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17

Nunca supo explicar bien su sentimiento, si era amor, obsesión u apego. No lo sabía, pero se sentía tal cual los libros que había leído. Un cuento de hadas, un cuento poco cliché donde la doncella termina enamorada de quien menos debe.

En una ocasión leyó que el amor era como una abeja, que el amor era capaz de perecer solo para herirte.

Ese hombre había sido su abeja, la abeja que incrustó su aguijón en lo más profundo de su corazón, dejando que el dolor se mantenga constante, punzante y permanente para luego morir y nunca volver a él.

Y a pesar del dolor, el pequeño aprendiz a veces recordaba momentos con su amado vástago, temía cada vez que el sentimiento extraño parecía tiritar y querer irse. Como si quisiera que esté allí, que no se vaya, como si muy dentro suyo aún quedaba un lugar en su corazón el cual el aguijón no había herido.

A veces desearía eliminar el sentimiento junto a ese dolor, pero también temía porque se vaya y no amarlo nunca jamás. Se negaba a pensar que ese amor por el que tanto luchó y entregó lo imposible se dispersaría tan pronto.

Sí, era pronto ese tiempo cuando notas que tu vida es eterna.

Se volvió tan confuso como su sentimiento hacia el rey.

El rey era un hombre curiosamente temperamental, por ello a veces le temía, a veces quería acercarse pero el hombre al notarlo se alteraba y se adelantaba, tocándolo él y asustándolo un poco con su repentino acercamiento.

Esa impresión tuvo al principio, pero más tarde el rey se transformó en otra cosa a sus ojos y no sabía qué exactamente. El aprendiz una noche intentaba dormir y sintió las manos del rey moverse sobre su cuerpo, con pereza. Acariciando sus muslos, su cintura, su abdomen, la piel del aprendiz se erizó y cuando el hombre dió un apretón en su muslo no pudo evitar soltar un jadeo, después de todo era lo suficientemente sensible allí. Entre sus manos las sabanas estrujadas con mucha fuerza.

Se sintió algo culpable, como si se estuviera aprovechando mientras el rey dormía aún cuando las manos se movieron por voluntad propia. Sentía que estaba actuando mal ante un toque inconsciente.

Por alguna razón las humanas manos sobre su piel ocasionó que su mente compare ese sentimiento con las manos inhumanas del hombre que muchas noches no lo dejaba descansar. Esas manos no eran como las del vástago, las manos del rey eran un poco duras, cálidas y reconfortantes. A diferencia del vástago, frías, suaves y humectadas, dedos finos y un toque menos posesivo.

El rey y Min eran diferentes, y por lo que sabe rivales. Min nunca le habló de Soobin, pero Soobin sí de Min, sin tantos detalles.

Min era un hombre tranquilo, casi susurraba al hablar y siempre reconfortaba a Yeonjun con sus palabras.

— Nunca te atrevas a volver a dejarme así, he estado toda-...

El vástago lo había interrumpido con un beso en los labios.

— Jun, tranquilo... estoy bien, estoy contigo.

— ¿Ellos te buscan, cierto? — Había preguntado con sus ojos brillantes y llorosos de preocupación.

El vástago sintió su exánime corazón estrujarse al ver a su amado estar sintiendo una intranquilidad enorme, así que se acercó lo suficiente para depositar un cálido y enternecedor beso en la frente con sus labios helados.

— Por más que quieras o quieran alejarte de mi nunca lo harán, siempre estaré aquí contigo porque no vivirás lo suficiente.

Mientras que el rey era un hombre egocéntrico, atrevido, a veces irrespetuoso, temperamental e impulsivo. Lo había visto, siendo todo un controlador con el doncél Beomgyu sobre todo.

— ¿Y ahora por qué no quieres dormir en la cama? — Le preguntó el rey viéndolo directamente pero Yeonjun evitó la mirada dado que se encontraba sin la parte superior de su ropa.

— No me siento bien esta noche, no quiero molestarlo.

— ¿Ahora qué tienes? ¿Quieres ir al baño nuevamente? — Preguntó con burla pero el aprendiz solo negó.

— No, solo...dormiré aquí.

— No voy a dejar que duermas en ese sillón incómodo, Yeonjun. Ven a la cama.

— Dije que dormiré aquí.

Y en un segundo el monarca levantó a su aprendiz de sus muslos para dejarlo en la cama y sostenerle los brazos mientras el doncél se movía inquieto. No quería dormir con el rey en su día más fértil y...húmedo.

— Dormirás aquí esta noche, sé que ayer te fuiste de la cama y no me gusta nada.

— De verdad no me siento bien.

— Yo tampoco me sentía bien cuando te fuiste. — El monarca ya se encontraba entre sus piernas, su fragancia masculina llegó a las fosas nasales del aprendiz y dejó de inquietarse.

El monarca bajó su mirada por curiosidad viendo las piernas de su aprendiz alrededor de su cintura, Yeonjun solo tenía una ropa interior ligera en la parte superior que cubría sus inferiores.

