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𝟒𝟓 | 𝐈𝐍𝐓𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐏𝐭. 𝟒



intacto ; cuarta parte


Me las arreglo como puedo para evitar algunas preguntas de las cuales no tengo ánimo como para responder. No se me hace muy difícil. Fue fácil decirle a Erwin que me he quedado hasta tarde escribiéndome con Nanaba y que no había dormido muy bien por ello. Incluso la rubia bromea sobre el tema, que Levi parece paranoico con todos.

Allí es cuando supe que era algo normal que Levi preguntara si algo no está bien con alguien.

—Si, es normal que él se preocupe.

—¿De verdad? —pregunto, aunque solo es para seguir la conversación y no dejar nada al aire. No es como si nunca me preocupara por mis amigos; sin embargo, la hospitalidad que ofrece Levi de la nada o el leve nerviosismo, no muy notorio, que presenta cuando una persona no lucía bien, me sorprende.

—Aunque no lo creas, se preocupa por todos. Es el papá del grupo.

Nanaba me contesta lo último y termino por reírme de eso. Ella se echa en el espacio libre del sofá, utilizando el sitio donde antes se sentó Erwin y coloca su cabeza cerca de mi cintura.

Ella bosteza. La pantalla de la laptop se apaga debido a la inactividad, otra vez. Pronto, Erwin se acerca para apagarla completamente y guardarla en su mochila.

Miré hacia un lado y una pequeña polilla que quizá entró por el balcón, da vueltas y vueltas alrededor de la lámpara de luz amarilla. Un manotazo la desvía de su posición original.

—Polilla fea.

—Nanaba, joder, me asustaste.

Estoy tan concentrada en las vueltas del insecto y el silencio en la sala que la voz del la rubia me hace dar un respingo.

—Mierda, anochece rápido.

—Una vez leí en un foro de internet que los días se acortan y nadie se percata.

—Fuente dudosa. Pero me deja pensativa —contesto a Erwin. Nanaba ahora tiene su cabeza reposando en mis muslos y, a mí parecer, está a punto de dormirse.

Mientras el rubio contesta algunos mensajes, mi vista se queda fija en el balcón. La noche llega junto con el frío. Me pregunto la hora en mi cabeza. El reloj que está colgado en la pared con sus delgadas manecillas no ayudan mucho a mi vista, pero puedo adivinar que está por ser las siete de la noche cuando Ymir sale de la habitación y con un movimiento de cabeza saluda a Erwin y va a servirse un gran vaso de agua en la cocina, para después regresar a su habitación.

De repente, Nanaba se incorpora en el asiento.

—Casi babeo en tu pantalón.

—¡¿Qué?! —exclamo para luego reír. Erwin emite un bufido que parece aproximarse a una risa.

Me levanto del sillón, restregando un poco mis ojos con mi mano, pues hasta hace un momento bostecé como dos veces y mis ojos se humedecieron por el cansancio.

—Ya se me hizo tarde. Voy a regresar a casa, mi batería acaba de morir —pronuncio mientras veo la pantalla oscura de mi celular.

—¿Vamos? —. Tras decir eso, el Smith bosteza. Asiento, aceptando ir con él. Nanaba se derrite en el sofá. Le pico las mejillas con un dedo para despedirme, pero ella solo sonríe con los ojos cerrados. Una vez abre los ojos, parece más animada, como si quisiese decirme algo en ese momento.

Espero unos segundos mientras Erwin está en la puerta, viendo los pequeños cuadros que cuelgan a un lado y que muestran a una Nanaba pequeña con una cuerda de pescar.

—El lunes voy temprano a tu casa. Te enviaré mensajes antes de llegar, no te vaya a ver en calzones.

—Cierto, esta bien, ojalá y no suceda lo último —respondo y le doy un beso en la mejilla. Erwin se burla, lo empujo un poco cuando el procede a abrir la puerta entre risas.

Nanaba se despide de nosotros y vuelve a su posición adormilada entre los cojines de su sofá. Veo su mano extenderse a tomar el control remoto para prender el televisor. Esa es la última imagen de ella en mi mente, por lo menos de esta noche. Deja vú. Algo que ya he visto antes.

—Bajas las escaleras muy lento —menciona Erwin entre risas. Me percato que él ya está escalones más abajo.

Y yo sigo pensativa, cruzando apenas cuatro escalones desde el pasillo. Un poco avergonzada, apresuro mi paso hasta llegar donde él está. Será fácil, ya que se queda a esperarme en el mismo escalón, hasta que al fin llego allí.

—¿Vas a ir ahora donde Levi?

—Sí, y de paso recojo el gorro que dejé en su casa hace como un mes. No queda tan lejos, pero siempre me da flojera ir hasta allá después de clases.

En ciertas partes, el rubio me recordaba a mí.

El primer piso luce escalofriante con las luces apagadas. Pero una vez que salimos del complejo de apartamentos, las calles están tan iluminadas que dejo de lado la sensación terrorífica del interior. El vecindario donde vive Nanaba está, en su mayoría, vacío. Alguno que otro chico cruza la pista en bicicleta, pero luego carece de gente caminando en las veredas. Un tanto solitario, la zona está llena de luces blancas, pues hay un supermercado cerca. Luego de caminar unas cuadras más, entre unas pequeñas charlas sobre las clases, llegamos a una zona menos solitaria y con algunos puestos de comida cerca.

—Creo que voy a comprar algo aquí, ¿te animas? —me pregunta, mientras toma entre sus dedos la manga de mi casaca, como si en algún momento de estar encerrada de mis pensamientos, volara con ellos. Miro los pequeños dulces expuestos y a la par, palpo mi bolsillo del pantalón, asegurándome de que mi pequeña billetera, que en su mayoría guardaba monedas y no billetes, estuviera allí. Sonrío segundos después.

