La vida puede cambiarte en un pestañeo.

Un segundo.

Un momento.

Un mínimo detalle y todo puede cambiar radicalmente.

Nadie me dijo que perder mi vuelo me llevaría a enamorarme de un hermoso y dulce piloto de Fórmula 1.

Tampoco me advirtieron todo lo que vendría después...

Dicen que las mejores cosas suceden cuando no las planeas. Una metáfora bastante irónica para una chica cuya vida estaba meticulosamente planificada hasta que llegó él y desdibujó las líneas que creí tener claras.

Oscar llegó a mi vida por casualidad... o quizás fue por obra del destino haciendo una de las suyas... fuese lo que fuese, su presencia tranquila, tímida y llena de calidez puso mi mundo de cabeza en segundos. ¿Cómo podía ser eso posible? Oscar era la calma en medio de la tormenta, pero había vuelto mi mundo un completo caos.

No planeamos enamorarnos, solo sucedió...

Pero oye, no es como si hubiese podido evitarlo. 

No sé cómo lo hizo, pero su mirada cargada de ternura, sus sonrisas cálidas y sus palabras siempre acertadas me habían capturado por completo. 

Él me hacía sentir cosas que nunca antes había experimentado y no te imaginas cuanto me aterraba y me gustaba eso en partes iguales... Después de todo, estaba frente a mi otra mitad.