— ¿No traes ropa interior abajo porque pensaste que no dormirías aquí hoy? — Las zonas rosáceas del pálido se saturaron más por la pregunta.

— Si me deja ir a cambiarme dormiré esta noche aquí. — Propuso el aprendiz.

— Te dije en primer lugar que dormirás aquí sin importar qué. — Le dijo con un tono suave y hosco a la vez.

Como si fuera curiosidad en lugar de deseo el monarca bajó nuevamente la mirada hacia los muslos del aprendiz y este lo notó, generando un silencio extraño en el ambiente. 

Yeonjun sintió nuevamente las cálidas manos tocando su piel, el como su fría piel pareciera evaporarse por el contacto. El rey estaba acariciando los lados de sus muslos, y el aprendiz lo disfrutó extendiéndose en la enorme cama y cerrando sus ojos mientras se derretía ante los toques.

El monarca sonrió al ver a su aprendiz complacido y subió sus manos alterando al mayor, quien abrió los ojos de golpe por la acción. Soobin confirmó que su mayor no tenía ropa interior, sus dedos se encontraban en los lados de sus caderas ahora, donde debería estar la tela que se ajusta a esa zona y glúteos.

Si bien el aprendiz jadeó de sorpresa y se alarmó, no dijo nada y tampoco hizo nada para impedir que el monarca se acerque más. Y lo estaba haciendo con consciencia. Quería más de las manos del rey en su cuerpo, su aliento, su cuerpo. Todo era tan cálido y nuevo que una especie de emoción y deseo se acumuló en él.

Soobin no notó ningún indicio que le aseguraba que Yeonjun quería, aún creía que simplemente el mayor se sentía sometido y él no era ningún esclavo para cumplir sus deseos íntimos.

Yeonjun se sobresaltó cuando el monarca se acercó un poco a su rostro y unos segundos después con su brazo derecho flexionado y al lado de la cabeza del aprendiz y su izquierdo en la cadera desnuda del mismo, se alejó con vehemencia, haciendo rebotar ligeramente la cama por su alejamiento.

— Ve a cambiarte. — Le dijo, y aún lo observaba.

— Creí que-...

— ¿Realmente quieres dormir desnudo y conmigo?

El aprendiz no dijo nada exactamente, simplemente negó y se levantó para colocarse ropa interior.

Sin duda el rey y el vástago eran polos opuestos. Y Yeonjun no estaba seguro de lo que sentía. Amaba a Min, era un hombre de pocas palabras pero hacía sentir un nudo en su corazón por su delicadeza y cariño. Soobin era un hombre que sin duda no hablaba con el corazón, su lenguaje era corporal y el aprendiz a veces pensaba que amaba conversar así con él. El monarca y solo tres dedos sobre su piel eran suficientes para hacerlo jadear, era algo que nunca había sentido con Min, ya que el vástago lo había enamorado y llevado a la cama con tanta delicadeza que a comparacion con el rey; al principio le había parecido todo un salvaje sexual.

•bd•

Quizás era cierto que Taehyun no tenía ningún amigo en el castillo, y los poco que tuvo añoró y cuidó con su alma. Pero hasta el momento Yeonjun fue el más peligroso, el más especial y el más real.

El amanuense pensó en huir, Yeonjun estaba bajo el control puro de una criatura nocturna, podría haberlo matado. Pero el grito de llamado del guardia lo hizo reaccionar distinto, corrió hacia Yeonjun y lo tomó de la muñeca con mucha fortaleza y valentía, su amigo soltó una especie de gruñido pero pronto se encontró huyendo con el amanuense.

Taehyun se sintió aliviado cuando su amigo no tuvo ninguna intención de atacarlo, simplemente lo siguió hasta el poso de agua más cercano, con el que Yeonjun se había topado al llegar.

El vástago cayó al suelo, su respiración era agitada, demasiado para verse sano. No fue en lo absoluto por la repentina huida, su cuerpo nuevamente estaba cambiando.

— Yeonjun... ¿qué pasó?

El amanuense estaba impactado, era algo que nunca había visto y nunca quiso, por esa razón siempre se negaba a acompañar al rey en la temporada de caza.

El vástago no pudo responder, al segundo se encontró vomitando.

Taehyun comprendió la situación. El vástago confundió hambre con sed, él había devorado al guardia por no saber controlarse, pero ya no podía comer carne ni nada en realidad.

— Yeonjun, Beomgyu salió aterrado de ahí. ¿Qué vió?

Ahora el vástago se sentó en el verde cesped y se recostó por el poso de agua, con su boca abierta ensangrentada y buscando oxígeno.

— No recuerdo nada, Taehyun. — Admitió mientras calmaba su respiración.

— Estás en problemas y lamento decirte pero ahora dudo que alguien pueda salvarte.

— Lo sé.

— No debiste salir, ¿por qué saliste?

— Yo...comencé a querer...— Hacia pausas por su respiración — quererlo, querer su...sangre, creo, no lo sé. Simplemente sé que si no hubiera salido de esa habitación sí estaría en peores problemas.