—Ya me antojé.

Ambos terminamos comiendo un pequeño dulce hecho con masa hojaldre en plena avenida.

—Desde aquí puedo ver mi apartamento —menciono un poco incrédula. De hecho, no pensaba que fuese el más alto de esa zona, pero reconozco bien esa azotea. Erwin entrecierra los ojos mientras mira hacia la misma dirección.

—Debí haber traído mis lentes.

—¡¿Usas lentes?! —. Me sorprendo mucho, ya que nunca lo había visto con lentes y tampoco puedo imaginármelo. Casi me atoro con el azúcar espolvoreado que tiene lo que estoy comiendo.

—Solo los uso en clase —responde de forma simple. Pero, desde luego, me mira algo extrañado, como si aún no se creyera que no lo he visto con lentes.

Entre habla y habla, llegamos muy cerca del edificio donde ahora vivo, especialmente en una esquina, y él tiene que tomar otra dirección. Me despido de Erwin, mencionando que ojalá nos volvamos a ver el martes. Y fue un ojalá, porque su curso sigue en prácticas y yo quizás no llegue a ir a las primeras clases debido a que son solo refuerzos y no un nuevo tema.

Cuando veo su figura caminar en otra dirección que lo llevará a casa, me siento de repente un poco sola. Tengo esa sensación extraña al cruzar la pista solitaria que me lleva a la puerta de entrada. Es, por supuesto, algo que me sucede cuando llego al edificio: El día está terminando.

Saludo al guardia que nunca tiene ojeras a pesar de su trabajo nocturno y rápidamente subo al ascensor que, para mi buena suerte, está vacío. Me recuesto en la fría pared y veo los números rojos que cambian cada que llego a un nuevo piso. Por alguna razón suelen ponerme nerviosa, pero le echaré la culpa a las películas y las escenas terroríficas de ascensores. La pantalla muestra el número cinco y las puertas se abren, y otra vez, me encuentro con un triste pasillo vacío.

Me pregunto si alguien más nota que los pasillos de los edificios de vivienda se ven tan solos. O es que yo estoy demasiado sensible en estos días...

Saco las llaves y abro la puerta de mi apartamento. Lo primero que veo es a una Petra muy despeinada, sentada frente al comedor, los brazos cruzados en la mesa y los ojos muy abiertos.

—¿Qué pasó? —pregunto, ahogando las ganas de reírme. Ella se restriega los ojos cuando dejo mi mochila caer en la alfombra, cerrando la puerta detrás mío.

—Estaba durmiendo sobre la mesa, hasta que escuché las llaves. Me vi una película de terror como a las tres de la tarde y estoy un poquín paranoica.

Observo el montón de papeles esparcidos alrededor de la mesa y la laptop prendida. Me acerco y le entrego uno de los dulces que antes compré con Erwin. Ella lo recibe un poco aturdida, pero una vez que lo prueba, le brillan los ojos.

—¡Está muy rico! —exclama con la boca llena de azúcar en polvo. Me río por lo infantil que se ve y le doy una de las servilletas que me entregó la mujer que nos atendió.

—No tenía tanta hambre como para comerlo todo, pero sí, está demasiado delicioso.

—Por cierto, ¿dónde estabas? Estuve sola toda la tarde, haciendo un montón de prácticas de mi curso. Ah, y Gunther no está, se fue a jugar baloncesto.

—¿En la noche?

—Si, dice que suena divertido. Apuesto a que lo es, tu sabes, un espacio vacío, luces de farol, amigos, sudor refrescado por la brisa nocturna...—. Las manos de Petra hacen una mímica que me provoca mucha gracia.

Me siento a su lado, tomando un poco de su taza de café, que ya no se encuentra caliente, sino tibia, y observo la pantalla de su computador.

—Estaba en casa de Nanaba. Pero me pasé muchas horas de más.

—Me estás dejando por ella —dice en cierto tono bromista, abrazándome por detrás.

—¡Pero...!

La de cabellos naranjas comienza a reír, pasando sus dedos que se enredaban en su cabello, debido a que no se ha peinado. Está usando una gran camiseta blanca y de seguro con pantaloncillos debajo pero, por el momento, no los noto, solo sus piernas blancas y sus pies descalzos. ¿Cómo es que no tiene frío?

—¡No te conté! —dice de repente, asustándome por un rato. Se aleja de mí. La miro, colocando toda mi atención en ella. Petra toca sus pestañas con un dedo, haciendo una mueca—. Me fui a las calles centrales luego de clases, con Gunther, para ver si encontrábamos algunos puestos libres de trabajo. También revise en esa página de internet.

Ahora que lo pienso, nos las arreglamos con lo que teníamos ahorrado de antiguas ganancias de años anteriores y el sustento de nuestros padres. Me aloca la idea de trabajar a medio tiempo. Aunque ya me estoy poniendo nerviosa imaginando cómo será mi primer día de trabajo.

—Tenemos tres opciones, bien, una es en el correo postal, para sellar bien los paquetes y asegurar las cartas y verificar direcciones. La paga no es un milagro, pero para las pocas cosas que tenemos que hacer es suficiente. Mas o menos, es entre las ocho y cuatro de la tarde. En ese caso, solo estaríamos los fines de semana, ya que no hay mucho personal en esos días.

Petra habla tan rápido que se pone roja. Lo pienso un momento y ya sé que será difícil si no acordábamos horarios. Estudiar y trabajar a la vez parece una odisea, además, cabe la posibilidad de que en los últimos meses tengamos más clases los sábados. Un infierno.

