💚𝟎𝟎 || 𝐈𝐧𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞💚
Fondo blanco recomendado para la lectura.
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📅𝟐 𝐝𝐞 𝐅𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟑
📍𝐑𝐨𝐦𝐚, 𝐈𝐭𝐚𝐥𝐢𝐚.
Aeropuerto Internacional Leonardo Da Vinci
Supe que la suerte no estaría de mi lado desde el momento en el que me desperté.
Llámame loca si quieres, pero definitivamente el espantoso día que estaba teniendo no tenía ninguna otra explicación más que mala suerte o algún hechizo. No soy supersticiosa ni nada parecido y sé que eventualmente todos tenemos un día malo, pero estoy segura que no al nivel de casi ser un capítulo épico de Viernes 13 ¹.
Verás, se suponía mi último día en Italia estaba meticulosamente cubierto. Desde la rutina de entrenamiento, la sesión de fotos con la marca de ropa deportiva con quien estaba colaborando, el almuerzo con una vieja amiga del instituto, la entrevista en un canal deportivo local hasta el momento en el que abordaría mi vuelo. No había margen de error en una agenda perfectamente planeada ¿verdad? Pues lamento informarte que me equivoqué y lo que debía ser un buen día, fue el día más horrible en la historia de días malos.
Ni bien abrí los ojos, el desastre ya había empezado y decidió hacerlo con la alarma. Y no, no me refiero al sonido de la alarma o algo parecido, créeme, hubiese sido muchísimo mejor si ese hubiese sido el caso, aunque probablemente no estaríamos aquí o tal vez sí, pero en otras circunstancias por supuesto... espera, me estoy desviando del tema principal, volvamos a lo importante. La cosa aquí es, que la alarma ni siquiera sonó. Pero no creas que solo fue la alarma y nada más. De ser así, no estaría quejándome... bueno, probablemente si lo hiciera, pero solo por temas de puntualidad. Ya sabes, chica estrictamente organizada y todo eso... ay no, estoy divagando otra vez, como sea, el punto es que, el retraso de la alarma solo fue el comienzo de un día desastroso que convirtió mi día perfectamente estructurado, en un caos. El problema con la alarma, desencadenó un retraso importante de una hora y media después de lo estipulado y eso porque el celular tenía sonido y alguna notificación logró sacarme del mundo de la inconsciencia a rastras. Inmediatamente cuando me di cuenta de lo sucedido, salté de la cama -literalmente- y corrí al baño a ducharme y hacer mi rutina diaria antes de salir del hotel, pasar por una cafetería para tomar algo ligero antes de entrenar y luego fui directo al gimnasio donde durante la sesión de entrenamiento casi acabo en el hospital por culpa de una mancuerna que estuvo a nada de caerme en uno de mis pies y de no ser por el entrenador, me habría caído de la cinta para correr. Si crees que eso fue suficiente, déjame decirte que al universo no le pareció así porque de regreso al hotel me perdí y tardé media hora antes de encontrar el camino correcto. ¿A dónde vas? No he terminado, lo siguiente fue el servicio a la habitación, apenas llegué a mi habitación, solicité el servicio y me topé con la sorpresa de que estaban retrasados con los pedidos y hubo un enorme desastre en la cocina que tenía a los huéspedes disgustados.
Mi único confort para esa situación fue que al menos no solo estaba pasándome a mí, sino a todos los huéspedes, pero eso no evitó que mi mal humor aumentase. Me armé de paciencia y luego de ducharme, arreglarme y vestirme, pasé por la misma cafetería de más temprano donde desayuné algo ligero antes de irme a la sesión de fotos.
Afortunadamente durante el desayuno no hubo ningún percance, pero la buena racha acabó tan pronto como me informaron que el servicio de taxi del hotel no estaba en funcionamiento y me tocó pedir un uber, el conductor fue muy agradable y el viaje habría sido fantástico sino nos hubiésemos quedado atrapados en el tráfico. Un accidente automovilístico dejó el tráfico de Roma un asco y tardé más de una hora y media en llegar al set, luego de la sesión -que se prolongó más de lo esperado- tuve que esperar media hora más a que pudiésemos llegar al restaurant en el que había quedado en visitar con Fiorella, quien apenas y tuvo tiempo para despedirse de mí porque su trabajo la esperaba y acabé almorzando sola.
