008
CAPÍTULO 008
ᴶᵘⁿᵗᵒˢ ᵐᵉʲᵒʳ qᵘᵉ ⁿᵘⁿᶜᵃ
Desperté con los primeros rayos de sol filtrándose por las cortinas, bañando la habitación en un suave resplandor dorado. Mis ojos se abrieron lentamente, y por un momento, me permití quedarme en la cama, disfrutando de la calma que tenia.Hacía tiempo que no me sentía así de tranquila
Suspiré y me obligué a salir de la cama. Sabía que no podría permitirme el lujo de relajarme, no con lo que estaba en juego. Después de todo, el nombre de los Corleone también estaría en la línea hoy.
Me dirigí hacia el baño, llene la tina y quite mis prendas de vestir, despues de un comodo baño fui hacía el armario, eligiendo cuidadosamente un vestido verde esmeralda que resaltaba mis ojos y contrastaba perfectamente con mi largo cabello suelto, que caía en ondas suaves sobre mis hombros. Sabía que al final del día, las apariencias importaban tanto como las palabras en el juego que estábamos a punto de jugar.
Justo cuando estaba terminando de arreglarme, escuché un suave golpe en la puerta. Era Mateo, con su habitual energía matutina.
—Jen, ¿estás lista?—preguntó al entrar.
—Ya lo estoy—respondí, dándole una sonrisa rápida antes de girar para mirarlo de frente-. ¿Gabriel ya está abajo?
—Sí, ya está esperando. Sabes cómo es, siempre planeando con anticipación.
Me reí ligeramente, apreciando la tranquilidad de mi hermano mayor en medio de todo el caos que a menudo nos rodeaba.
—Bueno, entonces será mejor que no lo hagamos esperar más—dije.
Mateo asintió, y juntos bajamos las escaleras hacia la entrada principal, donde Gabriel nos esperaba. Él estaba, como siempre, impecablemente vestido, con su mirada fija en el coche que ya estaba listo para llevarnos a Cheltenham.
—Vamos, no tenemos todo el día—dijo Gabriel en su tono característicamente firme, aunque noté una chispa de nerviosismo en su voz.
El viaje en coche transcurrió en un silencio tenso. Cada uno de nosotros perdido en nuestros propios pensamientos, planificando y anticipando lo que vendría. No pude evitar que mi mente volviera a Thomas, preguntándome cómo manejaría la situación. Sabía que para él, esto también era un desafío, aunque de un tipo diferente al nuestro.
Finalmente, llegamos a Cheltenham. La vista de la multitud y los caballos trotando en la distancia hizo que mi corazón latiera un poco más rápido. Nos abrieron paso hacia la zona reservada, donde Kimber y sus hombres ya estaban instalados.
Descendí del coche con Mateo y Gabriel a mis lados. Los tres, juntos, éramos una fuerza a tener en cuenta, y eso era algo que no debía pasar desapercibido para Kimber ni para nadie más. Caminamos hacia él, y desde lejos, vi la figura de Thomas, observándonos. Nuestros ojos se encontraron por un breve segundo, y en ese intercambio silencioso
Kimber nos recibió con una sonrisa afilada.
—Mateo, Gabriel—dijo Kimber, extendiendo la mano para saludar a cada uno de ellos—Señorita Corleone, tiempo sin verle
—Lo mismo digo Señor Kimber—Dije con una sonrisa
— Roberts, los Peaky Blinders están aqui—Escuche decir a Kimber
Voltee a mirar hacia donde estaba Thomas y vaya estaba bailando con esa jodida camarera
—Pueod admitirlo esa chica es linda—Escuche otra vez a Kimber
Prendí mi cigarrillo, mientras Gabriel conversaba con ellos. Y fue cunado lo vi Thomas se acercaba hacia nosotros y tiro unas monedas
—Su dinero señor Kimber, se lo confiscamos a los hermanos Lee y se lo devolvemos a cambio de una Audiencia —Menciona Thomas para tomar asiento
Por un momento sentí sus ojos recorrerme,lo ignore por un momento, estaba en un trance en mi cabeza me pare de allí y fui hacia la barra por un whisky irlandes.
Dejé que mis pensamientos se perdieran en la bebida.Estaba tan absorta en mis propios pensamientos que no noté su presencia hasta que sentí el leve roce de unos labios en la base de mi cuello.
Un escalofrío me recorrió la columna, y el calor de su aliento, tan cerca de mi piel, hizo que mi corazón latiera con fuerza. Me quedé inmóvil, sin atreverme a moverme, sabiendo perfectamente quién estaba detrás de mí. Su voz, baja y rasposa, resonó en mi oído.