—Otra es en la tienda de regalos. Solo horario nocturno, lo que me parece una gran opción. La dueña es un amor, me habló bastante de las opciones de horario y al conocer que soy estudiante dijo que podía hacer las horas accesibles. Aunque no quiero abusar demasiado. La paga es regular, no hay aumentos y los "extras" dependen de lo que se gana en el día. La tercera, es una de las líneas de ropa, ya sabes, persuadir a las personas a que compren las prendas. La paga de igual modo, es regular y se acuerda si es por semana o por mes.

Una vez que termina de explicar brevemente, sonríe y se recuesta en una de las sillas, estirando los brazos.

—Tendremos que pensarlo.

—Lo pensaría toda la noche si pudiera—menciona, mientras observa la pantalla de su laptop.

—¿Haz comido algo, Petra? —pregunto al no ver algo que me indicara que ya ha cenado.
Ella me mira y luego observa su taza roja de café, procediendo a negar con la cabeza.

—Últimamente, no tengo mucha hambre. Solo tomé café, adoro el café.

Yo lo sé. Cada vez que el olor de aquella bebida oscura impregna mi nariz, recuerdo a Petra y lo feliz que es cuando hay café. Es un placer aún más grande que todas sus cajas de té verde o negro.

Nos quedamos conversando hasta tarde sobre las opciones que tenemos y lo tedioso que es hacer un buen curriculum sin experiencia previa, mientras le peino como puedo y le hago un par de pequeñas trenzas, para ordenar un tanto su cabello. Luego, al momento de que cada una se va a su habitación, coloco el cargador a mi celular y me quede mirando la ventana.

Comienza a llover.
De seguro lloverá toda la noche y dejará charcos cerca de las aceras.


...


Hoy es lunes. No logro creerlo mientras miro constantemente la fecha. A veces me aterra lo rápido que pasan los días en que solo me dedico a ver vídeos en el celular o revisando con poca profundidad las tareas. Puedo escuchar desde donde estoy a Petra botar toda su ropa en el suelo. Me río al verla pasar en ropa interior por mi cuarto, preguntándome si por casualidad no ha metido su top perlado con bonitas mangas anchas en alguno de mis cajones.

Son cerca de las siete de la noche, y mi amiga está un poco preocupada por encontrar esa prenda. Recuerda que solo se la ha puesto un par de veces. También, recuerdo lo bonito que le quedaba. Ese top tiene unos botones pequeños y brillantes, solo de decoración, en las mangas bajas.

A Petra Ral le gustan las cosas brillantes. Todo empezó con una pulserita que brillaba en la oscuridad.

—No creo que esté en mis cajones, pero eres libre de buscar por allí, excepto el tercero.

—¿El tercero? ¿ropa interior?

—Si. Aún me da vergüenza que lo veas.

—Okey, todos menos el tercero, todos menos el tercero —susurra para sí misma, pues ciertas cosas olvida al instante. Mientras revisa el primer cajón, ve algunas de las ropas que tengo guardadas allí. No uso todas. Tampoco es que tuviera tanta ropa, pero poseo mis prendas favoritas del día a día—. ¿Por qué no te pruebas esto para el día de hoy? —le escucho decirme mientras extiende hacia mí una falda corta. Yo estoy echada en la cama, con solo la bata de baño y el cabello húmedo.

—¿Y si hace frío?

—Tienes razón, primero la comodidad... Olvídalo, pruébatelo. Sé que te queda bonito.

Sigue buscando y, por supuesto, no halló allí lo que buscaba. Mientras está de espaldas, revisando su celular, me pongo ropa interior.

—¿Revisaste bien en tu cuarto?—. Le pregunto. Me coloco la falda que me dio hace un rato. Aunque ya es obvio, responde afirmativamente con la cabeza mientras se peina como puede. Yo me siento en el borde de la cama mientras me aplico una crema en el cabello para poder hacerlo más suave y poder peinarlo fácil. Sigue un poco húmedo y el de Petra también, aunque está por usar su secadora.

La verdad es que, mientras ella se estuvo bañando primero, me había puesto a buscar lo que podría ponerme. Debí decidirme durante la semana, pero como siempre, dejo las cosas a última hora. Lo único que cambia, de las ropas iniciales que escogí, es la falda. Me miro en el espejo largo de la habitación. 

Nada mal.

Petra termina de secar su cabello y finalmente, la veo pararse a buscar otra vez aquella prenda en su habitación. Mi celular suena y lo enciendo. Desde la mañana, he estado enviándome mensajes con Nanaba y poco después, con Farlan. Este último, acaba de responder a una de mis dudas.

"Yo estaré en el bar. Necesitamos hacer una práctica previa, aunque el hecho de que vendrás con Nanaba y tus amigos me tranquiliza." Leo para mí misma y sonrío, después de todo, me es inevitable emocionarme un poco.

Luego de escuchar un "¡Lo encontré!" tan fuerte y lleno de emoción, procedo a acercarme a la pequeña sala. En la mesilla frente a los sillones, Petra ha esparcido todo el maquillaje que traía en el estuche. Yo dejo los míos a un lado mientras visualizo cuál puedo probar. Pintarme los labios no será un problema, me veo bien con un labial puesto. Quizás lleve alguno en el bolso. El problema es a la hora de comer o beber algo, no tengo uno que dure veinticuatro horas. Me miro en uno de los espejos pequeños. Trato de no pensar las cosas demasiado mientras me pinto los labios y Petra se echa algo de crema en el rostro. 

