El aprendiz regresó a lo que ahora era su habitación, subiendo por las tapizadas alfombras y pensando si era buena idea salir con una pijama tan reveladora y sin zapatos.
Para su suerte ningún guardia se encontraba a los alrededores del segundo piso y pudo entrar sin preguntas de por medio.
Cerró la puerta y volteó hacia el frente, observando la enorme cama en cual el rey dormía casi tranquilamente, porque como si fuera casualidad y otro momento de suerte; el rey comenzó a mover su brazo izquierdo, buscando a su acompañante. Yeonjun logró reaccionar rápido y se acercó hasta acostarse a un lado del monarca.
— Yeonjun.— Murmuró este aún con sus ojos cerrados.
— Aquí estoy. — Tranquilizó el aprendiz, sintiendo como el cuerpo del monarca desprendía calor en todo su cuerpo.
— No te vayas más. — Dijo el rey, abrazando a su aprendiz como si este se iría para no volver.
— Solo fui al baño, no se preocupe.
El monarca bajó su brazo hasta sus glúteos y muslos, Yeonjun quiso correrlo pero el toque siguió hasta que el rey alzó su pierna para colocarla sobre él, en las caderas y así quedando entre las piernas de Yeonjun con una posición de lado.
Luego de unos minutos Yeonjun oyó la respiración del rey volverse más tranquila y larga, el rey ya se había vuelto a dormir y en su pecho.
El aprendiz suspiró y acarició la cabeza del monarca lentamente, su cabello era suave. Soobin tenía un aroma frutal y fresco, aquello encantó al aprendiz quien hundió su rostro en la oscura cabellera.
El monarca movió su cabeza lentamente, disfrutando de los toques a su cuero cabelludo. La mano de Yeonjun siguió con los toques, sin percatarse que el rey aún sucumbido en sus sueños se estaba acercando peligrosamente al doncél.
Yeonjun entreabrió los labios para soltar un jadeo pero pereció en su lengua mientras el rey atacaba su cuello con sus labios y caricias inconscientes con ellos. Los labios del monarca tan húmedos, cálidos estaba erizado la piel fría del doncél.
Y aunque su piel estaba fría, el doncél se sentía acalorado. Trató de alejar al rey tomándolo de los hombros pero le fue imposible.
El aprendiz negó regañándose mentalmente por lo que estaba haciendo. Sintió culpa y esa culpa le repetía una y otra vez que no estaba bien lo que hacía, nada de lo que hacía. Si bien el rey le había confesado sus sentimientos, tocarlo de esa forma mientras dormía no era lo correcto.
El monarca supuso su arrepentimiento y lo acorraló más, fingiendo dormir. La verdad era que desde que el aprendiz se levantó de la cama no pudo conciliar el sueño.
Yeonjun ya no puso resistencia, el rey en sus sueños parecía ser más fuerte, aunque no estaba en sus sueños, hasta el rey lo cuestionó. Era real, Yeonjun lo estaba acariciando ahora y él estaba resistiendo para no tomarlo de su suave rostro y besarlo hasta que el aprendiz ya no pueda respirar y se encuentre bajo él, desesperado por él.
No quería arruinar todo, quería ver que tan lejos llegaría Yeonjun, si lo haría otra noche. ¿Era la primera vez que lo hacía? ¿La última?
La respiración de ambos era pesada, la de Yeonjun más agitada, incluso comenzó a sudar frío, Soobin comenzó a preocuparse.
— S-soobin. — Murmuró dándole palmaditas desesperadas al rey en el hombro.
— ¿Mmh? — Preguntó el monarca de la forma más somnolienta que pudo fingir.
— Me estoy muriendo de calor y su cuerpo está ardiendo — Le dijo el aprendiz con voz casi ahogada — ¿Puede moverse? — No hubo respuesta — Soobin... Soo.
El aprendiz dió un fuerte respiro y abrió los labios para encontrar el oxígeno que sus pulmones suplicaban y el alivio que su piel ardiente necesitaba. Y por obra de un milagro, el rey se alejó un poco.