— ¿Vas a huir?

De pronto Yeonjun carcajeó suavemente.

— No, no seas tonto.

— Pueden matarte.

— No lo harán. — Aseguró — El rey está loco por mí y me haría su esclavo solo para no matarme. Convencerlo es 'taaan' fácil, Taehyun. — Soltó algunas risas y luego hipó.

Taehyun suspiró pesadamente cuando comprendió que Yeonjun devoró a un humano pasado de alcohol.

— ¿Te parece buena idea ser un esclavo?

— Me parece buena idea ser su esclavo, créeme no tengo problemas. — Dijo el mayor sin borrar esa sonrisa boba de sus labios.

— Santo cielo. Escúchame, Yeonjun. Iré a ver qué sucede, tú quédate aquí y ni se te ocurra acercarte.

•bd•

El sustituto corrió hacia el interior del castillo sin importarle absolutamente nada.

Corrió hasta terminar recostado por una columna y se deslizó en ella lentamente hasta sentarse en el suelo. Todavía sus mejillas estaban húmedas, y su atuendo arrugado, roto al igual que su labio inferior.

El amanuense también se apresuró y entró al castillo, Beomgyu trató de ocultarse pero el menor de todos modos pudo verlo en la poca luz.

— ¿Qué sucedió? ¿Está bien? — Consultó y se arrodilló hacia su mayor.

El doncél no dijo nada, solo trató de calmar sus espasmos por haber llorado.

Taehyun observó el cuerpo del doncél, temblando y notó la ropa destrozada. Inmediatamente se quitó su abrigo y cubrió lo que pudo del doncél.

— Beomgyu, dime qué te pasó.

Finalmente el amanuense dejó las formalidades y el sustituto se sintió con un poco más de confianza.

— Bajé por agua y uno de los guardias del castillo...estaba alcoholizado y se aprovechó de mi en la terraza. — Susurró, con rabia en su voz.

El amanuense sin estar consciente dé; dió un apretón por su enojo en el brazo del doncél.

— Mh...duele. — Dijo entre dientes el mayor.

— Lo siento. — Alejó su mano — ¿Y dónde está él?

— No lo sé, de pronto desapareció y huí.

Había sido el aprendiz, sin duda.

— ¿Te hizo mucho daño? ¿Estás bien?

— Estoy bien, solo asqueado. — Confesó y sin siquiera verlo a los ojos.

El amanuense supo que solo estaba tratando de ser duro consigo mismo.

— Hey, no te preocupes. — Susurró con una voz suave y tomó su mentón para que lo vea. — No tienes que fingir estar bien todo el tiempo, Gyu.

El doncél corrió su rostro, alejándolo de Taehyun.

— Taehyun, no necesito que tengas lástima solo por lo que pasó. Supongo que lo merezco después de todo.

Trató de levantarse de golpe pero el amanuense no se lo permitió.

— No me das lástima. — Admitió y observó los oscuros ojos del doncél que no lo estaban viendo a él. — Y no mereces nada de lo que te está pasando, Gyu. Me sigue molestando tu actitud, pero...yo te quiero, y extraño al Gyu que buscaba excusas para hablarme, al Gyu que amo.

— Tae...— Susurró, su voz rota y finalmente levantó un poco su mirada para observarlo. — Lo siento, ¿bien? Solo...quiero irme de aquí. Ya no me interesa nada.

Le interesa él, quería estar con él pero el amanuense merecía algo mejor. Y ya no podían estar juntos, Taehyun era también un doncél.

— ¿Y por qué no lo haces?

El doncél sustituto negó y acarició sus brazos desnudos para buscar calor.

— Q-quiero irme a mi habitación, déjame levantarme.

El amanuense le dió su espacio y el doncél intentó levantarse, lentamente y con su palma presionando su abdomen por el dolor. Cuando sus piernas titubearon y terminó volviendo a apoyarse a la columna el amanuense cortó ese espacio, sosteniendo al mayor.

— ¿Puedes caminar?

— Sí, solo...recibí un golpe duro en el abdomen.

Al parecer el guardia trató de retenerlo inmóvil, conociendo al doncél este no se dejó acorralar fácil.

Taehyun ayudó al doncél a sostenerse de la escalera para subir, pero de pronto pensó en su amigo solo y en el bosque. Cuando quiso hablar una persona bajó por las otras escaleras, ambas llevaban al salón real, donde Beomgyu estaba tirado.

Era el aprendiz, limpio completamente y sin ningún rastro de sangre o alcohol.

— ¿Yeonjun? ¿Qué haces aquí? — Le preguntó su amigo.

— Mm...solo bajaba por algo de tomar. — Fingí estar somnoliento al notar al doncél junto a su amigo. — ¿Y tú?

— Nada que te interese, ve a dormir.

El aprendiz asintió sin importancia.

ola buenas

Cap concluido el jueves 22 de diciembre del 2022 a las 3:43 am pq soy re madrugadora

Avisen errores jiji

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