—Eres jodidamente hermosa, ¿lo sabes?— susurró, su tono mezclando deseo y una peligrosa dulzura.
Mi piel ardía donde sus labios habían tocado, y la familiaridad de su cercanía hizo que cerrara los ojos por un momento. Thomas. No necesitaba darme la vuelta para saber que era él, que sus ojos azules estaban fijos en mí, esperando una reacción.
—A que viene eso Shelbly—Dije sorprendida
—Queria darle un poco de afecto a mi futura mujer—Dice sonriéndome
—Tu futura mujer, vaya ni yo lo sabía Tommy—Dije
—Bueno, yo digo que deberíamos bailar, que te parece esta pieza señorita Corleone—Dije extendiendo su mano
—Por que no Señor Shelby—Dije tomando su mano
El día había caído con rapidez, y el bullicio de Cheltenham se desvaneció mientras nos dirigíamos hacia el Garrison. Thomas, Mateo, Gabriel y yo subimos al coche, con la tensión del día transformándose en un relajado respiro. El Garrison, con su ambiente acogedor y familiar, era el lugar perfecto para terminar una jornada llena de emociones.
Cuando llegamos, el pub estaba lleno de gente, pero no de manera agobiante. Era el tipo de lugar donde se podía hablar y disfrutar de una bebida sin preocuparse por el ruido de la multitud. Nos acomodamos en una esquina tranquila.
Me recliné en la silla, mirando a mi alrededor mientras esperábamos nuestras bebidas. La madera oscura y las luces tenues del pub creaban una atmósfera que me permitía relajarme, al menos por un rato. Los esfuerzos del día habían dado sus frutos, y ahora estábamos aquí, buscando un poco de calma.
—Buenas noches, señor Shelby—dijo una voz femenina que de inmediato llamó mi atención. Era la chica rubia que no me daba buena espina desde que llegué a Birmingham.
No respondí, pero la observé de reojo mientras ella intentaba captar la atención de Thomas. Había algo en su manera de actuar que me incomodaba.
—Un whisky para todos—dijo Thomas, su voz cargada con una mezcla de cansancio y satisfacción.
Cuando llegaron los whiskies, brindamos por el éxito del día, y pronto el alcohol comenzó a hacer efecto, suavizando las tensiones y avivando las conversaciones. Las risas y los comentarios fluían con mayor facilidad, y las barreras que normalmente manteníamos se desmoronaban.
—Este whisky es excelente—dijo Gabriel, tomando un sorbo.
—Sí, es uno de los mejores—asentí, saboreando mi bebida—. Saben, es hora de irnos, ya están muy pasados de copas.
—Shh, tú tranquila, Jen—dijo Mateo, ya al punto de no poder hablar bien.
—Puedo llamar a uno de mis hombres para que los lleven a casa—agregó Thomas, ofreciéndose con esa mirada que siempre me desarmaba.
—Está bien, Tommy, gracias—le respondí con una sonrisa, agradecida pero al mismo tiempo consciente de que su ofrecimiento era más una excusa para pasar más tiempo conmigo.
Mientras Thomas llamaba un hombre, noté que me miraba de una manera diferente esa noche. Había una profundidad en sus ojos que no había notado antes, y aunque estaba algo borracho, no parecía menos sincero.
—Tus hermanos están en buenas manos, tranquila linda—Dice Thomas tomándome de la mano
Salimos del Garrison, la noche era fría y las calles estaban llenas de humo algo que ya acostumbraba.
—Jennifer—dijo, inclinándose un poco hacia mí—. Tengo que decirte algo.
Lo miré, curiosa y ligeramente cautelosa.La forma en que me miraba, con una intensidad que no podía ignorar, me hizo sonrojar
—¿Qué pasa?—pregunté, tratando de mantener mi tono ligero.
Thomas se inclinó aún más cerca, sus ojos nunca apartándose de los míos.
—No puedo sacarte de mi cabeza—confesó, su voz apenas un susurro, pero cargada de emoción—. No sé qué me hiciste, pero es como si estuvieras en cada pensamiento, en cada momento. Me vuelves loco.
Me reí suavemente, intentando disipar la seriedad de sus palabras.
—Thomas, estás borracho. Tal vez deberías descansar un poco.
—No—insistió él, acercándose más—. No estoy borracho. Estoy diciendo la verdad. Te quiero, Jennifer. Y no puedo seguir ignorándolo.
Sus palabras me dejaron sin aliento, y por un momento, todo a nuestro alrededor pareció desvanecerse. ¿Podría ser que todo lo que había sentido también lo sentía él?