Yeonjun jadeó algo agitado y se volteó en la cama, dándole la espalda al rey para tratar de conciliar el sueño, pero no podía.
Estaba seguro del por qué.
Esa noche pensar para el joven aprendiz se transformó en dormir, era su forma de descansar del mundo.
No pudo evitar pensar en su futuro y en su pasado. El cómo había cambiado tan rápido su vida y si fue lo mejor o no.
A veces quiere quedarse para siempre y otras veces huir hasta perderse y si el destino lo quisiese su amor vástago volvería a encontrarlo. Porque aunque no quería lo extrañaba y le gustaría pensar que no lo engañó por gusto.
Él nunca tuvo alguien a quien aferrarse ni alguien que lo haga sentir protegido porque siempre le han enseñado que era imposible defenderse solo. Min se había transformado en lo más importante para él por un momento.
— No me van a dejar salir, es peligroso para mi.
— Nadie tiene qué saber que vas a salir, y será conmigo. Yo te cuidaré.
Y fue así desde entonces. Todas las noches huyendo a lo más alto de las colinas para apreciar el cielo nocturno.
Min solía observar al cielo y luego a su amado, su corazón dolía al pensar que solo a uno de los dos podría verlo hasta la eternidad. El cielo jamás moriría.
Yeonjun cerró sus ojos con fuerza tratando de evadir cualquier pensamiento sobre el vástago, ya no quería ser atormentado.
Entonces pensó en Taehyun, en el hecho de que esa misma mañana lo ejecutarían y él no podía permitirlo.
Taehyun era su amigo y estaba ahí por culpa suya, pensar que tenía la responsabilidad de salvarlo era lo más acertado a sus ojos.
El joven aprendiz no durmió, solo pensó con los ojos abiertos hasta que el sol iluminó la habitación. Yeonjun cerró los ojos con fuerza ante la molesta luz natural y se alejó más, estando más al borde de la cama.
Soobin también fue despertando poco a poco. Sentado en la cama cerró con fuerza sus ojos y los abrió lentamente hasta ver con claridad. Volteó el rostro hacia un lado para confirmar que el aprendiz seguía en la cama y su mirada se fijó en su espalda y atuendo.
Su camisa estaba abierta atrás, no por diseño sino que estaba rota, frunció el ceño con duda y confusión pero no le prestó atención por el momento, solo se levantó de la cama sin hacer mucho ruido y caminó hacia el baño.
Yeonjun; quien fingía dormir, abrió los ojos lentamente y al no ver al rey por ningún lado se levantó de la cama y se fue, no sin antes ordenar las sábanas y cambiarse.
Caminó con mucha prisa por los pasillos, saludando a quienes le daban los buenos días.
Sabía que Taehyun estaría despierto a esa hora, así que su único destino era esa habitación, pero se topó con el general.
— Joven aprendiz, ¿qué hace tan temprano por los pasillos?
— Eh...voy a ver al amanuense.
— Ex amanuense. — Corrigió con molestia.
— Su juicio no ha empezado.
— Pero lo hará en unas horas.
— Con permiso. — Yeonjun soltó también con un tono enojado y trató de rodear al hombre pero este lo sostuvo.
— El antiguo amanuense no se encuentra en su habitación.
— ¿Qué? ¿Dónde está?
— Lo acompaño.
Yeonjun estuvo a punto de dejar que el hombre lo guíe hasta que alguien intervino.
— Yo sé dónde está el amanuense, ven. — Ambos voltearon.
Era sustituto real y no se veía para nada contento.
El aprendiz frunció levemente el ceño y lo observó confuso y dudoso. Finalmente se soltó del general y siguió al doncél.
— ¿Dónde está? — Indagó en el camino mientras seguía al sustituto que ni una vez se había vuelto a voltear hacia él en los últimos minutos.
— En mi habitación, querían encerrarlo pero no lo permití.
Los pasillos comenzaron a ser más estrechos y decorados, estaban cerca de la habitación del rey, Yeonjun temía encontrárselo por alguna razón.
— Entra. — Le dijo el doncél sacando al vástago de sus pensamientos.
— ¿Yo solo?