Supongo que ya te vas haciendo una idea de lo mal que continuó mi día, porque esperé más de dos horas en el lugar donde haría la entrevista para que me informasen que iban a tener que posponerla para después.
Afortunadamente llegué al aeropuerto a tiempo para tomar mi vuelo ¿Pero adivina qué? Vamos, no seas flojo, piensa un poquito. Si pensaste en que perdí el vuelo, estás en lo cierto y acabas de ganarte una lavadora, una licuadora y un equipo de sonido, por favor, contáctate con el número 55555- buena suerte la próxima y reclama tu pedido.
Pero oye, no perdí el vuelo por culpa de mi desastroso día, no... bueno, no literalmente. Resulta que hubo un problema con la aerolínea y ahora están trabajando para colocarnos en el siguiente vuelo con una de las aerolíneas asociadas. Mi vuelo no sale hasta dentro de dos horas o más, lo que significa que debo quedarme en el aeropuerto hasta que sea la hora de embarque. Podría dar algún recorrido por el lugar, pero teniendo en cuenta el desastroso día que tuve no quiero arriesgar más mi suerte y perder otro vuelo, así que simplemente me limito a esperar, husmeando por los alrededores hasta que le llaman para hacer los nuevos trámites.
Apenas termino el proceso y me hacen entrega del nuevo billete, voy hacia los controles de seguridad y luego paso directamente a la sala de embarque para esperar a que salga el vuelo, sin embargo, como la mala suerte está de mi lado del día de hoy, mi distracción termina en un vergonzoso choque contra alguna pobre persona que se atravesó en mi camino.
Por el amor a Zeus, ¿Es que acaso este día no puede empeorar más?
Lo primero que percibo es una fragancia masculina ligeramente amaderada y extremadamente adictiva junto a alguna loción picante que me envuelve inmediatamente y me deja algo desorientada. Lentamente y con las mejillas ardiendo por la vergüenza, alzo la mirada, encontrándome con una sudadera negra, las azas de una mochila, un cuello con un par de lunares y luego, el rostro del chico más lindo y encantador que ha pisado el planeta tierra. De acuerdo, quizás eso fue algo exagerado, pero ¡Madre mía! ¿De dónde se ha escapado semejante obra de arte?
El chico en cuestión es alto, rondando el metro ochenta quizá, su piel es blanca y cremosa, tiene una mandíbula cincelada y perfectamente asimétrica que hace un contraste perfecto con sus pómulos, su nariz es pequeña y ligeramente perfilada, labios y cejas finas y largas pestañas que enmarcan los ojos avellana más preciosos que he visto nunca. Su cabello es castaño claro y está en un extraño desorden que lo hace lucir aún más atractivo, pero la mejor parte no es solo su físico increíble y agradable, tampoco sus bonitos ojos con una extraña calidez que me han hipnotizado de inmediato. No, lo más precioso es la adorable sonrisa avergonzada que adona su bonito rostro, la cual ha logrado acelerarme el corazón.
Por la diosa Afrodita, ¿desde cuándo un chico desconocido con sonrisa encantadora logra acelerarme el corazón como una colegiala? «Vamos Alice, concéntrate, el chico está viéndote raro.»
―L-lo siento tanto ―balbuceo, completamente avergonzada.
Dios, este día va de mal en peor.
«Yo creo que acaba de mejorar» Gracias por el aporte no solicitado, conciencia.
―No te preocupes, la culpa fue mía, venía distraído y no te vi —murmura, sus mejillas adquiriendo un lindo tono rosa... Espera un segundo ¿Todavía existen los chicos lindos que se sonrojan? Creí que habían expirado hace mucho. «Deja de distraerte en tonterías, Alice. Compórtate.» Me regaño mentalmente y antes de que pueda decir algo, el chico me ayuda a estabilizarme y lentamente me suelta antes de preguntar―. ¿Te encuentras bien?
―Sí yo... todo está bien, gracias por preocuparte ―musito, mordisqueando mi labio inferior. Él asiente con lentitud y se aclara la garganta, como si quisiera decir algo más pero no se anima. Sus ojos avellana me observan con interés y lo veo fruncir el ceño de la manera más adorable que existe, antes de regresar su atención a mis ojos y menear la cabeza.