Recibo un mensaje de Nanaba que pronto estará en mi casa y vendrá con Ymir. Me sorprendo bastante, entre más, mejor.

De un momento a otro siento el abrazo de Petra detrás mío, asustándome. Ella comienza a reírse bastante. Siento el frío de las pequeñas joyas que se colocó en la oreja, por mi cuello. Petra ya se encuentra completamente vestida.

—Petra, te vas a caer encima de todo el maquillaje —digo mientras sostengo con fuerza el labial que utilicé, con miedo de botarlo, debido al balanceo que me provoca todo el peso de mi amiga al lado mío.

—Venga, yo te maquillo los ojos y lo demás —pronuncia mientras me sostiene por las mejillas y se acomoda mejor a mi lado—. No tengo algo variado, pero haré lo que pueda con lo que tenga. 

Cierro los ojos, mientras escucho sus tacones resonar en el pasillo de aquí para allá y luego sus manos gélidas en mi cara, echando quién sabe qué en mi rostro. Hubo un momento en que se detuvo para abrir la puerta y escucho las risas de Gunther. 

Abrí un ojo, Gunther miraba minuciosamente lo que Petra había hecho en mi rostro y luego se giró a verla a ella y le hizo un signo de aprobación. 

Luego de unos minutos que parecen eternos, al parecer ya acaba, y siento que tengo un poco del estilo de Petra sobre mí. Es un sentimiento agradable. Nunca antes Petra me ha maquillado. Mi celular suena, estoy recibiendo una llamada, la cual es de la rubia. Corro hacia la ventana más próxima y la veo afuera del edificio junto con la morena y Mike. La saludo una vez que la veo pegando su celular a la oreja y mirando hacia arriba. Nanaba me hice una seña para que baje en ese instante.

—Gunther, bajemos. Petra ¿Estás lista? —pregunto al verla rebuscando algo en su pequeña cartera. Los dos salimos del apartamento, mirando a Petra desde el pasillo.

—Pensaba llevar mi celular, pero mejor lo dejo. —contesta, mientras quita su celular de su bolso y lo deja al lado de su estuche de maquillaje todo desordenado. Luego se acerca a pasos presurosos, cerrando la puerta—. Así que ustedes tendrán que tomar todas las fotos. Gunther tú tienes mejor cámara.

—Me gusta tu perfume —menciono mientras huelo de cerca a mi amigo mientras este comienza a presionar un botón del ascensor. Yo estoy detrás suyo. Él me mira como diciendo "¿Es enserio?".

—Me lo robé de la habitación de mi hermano —dice Gun poco después mientras se ve en los espejos del ascensor y acomoda su cabello con los dedos. Le miro incrédula y Petra comienza a reírse, alegando que se encuentra muy nerviosa, rodea mi brazo con el suyo, como es usual hasta que finalmente llegamos al primer piso y los tres caminamos hasta la puerta de salida. Allí se escucha la risa, de quien parece ser Ymir. De hecho, está muy diferente de como la vi en casa.

Sonrío una vez que Nanaba nos ve acercarnos a ella. 

Estoy por saludarla, pero siento su mano palmear mi muslo. Y a Petra también le hace lo mismo

—¿Y eso? —pregunta Petra sonrojándose un poco. Yo me quedo con la palabra de saludo en la boca.

—Es para la buena suerte, y nos divirtamos. —dice con cierto aire intelectual. Petra la observa atenta, como si considerara hacer eso en unas próximas salidas, luego saluda a Mike y yo también.

—En verdad, no. Nanaba solo quería tocar sus muslos —. Mike habla de repente y todos nos reímos a excepción de la rubia quien solo hace una mueca triste y exagerada, mirando a su novio y luego partiéndose de risa. Ymir niega con la cabeza, entonces Petra se le acerca para saludar, al igual que Gunther. 

Todos comenzamos a caminar hacia cierta esquina. Consideramos tomar dos autos, pero no queríamos ir separados. Mike sugiere caminar por algunas vías que usualmente están vacías. No me preocupo en absoluto, estar juntos y charlando se me hace más divertido. Además, Petra no deja de alabar el maquillaje de Nanaba. Confieso que me encanta de igual forma. Ymir tiene cierto aire oscuro en sus ropas, pero lucen tan bien en ella con los pequeños brillos bajo sus ojos, que apuesto a que Nana la maquilló. Estuvimos comentando entre nosotros lo tedioso que fue la semana anterior llena de prácticas. Ymir está muy a gusto diciéndonos que ella ya se encuentra de vacaciones. Gunther, por otro lado, anima a Mike para ir a practicar baloncesto por las noches con uno de sus grupos de amigos. 

Sin darnos cuenta, ya nos encontrábamos frente a las puertas del club nocturno, hay gente fuera conversando y otros que recién aparcan el auto en la otra esquina para poder ingresar. Nanaba agita una tarjeta con la que ha pagado la tarifa. 

—¡Ahí están! —. Escucho una voz familiar, es Isabel. Ella me toma de la mano saludándome y saludando rápidamente a todo el grupo—. ¡Vamos, vamos...!—exclama después adentrándonos a todos en el local. 

Mis ojos miran todo. Un ambiente lleno de luces. La entrada es larga y los guardias de seguridad, una vez adentro, no se ven tan temibles. Escucho a tanta gente hablar a la vez, y la música en los grandes reproductores en el ambiente cerrado, resuenan en mi cuerpo. Ver mis manos y que estas cambien de color dependiendo de la luz que pasa sobre mi piel... Miro a Petra, que sonríe mientras acomoda su cabello, acerca su rostro al mío y alza la voz para que pueda escucharla, "Me siento como en una película", dice tomando mis hombros. Isabel nos mira divertida cada cierto rato, mientras se despide, haciendo señas a una habitación que parecía estar lejos de todo este ambiente.

