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𝐎𝟏 | 𝐋𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐒𝐀𝐒 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀𝐒 𝐒𝐄 𝐌𝐈𝐑𝐀𝐍 𝐃𝐄𝐒𝐃𝐄 𝐋𝐄𝐉𝐎𝐒


 ❝ las cosas bellas se miran desde lejos 


A veces, el comienzo de algo siempre te obsequia una sensación de emoción cosquilleante con una ligera dosis de miedo, pero siempre prevalece esa pequeña felicidad encontrada en cada detalle de ese principio. Así es cómo me siento ahora. Nunca me acostumbro a esa emoción no importa cuantas primeras veces existan para cada cosa.

Veo una última vez el número de aula de estudio que me tocó, y estoy casi tan segura que es el pase a la puerta de enfrente. En ella tiene inscrito el número trescientos tres en una placa de metal pegada a la madera, justo como dice mi papel. Suspiro, aunque, para ser temprano está más silencioso de lo normal. Guardé el papel en el bolsillo.

Ni tengo idea del por qué tiemblo. No es el primer día de clases, ni el último. Tampoco soy nueva en este lugar, pues sobreviví al primer y segundo ciclo. Lo único que cambia aquí es el salón de clases. El nacimiento del sol a través de las ventanas del pasillo comienza a iluminar el suelo. Poco a poco comprendí que me siento así de nerviosa porque estoy sola. Mi mejor amiga estará en otro salón, diferente al mío debido a nuestros cursos electivos y nos veremos muchas veces menos que en los ciclos pasados. Mientras vacilaba en girar la manija al posar mis manos sobre el picaporte, una figura femenina sorprendentemente silenciosa, alta y delgada roza mi mano, la cual quité rápidamente en un reflejo involuntario.

En instantes, escucho una risilla conocida.

Es una chica de cabellos marrones, desordenados de forma espectacular y con lentes. Instantáneamente me di cuenta de quien es.

Hanji Zoe es una de las chicas más inteligentes de esta universidad. Tiene los mejores promedios en la carrera que cursa y una vez que te das cuenta de su presencia, es imposible no verla en todos lados. Siempre me dio la impresión de ser alguien particularmente interesante, y nunca había tenido—hasta ahora—la oportunidad de hablarle, puesto a que pertenece a ese tipo de grupo inalcanzable, por no decir del tercio superior, que son lo mejor de lo mejor de aquí. Ella es una mujer encantadora y con una personalidad graciosa, según lo que me han dicho y he presenciado de casualidad cuando nos tocaba el mismo salón, al cursar electivos juntas.

Al comienzo me miró con extrañeza, alzando las cejas. Pero de un momento a otro, el atisbo de una sonrisa, se transformó en una completa y bastante bonita, luego de pocos segundos comenzó a hablar casi arrastrando las palabras. Parece emocionada. Sonreí.

—¡Oh! ¿Ya te inscribiste? ¡Genial, gente nueva! —exclama con cierta alegría en los ojos.

No tenía otra cosa en qué pensar, más que el por qué dijo "Inscribiste". Ella abrió la puerta en su totalidad e ingresó primero, lo que me dio la confianza de seguir tras sus pasos.

El aula es maravillosa, de hecho, los grandes ventanales que llegan casi al borde del techo y al inicio del suelo, le dan claridad al lugar. Las paredes puramente blancas, grandes ventanales, lienzos y pinturas, pisos limpios, unas esculturas y súper espacioso...

Un momento. ¿Lienzos y pinturas? Oh, mierda, no puede ser. Este es el salón destinado al club electivo de artes plásticas. ¿Se equivocaron al darme el número de aula?

—¡¿Este es el salón trescientos tres?! —pregunto

—Por supuesto. Es el área de arte. ¡Aquí están las inscripciones! 

Hanji luce tan feliz mostrando algunos papeles a medio llenar; se coloca los lentes en el cabello mientras sostiene un bolígrafo. El salón está, para mi suerte, vacío, ya que es temprano todavía.