―Lamento si te hice sentir incomoda, es que tengo la sensación de haberte visto antes ―comenta en tono bajo.
―Creo que te estás equivocando de chica yo... no recuerdo haberte visto antes. Quiero decir, lo habría recordado es... olvídalo... ―farfullo completamente avergonzada por lo que estaba a punto de decir―. Uh, ¿Tal vez me estás confundiendo?
―No, sé que te he visto en algún lugar antes, pero no recuerdo dónde.
―Probablemente nos hemos topado por aquí antes, ¿Llevas mucho tiempo aquí?
―¿En Italia o en este aeropuerto?
―Ambas.
―Llevo aquí un buen tiempo y por mi trabajo frecuento mucho este lugar ―explica y Dios... tiene la voz más increíble que hay. Es grave, pero a la vez trasmite una calma fascinante. Es hermosa. Como él―. ¿Y tú?
―Yo solo he estado aquí dos veces ―respondo y luego añado―, por trabajo.
―Oh, vaya. Deberías venir más seguido. Italia es un país hermoso ―comenta.
―Concuerdo y no te preocupes, tengo planes de volver, pero espero que la próxima vez sí sea únicamente por vacaciones ―señalo y él sonríe.
―Me parece bien ―espeta y se aclara la garganta antes de añadir―. Regresando a lo primero, entonces si no nos vimos aquí en el aeropuerto, probablemente nos cruzamos en algún otro lugar. Quiero decir, sé que te he visto antes, tu rostro se me hace familiar, pero no... ―Se queda callado de repente como si hubiese recordado algo importante—, espera un segundo, ya lo recuerdo. Eres Alice Williams, la famosa tenista del momento...
―Ah, claro. Ahora tiene sentido ―Suelto una risita mientras meneo la cabeza―. No lo tomes a mal, pero no creí que me conocieras por eso, es decir, no pareces ser un aficionado al tenis.
―No te preocupes, de hecho, no estas lejos de la realidad. Sí he visto el tenis, pero no soy un aficionado, sin embargo, uno de mis amigos suele frecuentar mucho este deporte y he visto con él algunos de tus partidos incluyendo la final del US Open, que, por cierto, fue extraordinaria. Eres muy talentosa.
―Muchas gracias... ―Alcanzo a decir, bastante conmovida por sus palabras.
―Oh, sí, lo siento, no sé dónde están mis modales. Si mi mamá lo supiera me habría matado ya ―Se ríe suavemente y el sonido es música para mis oídos―. Yo soy Oscar, Oscar Piastri ―manifiesta, extendiendo una de sus manos en mi dirección.
―Encantada de conocerte Oscar.
―El placer es todo mío, Alice. Bonito nombre por cierto ―comenta y mis mejillas se sonrojan aún más.
―Gracias, Oscar. También tienes un bonito nombre —confieso y noto como sus mejillas se colorean ligeramente, otra vez. Este chico es demasiado adorable―. ¿Ibas a algún lado? ―pregunto y casi al instante me arrepiento. No es tu problema, Alice―. Lo siento, no me incumbe...
―No pasa nada. De hecho, estaba esperando el llamado para embarcar mi nuevo vuelo, la aerolínea...
―Tuvo un percance y perdiste tu vuelo original ―termino por él y asiente, sorprendido.
―Sí, justo eso... ¿Cómo lo sabes?
―Estoy en el mismo aprieto ―informo arrugando ligeramente mi nariz. Sus cejas se alzan en señal de comprensión y entreabre sus labios dispuesto a decir algo más hasta que...
― Pasajeros del vuelo 522, por favor, dirigirse al pasillo B de embarque ―Una voz femenina casi robótica dice a través de los parlantes, interrumpiéndolo.
―Ese es nuestro llamado ―señalo, regalándole una sonrisa de boca cerrada. Vacila un poco y lo miro confundida―. Es tu vuelo también ¿no? ¿Viajas a París?
―Eh...yo... sí, sí, ese también es mi vuelo.
―Genial, podemos ir juntos entonces ―sugiero y luego me muerdo el interior de la mejilla ante mi pequeño arrebato―. Claro, si tú quieres, yo...
―Me parece bien, Alice ―Me interrumpe regalándome una pequeña sonrisa que hace juego con el rubor de sus mejillas, haciéndolo lucir mucho más lindo y completamente adorable―. ¿Qué número de asiento tienes?