—Desearía ser grabada en todas estas luces —pronuncia después. Ymir finge hacer una cámara con sus dedos mientras mi amiga posa, siguiéndole el juego. Luego saca su celular y probablemente sube videos y fotos parta sus stories.

Gunther mueve la cabeza por la canción que suena ahora a todo volumen. Recuerdo el video que me mostró Erwin. Cosas pequeñas como lucir bien frente a la cámara... quiero ese poder, no soy tan fotogénica actualmente. El brazo de Gunther rodea mis hombros mientras me ofrece un pequeño vaso de licor. Me burlo de él por la mueca extraña que tiene en la cara y la forma en la que baja y sube las cejas rápidamente.

—¿Dónde está la barra? —le pregunto directamente al oído mientras tomo con los dedos lo que me entrega y lo llevo a mi boca para beber de un solo trago.

—Justo allá, donde acaba de ir corriendo Nanaba —me grita de vuelta cerca a la oreja. Río al verla. Con una seña, hice que Petra e Ymir me siguieran para no perdernos entre tanta gente. La música animada me incita a bailar, aunque al llegar a la barra, solo estoy apoyada en ella para proceder a sentarme un rato.

El código de vestimenta fue claro. Lo supuse cuando hace unos días vi a Farlan e Isabel bien vestidos. Mi mano palpa mi falda oscura, por si se ha arrugado o se a alzado un poco más de lo necesario. Por alguna razón no tengo frío en las piernas. La mayoría de chicas utiliza este mismo estilo, y lo que más lucen son sus clavículas, teniendo los más característicos escotes o transparencias. Siento mi garganta calentarse cuando tomo al fin, un segundo chupito de licor. Nanaba está abrazada en la barra, la gente baila en todos lados. Gunther, con una copa en la mano, comienza a moverse, sintiendo la música. Yo le miro balanceándome en el asiento.

—Quiero bailar también —confiesa Petra mirándome y tomando suavemente mi brazo. Nanaba recibe una bebida azul con una sonrisa. Le pido al bartender uno igual, por mi curiosidad—. Necesito un poquitín de ayuda —dice mi amiga antes de tomar de golpe de una copa.

—¡Petra Ral...! —grito riéndome al saber que no me escuchará si hablo en un tono bajo entre tanta música que me revuelve hasta los huesos.

—¡No beberé tanto! —dice antes de pararse y ponerse a bailar cerca de Gunther. Suelto unas carcajadas al ver el sentido gracioso que tomaba su baile. Saco mi celular y grabo un poco de ello, para después tomarle una foto a Nanaba, Mike e Ymir que alzan su primera copa de la noche, con grandes sonrisas. Cuando recibo la mía, al tomar un sorbo, me di cuenta de lo dulce que me sabe. Nanaba me habla, no entiendo mucho de lo que dice, pero ella luce tan feliz que le respondo con una sonrisa.

De pronto la música baja de volumen y para cuando miré al frente, en un estrado, se encontraba una chica rubia, bajita, de apariencia ruda, la cual empezó a tocar la guitarra y luego todo volvió con más fuerza. Un cover de una canción conocida, que hace algunos años solía tararear y nunca supe el nombre. Se acerca a un rock, pero uno tan bailable que todos los que me rodean parecen alocarse. 

—Su voz es perfecta para ese estilo de música —me dice Ymir de la nada. Petra se acerca a nosotras con Gunther del brazo

—Quiero escuchar a Isabel cantar —Nanaba come la fruta que se usó de decoración en su cóctel. Ymir mira atentamente las bebidas de cada uno, examinándolas.

Luego de unos minutos, nos movimos hacia uno de los asientos que había en fondo, cerca a unas pequeñas mesas de vidrio. En el trayecto, veo a Isabel pasar a mi lado, y detrás de ella,  Farlan Church, sujetando su guitarra.

Lo miro y saludo con la mano. Me sonríe de vuelta, sé que dijo algo, pero por la música no logré escuchar bien. Después de él, le siguieron ambos chicos que he visto por videollamada. Uno de ellos giró a ver en la dirección en la misma dirección que Farlan, encontrando mi mirada.

—¡Tu bebida esta...! —Petra brilla de felicidad. Al parecer estuvo tomando un poco de la bebida azul que tenía y no he terminado.

—¿Blue lagoon? —pregunta Nanaba, probando un sorbo—. No, creo que es otro —se corrige a sí misma después—. Igual está bastante bueno. Me pediré dos.

De un momento a otro ya no veo a Gunther ni a Mike, por lo que le pregunté aquello a la rubia y resulta que ella los mandó a pedir más bebidas. Ymir al parecer había ido a los baños, ya que llega de otra dirección, sentándose al lado de Petra.

—Ya van a tocar.

—¿Farlan? ¿Isabel? ¿Cómo sabes? —La de cabellos naranjas estaba expectante mirando el estrado, del que baja la anterior chica rubia.

La mujer rubia choca puños con uno de los integrantes de la banda de Isabel. Entonces supuse que se conocían entre todos. Petra exclamó "¡Y ahí están!", luego se apoya en el hombro de Ymir, quien está fumando un cigarrillo.

—¡Oh! ¡¿Los conocen?! —grita Ymir, suena muy graciosa, Petra comienza a reír.

—Solo al chico rubio y a la chica.