— Taehyun me pidió que te busque, quiere hablar contigo. — El vástago parpadeó unas repetidas veces, sin creer que Beomgyu estaba poniendo de su parte — Vamos, antes de que me arrepienta.
El aprendiz asintió rápidamente y entró al momento en el que el doncél abrió las puertas.
— ¿Taehyun? — Yeonjun se acercó a pasos rápidos al ver a su amigo como un prisionero. — ¿Por qué-...?
— Fue el general, pero no te preocupes, estoy bien.
Yeonjun arrodillado junto a su amigo, no pudo evitar soltar sus lagrimas que gritaban que nada estaría bien y que todo era culpa suya.
— Lo lamento. — Inhaló y exhaló bruscamente para evitar llorar más pero no lo logró — En serio lo siento, pero...algo se me ocurrirá, te lo prometo.
— Hey, tranquilo. — El amanuense cerró sus puños con fuerza, siquiera podía abrazarlo por culpa de las estúpidas cadenas. — Tú no tienes que hacer nada.
— Sí tengo, es culpa mía, yo nunca debí haber llegado aquí en primer lugar.
— Detente, en serio. Nada es tu culpa, todo fue decisión mía y lo sabes.
— Pero fue por mi, ¿realmente crees que la culpa no me comería después de tu muerte?
Taehyun calló, echó un suspiro de esperanza y lástima pero su mente estaba en blanco. Quizás parecía demasiado despreocupado pero de lo contrario alteraría a Yeonjun.
El silencio fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose de golpe fuertemente, era el sustituto.
— El rey quiere verte. — Soltó hacia el aprendiz y éste solo le agradeció con un gesto formal y se fue, no sin antes secar sus lagrimas con sus propias manos.
Beomgyu estuvo a punto de irse también pero el amanuense esta vez lo detuvo.
— Beomgyu, no te vayas. — Cuando el doncél volteó el amanuense ya se encontraba frente a él. — Necesito pedirte algo.
•bd•
El aprendiz siquiera había dado menos de cinco pasos y ya se encontró cara a cara con el rey, quien le medio sonrió.
— ¿Me necesita? — Preguntó sin mucho ánimo.
— Bueno, hoy tengo algunos planes en los alrededores del castillo y como un aprendiz lo justo sería que vayas conmigo. — El mayor asintió — ¿Qué sucede? ¿Estabas llorando? — Soobin se acercó con la intención de acariciar las mejillas del aprendiz pero fue rechazado.
— No, estoy bien. — Mintió y volteó un poco el rostro — ¿Esos planes son ahora? — El monarca asintió.
— Vamos, te mostraré el reino también.
Yeonjun siguió al rey con la cabeza baja, solo ahogándose en su mar de pensamientos hasta que el rey finalmente se detuvo y el aprendiz accidentalmente se estrelló contra él, saliendo a la superficie.
— Lo siento. — Se disculpó pero el rey no lo escuchó.
— ¿Quieres ir en carroza o-...?
— Preferiría caminar, si no le molesta. — El rey asintió ante la petición del aprendiz.
— Bien, después de ti.
Los guardias no pudieron evitar verse a los ojos con miradas extrañas, el rey parecía inclinarse más de lo que debía al joven aprendiz. El rey notó esas ojos pesados juzgándolo, pero prefirió callar y seguir al aprendiz.
— Creo que en todo este tiempo no te diste la oportunidad de conocer el reino. — Soobin caminaba junto al mayor, alegre e inquieto. Mientras tanto el aprendiz caminaba con calma y sin ninguna expresión en su rostro.
— No, creo que no. — Comentó indiferente y Soobin frunció el ceño.
— ¿Tienes algo?
El aprendiz hubiese respondido si no fuera por la multitud que pensó a juntarse, a murmurar y avisar la llegada del rey al pueblo y su aprendiz que por el momento nadie del reino había tenido la oportunidad de conocerlo. Había rumores de que era un doncél, de que llegó de otro reino para desterrar a Beomgyu, otros decían que era el varón que se quedaría con el sustituto pero nadie del reino estaba seguro. Lo que sí se corrió con rapidez y se sabía con exactitud era esa obsesión que el rey tenía por el aprendiz. Unos defendían por suponer que el aprendiz era un doncél, otros lo juzgaban y no aceptaban bajo ningún término el comportamiento extraño del rey.