―2 b ―contesto, alzando mi billete.
―¿De verdad? ―Sus cejas se alzan con sorpresa y asiento, enseñándole el billete.
―. Guau, esto es demasiada coincidencia ―objeta y yo lo miro confundida―. Estamos en la misma fila y tenemos asientos juntos ―añade mostrándome su billete, para respaldar sus palabras.
―Oh, vaya, esto es una locura. ―Me río ligeramente haciendo que una sonrisa mucho más amplia y hermosa se adueñe de sus labios―. Supongo entonces que estás atrapado conmigo el resto de viaje... ―bromeo.
―Estaré más que encantado de estar atrapado contigo en este viaje ―Me guiña un ojo y luego murmura algo por lo bajo.
―¿Dijiste algo?
―Nada de lo que debas preocuparte ―asegura,esbozando una media sonrisa―. Después de usted, señorita Williams. ―Hace un gesto con su cabeza y dándole lasgracias, me abro paso hacia el pasillo de embarque previamente indicado, para luego abordar el avión junto a él sin saber que el choque, las palabras cordiales y el vuelo desastroso sería solo el comienzo de una hermosa historia llena de altibajos que sería capaz de acelerar nuestros corazones.
Después de todo, el destino ya había escrito su propia historia y aunque nosotros no lo supiéramos, éramos los protagonistas elegidos para llevarla a cabo.
Una hora antes...
―Date prisa ―gruñe una voz a mis espaldas.
Enarcando ambas cejas, giro hacia el hombre trajeado que hace fila detrás de mí.
―¿Disculpe?
―No te lo estoy diciendo a ti, niño. Le hablo a la mujer detrás del mostrador. Tiene que darse prisa o voy a perder mi jodido vuelo y mi valioso tiempo ―expresa, irritado.
Me muerdo la lengua para evitar refutarle y en su lugar, niego con la cabeza y regreso mi atención al frente. Lo menos que necesito es discutir con un hombre impaciente cuando los nervios están comiéndome vivo.
El aeropuerto internacional de Roma está a reventar, gracias al clima, problemas de las aerolíneas o retrasos de los pasajeros hay demasiado revuelo y es impresionante la cantidad de vuelos que se han retrasado o que han perdido. No voy a mentir, la situación está poniéndome nervioso, hace un buen rato que la vendedora de billetes no hace nada para que la fila avance y he visto a muchos trabajadores susurrar entre sí con preocupación.
Honestamente no quiero ser negativo, pero la falta de movilidad y respuesta está haciéndome pensar en lo peor y no me agrada en lo absoluto, porque por mucho que adore Italia y que venir aquí hubiese sido mi idea en primer lugar, no puedo darme el lujo de perder mi vuelo, no cuando este vuelo significa estar un paso más cerca de cumplir mi sueño. El sueño que he perseguido desde que tengo uso de razón, por el que he luchado desde que inicié en el karting y por el que he trabajado arduamente desde que entré en fórmula 2 y 3.
Sí, finalmente soy piloto de fórmula 1, pero esta vez no como piloto de reserva, sino como piloto oficial en nada más y nada menos que McLaren. Increíble ¿no? Lo sé, incluso a mí todavía me resulta irreal. Por eso no puedo darme el lujo de retrasarme, mañana temprano debo estar en las oficinas de McLaren para conocer al equipo, buscar mis cosas y ajustar los últimos detalles antes de mi primera carrera, incluso si han sido muy receptivos y amables conmigo no quiero aprovecharme de su hospitalidad llegando tarde o en su defecto, no llegando nunca y dar una mala impresión.
Navego por mi celular en un vago intento de distraer mi mente de las constantes quejas del hombre a mis espaldas porque su intensidad está poniéndome aún más nervioso y al parecer no soy el único.
A medida que los minutos pasan, el resto de los pasajeros que aguardan en la fila junto a mí comienzan a inquietarse despertando así las alertas de otros pasajeros en filas contiguas. Ahora no solo es el hombre de traje que se queja y exige hablar con las máximas autoridades del aeropuerto y las aerolíneas, sino que ahora también hay un número gigante de personas que están apoyándolo y esperando obtener una respuesta.