Yo sigo de pie cuando, de repente, Farlan comienza a tocar el bajo en compañía del chico, al que conocen como Eren. Fue una intro muy alentadora y me siento ansiosa por saber cómo todo se desenvolverá. Me considero muy amante de la música y la electricidad que suele provocar en todo mi cuerpo. La verdad, me alegra saber las pasiones de otras personas.

A algunos les gusta pintar.
Y otros son, terriblemente buenos tocando instrumentos.
Cada uno tiene una forma de expresar su arte.

Y por ello, son geniales.

Cierro mis ojos, sintiendo la música cuando una voz fuerte, pero muy limpia y aterciopelada hace aparición para el deleite de mis oídos. Recordé entonces, los carteles vistosos que estaban en la puerta de entrada al club: Noche de música retro.

Su estilo divagaba en las ondas de los años setentas y me hacían sentir amenoia. En algún momento, mi mente imaginó cómo sería un club en esos años. La voz de Isabel es preciosa, su leve giro en rock, pero uno muy suave, me encantaba en su totalidad. Era animada, y me parecía escuchar una voz masculina en ciertas partes del coro.

Quizás el baterista...

Parezco hipnotizada en su música. Sentí que, por un instante, éramos ellos y solo nosotros. Mike llega con Gunther, con una pequeña bandeja, donde traen nuestras bebidas. Bebo la mía de forma rápida, mientras mi mejor amigo me habla al oído, recién enterándose que Farlan y su grupo estaban tocando.

Le han dado una nueva vibra al lugar. No puedo imaginar que ellos antes me hubiesen dicho que solo era un hobbie que disfrutaban hacer los fines de semana, porque tocan mucho mejor de lo que imaginé.

Mike saca a Nanaba a bailar entre el montón de gente. Ymir se burla amistosamente de la rubia, mientras Petra sigue apoyada en la morena. Gunther resulta bailando conmigo, juntándonos cada cierto tanto con la pareja de rubios. Las fiestas nunca me han parecido tan atractivas, hasta este año.

Siempre ocurría algo nuevo. A veces era espectadora, y otras veces protagonista.

Cuando vuelvo a sentarme, Petra e Ymir  fueron a la pista de baile. Mi amiga deja su bolso, así que me quedo a cuidarlo mientras paso los dedos por mi cabello. Isabel va por una segunda canción, un poco más rockera. Sin embargo, esta parece una canción original.

Me gusta ver a mis amigos divertirse, porque siento que yo también me divierto. Suena solitario si yo me lo digo. Pero así ha sido desde siempre. Estoy sentada, rodeada de las cosas que alguna vez ellos estuvieron sosteniendo, los vasos, copas, un celular y pequeño bolso. Sin embargo, ellos no están aquí, sino más allá, disfrutando de las canciones. Verlos sonreír y sus cabellos moverse junto con ellos, me provoca algo indescriptible. Protagonistas de su propio universo.

Cuando la canción termina, aplaudo con todas mis fuerzas aunque de seguro no me van a ver ni escuchar por todo el bullicio y demás.

De nuevo, volvió a la música en mezcla, donde colocan una canción que me recuerda inevitablemente a los sucesos en la casa de Hanji, el día de su cumpleaños. La canción que había puesto en la rockola, sin saber que Levi iba a colocar la moneda por mí.

Tomo un trago. Será pesado quitarme de la cabeza a mi amor no correspondido. Supongo que los efectos del alcohol atacan mi mente desde muy temprano... Porque no hallo razón alguna como para pensar en eso, en estos momentos. Se supone que vine aquí a despejar la mente como en aquellas películas. Tampoco me siento ebria.

Es un poco difícil para mí quedar ebria. Han sido pocas veces en las que he bebido. Tal vez algunas veces usaba el alcohol como excusa para animarme un poco. No sé cómo las personas pueden ahogar penas con eso o es que no lo hago de forma correcta. No se me hace adictivo, tampoco suprime nada. Beber bastante solo me provoca sueño. Y el sueño no ayuda mucho, solo ciertas veces.

Sin embargo, por el momento, me encuentro estable, pero igual de pensativa como en las últimas semanas.

Existen momentos en que el mundo parece detenerse. O eso es lo que creo cuando veo una figura conocida que camina entre la gente. Los cabellos oscuros. Tiene que ser una especie de broma.

Me levanto de mi asiento, como si eso me ayudara a confirmar si aquel hombre que camina en otra dirección es Levi Ackerman. Aunque me alivia saber que solo es otro chico con el estilo algo parecido, algo dentro mío duele. Me siento mal por mí misma al seguir buscándolo con la mirada, cuando no debo buscar a nadie más.

—¿A dónde vas? —pregunta Gun, rodeándome con el brazo. Él tiene una sonrisa tonta, está despeinado y al parecer una chica trata de acercarse a él, y él, ni se da cuenta. Le hice una seña e inventando una excusa, finalmente hablo:

—Voy a la barra, regreso en un rato.

Por cada minuto que pasa, el lugar parece más lleno y es más difícil caminar sin evitar pegarse con otros en ciertos puntos de la pista de baile. De todas formas y como es de esperar, en algún punto choco con alguien y volteo a verlo por instinto, susurrando un "disculpa" que no iba a escuchar debido a la música, pero me iba a ahorrar la vergüenza. Sus ojos verdes me miran fijamente para luego saludar en voz alta. No lo reconozco al principio debido a la conmoción, pero luego sí. Es Eren. Nunca he hablado con él, pero me parece descortés no contestar al saludo.

Ambos llegamos a la barra. Él tiene los cabellos largos, amarrados en un moño, que ahora luce despeinado. No hubo necesidad de presentarnos mutuamente cuando él me señala y dice mi nombre. Yo imité esa acción, diciendo su nombre también, lo que me provoca una risa suave y miro a otro lado.