—Thomas—dije suavemente, acercándome un poco
Antes de que pudiera continuar, él me tomó de la mano, su tacto cálido y reconfortante. La cercanía entre nosotros era palpable, y el mundo exterior dejó de importar.
—No tienes que decir nada—murmuró, sus ojos llenos de una sinceridad que no había visto antes—. Solo quédate conmigo.
La intensidad del momento me atrapó, y antes de darme cuenta, sus labios estaban sobre los míos. El beso fue suave al principio, pero pronto se profundizó, cargado con todas las emociones que habíamos reprimido. El sabor del whisky y la calidez de su cuerpo hicieron que todo a nuestro alrededor desapareciera.
Nos separamos lentamente, nuestros ojos aún conectados. No dijimos una palabra, pero no era necesario. Todo estaba claro en ese instante.
Poco después, él insistió en acompañarme a Liverpool. El camino transcurrió en un silencio cómodo, con Thomas a mi lado, su mano todavía sosteniendo la mía.
Al llegar a mi casa, Thomas decidió quedarse. La noche estaba fría, pero su presencia lo hacía todo más cálido. Cuando entramos, nos dirigimos al salón, donde nos sentamos juntos en el sofá.
—¿Por qué no te quedas esta noche?—le propuse, con una sonrisa.
—Me encantaría—respondió él, acercándose a mí—. Y antes de que digas algo, quiero que sepas que no estoy aquí solo por el whisky o por lo que pasó antes. Estoy aquí porque quiero estar contigo, porque no puedo imaginarme estar en otro lugar.
Las palabras de Thomas eran sinceras, y la forma en que me miraba hacía que todo lo que había dicho antes se sintiera aún más real. Nos quedamos en el sofá, abrazados, con el mundo exterior desvanecido en la distancia.
Finalmente, nos acercamos más y nos besamos de nuevo, un beso que era tanto una afirmación como una promesa.
Me serví un poco más de whisky pero al estar sirviendo sentí unos brazos por mi cintura y la cabeza de Thomas en mi cuello
—Tengo miedo de perderte Jennifer—Dijo Thomas, el me volteo, para mirarlo de frente
tomo mi rostro para levantarlo y darme un beso en mis labios sentí que este subió la intensidad sentí que Thomas cogía mi cadera alzandome a esto yo en enrolle mis piernas en su cuerpo este me llevo a mi habitación
Thomas me empezó a besar de manera desesperada me recosto en mi cama y el estaba encima de mi.
Me dió un beso y soltó un suspiro entre mis labios por mi parte tome mis manos y empeze a tocar cada parte de su abdomen , Thomas se sentó aun lado haci que yo me senté completamente arriba de el dándole un beso desesperado de un momento a otro los dos estábamos completamente desnudos .
Toque su intimidad frotándolo de arriba hacia abajo y empecé a chupar este, ya tenía varios minutos haciendo esto y sentía como Thomas lo disfrutaba
—Déjame continuar a mi, preciosa—escuche decir a thomas
Me aparte del miembro erecto y me senté en la cama
—Tu solo estate tranquila mi amor esto te va a gustar—menciona Thomas
Empezo a tomar uno de mis senos y chupandolos sentía su respiración esto hizo ponerme los pelos de punta sentí como fue hasta mi cuello dejando algunos chupones bajando hasta mi intimidad y con un beso me distrajo metiendo dos de sus dedos dentro de mi , me sentía en el cielo
—Dios Thomas...—Dije para agarrarle el pelo
Thomas empezaba a mover sus dedos dentro de mi esto era una gran satisfacción
—De aqui en adelante yo, y solo yo podré tocar tu cuerpo —Dijo Thomas
—Una vez dicho esto Thomas retiro sus dedos y puso su miembro en mi entrada haciendo que sintiera una presión en mi entrada pero al ya estar todo dentro Thomas espero para que yo me acostumbra a su tamaño y empezó a moverse esto me fascinó aún más
mire a Tommy con una sonrisa placentera por unos segundos. Me aferre a las sábanas por la gran satisfacción que sentia, aunque cada vez lo sentía un poco más profundo
—Mierda , esto en serio se siente bastante bien Thomas...—Dije al oído de tommy
-thomas al escuchar su nombre aumento las embestidas hasta que llegamos al clímax y sentí como se venia dentro de mi
—Esto fue bastante fantástico preciosa—Dijo thomas
—Si que lo fue—Dije para recostarme al lado de Thomas
—Eres hermosa—Dijo Thomas
Y así nos rendimos al cansancio, y caímos en brazos de Morfeo, sumergidos en un sueño profundo que nos envolvió en su calma infinita.
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