El personal ya se ha percatado de lo que está sucediendo y previniendo algún desastre, han llamado a seguridad y todos están atentos a la escena, tratando de calmar a los pasajeros.
―Estimados pasajeros, lamentamos mucho las molestias ocasionadas. El clima y problemas internos de las aerolíneas están retrasando los vuelos, pero no deben preocuparse, estamos solventando el problema en breve. Por otro lado, los pasajeros a punto de abordar con destino a Londres, España y Portugal con la aerolínea Sky Gold serán transferidos a los vuelos disponibles con la aerolínea asociada, Dreams con escalas. Gracias por escucharnos, tengan feliz viaje.
Lo que me faltaba.
Ahora no solo tendré que tomar un vuelo con escala con una aerolínea diferente, sino que también voy a llegar más que tarde a mi destino.
Fantástico, simplemente fantástico.
―Este día no puede ir peor ―Me quejo en voz baja, pellizcando el puente de mi nariz. Si bien la experiencia no había sido mala, ya que había compartido con mis antiguos amigos y compañeros, el desastre en el aeropuerto estaba arruinando mi día y la poca paz que tenía luego de unos días increíbles con mis seres queridos. «Respira Oscar.»
Obligándome a mantener la calma e ignorando las quejas del pesado detrás de mí, espero pacientemente a que se llegue mi turno para rehacer los trámites e ir en el siguiente vuelo. Mientras la vendedora de billetes me da la información necesaria, hago un cálculo rápido. El avión al que fui asignado tiene dos escalas, Mónaco y París. Si mis cuentas no fallan, me sería más factible viajar a Mónaco ya que según la mujer al otro lado del mostrador, el vuelo sale directamente hacia Londres, el vuelo a París es "más corto" pero no me aseguran que el avión que aguarde por mí allí viaje sin escalas a Londres.
Cuando finalmente acabo mis trámites, salgo de la fila para continuar con el procedimiento encaminándome hacia los controles de seguridad y luego me abro paso hacia la sala de embarque para esperar la salida de mi vuelo, mientras voy de camino, abro la aplicación de WhatsApp para informarles a mis familiares y a mi representante sobre el cambio de planes, más que nada es para que estén al tanto y puedan informar en McLaren por si surge algún inconveniente.
Vengo tan distraído con mi celular que ni siquiera noto que alguien más viene en la misma dirección que yo, hasta que ambos terminamos colisionando. Lo primero que percibo es una fragancia suave y dulce, algo como café y ¿algodón de azúcar? Casi por instinto, mis manos vuelan en su dirección y allí sé con mayor certeza que choqué a una chica. Gran forma de terminar tu día, Oscar.
Manteniendo mis manos en su cintura, la estabilizo con delicadeza para evitar que se caiga y haga un espectáculo no deseado en el aeropuerto, mientras lo hago, me aventuro a echarle un vistazo. Lo primero que diviso es una cabellera rubia brillante y luego, un rostro precioso y los ojos más impresionantes que hubiese visto jamás.
Llámame exagerado, cursi, romántico empedernido, lo que quieras, pero jamás un mentiroso y es que, si estuvieses justo aquí conmigo y pudieses apreciar la belleza de esta chica, me darías la razón. Ella es sin dudas, la más hermosa e impresionante, no solo del aeropuerto sino de todo el mundo.
Es bajita, metro sesenta tal vez, piel blanca y tan preciosa que parece de porcelana, su rostro es delicado y con facciones completamente asimétricas que la hacen lucir extremadamente hermosa. Pómulos altos, nariz pequeña y perfilada, cejas claras y perfectamente definidas, labios llenos y rosados y unas pestañas largas y tupidas que enmarcan los ojos verdes más bonitos que pueden existir. El color es simplemente fascinante y lucen tan brillantes que fácilmente podrían compararse con un par de esmeraldas y, aun así, estaba seguro que no lucirían tan bonitos como aquellos ojos.
Por un minuto, olvidé como respirar. Por un minuto olvidé que estaba en el aeropuerto, agobiado por los problemas de la aerolínea y mi preocupación de no llegar a tiempo a mi destino. Por un minuto todo a mi alrededor dejó de existir y simplemente la vi a ella. En ese momento solo me importaba ella. Su expresión avergonzada, sus mejillas sonrojadas y los orbes esmeraldas que me observaban con una entera mezcla entre la fascinación, la vergüenza y la curiosidad. Nada más, solo... solo ella.