La pregunta más frecuente era el por qué del puesto del aprendiz, con eso se comentaba que era más realista el rumor de que era un doncél ya que al convertirse en su "reina" debería aprender lo que era ser una monarca. Pero otros comentaban que el rey se casaría con su sustituto por lo que el aprendiz se quedaría con un cargo inferior al de los reyes pero superior al resto.
Soobin actuaba amable con cada que se le acercaba y el aprendiz sonreía completamente incómodo pero sin dejar de ser amable. La gente del pueblo parecía contenta con la visita, aunque no era ciego para notar algunos que no lo estaban.
Hubo un momento en donde una mujer se acercó al aprendiz con su bebé en manos. Yeonjun le sonrió, era común que las madres se acercaran con sus hijos, pero su sonrisa se fue borrando mediante la mujer se acercaba, su rostro expresaba terror e insomnio constante.
Cuando la mujer enseñó el diminuto cuerpo entre las mantas. Yeonjun se encontraba entre una fina línea de miedo y curiosidad. La manta se resbaló por la cabeza del bebé, descubriendo la parte superior. El aprendiz tragó duro, un ser pequeño, pálido, sus ojitos cerrados y en su cuello dos pequeñas cicatrices que reconoció con dolor.
Se desplomó en medio del mercado en el pueblo, el monarca automáticamente corrió a auxiliarlo. El pueblo entero entró en caos al ver al rey en ese estado.
— ¡Yeonjun!
Su respiración era irregular y sus ojos intentaban cerrarse. Dió una gran bocanada de aire por la necesidad, habían mojado su rostro.
— ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
— La mujer...— Soltó y luego frunció el ceño ante el punzante dolor en su cabeza — Y el bebé...
— ¿Qué carajos dices? Creo que fue mala idea salir hoy. — El monarca alzó al aprendiz del suelo — General, llévelo hacia mi habitación, por favor. — El hombre en el caballo asintió y acomodó al doncél.
— ¿Y usted?
— Iré caminando, solo ocúpese de que Yeonjun llegue bien.
— Como diga.
•bd•
Yeonjun estaba completamente aturdido por lo que acababa de pasar, no estaba seguro si fue bajo un efecto de algo, si era real o si estaba loco.
Su cabeza dió las suficientes vueltas para quedar dormido, más bien desconectado del mundo.
El monarca tardó unos pocos minutos en llegar al castillo, a quien primero se encontró fue al general.
— ¿Está en mi habitación? — Preguntó y el general asintió — ¿Despierto?
— No tengo idea, majestad.
Soobin suspiró y asintió agradeciendo, el general aceptó el agradecimiento y se marchó.
— ¿Qué pasó con tu varóncito?
Al monarca le pareció no haber escuchado esa voz hace tiempo.
— Está indispuesto. — Comentó el monarca, con indiferencia hacia su sustituto.
El doncél solo alzó las cejas ante la actitud y medio sonrió.
— ¿Cómo estás? — Preguntó el rey de repente.
— Bueno, no falta nada para que la persona que amo sea decapitada, estoy perfectamente bien. — Dijo, su voz era sarcástica y fría.
Soobin no dijo ni una palabra, siquiera de consuelo.
— Te veo en la corte. — Finalmente dijo el doncél, y siguió su camino dejando al rey solo en aquel salón.
El monarca suspiró con pesadez y sin mirar atrás subió las escaleras hasta su habitación.
Abrió la puerta lentamente, con cuidado de no despertar al aprendiz en caso de que esté dormido aún. Y mediante fue abriendo más partes de la habitación de revelaba, se volvió eternamente lento cuando notó que el aprendiz no dormía ni estaba en su cama. Estaba de espaldas, sin camisa y con unos pantalones de dormir, dándose masajes a sí mismo en la cabeza.
La mirada del rey cayó en todo su cuerpo como si fuera agua y Yeonjun se volteó cuando sintió la presencia de alguien.