—Pero yo estaba buscando el salón de contabilidad y administración —susurro para mí misma.

¿Cómo pude perderme siendo ya old aquí? Bueno, es decir, no es que cuando llegué aquí me puse a explorar todo el lugar para no perderme, sino, iba específicamente a lugares donde me decían y nunca me tomé la molestia de pasearme por todos los edificios dentro.

Ahora me arrepiento de no haberle hecho el más mínimo caso a Petra cuando me mencionó sobre explorar todo este lugar.

—Entonces debes estar buscando el trescientos ocho—. Hanji me escuchó y contestó. Se tocó la barbilla con los dedos y luego su mano tomó el papel que saqué de mi bolsillo.—Si, efectivamente, aquí dice trescientos ocho —menciona sin despegar la mirada del papel.

Era la primera vez que pedía de todo corazón que me partiera un rayo ahí mismo y que, para la próxima, lleve una captura del celular en vez de un escrito. De seguro Zoe debe pensar que soy una idiota, aunque se ve inusualmente tranquila.

Agradecí y retrocedí dos pasos para no pisar algunas telas que están regadas en el suelo. Mi cuerpo chocó con algo detrás mío y casi hago caer unas pinturas en tarro que están en una mesita al lado, si no fuera por la persona con la cual choqué, quien las agarró al instante y levemente me empujó hacia adelante para que no me cayera.

—Lo siento—musité. Hasta este punto, ya no tengo ganas para nada y me sentía muy perdida, además, probablemente llegue con minutos de retraso a mi clase. Levanté mi vista, y no supe si sentirme feliz o llorar de la vergüenza.

Esos ojos ensombrecidos, cabello que se ve muy oscuro junto a la palidez de su piel, nariz recta y algo delgado. Simple y maravillosamente, Levi Ackerman, el chico del club de arte y amigo de Hanji Zoe.

Mi corazón comenzó a latir muy rápido. Y él me vio por segundo y luego hizo como si no me hubiese notado. Alguna pequeña cosa que sabía sobre él es que no suele agradarle el contacto físico. Y yo rompí esa regla indirectamente, sin querer.

Su filosa mirada se posa frívolamente en Hanji. Me disculpe de nuevo, y él solo está a punto de entablar una conversación con Hanji. Salí del aula de arte, cerrando despacio la puerta a mi paso.

Me siento tonta. Porque tengo una sonrisa imborrable. Porque él no me había volteado a ver siquiera, él no me correspondería nunca. Es fácil de explicar. Llevo poco más de un año fijándome en él, por no decir enamorada de él. Es la primera vez que lo he visto, en ese sentido, de cerca. Y aunque no me habló, no me respondió, hay algo dentro mío que me dice que era su indiferencia lo que me proporciona felicidad. Pero intuyo, desde siempre, que no debe ser así.

Después de un recorrido, encontré el aula que buscaba desde el comienzo y entré sin dudas. Como pensé, llego tarde, recibí algunas miradas y luego el profesor seguía con la presentación, pero desde luego no importó. Me senté al lado de una chica que parece de mi edad y empecé a escribir algunos apuntes de clase que me servirían para poder revisar después.

En el pequeño espacio entre clases, releía El Perfume, uno de mis libros favoritos, hasta que sentí una palmada suave en mi espalda que casi me hace saltar. Es Gunther, uno de mis amigos conseguidos acá en la universidad y, la verdad, es que desde el primer día me cayó muy bien.

—¿Qué haces aquí con la cara triste, eh? Vamos a comer en la cafetería, tengo hambre.

—No traje dinero, no te voy a acompañar para solo verte tragar—cerré mi libro y lo guardé en mi mochila. Él tiene una sonrisa, y me mira como si supiera lo que en verdad busco.

—Te invito algo por allá.