Y todo empeoró cuando me sonrío. Dios. Su sonrisa era preciosa. Cálida y brillante capaz de calentar hasta el corazón más frío y cautivar hasta lo imposible.
Como un rayo de sol. Pero no cualquiera, uno agradable y brillante, ya sabes, el tipo de calidez que añoras durante una mañana nublada o un día completamente gris y frío.
―L-lo siento tanto ―balbucea, completamente avergonzada.
―No te preocupes, la culpa fue mía, venía distraído y no te vi —murmuro, sintiendo como el calor se aglomera en mi rostro. Espera un segundo ¿Acaso... acabo de sonrojarme? Jesús, qué vergüenza. Afianzo mi agarre en su cintura, pero me detengo cuando me percato lo que estoy haciendo. Estoy tocándola más de lo debido y sin su consentimiento. ¿Qué va a pensar ahora? Que soy un pervertido o algo peor, definitivamente. Ahora sí, trágame tierra. Tragando saliva y con la vergüenza al mil, le ayudo a estabilizarse y lentamente la suelto antes de preguntarle en voz baja―. ¿Te encuentras bien?
―Sí yo... todo está bien, gracias por preocuparte ―musita, mordisqueando su labio inferior. Asiento lentamente sin saber muy bien qué decir, me aclaro la garganta y le doy otro vistazo. Ahora que gran parte del vergonzoso momento ha pasado, puedo asegurar que su rostro se me hace vagamente familiar, pero lo curioso es que no recuerdo haberla visto antes, quiero decir, lo habría recordado.
Es tan bonita que no habría podido pasarla por alto. Noto como se remueve ligeramente y sus mejillas vuelven a colorearse. ¿Qué pasa? ¿Acaso dije algo mal o...? «Estás viéndola como un idiota, Oscar.» Ah, claro.
―Lamento si te hice sentir incomoda, es que tengo la sensación de haberte visto antes ―comento en voz baja.
―Creo que te estás equivocando de chica yo... no recuerdo haberte visto antes. Quiero decir, lo habría recordado es... olvídalo... ―farfulla avergonzada dejando la frase a medias―. Uh, ¿Tal vez me estás confundiendo?
―No, sé que te he visto en algún lugar antes, pero no recuerdo dónde.
―Probablemente nos hemos topado por aquí antes, ¿Llevas mucho tiempo aquí?
―¿En Italia o en este aeropuerto?
―Ambas.
―Llevo aquí un buen tiempo y por mi trabajo frecuento mucho este lugar ―explico―. ¿Y tú?
―Yo solo he estado aquí dos veces ―responde y luego añade―, por trabajo.
―Oh, vaya. Deberías venir más seguido. Italia es un país hermoso ―comento.
―Concuerdo y no te preocupes, tengo planes de volver, pero espero que la próxima vez sí sea únicamente por vacaciones ―señala.
―Me parece bien ―espeto y carraspeo antes de añadir―. Regresando a lo primero, entonces si no nos vimos aquí en el aeropuerto, probablemente nos cruzamos en algún otro lugar. Quiero decir, sé que te he visto antes, tu rostro se me hace familiar, pero no... ―Dejo la frase a medias, cuando un vago recuerdo me asalta—, espera un segundo, ya lo recuerdo. Eres Alice Williams, la famosa tenista del momento...
―Ah, claro. Ahora tiene sentido ―Se ríe ligeramente mientras menea la cabeza, luciendo divertida―. No lo tomes a mal, pero no creí que me conocieras por eso, es decir, no pareces ser un aficionado al tenis.
―No te preocupes, de hecho, no estas lejos de la realidad. Sí he visto el tenis, pero no soy un aficionado, sin embargo, uno de mis amigos suele frecuentar mucho este deporte y he visto con él algunos de tus partidos incluyendo la final del US Open, que, por cierto, fue extraordinaria. Eres muy talentosa.
―Muchas gracias... ―murmura.
―Oh, sí, lo siento, no sé dónde están mis modales. Si mi mamá lo supiera me habría matado ya ―Me río suavemente y ella sonríe―. Yo soy Oscar, Oscar Piastri ―añado.