— Soobin. — Dijo alto pero sin gritar y se cubrió con sus manos el pecho, al igual que su cuello.
— Lo siento, creí que dormías. — El rey entró completamente al cuarto y cerró la puerta tras de él.
— Lo hacía, pero no puedo, es el juicio de Taehyun.
— ¿Es por eso que estabas tan indiferente? — Preguntó el rey.
— No sé cómo quieres que esté, no es una noticia que me alegre.
Yeonjun se colocó su gargantilla, dándole la espalda a Soobin y buscó una camisa sin importarle si era suya o del rey.
— Me parece mejor idea que no vayas.
— Tengo que ir.
El aprendiz quiso salir de la habitación casi pasando sobre el rey pero este lo detuvo.
— ¿Qué harás? — Sostuvo su cintura y el aprendiz lo observó a los ojos, estaban llorosos.
— Voy a sacarlo de esto.
— ¿Cómo? — Preguntó totalmente intrigado pero a la vez convencido de que Yeonjun no tenía ningún plan.
— ¿Y si yo tuviera un secreto? — Dijo, su voz algo quebrada — Algo que lo salvaría de su condena.
— Irías tú a la guillotina. — Advirtió como si no fuera lo suficientemente obvio.
— Tal vez lo merezca pero ambos sabemos que tú no lo permitirías, Soobin. — Yeonjun tragó duro, sin dejar de ver al monarca a los ojos, quien suspiró ante el comentario del aprendiz.
— No importa qué secreto tengas, Taehyun puede ser ejecutado después e incluso antes, solo atrasarías su muerte.
— ¿Y si el secreto fuera que Taehyun no es un doncél y solo hizo eso para cubrirme? porque...no soy un varón.
El rey alzó las cejas, no por sorpresa, sino porque todo el tiempo que había mentido cayó de un segundo solo por el amanuense. Sintió celos, Yeonjun tenía un gran afecto hacia el amanuense y prefirió fingir que no le creía.
— ¿Realmente mentirías por él?
— No estoy mintiendo.
El aprendiz sintió miedo al ver el cambio en los ojos del rey, parecía sorprendido y algo más que no pudo descifrar pero quería correr de ahí.
— Entonces...
— No soy un varón, su majestad. — Se acercó lentamente el aprendiz y Soobin lo detuvo al notar malas intenciones.
— Sé lo que haces, no voy a permitir que mientas y te expongas al peligro, no puedo.
El aprendiz no pudo evitar sonreír ligeramente.
— ¿Ahora no me cree? — Preguntó, casi susurrando mientras ladeaba un poco la cabeza y acariciaba la refinada tela del atuendo del rey — No me queda más entonces que demostrar mi punto ante el consejo.
Cuando el aprendiz se alejó para irse, dejando al rey por unos segundos hipnotizado ante sus encantos, este tomó su brazo y de ese mismo lo arrojó a su cama.
— Vas a quedarte aquí y no saldrás bajo ningún término, hablaremos después tú y yo.
— ¿Después de qué? ¿De qué ejecuten a Taehyun? Olvídalo. — Quiso levantarse pero el rey nuevamente lo impidió.
— Aquí te quedas, punto. — Y lo empujó ahora haciendo que el aprendiz caiga al suelo, teniendo tiempo de irse y encerrar al aprendiz en la habitación. — No tiene permitido salir. — Yeonjun escuchó decirle a un guardia.
— ¡Soobin! ¡déjame salir!
•bd•
Beomgyu observó al consejo real, mientras fingía atenderlos solo para saber lo que sucedería con Taehyun en tiempo real.
El pobre joven sólo estaba de rodillas esperando que el rey llegue al salón para empezar.
Finalmente Soobin llegó, algo agitado y se disculpó por ello.
Beomgyu dejó de prestar atención en cuanto el general habló sobre las leyes del reino y los derechos de los donceles, perdiéndose en el amanuense como tantas veces lo había hecho, temiendo por su futuro.
— Sentenciado a la guillotina por incumplimiento de las normas del reinado de nuestro anterior rey.