—¿No bebes? —me pregunta cuando me ve recibir un simple cóctel con bajo porcentaje de alcohol. Eren sostiene un gran vaso de cerveza. Me recuerda a los documentales de las ferias alemanas.

—No quiero embriagarme tan temprano —respondo—. Por cierto, tocaron increíble. Farlan nunca me comento lo genial que sonaban, el dice...

—"Solo es para pasar el tiempo"—contesta, completando lo que iba a decir. Me río por eso y asiento, tomando un sorbo.

—Exacto. Eso mismo —digo aún con la sonrisa en la cara.

—No le creas—dice señalándome. Suelto una carcajada y él parece más relajado, esboza media sonrisa mientras mira a otro lado, acariciándose el cuello—, son meses de práctica para esa canción. A Isabel le gusta crear letras y Farlan la anima bastante —habla mientras toma de su vaso. Al final, termino por pedir otro cóctel más fuerte—. Y gracias.

Dicho lo último, incluso parece seductor. Sus dedos repiquetearon en la barra. De pronto, una nueva canción comienza a sonar bastante fuerte.

—Oh, me la sé —digo para mí misma, emocionándome un poco.

—¿Easy Lover? —mencionó mientras pedía otro licor.

Lo miro un poco sorprendida de que me haya escuchado con todo el ruido.

—¡Sí! Es una de mis favoritas. Aunque nunca logré identificarme con la letra, claro.

—Nunca he conocido a una mujer como la que describe la canción, asi que estoy en tu posición también —Eren sonrió, bebiendo un segundo trago. Yo ya había acabado mi cóctel.

Entonces pido otro porque me ha gustado bastante. Puedo sentir el leve mareo.

Ella es una amante fácil —canté.

Ella robará tu corazón, pero no lo sentirás —El castaño me siguió la canción mientras movia los hombros.

Continuamos cantando un buen rato y entre bebida y bebida, me confiesa que no es tan amante del baile, pero si así lo fuera, entonces me hubiera sacado a bailar. Él no sonríe mucho, pero parece aguantar la risa cada ciertos ratos. Tiene unas cejas pronunciadas que lo hacen lucir serio, pero en su mayoría lucen relajadas. La conversación fluye de forma simple. Es fácil para conversar, como si estuviera acostumbrado a hablar con extraños y manejar la situación.

Eren es un gran bebedor. O esa es la conclusión que puedo sacar de él al no terminar de contar las veces en que pide un vaso nuevo. Por mi parte, puedo decir que ya me encuentro mareada. Solo un poco. Una vez que lo veo bastante ebrio, comienza a sonreír más. Sus mejillas se ponen rojas y cubre sus labios mientras ríe.

—Hmm, ya sé a quien le caería bien la canción "Easy Lover" —musita cerca mío.

A lo mejor, parece un pequeño secreto.

—¿Ah, sí? —indago mientras pestañeo varias veces y toco su hombro. Parece que caeré en cualquier momento, pero solo trato de acostumbrarme.

—A Jean.

—¿Jean? —. Inclino la cabeza de lado. Luego recuerdo que ese es el nombre del baterista. Sonrío internamente.

—Sí, casi todas sus relaciones fueron con ese tipo de mujeres. Se la voy a dedicar —bromeó.

—Una pena —. Acomodo mi cabello que tengo cerca de la cara, colocándolo detrás de mis oreja— Apuesto a que es un sol.

El chico ríe de forma sonora. Es ese tipo de personas ebrias que suelen reír bastante. Me recuerda a la escuela media, solo un poco. Aunque él en un inicio lucia más reservado. Mi mirada se pierde en querer tocar su cabello solo porque es largo. Bueno, yo también estoy ebria, pero no sé que tipo soy. De pronto olvido en lo que estaba pensando antes, hasta que siento una mano en mi hombro.

—Aquí estás —. Escucho la voz de Farlan. Lo miro y abro bastante los ojos, mientras exclamo su nombre. No he hablado con él todo el fin de semana y hoy, por fin, está frente mío— ¿Eren? Oh, dejaste que tomara demasiado.

—Sí,... sí, Eren tomó.... demasiado. Fue gracioso.

El castaño de ojos verdes está con la cabeza pegada a la barra y saluda con la mano, procediendo a cerrar los ojos.

—Y tú también estás ebria —. El rubio me mira comprensivamente, colocando una mano en mi frente. Sus dedos están fríos y yo me siento arder internamente producto del alcohol—. Heh, no me mires así —pronuncia después.

—¿Así? ¿Así cómo? —digo, cerrando los ojos un rato para ver si el pequeño dolor de cabeza baja un poco, cosa que sí se logra.

Escucho su risa, luego la voz de otro hombre llamándolo. Abro mis ojos otra vez, encontrándome con Jean, quien parece un tanto enfadado al ver a Eren a punto de dormir sobre la barra. Lo miro y por alguna razón sonrío al recordar lo que Eren mencionó antes. Jean mira hacia otro lado mientras saluda. Parece un poco apenado.

No obstante, ya son dos personas que conozco y hacen lo mismo. Eren también miraba hacia otro lado en ciertas partes de la conversación que mantuvimos.

—Oh, siempre hacen eso.

—¿Qué cosa? —pregunta, sentándose a mi lado. Jean ayuda a Eren, quien sí se puede poner de pie, pero parece divertirse molestando al otro chico.

—Miran a otro lado cuando les hablo, o me rio ¿tengo algo en los dientes? —bromeo mientras toco su mano, que aún sigue en mi frente.