―Encantada de conocerte Oscar.
―El placer es todo mío, Alice. Bonito nombre por cierto. ―Las palabras fluyen de mi boca antes de que pueda detenerlas y lo que consigo a cambio, es un bonito sonrojo de su parte.
―Gracias, Oscar. También tienes un bonito nombre —confiesa y ahora son mis mejillas las que vuelven a sonrojarse. Dios mío―. ¿Ibas a algún lado? ―pregunta y casi de inmediato parece arrepentirse―. Lo siento, no me incumbe...
―No pasa nada. De hecho, estaba esperando el llamado para embarcar mi nuevo vuelo, la aerolínea...
―Tuvo un percance y perdiste tu vuelo original ―completa y yo asiento, sorprendido.
―Sí, justo eso... ¿Cómo lo sabes?
―Estoy en el mismo aprieto ―informa arrugando ligeramente la nariz y el gesto la hace ver aún más bonita y adorable. Alzo ambas cejas en señal de comprensión y antes de que pueda decir algo, la voz casi robótica de una mujer a través de los altavoces me interrumpe.
―Pasajeros del vuelo 522, por favor, dirigirse al pasillo B de embarque.
―Ese es nuestro llamado ―comenta, esbozando una pequeña sonrisa de boca cerrada. Me rasco la nuca en un gesto nervioso mientras debato internamente mis opciones. ¿Se supone que debo decirle la verdad? Debería hacerlo, pero, no quiero. Es extraño, pero tengo ganas de conocerla un poco más. Eso no está mal ¿verdad? Quiero decir, solo es curiosidad no hay nada más―. Es tu vuelo también ¿no? ¿Viajas a París?
En realidad, voy a Londres y mi escala real es Mónaco... ―Eh...yo... sí, sí, ese también es mi vuelo ―miento y ella sonríe, pero rápidamente intenta ocultarlo.
―Genial, podemos ir juntos entonces ―sugiere en tono casual y tras meditarlo un poco, añade―. Claro, si tú quieres, yo...
―Me parece bien, Alice ―La interrumpo regalándome una pequeña sonrisa―. ¿Qué número de asiento tienes?
―2 b ―responde mientras alza su billete.
―¿De verdad? ―Enarco ambas cejas y ella asiente suavemente, enseñándome el billete―. Guau, esto es demasiada coincidencia ―objeto y ella me mira confundida―. Estamos en la misma fila y tenemos asientos juntos ―explico, mostrándole mi billete, el cual respalda mis palabras. No era precisamente mi destino inicial, pero, parece que hubo cambio de planes.
―Oh, vaya, esto es una locura. ―Se ríe y su acción solo me saca una sonrisa involuntaria. Tiene la risa más bonita que hay―. Supongo entonces que estás atrapado conmigo el resto de viaje... ―bromea.
―Estaré más que encantado de estar atrapado contigo en este viaje y todos los que quieras ―murmuro esto último apenas audiblemente mientras le guiño un ojo.
―¿Dijiste algo?
―Nada de lo que debas preocuparte ―aclaro rápidamente, esbozando una media sonrisa―. Después de usted, señorita Williams. ―Hago un gesto con la cabeza, señalando el pasillo.
Murmura un agradecimiento mientras me sonríe ligeramente y posteriormente se abre paso hacia el pasillo de embarque previamente indicado y seguidamente abordar el avión, conmigo justo detrás, sin saber que el encuentro ameno y torpe, solo sería el comienzo de una historia que estaba escrita incluso antes de cruzar palabras.
¡He vuelto corazones de melocotón!
Luego de tanta espera, finalmente tenemos el primer encuentro entre Alice y Oscar. Sé que el capítulo es corto, pero más que necesario. Esto es como una pequeña introducción a la historia y sinceramente espero que les guste tanto como o más que a mí.
Estoy muy emocionada con este proyecto y agradezco mucho que se tomen el tiempo de leer y comentar, lo aprecio mucho, enserio🥹😅.
No se olviden de dejar sus comentarios, dudas, opiniones y deseos que los estaré leyendo y respondiendo😉.
Es todo por ahora, nos leemos en la próxima actualización. L@s quiero😘.
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1: Haciendo referencia al día de mala suerte que se menciona mucho, sobre todo en la mayoría de las culturas anglosajonas.
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