Las puertas se abrieron de golpe, dejando ver al aprendiz quien tenía en su rostro una expresión furiosa y de haber estado llorando.
El monarca frunció el ceño ante el acto de su aprendiz, el jurado lo observó fijamente al igual que el resto de los varones en el salón.
— Taehyun no puede ser condenado. — El monarca lo cayó inmediatamente, cubriendo su boca con su mano.
— Estamos en una junta, no puedes venir e interrumpir así. — Le dijo el rey muy cerca del oído, presionándolo contra sí mismo. Yeonjun estaba furioso con él.
— Órden. — Pidió el general y los guardias se acercaron rápidamente al rey con intenciones de ayudarlo con el aprendiz pero éste negó e hizo una señal demostrando que lo tenía controlado.
Los ojos de desprecio del sustituto vagaron por el salón, incluso conectó miradas con algunos presentes, volviendo su mirada al frente dió un suspiro para calmarse, tratando de ocultar sus nervios.
— Si ya terminaron sus papeles de bufones, en oposición de la condena del amanuense al ser un prisionero privado de sus derechos y yo un miembro real y sustituto de este reinado voy a tomar al prisionero como mi propiedad.
Siquiera se trabó, no volteó hacia los lados, no tenía que verlos cuando ya estaba oyendo los murmullos y bufidos molestos de los varones.
— ¡¿Mhm?! — Yeonjun soltó sin poder modular.
El general frunció el ceño completamente molesto por las palabras del doncél. Se supone que eso sería una lección para él
— Tú no puedes hacer eso, eres un doncél.
Beomgyu volteó hacia el general, sin que sus ojos de desprecio perezcan, se había intensificado.
— Como miembro real claro que puedo y está en las antiguas leyes.
— Señor...— Se quejó el general hacia el rey.
— Si está en las antiguas leyes lo autorizo, Beomgyu puede tomar a Taehyun.
Beomgyu había tomado al rey por sorpresa pero tenía fé en lo que estaba haciendo.
— No...— Soltó el aprendiz, quien el rey ya había soltado.
El sustituto sonrió victorioso, con su mirada triunfante fija en el general y otros varones de salón. Lentamente se alejó de esa junta y se acercó al ahora esclavo.
El aprendiz sintió la furia en su interior fundirse con tristeza. El sustituto fue capaz de arrebatarle la libertad e incluso su humanidad pues a partir de ahora Taehyun era algo con nombre que podía tener su dueño.
— Taehyun...— Yeonjun susurró triste, observando como lo sacan del lugar los varones aprendices del general.
Yeonjun volteó hacia Soobin lentamente, quien como en todo el proceso parece estar completamente indiferente con la situación.
— ¿En serio vas a permitir eso?
— Yeonjun, ¿Ves otra alternativa acaso?
— Sabes que sí.
El monarca frunció el ceño con enojo, ahora harto de la insistencia del mayor. Lo tomó de los hombros sin mucha fuerza.
— Se acabó, Yeonjun.
El aprendiz lo observó con sus ojos rápidos de abajo hacia arriba y luego quitó sus manos de sus hombros para caminar hacia el sustituto, el monarca lo siguió.
— Beomgyu. — Llamó el aprendiz. — ¿Cómo pudiste hacerle eso a Taehyun? Es tu amigo, le arrebataste su libertad.
— ¿Te incumbe? — Como solía ser, el doncél respondió a la defensiva. Luego aclaró su garganta y dijo — Lo hecho, hecho está y nadie va a cambiarlo.
— Pero, a los esclavos-...
— Taehyun estará bien conmigo. — Interrumpió el sustituto — Él me pidió esto.
— ¿Qué?
— Antes de venir aquí, me dijo que esto era lo que quería, su libertad por su vida.
El aprendiz dejó ir un suspiro, queriendo apoyarse por alguna pared o columna detrás pero terminó apoyándose en el rey, casi de inmediato se alejó.
— Iré a...no me siento bien.
ya hasta acá pq no aguanto xd
Avisen errores porfavor no revisé ni una vez esto y no lo pienso hacer
flojera inmensa
Cap concluido el miércoles 22 de marzo del 2023
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