Farlan deja salir una carcajada que asusta a Jean, quien ya está caminando con Eren hasta donde se encuentra mi grupo de amigos. Allí veo a Petra, hablando con Ymir de forma entusiasta. Nanaba y Mike están por otro lado de la barra en lo que parece una competencia del mejor bebedor. Gunther hablaba con una muchacha que desconozco y con Isabel.

—No tienes nada de malo. Es que estás más guapa de lo normal —soltó de repente.

Siento mi rostro calentarse más de la cuenta. Farlan está ebrio, no me percaté antes, huele muy fuerte al licor que suele preferir Gunther. ¡De seguro él le ofreció! No obstante, el rubio parece tener sus momentos de lucidez. Aún así, pestañea bastante como yo y toca su cabeza a cada rato.

—Las cosas que dices, Farlan...

Él comienza a apenarse también. En algún punto, la música resuena bastante en mí, que con todo el licor en la sangre, siento que lo voy a botar.

—¿Quieres ir a tomar...?

—Tomar no, por favor, o lo botaré todo.

—Tomar aire.

—Oh, eso sí. Llévame. —Extendí los brazos, que él tomo para bajarme del asiento alto y poder caminar con él.

Toma mi mano, guiándome entre las multitudes. Veo casi todo borroso, o es que se mueven muy rápido. Río ante esa tonta idea. Saludo a Petra, y ella me hace un signo de aprobación. Entrecierro los ojos al verla tan alegre. Algo me dice que ha tomado tanto o más que yo. Al menos está a lado de Ymir, quien luce más sobria que cualquiera de nosotros en ese estado.

Farlan abre una puerta, que parece ser la trasera, ya que no recuerdo que así fuese la entrada principal. Aprieto su mano al percatarme que él es el único que la sujeta. Apresuro mi paso y quedo a su lado, en vez de estar detrás suyo. Él no suelta mi mano para nada y posiblemente está pensando en ello. A mí no me molesta. De hecho, creo que caeré si me suelta.

Afuera casi no se escucha la música. Está más silencioso y solo se oyen los carros pasar. En el reloj del rubio son cerca de la una y media. Y no puedo creerlo. Opto por sentarme en el borde de la vereda que da a una ciclovía. El viento gélido nocturno se siente de golpe en mis piernas; lo veo perfecto, pues siento que me sofoco.

Farlan se sienta conmigo y  de repente suelta mi mano para sacar algo de uno de los bolsillos de su casaca.

Un paquete de pequeños chocolates. Tomo uno de los que me ofrece, en un acuerdo silencioso.

—Dentro, todos parecen divertirse—. Miro las luces amarillas de los faroles, uno a cada lado de nosotros.

—¿Tú no te diviertes? —me pregunta, mirándome de frente.

—No, yo me divierto. Pero una vez que termina, me siento más sola de lo que ya me sentía antes de ir... No sé como... explicarlo.

Los carros y sus luces cálidas pasan de a pocos en la carretera que se ve lejos. Somos los dos, viendo el pasar de los vehículos.

—A todos nos gustan los placeres efímeros. Al final, terminan haciéndonos daño de alguna u otra forma—. Farlan se quita la casaca—. Cuando toco el bajo, frente a varias personas, solo el hecho de saber que me escuchan me hacen sentir acompañado en esos minutos. Sin embargo, siempre regreso solo a casa.

Me mareo nuevamente. A veces todo da vueltas y sonrío. No me gusta experimentar ese tipo de soledad. No estoy sola. Tengo un corazón roto, amigos que me quieren y estiman, me hacen reír, y luego...

La cabeza me duele otra vez, Farlan me toma de la mano, lo miro y el observa hacia otra parte. ¿Por qué hace eso? Me inclino mucho hacia él.

Mis labios tocan su mejilla. El rubio voltea a verme como si no se hubiese esperado aquello. Parece que iba a decir algo más, pero por alguna razón no quiero escucharlo y le planto un beso demasiado cerca de los labios sin querer.

—Me gustas. Bastante.

Me toma desprevenida. Pero él parece haber practicado tantas veces, que su voz sonó como las otras veces. Sin temblores, casi imperceptible, como siempre me gusta escucharlo. No sé si me iba a arrepentir de esto. Mi mente no piensa en nada más que lo que sucede ahora y mis sentimientos siguen intactos. No cambia nada para mí, porque sigo siendo la misma chica que sigue enamorada de Levi Ackerman y que trata, como puede, superar ese hecho. Siento que mi corazón palpita fuerte y no sé qué hacer.

—No... creo que vaya a superarlo por un buen tiempo... Lo siento. No sé lo que hago, solo balbuceo y...

Estoy segura que él sabe a quien me refiero. Pero la mente me da vueltas y el aire nocturno no puede aliviarme.

Entonces, su otra mano sostuvo mi mejilla. Trato de mirarlo a los ojos, pero su rostro luce tan borroso que creí que comenzaría a llorar por cualquier razón. Su pulgar acaricia mi mejilla mientras susurra que todo estará bien, que nunca había esperado a alguien.

Pero me esperaría a mi.

Entonces, me besó.


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⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱

¡Hola, hola!

Este es uno de los capítulos más largos, espero que les haya gustado. Hay nuevos personajes que van a implementarse en el día a día de nuestra protagonista. Algo que me gustaría resaltar es el hecho de que me gusta mucho darle espacio al personaje principal luego de una decepción amorosa.

También, editando este capítulo y leyendo la anterior nota de autor, me di cuenta que también lo publiqué por estas fechas hace 2 años, y que estaba super mal anímicamente JAJBSDA

¿Que les pareció el capítulo? Nos leemos el viernes. Cuídense mucho <3

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