a uno de sus guardias y arrebatándole la espada en la cinturilla del pantalón. ─Tal vez no eres útil por ese lado. Sin embargo...
Hace un puño en el cabello de la menor hasta alzarla, dejándola sobre sus rodillas, justo frente a él.
─Siempre logro usar las cosas a mi favor. Pregúntale a los reyes anteriores una vez llegues allá arriba. ─El Alfa sonríe, Sasha incrementa su llanto impotente, probando su propia sangre que no paraba de brotar del interior de su garganta. La habían reventado por dentro. ─Atraparé a Yoongi. Y una vez lo tenga de nuevo encerrado y a salvo en sus aposentos, colgaré tu cuerpo en descomposición frente a su ventana, esa por donde siempre le ha encantado pasar horas mirando el jardín, ¿sí la recuerdas? ─Más lamentos que él pasa por alto, disfrutando las lágrimas que ruedan por las sucias mejillas rellenas de la cachorra. ─Te mirará por días hasta que el olor horroroso de tus tejidos podridos le haga vomitar sin remedio. Sólo cuando no pueda más te sacaré de ahí, y luego te empalaré en mi Campo de Lanzas. O bueno, empalaré lo que quede de ti.
─No... n-no, no, no... ─Era lo único que Sasha repetía, una y otra vez, sus párpados entrecerrándose y las lágrimas mezclándose con la sangre húmeda. Sollozaba, aterrada con el sentimiento de lejanía que comenzaba a experimentar.
No quería morir. No así.
─Oh, pequeña... ─Taehyung acarició sus cabellos, sólo rozando las yemas de sus dedos. Ella no tuvo ni la fuerza para alejarse, por más que repudiara su tacto. ─Sólo por el cariño que mi Yoongi te tiene, le contaré a mi cachorro, y a todos los demás que engendre en mi Omega luego de que este berrinche sea calmado, cómo te maté horriblemente cuando formaste parte del escape tonto de su padre. Ayudaste a que mi pequeño amor me fuera arrebatado, así que te aseguro que no se me irá ningún detalle al relatar esta historia. Ahora, mírame directo y fijo, ¿has entendido? No quiero perderme nada.
La espada entró en su estómago, arrebatándole el aire. Taehyung disfrutó del horror en sus ojos dulces inundados en lágrimas al comenzar a girar su muñeca con una lentitud que no le permitió ni siquiera continuar gritando. El filo en su interior giró a la par, enroscando sus tripas y moviendo todos sus demás órganos. Luego, el Alfa retiró la espada en un movimiento limpio, llevándose consigo los intestinos de la chica que se desparramaron en las baldosas.
─Lo voy a encontrar, Sasha. Y te aseguro que jamás lo dejaré ir otra vez.
Acto seguido, Taehyung alzó la espada chorreante en sangre y cortó la cabeza de la Omega. Esta rodó por la sala hasta chocar con el primer peldaño de su trono, los ojos abiertos de par en par y las lágrimas todavía deslizándose hasta su mentón.
Las feromonas de un Omega asustado actúan como un impulso natural para que los Alfas acudan en protección, pero los hombres que protegían Évrea estaban entrenados para acudir a ese llamado de ayuda sólo cuando su rey les diera el permiso. Por lo tanto, ante la grotesca escena, todos los guardias se removieron incómodos, aguantando la presión. Dos de ellos cayeron sobre sus rodillas, vomitando con fuerza, pero Taehyung no le prestó atención.
El Alfa lanzó la espada lejos y el metal hizo un eco en la enorme sala.
─WonHo. ─Llama el rey al Alfa que le había traído a la chica, el teniente responsable de la seguridad del palacio.
─Majestad. ─Este se inclina, atento a las ordenes.
─Empala el cuerpo en la plaza, junto a la estatua de mi abuelo. La cabeza reemplázala con la bandera sobre la fuente y quema todos los árboles alrededor, que se vea a kilómetros. Aquel que intente sacarlos tendrá el mismo destino. Viste cómo lo hice, sigue cada paso con exactitud.
─A sus órdenes, alteza. ─Una reverencia más y le indica a sus hombres que recojan ambas partes del cadáver, consciente de que debe estar cumplido en los próximos minutos antes de que la salud mental de su rey termine de estallar y todos ellos paguen las sangrientas consecuencias.
Taehyung truena su cuello y rechaza con un rugido la ayuda de uno de sus hombres cuando tambalea, llegando por su cuenta al trono y dejándose caer en el marfil.
─Tranquilo, mi amor, no temas. Te encontraré pronto, Yoongi. ─Susurra para sí mismo, aguantando las ganas de llorar.
Iba a encontrarlo. Cueste lo que cueste.
El aire se sentía caliente. El zumbido de las moscas entraba en sus oídos, manteniéndolo alejado de sus pensamientos. El barro estaba denso bajo sus pies desnudos y todos los fluidos le causaban escalofríos, pero Yoongi no dejó de caminar ni un solo segundo.
El sol estaba saliendo, iluminando los miles de cadáveres y cabezas sobre las lanzas, algunos sin órganos faciales, otros descompuestos casi en su totalidad. Era una escena realmente inhumana, despojada de cualquier atisbo que recordara la capacidad de razonar y sentir que tanto presumían los licántropos.
Caminando por El Campo de Lanzas, Yoongi pensó que así se veía el interior de Taehyung. Y quiso llorar.
Estaba desnudo, y solo. Luego de perder todas las energías de su lobo, había transmutado a su forma humana justo a la entrada de ese horrible lugar. Así que se abrazó a sí mismo, procurando cubrir su vientre, y simplemente siguió avanzando en un trance en el que su mente le repetía a gritos que no se detuviera.