Me levanté rápido ante su carcajada sonora. Bueno, uno no puede negarse a la comida. Mientras caminábamos por el pasillo de la facultad de ciencias económicas, vi a una chica de cabellera naranja.

Petra viene a nuestra dirección caminando con prisa, y todo parecía en cámara lenta, veía como Gunther se hacía a un lado y yo, con mis lerdas reacciones, no alcancé a esquivar el pesado cuerpo de la de cabello casi naranja, que casi siempre tiene la manía de abrazar con fuerza a la gente que conoce, de un modo adorablemente peligroso. Recién llega a la universidad, pues su clase de hoy empieza dos horas después que la mía. Que buen horario.

—¡______! —saluda. Mira a Gunther y se ríe.

—Petra, estás pesada —respondo con dificultad.

Petra y yo somos mejores amigas desde la infancia. ¡Qué no hacíamos juntas! Recuerdo muchas cosas, desde que jugábamos en el barro frente a la escuela, hasta del día en que nos tiramos en la piscina limpia del vecino extraño, ebrio casi todas las horas a la semana y ricachón que nos tildaba de niñas apestosas.

Nuestras madres nos solían regañar mucho, por ejemplo, cuando teníamos 11 años y jugábamos a la peluquería y casi la dejo pelada por culpa de mi mano temblorosa con la tijera.

Ella es la mejor y siempre ha estado—y está—allí para mí. Sin duda no la cambiaría por nada.

Me he quedado divagando yo sola tanto tiempo que, cuando volví en mí, ya nos encontrábamos en sentados frente a una mesa y con alguno que otro postre y bebidas. Tomé un sorbo de la bebida que está frente mío.

—Todas las chicas parecen estar enamoradas de Levi Ackerman.

Casi escupo mi café. Petra dijo lo anterior y frunce el ceño para después se ríe de mí.  Ay Petra, si supieras que al frente tuyo está una de esas chicas. Tomé otro sorbo mientras mi amiga revisa su celular y contesta algunos mensajes. Noté que detrás de ella pasa el rey de roma junto con su grupo de amigos, llamando la atención de los nuevos con sus risas y conversaciones en voz alta. Ellos son muy aclamados por sus habilidades y buenos promedios.

Para cuando ellos se alejaron a sentarse cerca a la última mesa, Petra continuó:

—La mayoría de ese grupo resalta porque son buenos en algo. Levi solo es bueno rechazando mujeres.

Ella ahora sí parece levemente enfadada. Reí ante su comentario. Que en parte es cierto, la mayoría de aquí no sabe qué es exactamente lo que hace de interesante al Ackerman, muy alejado de lo que conlleva su carrera universitaria.

¿Tal vez su apellido? Que demandaba fuerza real.

¿Tal vez su mirada? Fría y cortante.

He olvidado que nadie, solo sus amigos y yo, de casualidad, sabe que él es el miembro brillante del club de arte. Mis pensamientos van hasta ese día, cuando entré por error a la antigua sala de arte y lo vi manipulando el pincel con destreza, pintando a un rostro femenino muy hermoso en escala de grises.

Él no se dio cuenta de mi presencia, por ello lo podía observar con sus reacciones naturales sin que él se sienta incómodo o molesto con que alguien lo viera.

Desde ese día he comprendido que, a él, solo a él, se le podía observar desde lejos.



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⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱

Algo que me generaba conflicto en los primeros capítulos, por lo menos hasta el 7-8, es que no tenían mucha descripción básica para poder entender el escenario. Con algunas reformulaciones de palabras, para no realizar un cambio tan abrupto, creo que logré mejorar un poco ¿ 

Aún recuerdo la tinta de lapicero negra con la que escribí este capitulo en un cuaderno, y al lado, el final de la historia. ¿Cierto que aún tengo pendiente mostrarles ese cuadernito? Crearé un nuevo libro en wattpad para mostrarles las imágenes <3

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