Nunca tuvo mucho, así que perderlo todo en una noche fue sencillo. Y eso no hacía que doliera menos.
¿Cuánto más debía sufrir?
Su lobo estaba callado, quizá durmiendo para recuperar lo perdido al correr por horas. Y su consciencia también, su cuerpo comprendiendo que para sobrevivir debía usar sus fuerzas en salir de Évrea, luego podría lamentarse. Yoongi sentía que cuando lo hiciera, jamás dejaría de llorar.
Cuando casi tropieza al meter su pie accidentalmente dentro de un cadáver fresco hundido en el barro, en su estómago destruído, Yoongi sintió sus labios temblar. Arrancó su pie de ahí, ignorando la sensación húmeda de los órganos y tejidos que nunca podría olvidar, y los restos atrapados en sus uñas. Apretó el abrazo a su alrededor y continuó, mirando sólo al frente.
Se encontró con un hombre empalado. Probablemente era de los pocos que conservaban su cabeza, aunque no tenía ojos. Llevaría muerto un par de días, no estaba tan descompuesto. El frío hizo que Yoongi deslizara sus manos rasposas, por la sangre seca en ellas, y le quitara la camisa que cubría su torso. Era holgada y abrigada, de las que usaban los campesinos. Cubrió su desnudez con ella y le quitó los zapatos de cuero café que tenía, cubriendo sus pies gélidos y sucios. Aunque sus piernas continuaban expuestas, se sintió reconfortado por el débil rastro de feromonas de Alfa en la prenda.
Antes de continuar caminando, Yoongi se inclinó ante el hombre y susurró un "gracias".
El silencio volvió a envolverle mientras cruzaba esa zona. Y sólo fue consciente de su cabello cuando una ráfaga de aire caliente y con un aroma horrible removió los largos mechones que caían por su espalda, rozando sus muslos. Con la única intención de hacerse una coleta y amarrarla con sus mismos mechones, Yoongi juntó sus manos en sus hebras y trató de peinarse, hasta que notó algo que le quitó el aliento.
Su cabello ya no era azabache. Estaba teñido de blanco, por completo. Allí entendió el silencio de su lobo; estaba deprimido, pasando su duelo con total tranquilidad sin traspasarle ningún sentimiento de pérdida o tristeza. Lo que ninguno podría evitar eran los cambios físicos.
Del cadáver empalado a su lado, sin cabeza, colgaba un reloj de bolsillo unido a una cadena de oro. Con el reflejo repleto de polvo Yoongi pudo ver su rostro, y se encontró con sus iris sumidas en un triste y frío gris.
Cortar la unión mataría a un Omega normal. Sin embargo, a Yoongi le había arrebatado su color, su esencia de vida. Lo avellana en sus ojos y el ébano de su largo y hermoso cabello.
Tomó el reloj en sus manos temblorosas y observó el reflejo de su cuello. Su piel yacía tan pálida que cada vena se veía violácea y clara, como si fuera trasparente. Lo que provocaba que la mordida en su cuello se viera púrpura, con manchas verdes y conectada a múltiples hilos violetas y rojos que avanzaban por el costado de su cara y a lo largo del hombro y pecho, cruzando su clavícula.
Dejando caer el objeto dorado al barro, alzó la cabeza al cielo, mirando con ojos vidriosos el bello amanecer.
Buscó en su interior hasta la más mínima cosa que le ayudara a continuar caminando. Sus manos buscaron su vientre y lo acunaron, sintiendo que en cualquier momento rompería a llorar y cedería al cansancio tanto de su alma como de su cuerpo.
Apretó los párpados, rogándole a su lobo.
─Yo te amaba, Taehyung. Realmente te amaba... te amo, y por eso esto duele tanto. ─Susurra, su voz rasposa y débil.
Entonces, un diminuto sonido brota de su interior. Su vientre palpita y reconoce aquel sonido como una especie de tambor, con ritmo constante y retumbando dentro de su pecho, sacudiendo a su corazón. Luego, otro más. Y otro, y otro.
Abre los ojos, sin saber muy bien qué trata de decirle su lobo. Pero se consuela con aquel sonido, como pequeñas voces que le alientan a seguir.
Toma aire, y a su costado ve una de las tantas cabezas escalofriantes enterrada en una lanza. Con cuidado toma ambas mejillas de aquella mujer, cerrando sus párpados y cubriendo sus ojos vacíos. La alza hasta quitarla de la punta afilada y la deja en el piso con delicadeza, luego empuña la lanza y con la diestra agarra todo su cabello junto en una coleta débil.
Lo corta, a la altura de los hombros. Los largos mechones se desparraman por el barro y allí Yoongi ve mejor su tonalidad blanca, casi tanto como el color de la luna.
Agarra uno y lo usa para amarrar el resto del desastre en su cabeza en una coleta mucho más corta y desprolija, quitando la incomodidad en su rostro y despejando sus ojos. Con su pie cubierto con aquella bota de cuero rompe el largo palo de la lanza y se queda sólo con la punta afilada, simulando un cuchillo.
Sorbe la nariz, limpia el sudor en su frente mezclado con la sangre y tierra, y sigue avanzando.
Taehyung había dicho "Ámame hasta el día en que muera". Pues bien, él ya estaba muerto para Yoongi.
Hay belleza en las cenizas de un corazón que ardió por lo que amaba.
- Ron Israel
Yoongi siempre tendría belleza en su interior. Es por ello que Taehyung estaba tan furioso, porque sabía que Yoongi lograría sobrevivir a todo eso y a mucho más. No era una obra de arte, era el maldito artista en persona.
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